Si empezáramos a contar los blogs y webs que dan consejos para escritores, contaríamos durante un rato muy largo.
Yo misma recopilé una lista de 100 consejos. Es uno de los artículos más visitados de esta web.
Todos esos consejos son útiles. Solo hay un problema. La escritura es una habilidad/arte/técnica compleja, con muchos niveles de maestría. Como es evidente, no tiene las mismas necesidades alguien que lleva escribiendo tres días y alguien que lleva escribiendo treinta años. Por esto, muchos consejos que suelen darse a autores que empiezan son risibles para personas que llevan toda la vida publicando. Y determinados consejos técnicos que son de provecho para escritores consagrados son dañinos para personas que empiezan a escribir.
Con esto en mente, he reunido veintiséis consejos que escucho y leo a menudo y que considero que pueden ser perjudiciales para algunos (o incluso lo han sido para mí). Todos tienen un germen de verdad. Pero llevarlos hasta sus últimas consecuencias puede ser negativo.
Y creo que este primero es de los más nefastos:
1. Debes seguir este proceso
Como ya he dicho en otros artículos, una de las cosas que me costó más comprender y asumir en la escritura es que se trata de un proceso único e individual, diferente para cada persona. Si alguien insiste en que DEBES usar cierta técnica para planificar tu novela, en que DEBES escribir x palabras en x tiempo, en que DEBES aprender de su experiencia personal, lo único que DEBES hacer es escuchar con respeto y luego decidir si su trayectoria y técnica pueden ser útiles para ti.
Hay muchos tipos de escritores distintos. Cada uno necesita seguir un camino concreto. Experimenta, prueba y descubre qué te funciona. No todos los métodos sirven para todo el mundo, no todas las reglas son aplicables a todas las situaciones. Mantén la mente abierta, pero no tan abierta como para que se te desparrame el cerebro por fuera.
De la misma manera en que hay miles de lectores distintos, con opiniones y gustos diferentes, también hay miles de escritores distintos, con niveles y situaciones diferentes. Encuentra el proceso que mejor se ajusta a ti. Recuerda que solo hay una cosa innegociable: escribir.
2. Todo lo que no empuja la acción adelante sobra
Hay muchas variantes de este consejo. También está «debe haber conflicto en cada escena» o «todos los personajes deben querer algo». Y son buenos consejos. Hasta cierto punto.
Pensad en una buena serie de televisión. No en una serie meramente entretenida. ¿Qué hace que series como Deadwood, Breaking Bad, Mad Men o Los Soprano se consideren series de calidad? Fijaos en la cantidad de escenas donde parece que no pasa nada. ¿Son aburridas? Para nada. Nos están proporcionando datos complejos acerca de los personajes y de su entorno. Lo que comúnmente, en el mundillo, llaman worldbuilding. Creación de mundos. No solo estás contando lo que le ocurre a A, B y C. Estás hablando de cómo S, Z y @º0.3G condicionan el movimiento de los personajes y el avance de la acción.
Los consejos que dan prioridad a la acción y al progreso de la historia están pensados para autores que tienden a enrollarse como persianas muy habladoras, o para personas que rellenan y rellenan y rellenan para evitar el enfrentamiento con escenas y acciones difíciles de narrar. Pero no le hagas tanto caso como para escribir una sitcom vacía, donde ni las risas enlatadas pueden ahogar el sonido de los aullidos de vergüenza absoluta que sienten los actores cada vez que tienen que decir su frase. Recuerda que esa acción tan importante no ocurre en el vacío (a no ser que escribas un drama futurista con personajes que flotan a la deriva en el espacio exterior).
Aquí, como en la mayoría de los consejos para escritores, en el punto medio está la virtud. Yo diría que más bien hay que plantearse si lo que estamos narrando es pertinente. Así, una breve exposición sobre la infancia terrible de un personaje secundario puede venir a cuento si queremos mostrarle al lector un mundo descarnado donde este tipo de experiencias es habitual. Pero ocho páginas sobre la vida de un personaje secundario que ha tenido una infancia muy normal y que no volverá a salir en el resto del libro ni aportará nada a trama, mundo ni protagonista; es perder tu tiempo y la de tu lector.
3. La poesía debe rimar / La poesía no puede rimar nunca
Me gustaría pensar que todos los que me leéis ahora mismo sabéis que hay vida más allá del endecasílabo. Pero cuando yo tenía trece o catorce años, no lo sabía y creedme cuando digo que fue toda una revelación. Habíamos estudiado métrica en el colegio, y el conocimiento de cómo funciona el ritmo dentro del verso, el uso de la sinalefa y de otros métodos de unión y separación enunciativa sirvieron para tener una comprensión intuitiva de cómo puede funcionar la musicalidad del paralelismo, la pausa y la conjunción en un entorno poético.
Saber que la poesía no tenía que rimar fue una liberación que no olvidaré nunca, pero yo conocía las reglas de la rima. Y voy a esto: ninguna regla es fija. Pero si quieres saltártela y que funcione tienes que conocer muy bien (y haber practicado de sobra) el uso de esas reglas. Ir a contracorriente porque sí no suele dar muy buenos resultados.
4. Las ideas que merecen la pena las recordarás para siempre
Es algo que escucho a menudo, incluso de autores con muchos años de experiencia a sus espaldas: «Yo no anoto nada. Si algo es bueno e importante, lo recordaré«.
No digo que esto no sea cierto ni funcional. Pero para la mayoría de los mortales, el día a día, el cerebro lleno de pensamientos y urgencias, pueden hacer que hasta la mejor idea del mundo se olvide. Las notas son tus amigas.
Además, tienen un beneficio añadido: escribir algo a mano hace que lo procesemos de forma diferente. Al escribir nuestras ideas, podemos formar listas y ramas de ideas de donde saldrán ideas incluso mejores. Porque tampoco es cierto que…
5. Las primeras ideas siempre son las mejores
«Ve con lo que se te ocurrió primero»; «sigue tu instinto» y todo eso.
Hay una técnica que uso mucho; he descubierto que es muy eficaz. Cuando tengo cualquier idea que me parece buena, hago una lista de nueve variantes que salgan de ahí. Busco nueve ideas que me parezcan mejores, o intento crear nueve ideas que desarrollen la primera. Cuesta, pero merece la pena. Hasta la fecha, siempre he llegado a la misma conclusión: LA PRIMERA IDEA ERA MIERDER Y MENOS MAL QUE NO ME HE HECHO CASO.
Algunas de las ideas más provechosas que he tenido han sido un 8, 9 o 10 en esa lista. Si no hubiera hecho esa lista, si no hubiera seguido (aunque ya me dolía el cerebro) ese hilo de pensamiento, nunca las habría tenido.
Con la escritura, demasiada revisión e desconfianza en nuestro instinto puede ser perjudicial. Podemos «sobreescribir», sobre todo si intentamos hacer caso de todo lo que nos digan. Pero no pierdas la oportunidad de mejorar lo primero, ni de buscar perfeccionarlo. Y si lo primero resulta que no era tan bueno como creías y reelaborarlo no funciona, puedes borrarlo. Sí, se puede.
Para probar esta teoría os contaría el final inicial que pensamos para El fin de los sueños. Pero no voy a hacerlo, porque lo de que se rían de mí a grandes carcajadas lo llevo regular.
6. Lo importante es la historia
No voy a entrar en esa discusión de siglos de forma/fondo. ¿Es más importante contar algo interesante o contarlo bien? Yo diría que necesitamos las dos cosas. Creo que cualquiera lo diría.
Bueno, cualquiera no. Me llama la atención la cantidad de blogueros, por ejemplo, que siguen la máxima de «lo importante es enganchar al lector, no la ortografía». Y sí, digo blogueros, porque también son escritores. Hay que tener una capacidad narrativa excepcional para mantener la atención de alguien durante más de tres segundos en una página web con algo que no sea porno.
Hay algo que el escritor y profesor John Gardner llamaba fictional dream (sueño de ficción). Es similar a lo que solemos entender por pacto narrativo, aunque Gardner va mucho más allá de una cuestión de coherencia y verosimilitud. Según Gardner, al leer entramos en una especie de trance o sueño, por el que nos dejamos llevar. Nos creemos todo lo que nos están contando, porque se ha transformado en nuestra realidad. Conseguir entrar en ese sueño implica una prosa fluida, un estilo envolvente. Y cualquier cosa (una errata, un fallo de coherencia, un diálogo artificial) puede interrumpir ese sueño y crearnos frustración como lectores. Las erratas y las faltas son normales, y siempre se va a escapar alguna (seguro que en este artículo se me habrá escapado algo, o dos algos, o tres algos). Pero una sucesión constante de texto torpe, diálogo lleno de tópicos, faltas constantes y repeticiones innecesarias impide que ese sueño se obtenga.
Así que ya puedes tener las mejores ideas del mundo: si no cuidas tu forma, va a ser complicado que termines de enganchar a tus lectores.
Por lo menos si quieres enganchar a lectores con ciertas exigencias mínimas. Porque si nos guiamos por la prosa de un buen puñado de superventas, igual no tengo razón en este punto para nada.
7. Escribe ficción si quieres escribir de verdad
Y ya que hablábamos de blogueros… ¿no tenéis la sensación a veces de que hay géneros y sectores con más prestigio que otros? Obviamente no es lo mismo escribir 500 palabras para hablar de las prestaciones de un coche que escribir un relato o un poema. Pero la escritura de no ficción existe, y a veces parece que se cree eso de que debe ser árida, seca y meramente funcional. No digo que las prestaciones de un coche deban describirse en forma de soneto o con una elaborada metáfora que pretenda representar la (no tan) compleja relación entre vehículo y usuario.
La buena escritura y el cuidado por la forma y por atrapar al lector no deben limitarse solo a la narrativa propiamente dicha. El deseo de contar y de escuchar historias está en todos nosotros. Y un copywriter, un creador de contenidos o un ensayista académico deben tener el mismo interés en comunicarse de manera eficiente y bella que un novelista. Es evidente que los formatos y las necesidades son muy distintas, pero me gustaría pedir reconocimiento tanto para la escritura de no ficción como una mayor entrega formal y narrativa por parte de los autores de no ficción.
Y esto nos lleva al siguiente punto:
8. No escribas fantasía/juvenil/romántica/novela negra
ni ningún otro género «menor»
Claro que hay géneros que venden más que otros.
Lo que no entiendo muy bien es que haya géneros con mayor prestigio que otros. Si la ilusión de tu vida es escribir romance paranormal con primigenios venidos de Marte, realmente no veo dónde está el problema.
Algunos géneros están desprestigiados debido a la proliferación de patrones, clichés y plagio intertextual que dañan la reputación del conjunto. Su uso y abuso comercial también condiciona su calidad formal. Un buen ejemplo es la literatura romántica, que tanto tiempo ha tenido asociado un formato y esquema determinado. También ocurre con la fantasía épica y con otros tipos de fantástico que se asocian, para bien o para mal, con la estela de Tolkien. Cualquier lector ávido de cualquiera de estos géneros sabe que no se limitan a estos conceptos.
Recordemos que la escritura (por lo menos en el primer borrador) tiene más sentido si arrancamos tratando de divertirnos, expresarnos con potencia o, por lo menos, sentir determinadas emociones con intensidad. Ya te preocuparás de si un género vende más o menos o de cómo adaptar, promocionar y revisar tu texto más adelante. Pero ahora, mientras escribes, ¿no tiene más sentido escribir aquello que disfrutas escribiendo? ¿Aquello que quieres escribir?
Hazlo bien y hazlo en el género, formato, idioma o estado espiritual-evolutivo en el que más sentido tenga para ti.
9. Escribe como hablas
En nuestra búsqueda de claridad, precisión o incluso simplicidad al escribir, con frecuencia leemos aquello de «escribe tal y como hablas».
Es un consejo bienintencionado y útil hasta cierto punto. Si lees en voz alta lo que has escrito, es más fácil ver si el texto no fluye con naturalidad, si suena demasiado artificial y recargado. Y si intentamos que los diálogos sean realistas y creíbles, es normal intentar que imiten a la realidad.
El problema es que el formato escrito no es la realidad. Y la prosa escrita no funciona con las mismas reglas que el habla.
La introducción de interjecciones o palabras que usaríamos normalmente en nuestra vida real no tiene por qué quedar bien en el medio escrito. Para empezar, ningún lector quiere leer todas las pausas, repeticiones, reflexiones y muletillas que tienen la mayoría de las personas cuando hablan. Sería muy aburrido. Por otro lado, el uso de expresiones que pueden resultarnos naturales a nosotros no tienen por qué serlo para otros. Si utilizamos una primera persona, por ejemplo, pueden ayudar a definir a un personaje narrador. Pero la intención estética que hay detrás de una novela o un cuento no tiene nada que ver con el flujo natural de chorradas que pueden salir de nuestra boca en un tiempo determinado.
Como en todos los demás puntos, lo ideal está en un caso intermedio: utiliza diálogos sencillos, que no usen expresiones que a nadie de este siglo se le ocurrirían; pero tampoco hace falta cargarlos de los titubeos, coloquialismos y sinsentidos de los que tanto cargamos el lenguaje en la vida real. Y lo mismo con el resto de la prosa. En la vida real no llenarías todas tus frases de metáforas, adjetivos y adverbios, y esa es buena cosa también para lo escrito. Pero tampoco conviertas tu texto en prosa absolutamente coloquial sin intención estética ninguna. El resultado tiende a ser extraño y alienante para el lector. Pocas cosas hay tan desquiciantes en un texto como la verborrea incontenida, el abuso de expresiones cercanas y frases hechas, las reflexiones que no van a ninguna parte, o cualquier otro tipo de meandro lingüístico que en una persona normal y su conversación serían perfectamente aceptables.
10. Escribe de lo que sabes
De este consejo hablamos hace poco, citando la opinión de Ursula K. Le Guin, quien afirmaba que sabía muy bien de lo que escribía al escribir fantasía: lo veía todo a la perfección en su cabeza.
Hace poco leí en un foro un comentario respecto a este tema que me pareció muy acertado: «Un escritor siempre sabe de lo que ha escrito«. Con esto se refería a que si eres un escritor responsable, has tenido que documentarte e involucrarte tanto para escribir sobre algo que, una vez escrito, sabes del tema.
Está claro que si eres una mujer joven y blanca que vive en Europa occidental, escribir desde la perspectiva de un hombre anciano enfermo en Uganda tal vez no sea tu elección más acertada.
Pero una vez más: no hay ninguna regla ni nada que te lo impida. El ejercicio mental y el esfuerzo serán tremendos. Si puedes hacer eso, puedes hacer cualquier cosa. Si solo escribiéramos de lo que sabemos, nunca aprenderíamos nada. Y debes aceptar que puede venir alguien que sí es experto en algún tema/experiencia/materia a decirte que has hecho un churro muy grande.
Depende de lo que te apasione y te haga sentir que progresas. En mi caso, lo de escribir thrillers médicos, obras de corte detectivesco o novelas (pre)históricas y muy amorosas ambientadas en el Neolítico se lo dejo mejor a los expertos.
11. Escribe para adultos
A todos los que decís que escribir para niños o para adolescentes es fácil y no tiene mérito os quiero ver ahora mismo publicando libros para niños o para adolescentes. Por aquello de que es megafácil. No os va a costar nada.
No he publicado para niños, pero en lo que se refiere al juvenil, yo lo veo de la siguiente manera:
–Comentarios en libros para adultos: Bueno, es posible que este libro no sea una porquería absoluta. He echado un rato entretenido. Decía Sartre que… blablabla.
–Comentarios en libros para adolescentes: Este libro ha cambiado mi vida. Estuve llorando durante tres horas seguidas / Bah, esto es basura, no lo quiero / Qué mal me cae ese personaje, quiero matarlo / Estoy enamorada de este personaje, quiero casarme con eeeeeeeeeél.
Jamás he visto a nadie que lea con la intensidad y devoción de un/a adolescente. ¿Te imaginas que alguien leyera así TU libro?
12. Escribe solo una cosa a la vez
Yo soy partidiaria de evitar la multitarea. Creo que es un gran enemigo para un escritor: quieres hacerlo todo, te metes en ocho proyectos a la vez, evitas enfrentarte a las partes difíciles y no acabas ninguno.
Pero eso no quita que puedas tener más de un proyecto a la vez. Para mí, dos es el número mágico: una novela y algo de poesía o relato mientras viajo o cuando no tengo a mano los esquemas y materiales para la novela. O puedo estar escribiendo novela corta y corrigiendo relatos (o viceversa). Tener dos proyectos ayuda a evitar bloqueos: el día en que realmente no puedes con uno siempre puedes ponerte con el otro. Y es práctico: puedes estar moviendo más propuestas editoriales y no dependes solo de una obra a la que tener dando vueltas como una peonza.
Más de tres sí que no se lo recomiendo a nadie, si quiere mantener su cordura y dedicarles la atención adecuada a los proyectos que tiene en marcha.
13. No se puede escribir sin ganas
Muchos escritores argumentan que escribir obligado es algo terrible: escribir se convierte en un proceso contra el que te resistes, desagradable y además produces porquería. Pueden tener razón. Pero yo diría que sí se puede escribir sin ganas. Por cuatro razones:
- Si el «no tener ganas» nos sirve como excusa para no escribir, enseguida encontraremos excusas constantes para no hacerlo. El enfrentarnos a esa desgana y sentarnos a escribir de todos modos le manda un mensaje constante a nuestro cerebro de disciplina. Estamos reafirmando el mensaje de que la desgana y falta de voluntad no podrán con nosotros.
- Para producir palabras brillantes hay que producir palabras puercas. Es una simple cuestión de estadística. Aprovecha los ratos desganados de producción muy puerca para quitarte de encima ese porcentaje de asquerosidad asquerosa. Así, cuando te visite la musa y los astros se alineen, tú ya tendrás rodaje de horas y horas y lo que saldrá de tus dedos será maravilla pura.
- Muchas veces ese «no tener ganas» no es más que resistencia o pereza inicial. Nadie sabe si luego vas a tener la mejor experiencia escritora de tu vida, si de ahí van a salir frases fabulosas. No tienes forma de saber si esa desgana es algo determinante o solo pereza mental. Así que por lo menos prueba.
- Para casos extremos de «desgana» (depresión o enfermedad, por ejemplo), escribir de manera disciplinada y periódica, por puro hábito, puede ser la única forma de conseguir avanzar. Toda la disciplina y costumbre que te crees en los días buenos servirá para sentarte a trabajar en los días en los que creías que era imposible
14. Hay que usar todos los sinónimos del diccionario
«El diccionario es tu mejor amigo», me decían en el cole de pequeña. Ampliar el vocabulario es bueno. Sobre todo si se trata de buscar palabras exactas, precisas, para lo que queremos expresar.
No es tan bueno si es para llenar el texto de adjetivos innecesarios o expresiones anacrónicas.
También es bueno evitar la repetición y para eso vienen bien los sinónimos. Pero la repetición, a veces, por motivos de ritmo, también puede ser positiva. Por no hablar de la sencillez: un perro es un perro, no tiene que ser siempre un ufano cánido fiel ni un orgulloso descendiente de lobos.
15. Leer sobre escribir no sirve de nada
Cuando salió el otro día este artículo, alguien comentó en Facebook algo parecido a esto: «El verdadero escritor no lee artículos sobre lo que lo hace o no escritor». Tenía mucha razón (aunque ya entraremos algún día en qué es eso de «verdadero escritor»). Eso sí, de haber ido en contra de su propia regla, habría descubierto que el artículo más bien trataba de las experiencias que suelen tener en común aquellos para quienes la escritura se ha convertido en una forma de vida. (Me temo que, de llamarlo Experiencias que suelen tener en común aquellos para quienes la escritura se ha convertido en una forma de vida, y que pueden ayudar a motivarnos, no habría pinchado en el enlace ni una décima parte de la gente que lo hizo).
Tendemos a darle a la escritura un aura de magia, de misterio. La consideramos un arte que va más allá, una habilidad innata que bebe del corazón, no del cerebro ni de la técnica. Nadie ve nada de malo en que un músico aprenda solfeo o técnicas para sacar el máximo rendimiento a sus interpretaciones. Y sin embargo parece que para muchos está mal visto leer artículos o libros relacionados con la escritura.
Entiendo de dónde viene esta animadversión. Primero: ¡si leo todos esos libros no me queda tiempo para escribir! Segundo: muchos de esos textos no dicen más que tonterías, ¿cuáles son los buenos? Y, por último, todos sabemos de esos «autores» que se pasan la vida leyendo y pontificando sobre la escritura sin escribir nada nunca.
La meta es escribir. Eso siempre. Pero hay muchos materiales que pueden ayudarnos a identificar nuestros defectos y debilidades como autores e intentar solucionarlos.
Además de que, a veces, es genial poder leer acerca de otros escritores que han pasado por experiencias similares a las tuyas.
Te hacen sentirte menos… no sé. Menos solo y desquiciado.
16. Escribe para vender
Vale, vale, normalmente no nos lo dicen con esas palabras. Nos intentan dar trucos, consejos y guías para escribir superventas, eso sí.
Pero aunque nuestra única intención fuera producir un libro superventas, aunque no tuviéramos la más mínima consideración por nuestra propia integridad personal y artística, sospecho que no podríamos.
Porque sería muy aburrido. «Necesitas un principio que enganche»; «tiene que haber un triángulo amoroso»; «tienes que meter acción en cada página»; «tienes que escribir sobre arquitectura gótica, que es lo que se lleva ahora». Y etc. Y tú que querías escribir una lenta novela río sobre un dodecaedro romántico ambientado en un satélite que va montado en un carro del que tiran veintiocho pegasos gigantes con problemas de identidad sexual.
Y, hablando de mundos rarunos, imaginaos la cara del editor de Pratchett cuando este le contó la premisa para el Mundodisco, por ejemplo. ¡Qué hombre tan extravagante! ¿Cómo diablos iba a vender algo así?
¡Sadomasoquismo vainilla para señoras aficionadas a Crepúsculo! ¡Qué locura!
La triste realidad es que no hay forma de predecir las tendencias con exactitud. Pueden analizarse con la perspectiva que da el tiempo pasado, pero si pudieran anticiparse no habría una editorial grande que cerrase, nunca. Solo tendrían que hablar con sus analistas de mercado y producir superventa tras superventa. No fracasarían jamás.
Y las grandes tendencias, buenas o malas o simplemente aberrantes, suelen producirse gracias al poder de la novedad y de lo inesperado.
Creo que la cosa está en escribir lo que te apetezca y preocuparte después por cómo moverlo, promocionarlo y encontrar a los lectores que lo necesitan.
Lo cual me recuerda…
17. Necesitas estar en todas partes
Tienes que estar en Facebook, Twitter, Pinterest, Tumblr, Instagram, todas las ferias del libro del país y a la mesa de todos tus vecinos. A veces esa es la sensación que se nos queda. Tienen que verte. Tienen que saber que estás ahí, que tienes un libro a la venta y que mola un puñao.
Promocionar a diestro y siniestro, sin tener en cuenta dónde está tu público objetivo, sin preocuparte del funcionamiento de las redes en las que te mueves, no te ayudará. Y además invertirás tiempo en el que (sí, ahí está, sabéis lo que voy a decir) deberías estar escribiendo.
Elige tu público, elige tu plataforma. No grites. Susurra en los oídos adecuados en el momento adecuado. Como ahora.
Complicado, sí. Pero bastante más eficiente que el acercamiento spam/ametralladora.
18. En cuanto publiques con una editorial grande
tendrás la vida resuelta
Si me dieran un euro por cada vez que un escritor dijera «si consigo sacar mi libro con (editorial grande), ya habré triunfado», os invitaría a todos a champán y ostras. Pero las ostras os las coméis vosotros, que a mí me ponen malísima.
Tengo algunos problemas con esa frase.
1. ¿Qué es eso de «mi libro«? No conozco a ningún escritor experimentado que diga «mi libro». Por lo general se trata de «uno de mis libros». Un escritor escribe y mucho. Y está siempre moviendo todo tipo de proyectos, debido a la exasperante lentitud de los acuerdos editoriales.
2. «Editorial grande«. Que una editorial sea más grande no significa que vayan a tratarte mejor a ti y a tus libros. La ventaja de una empresa grande está sobre todo en la distribución, en la posibilidad de llegar a más gente. Pero eso no servirá de nada si no hay una buena campaña detrás, si tú no te mueves para conectar con tus lectores y si no estás ya trabajando en tu siguiente proyecto.
3. «Triunfado«: Si tu idea de triunfar es dar una gira de firmas y que tu libro esté en todas las librerías, genial. Pero como escritores queremos más. Queremos mejorar como artistas. Queremos que nos traduzcan a otros idiomas. Que nos adapten al cine. Que nos persigan fans adoradores por la calle. Que los críticos nos amen.
Muchos escribimos para que nos quieran. Para sentirnos mejores con nosotros mismos, nuestras capacidades y con los que nos rodean. Eso no te lo va a dar una editorial grande. Ni tres editoriales grandes. Del mismo modo, un solo libro no te hará famoso. Tal vez el primero que publiques, gracias a una suerte tremenda, sí. Pero funcionará porque tienes ya ocho obras rechazadas en el cajón.
Es un camino largo, sin objetivos claros.
19. Las influencias son buenas / Las influencias son malas
Hay un dicho en esto de escribir que también me chirría un poco.
Encuentra tu voz.
Ya sabes, como si no pudieras escribir una sola palabra hasta que esa palabra fuera solo tuya, nacida de la nada, libre de semejanzas para con cualquier otra cosa que se haya escrito nunca.
Si quieres escribir como Cormac McCarthy, escribe como Cormac McCarthy. Si quieres escribir como Quevedo, escribe como Quevedo. Prueba todos los estilos que quieras. Rompe tus barreras, identifica tus bloqueos y cárgatelos. Esa voz que buscas, esa voz que te identifica, no suele venir de ninguna parte. Es un cúmulo de tus influencias y te hace diferente. Puede que tardes un tiempo en encontrarla. De hecho, es posible que pase mucho tiempo antes de que algo en tu cerebro haga «clic» y digas «oh dios mío puedo escribir sin comas sobre política internacional bajo tierra y no lo sabía».
Entonces sí que serás único. Posiblemente no te lea nadie, pero serás único.
Lo cual nos lleva a otro consejo bueno a medias:
20. Sé original
Nos cansamos de leer siempre lo mismo, es cierto. Y por lo general conviene evitar todo aquello que se repite ad nauseam, por el bien de nuestros propios estómagos y los de nuestros lectores. Pero también es cierto que algunos tópicos funcionan. Algunos temas llevan tratándose desde el principio de los tiempos. Algunas pulsiones (amor, muerte) son básicas y nos atraen de forma irremediable.
Nunca podrás ser totalmente original. Puedes escribir la cosa más extraña y estrambótica que se te ocurra: las posibilidades de que alguien ahí fuera haya hecho algo similar son muy altas. Pero nadie le dará el mismo tratamiento y enfoque.
Juega con los tópicos. Dale esa perspectiva, atrevida, parcial, tuya, que puede revolucionar tu obra. Cae el peso de las influencias sobre tus hombros, pero eso es bueno. La mezcla puede darte resultados inesperados.
21. La crítica siempre te ayuda a mejorar
(Se retira a la esquina a reírse un pelín. Y para estirar las piernas, que lleva ya unas cuantas horas aquí sentada escribiendo).
Te propongo un ejercicio. Piensa en un libro que consideras un clásico de la literatura. Una obra que todos dirían que es grandiosa, de calidad admirable. Ve a Goodreads.
¿Tiene esa obra una puntuación de 5 sobre 5? No, ¿verdad?
Busca las críticas de 1. Sí, de 1. Las tendrá. Una obra maestra de la literatura mundial a la que alguien ha decidido ponerle una puntuación de 1 sobre 5. Lee la crítica. Es muy posible que halles las palabras sobrevalorado, muermo o pues a mí…
¿Es idiota esa persona? No necesariamente (aunque puede que sí, puede que sí). La diferencia de gustos de un lector a otro, aparte de lo que la obra pueda tener de calidad a un nivel puramente técnico, es abismal. Los lectores tienen, además, una perspectiva curiosa al valorar una obra, en relación con otras obras que han leído. Cuando has sido editor/corrector/lectorprofesional/cualquierlectordemanuscritosmedios, con que un libro no tenga demasiadas faltas y no puedas predecir el final desde la segunda página ya te parece que se merece un Notable Alto.
En otro foro leí un comentario de una chica que participaba en un taller de escritura. Por lo visto, del texto que había leído en clase le dijeron tres personas que «le faltaba detalle» y otras tres que «daba demasiados detalles». Otros miembros del foro le dieron la enhorabuena. Haciendo la media, quedaba claro que tenía el nivel justo de detalle.
No se puede complacer a todo el mundo y no todo el mundo tiene razón. Cuando alguien opine sobre tu libro, haz caso de aquellas opiniones que se repitan mucho. Probablemente sea la única forma de no volverse loco.
22. No merece la pena presentarse a concursos
Otra verdad a medias. ¿Están amañados los concursos? No todos; sí algunos. ¿Depende el ganador del criterio subjetivo de un jurado que igual ni tiene criterio? Erm. Sí.
Pero eso no quiere decir que los concursos no tengan ningún valor. Considero que tienen un valor de motivación alto. Tienes una fecha de entrega, lo que te obliga a trabajar, y la posibilidad, aunque lejana, de conseguir algún premio, lo cual puede compensarte a nivel económico y/o de prestigio. El año pasado me presenté a un concurso cada mes. No gané ninguno, pero acabé con un montón de relatos sobre los que trabajar, reescribir y mejorar, que ahora conforman Lectores aéreos. Así que doy todos esos concursos por bien empleados.
Un día, si queréis, podemos hacer una competición de rechazos, ya sean de concursos, editoriales o respecto a las veces que has entrado en una casa y el gato de la familia que visitas te ha echado una sola mirada y se ha largado con gesto altivo y desprecio aparente. Podría llevarse un premio aquel que acumulase más negativas. Seguro que los veríamos de otra manera.
23. La autoedición es el futuro / la autoedición es caca
Como también he dicho muchas veces, porque me repito más que la cebolla esa roja que en el supermercado dicen que es «dulce» y que luego quiere hacer orgías fetichistas en tu estómago, estamos en un momento muy interesante, donde la autoedición empieza a desligarse de su formato tradicional y toma nuevos vuelos gracias a las posibilidades de plataformas como Smashwords, Amazon y similares.
¿No es genial que, como autor, puedas tener control absoluto de tu obra?
Y mirémoslo de otra forma:
¿No es terrorífico que un autor pueda tener control absoluto de su obra? ¿Que se ocupe de su propia corrección, edición, maquetación y diseño de portada?
Eso.
El debate entre autoedición/coedición y edición tradicional está muy ligado al debate entre digital y papel. Tal vez, si empezamos a dejar de verlos como posturas enfrentadas y empezamos a verlos como un abanico de posibilidades, cada uno con sus más y sus menos, podremos sacarles todo el lucro que nos interesa.
24. Necesitas un agente
Varias veces me han preguntado si un escritor debe buscarse un agente. Tengo muchas opiniones sobre este tema, basadas en experiencias que he visto de escritores con y sin agente.
En el mundo anglosajón parece que hay un modelo en edición tradicional que requiere de la presencia de un agente. Esto se debe, seguramente, a que un mercado mucho mayor ofrece mayores posibilidades económicas, lo que abona el terreno para la intervención de un intermediario que hace de consultor legal/literario para los escritores a la hora de relacionarse con editoriales. Incluso se realizan grandes ferias y convenciones pensadas exclusivamente para encuentros entre aspirantes a publicar y agentes.
En España, por ejemplo, el papel del agente no está tan definido. Conozco a escritores a los que les va bien y que prescinden de agente. Y conozco a escritores a los que no les va nada bien y tienen un agente que los ignora de forma sistemática. También conozco a escritores que han dado con un buen acuerdo de publicación gracias a la intervención de un buen agente.
Pero también es cierto que esos escritores, una vez metidos de lleno en el sector, con frecuencia acaban pasando de agencias y dándose a la independencia. No es solo porque tener agente implica que mengua un porcentaje de autor que ya de por sí suele ser bastante ridículo, sino porque la experiencia en el mundillo proporciona unos conocimientos y contactos, que eran los que necesitabas en inicio de un agente y que luego ya no necesitas tanto.
Diría que los agentes son útiles para escritores que empiezan o que llevan ya un tiempo en un parón de publicaciones del que no saben salir. Pero que si el escritor está dispuesto a invertir tiempo y ganas en hacer los contactos por sí mismo y adquirir los conocimientos necesarios para salir adelante, es posible que no sean indispensables.
Una vez más, insisto en que estas son las conclusiones que he extraído de lo que he visto a mi alrededor. Tal vez no sea un porcentaje lo bastante alto de sujetos y situaciones como para juzgar con seriedad. Si alguno de los lectores presentes quiere compartir en los comentarios su experiencia con este tema, adelante.
25. deberías escribir sobre
Sobre mi vida. Sobre la vida de mi padre. Sobre esta idea genial que soñé el otro día. Ya verás. Yo te lo cuento (a escondidas, para que nadie nos copie), tú lo escribes y nos repartimos el dinero. ¡Seremos millonarios!
El arte está en la ejecución. Hay ideas a patadas. Y de lo que hay mucho, mucho, mucho, es de gente con una idea genial para un libro, que nunca escribe ese libro.
Lo difícil no es tener la idea. Lo difícil es escribirla. La próxima vez que alguien os diga eso de «deberías escribir sobre mí/sobre mi perro/sobre la crisis de los sembradores de papaya en Ganisfahiyutya», la respuesta correcta es: «Eso suena muy bien. Es una muy buena idea. Seguro que funcionaría genial. ¡Deberías escribirla tú!«.
Y cierro por fin por hoy con el peor consejo que he leído para escritores:
26. Si ambos lápices se rompen, puedes sacarle punta con una lima de uñas de metal o de cristal
Este es uno de los 10 consejos para escritores de Margaret Atwood, quien decía que el escritor debía llevar un lápiz (o mejor dos) encima SIEMPRE. ¿En serio, Margaret, en serio? ¿Con una lima de las uñas? Que ahora tenemos móviles, mujer. Y Evernote y tal.
Lo cual nos recuerda que ni todos los grandes autores tienen razón ni son iguales de válidos todos los consejos en todas las épocas.
Y ahora quiero saber de vosotros.
¿Cuál ha sido el peor consejo que os han dado nunca?
(Se entiende que me refiero a la escritura. Para todo lo demás, cosas como «no hace falta que usemos condón si la saco a tiempo» o «23 llamadas de móvil diarias son indispensables para conquistar a una chica» igual tampoco son muy productivas).
(Imagen del gatito de Emm’s Positivity Blog. Imagen principal de Pixabay).
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Muy buena recopilación de consejos, me encanta tu blog y más o menos eres la razón por la que empecé uno (ya tenía intención de hacer algo en alguna plataforma, pero tu blog fue lo que me hizo decidirme por la plataforma), y si la cartera acompaña me compraré tu libro y le haré una reseña (el día del libro está cerca…). Ánimo con la escritura, está bien saber que no estamos solos, y que alguien tiene los dos dedos de frente para recomendar a los escritores en general que se pongan a escribir. Que es lo que debería hacer ahora mismo.
Pues mucha suerte con tu blog. Es mucho trabajo, pero también es una buena forma de conectar con posibles lectores y de practicar la escritura, cómo no 🙂
Hola Gabriella. Muy interesante tu lista de anti-consejos. Para mí los peores consejos son los que obligan a ser un escritor de brújula o de mapa, porque tal o cual escritor famoso es de un tipo o de otro. En este caso lo mejor es experimentar por uno mismo para ver qué sistema nos va más, y para según qué proyecto.
Muy de acuerdo. De hecho iba a incluirlo en la lista, pero creo que podría meterse en el primer punto («Sigue X proceso»). Yo soy de planificación, porque soy un desastre y me pierdo muchísimo, y por lo que he podido ver la planificación es importante para la mayoría de los escritores (y muchos que son de brújula mejoran y/o recortan tiempos al descubrir un sistema de planificación que les funciona). Pero luego conozco a autores buenísimos que son de brújula porque su cerebro es una especie de supermapa o algo así. Así que creo que cualquier consejo que incluya las palabras nunca o siempre puede ser peligroso.
Buenas 🙂
He leído solo hasta el consejo diez, son muchos consejos, pero luego se me olvidará comentar y aprovecho ahora.
A mí me han dicho, infinitas veces, que escriba una novela «normal». Entiéndase por novela normal una novela normal. No una romántica ni una erótica, que es lo que yo escribo. Por que escribir erótica es ridículo, menor y es basura. Porque claro, los que escriben erótica es que son personas que están frustradas sexualmente y esas cosas. Escrito lo que me sale de los ovarios y punto. Me ha llevado AÑOS aprender a escribir escenas eróticas decentes que no sean solo una descripción física de movimientos. No voy a ponerme a escribir cosas «normales» porque no sé escribir cosas «normales». ¿O estoy equivocada? 🙁
Yo no creo que estés equivocada. De hecho sospecho que hay bastante más mercado para romántica y erótica ahora mismo que en el «mainstream» de ficción 😛
Me ha gustado eso que has dicho de que escribir es como entrar en un sueño del que cualquier mínimo detalle mal cuidado puede hacerte salir. Estoy de acuerdo, con la poca capacidad de concentración que me provoca la multitarea (aún hoy leí sobre esto en el blog de Sam Fernández), llegar al final de un artículo tan largo como este implica que, no sólo me ha gustado, si no que me ha resultado fácil porque he estado enganchado. Para mí leer tiene que ser como escuchar en tu cabeza la voz de un amigo que te cuenta algo interesante, y a ti parece que te oigo.
En cuanto a la pregunta que haces al final, no sé qué decirte, creo que no me han dado un consejo malo nunca, que yo recuerde. Claro que yo soy una persona muy positiva que no guardo rencor y procuro olvidar xd! Biquiños!
Pues que pienses eso me hace muy feliz. A veces me pregunto si la voz que suena en mi cabeza cuando releo mis artículos es la misma que escuchan los demás.
Se me ha ido de palabras el artículo, eso sí. ¡Y eso que he quitado y aunado consejos!
Pues, no sé si será la misma; pero si te soy sincero, la voz que escucho al leerte no es la mía. Me imagino tu cara (creo que vi una foto tuya por algún lado) y una voz femenina hablarme. Es casi un susurro, un susurro muy confortable..
Te prometo que es lo que me ocurre.
También me sirve 😉
El peor, más terrible y funesto consejo que me han dado. Y me arrepiento completamente de haberlo seguido alguna vez es:
Si no puedes escribir algo serio, no lo intentes.
Ese es de los que pone de mala leche, sí.
Ayer cuando leí la entrada, no me vino ningún «consejo» a la cabeza (salvo los ya expuestos por ti, que he recibido unos cuántos en varias ocasiones). Pero hoy, al levantarme, me he acordado de algo que es un clásico y a lo que tampoco hay que hacerle mucho caso.
Cuando de repente, le cuentas a alguien que escribes (guiones, novelas, cómics…) y que ahora tienes una historia entre manos y, de repente, y por lo visto sin haber escuchado nada, te suelta «pues tienes que leer -introduzca aquí nombre de obra clásica-«, que lo más probable es que no tenga nada que ver con lo que estás desarrollando.
Por ejemplo:
-Ahora estoy escribiendo una novela de terror cósmico mezclada con algo de ciberpunk»
-Pues tienes que leerte «La Colmena», un clásico.- y apostilla – De hecho, para aprender a escribir, tienes que leer la obra completa de Cela.
Que no digo que no haya que buscar más allá de lo que nos gusta y todo eso. De hecho, sí, hay que estar abiertos. Digo que es algo que me ha pasado en varias ocasiones y, además, suele ser gente que, realmente, de narrativa no tienen ni puta idea, y yo he llegado a dudar de que realmente hubieran leído la obra clásica que te estaban recomendado.
Quizá lo hacen porque así creen saber más que el propio que está intentando partirse la cara y el cráneo para escribir. ¿Quién sabe?
Y no soy al único al que le ha pasado, que tuve un amigo que en una escuela de cine que, en su caso, era peor, porque era con los profesores: ¿Que quiería escribir un corto gótico a lo Tim Burton? «Deberías verte toda la filmografía de John Ford». :v
Y ese es mi vigésimo séptimo «anticonsejo». 🙂
Un buen anticonsejo, sin duda. Recomendar libros es genial, pero creo que cualquier persona que insista en que DEBES, SIEMPRE, está demasiado interesada en imponer su propia experiencia en vez de permitirte a ti encontrar la tuya 🙂
Correcto.
Creo que cuando se escucha un «debes» o un «siempre/nunca» hay que salir corriendo (previo lanzamiento de bomba de humo cual ninja). Jjaaj
A veces muchos «anticonsejos» tienen más que ver con los gustos personales de quien los da, que realmente con cuestiones narrativas o de creación en general. 🙂
A mí esto del «tú deberías» y el «por qué escribes sobre…» y «por qué no intentas trabajar con…»me lo han hecho muchos.
Leer a Cela, Delibes, Cierva y otros… pues no te digo que no. Pero no para copiarles o tratar de ser como ellos si no porque realmente te guste su trabajo y lo quieras tener en tu biblioteca.
Yo leí «el príncipe destronado» porque me lo mandaron en la escuela como un deber o un ejercicio. Y después lo leí y lo releí varias veces porque era una historia que no me cansaba nunca de leerla.
Pedí un libro a Círculo de Lectores porque me atrajo el argumento expuesto en el catálogo. Después lo leí pensando que iba a ser una cosa y fue otra.
Opino que no debemos leer setenta libros al año porque nos apabullen con ellos; podemos cogerlos cuando nos apetezca y si leemos tres por año, tres y si resulta que hemos leído más, pues más.
Yo soy escritor autopublicado; escribo sin presiones, sin plazos de entrega (a no ser que me interese mucho participar con un relato en un programa de radio, por ejemplo, y halla una fecha límite de entrega, claro) y sin nadie detrás presionándome para que escriba sobre romántica o sobre el Oeste cuando no son temas que se me den bien ni que me motiven.
Que si «¿Por qué no cambias el chip un poco?», que si «¿Cómo es que siempre escribes dramones o cosas chungas?», que si «Tendrías que escribir sobre lo que es lo más adecuado para ti y no me vale lo que has dicho porque pim y porque pam»…
Y, naturalmente, no faltará quien nos diga: escucha a tus amigos que ellos saben lo que dicen y lo mismo quieren ayudarte. Y precisamente ellos no serán de los que vayan a comprar tu libro si te devanas los sesos tratando de escribir sobre lo que a ellos les gusta (que ya te lo están diciendo claramente cuando te aconsejan sin tú haberles pedido opinión); es más, si les dices que guardas copia de tu manuscrito, te pedirán que a ellos se la envíes gratis (simplemente para buscarte los reveses, pitorrearse ante todo el grupo y decirte que vale más que te dediques a hacer papiroflexia porque la literatura no es lo tuyo).
Si más de uno os habéis encontrado en esta situación, mi anticonsejo es «hay que mandar a estos especímenes a la mierda directamente y si lo que quieres es escribir sobre una señora que se pasea en bragolas por el PRYCA, hazlo. Seguro que sobre esta imagen, por ridícula, absurda y carente de sentido que te pueda parecer -o por poco sentido que le puedan encontrar los otros-, se te dispara un buen argumento.
Saludos.
[…] 26 consejos para escritores a los que no deberías estar haciendo (mucho) caso […]
Saludos. Sobre el 12 dices que lo ideal es 2 proyectos en lo que se debe estar escribiendo. Pero ¿los posts o artículos de opinión no son otro proyecto?
Eso depende de cada persona, supongo. En mi caso, no los cuento, ya que separo mi escritura de ficción de la de no ficción. Claro está que la escritura de artículos también apoya el desarrollo y progreso de las habilidades narrativas, pero son procesos muy diferentes. Me empeño en dedicar tiempo separado para cada cosa, porque si no, solo escribiría posts eternos y no escribiría ficción. Es tentador, ya que los artículos te dan un feedback inmediato, mientras que escribir ficción es un proceso mucho más lento y arduo y muy poco agradecido.
Lo dicho, según como le vaya a cada uno. Si te apetece tener dos proyectos en marcha: uno de ficción y otro de no ficción, creo que eso es perfectamente válido también. La idea está en no sobrecargarse de proyectos 🙂
Ola Gabriella, conoci hoy su blog e me gusto mucho. Usted tiene algo acerca de escribir cuentos?
¡Hola, Herman! No en estos momentos, a ver si me acuerdo de hacer algún artículo centrado en los relatos y la narrativa breve en general.
Qué curioso que uno de los mejores consejos que se le puede dar al escritor es, justamente, desoir los consejos. Me gustó mucho, sobre todo, lo que planteas sobre el imperativo de ser original. Es cierto que la originalidad absoluta no existe, pero ciertos tópicos con larga trayectoria en la literatura siempre pueden seguir funcionando, si uno sabe darles un enfoque diferente. Cito un ejemplo que me impactó mucho, tomado del libro «El hobbit y la filosofía»: un hombre vive en una cueva, en la oscuridad, junto a otros que son iguales a él. Pasó toda su vida allí, y no conoce ni imagina otra forma de vivir. Un día sale de la cueva y descubre la Luz. La experiencia lo cambia para siempre y ya nunca volverá a ser el mismo, pero cuando regresa a la cueva e intenta convencer a los demás para que lo acompañen, ellos piensan que está loco y lo ignoran. Son incapaces de comprenderlo porque no vivieron su misma experiencia. Este argumento pertenece a la «Alegoría de la caverna», de Platón, pero también, con algunos matices, a»El hobbit». Tolkien reformuló una historia de más de dos mil años, y sin embargo creo que nadie se atrevería a negar que «El hobbit» derrocha originalidad. Eso es lo genial de algunos temas: que son eternos. Pueden aparecer repetidos una y otra vez en mil historias diferentes, sin perder su fuerza ni su encanto, siempre y cuando el escritor sepa darles ese toque especial que haga que su creación sea única. Saludos!!!
Creo que más que desoír los consejos se trata de entenderlos bien, no tomarlos al pie de la letra, y saber que sí, que las reglas pueden romperse… siempre que sepas por qué y cómo las estás rompiendo.
Lo que comentas del Hobbit es algo que se estudia mucho en crítica y narrativa. Hay temas subyacentes, hilos conductores ocultos, y la trama (plot/syuzhet) no es siempre la que parece a primera vista. Estos hilos fundamentales, trascendentales, que serpentean bajo el texto, se repiten en literatura porque responden a grandes preguntas y preocupaciones del ser humano desde siempre. Son eternos, como bien dices.
Jajaj me encanta la lista de no-consejos. Creo que este blog se me está volviendo imprescindible.
¡Gracias por pasarte!
[…] 26 consejos para escritores a los que no deberías estar haciendo (mucho) caso […]
Odio tu blog, porque las entradas son interesantes, porque los consejos son utiles (o al menos los dices con suficiente conviccion para hacerme creer que son utiles…) y porque ahora mismo lo estoy leyendo en vez de hacer una de las dos mil cosas que tengo pendientes.
[…] Ya he hablado de consejos para escritores que hacen más mal que bien. Pero luego resulta que hay recursos muy necesarios, tan necesarios que los metemos a bocajarro sin pararnos a pensar si los estamos usando bien. […]
Muchos de estos consejos los he visto, es verdad, (incluido los de Atwood, porque tuve una época obse de buscar decálogos del buen escritor para tener alguna idea de cómo se hacían las cosas). Y el peor consejo que me han dado ha sido una lista interminable de autores que, según esa persona, yo debía leer antes de comenzar a escribir lo que yo quería. Vale decir que jamás pasé de la introducción de lo que iba a hacer.
Y acá estoy, vagando por el blog en lugar de escribir…pero tus posts son divertidos, me he reído un poco con tus chistes insertados en medio de algún que otro párrafo.
¡Saludos!
Me han parecido muy buenos los consejos que das. Me falta uno. No hagas ni caso a los que van a por ti, te dicen que lo que escribes no tiene calidad, que no vales… Yo guardé un manuscrito en el cajón porque me lo pusieron a parir y diez años más tarde se me ocurrió sacarlo. Aproveché que encajaba en un concurso de novela. Lo envié y me quedé finalista entre mil doscientos manuscritos con mención y premio. Todo un descubrimiento. He abierto los cajones, los armarios, el trastero y no hago más que sacar manuscritos (por lo menos nunca dejé de escribir) y los estoy aireando para ver si procrean. Cómo nos dejamos influir por los que se creen padres de la literatura de calidad.
Consejo, solo hacer caso de opiniones sobre errores concretos pero jamás de descalificaciones de bulto, ni aunque os las diga el mismísimo Shakespeare. Hay mucha envidia y mucha puñalada trapera en esta profesión.
Estupendo tu blog. Me hago forofa en cuanto pueda.
Ay, qué fáciles de convencer somos de jóvenes además. Una mala palabra en un mal momento puede hacer que o bien dejes de escribir o que escribas, como tú dices, a escondidas.
Lo malo es que esto además conduce a un problema muy común: el perfeccionismo. Todo tiene que ser absolutamente perfecto antes de mostrarse. Es algo que me ha ocurrido durante años, hasta que decidí que ya estaba bien, que iba a escribir hasta reventar y publicar lo que pudiera, porque en la respuesta de los lectores está el mejor aprendizaje (aunque también el más brutal). Es difícil aceptar que somos malos, malos a rabiar, pero cuanto más analizo y observo el éxito de otros escritores más entiendo que la única forma de hacerse bueno es escribir, escribir, escribir y enseñar.
Claro que siguen sentando mal ciertas cosas y claro que nos dejamos influir. Pero tengo muy claro que nunca más voy a dejar de lado lo que quiero hacer solo porque a alguien le parezca que no valgo para ello. Porque entonces sí que nunca valdré para ello.
Muchas gracias por leer y comentar.
[…] 105. “No te tomes los consejos de la gente demasiado en serio”. […]
Estoy de acuerdo contigo Gabriela en casi todo. En lo único en lo que discrepo es en lo de que no toda escena ha de mover la acción. Si te fijas en Breaking Bad ( que es la serie que mejor conozco de las que mencionas) toda escena cambia algo. Quizá no cambios radicales, pero siempre se introduce un elemento que después tendrá su trascendencia. No se hace una escena simplemente por pintar el mundo de los personajes.
En otro tiempo sí ocurría así. En los libros más antiguos se ve con frecuencia, pero la paciencia de los lectores ha disminuido mucho.
Gran lista de no consejos.
¡Hola, Iván! Estoy de acuerdo contigo. Tal vez me he explicado mal (es un tema que he ampliado más en otros artículos, y ahora que lo mencionas creo que podría venir bien tocarlo de nuevo). Cuando digo que toda escena ha de aportar algo, me refiero a que ha de aportar algo, aunque ese algo no sea acción directa. Muchas escenas de worldbuilding o ambientación nos dicen cosas sobre los personajes y por qué son como son. En Breaking Bad además hay una intención estética de dejar «pistas» que reflejen datos sobre los personajes y sobre la trama, como bien apuntas. A lo que voy es a que debemos evitar escenas que no aporten ningún dato relevante, ya sea directo, estética, de intriga, etc., pero eso no quiere decir que sea necesario un cambio o una acción directa y evidente. Muchas veces las inserciones y los cambios son más sutiles.
No recuerdo si fue en otro post o por algún otro lado puse el ejemplo de un personaje que está desayunando con su madre. Una escena así puede decir mucho (aunque no hablen, los gestos pueden darnos información sobre su relación con su madre); o puede no decir nada (una escena de relleno, porque sí). Esa escena la eliminaría en el último caso. A lo que me refiero es a que todo elemento tiene que tener una intencionalidad, pero no tiene que haber acción bruta en todos sitios, no sé si me explico 😉
Gracias por pasarte y por tu valiosa aportación,
G.
Coincido con algún otro comentario en aquello de «haz algo brillante, gana un concurso en tu primera apuesta, pega el aldabonazo, o si no, déjalo». Si además eres buena chica, tu autoestima tira a baja… ¡No hay dios que levante esa piedra! Qué fácil entrar en la barrena de la autodescalificación antes incluso de haberlo intentado. Y qué palabras liberadoras las tuyas, Gabriella. ¡Mil gracias, Luciérnaga Literaria! Bendita Ana González Duque (otra valiente) que me puso tras tu pista.
«Qué fácil entrar en la barrena de la autodescalificación antes incluso de haberlo intentado».
¡Y tanto! Es casi como si nos adelantásemos a las descalificaciones que imaginamos que nos harán los demás, para que nos hagan menos daño.
Gracias por pasarte por aquí y comentar 🙂
Mobiles, evernote… y hasta boligrafos!
Bueno, cualquiera se lo dice a la Atwood 😛
A mí me gusta mucho ese que dice que no debes editar mientras escribes, que lo importante es acabar el primer borrador, por muy mal escrito que esté. Que ya lo corregirás, pero que no te detengas.
No digo que sea un mal consejo (porque muchas novelas se quedan a medias por el afán de reescribir una y otra vez las mismas páginas, y es importante avanzar), pero parece que es la regla de oro que no puede ponerse en tela de juicio.
Tiene inconvenientes importantes, como la posibilidad de arrastrar errores o elementos que luego te cueste horrores corregir (o pases de hacerlo por mucho que te disgusten), o el hecho de que para escribir así tienes que tener bastante bien definido en tu cabeza el armazón de la obra (lo de hacer un esquema es otro consejo, aunque no es tan generalizado, por suerte).
Además, al menos por mi experiencia personal, un grado aceptable de edición te facilita en ocasiones volver a entrar en la historia y descubrir subtramas y detalles que con una escritura más «hacia delante» no habría visto.
Sí, el problema de todos los consejos es cuando se dan o reciben de manera literal y tajante. Escribir del tirón es un buen consejo para evitar bloques y perfeccionismos paralizantes, pero cada escritor es un mundo y funciona de forma diferente.
[…] consejos que hacen más mal que bien, si realmente los analizas, y oraciones que quedan preciosas sobre fondos de puestas de sol, pero […]
Excelente artículo!!! Me ayudó mucho, gracias.
¡Gracias a ti por leer!