Una bloguera de éxito, un emprendedor, un life coach y un experto en marketing entran en un bar.

El camarero los mira de arriba abajo, admira el Mac nuevo que la bloguera lleva bajo el sobaco y las gafas hipster del emprendedor. Admira las firmes pantorrillas que ha conseguido el life coach tras horas interminables de pesas y yoga (que combina con lecturas de economía avanzada mientras bebe café orgánico). Intenta admirar algo del experto en marketing, porque el camarero es un hombre noble que ama a sus semejantes, pero mira a sus ojos y solo ve las llamas infernales de la codicia. Tampoco ayuda el hecho de que ya conozca a este tipo, y siempre le pide bebidas raras, con nombres en inglés que nadie conoce. ¿Cómo diablos se hace un Inbound Content con tequila?

Pero el camarero es de paciencia suprema, formado en las mejores escuelas de hostelería budista del país. Así que se pone su mejor sonrisa y pregunta:

—¿Qué puedo hacer por ustedes, dama y caballeros?

—No —contestan todos al unísono—, ¿qué podemos hacer nosotros por ti?


Si no has pillado el chiste (si puede llamarse así), es porque no te pasas el día leyendo artículos de mercadotecnia, lo cual supongo que es algo positivo. También me gustaría aclarar que no tengo nada contra los expertos en marketing, solo contra los que piden esos cócteles.

cuatro manosPóngame un Reach Out con tres partes de growth-hacking y una de ginebra, por favor

Lo importante es que ese cuentecillo responde a una gran verdad dentro del mundo de las ventas: necesitas saber qué quiere tu público. ¿Dónde está la demanda?

Yo a veces escucho esa demanda y a veces no mucho. Contesto a muchas consultas e intento hablar de temas que no solo me interesan a mí, sino que preocupan a los escritores con los que hablo (hablo con muchos escritores. De hecho, cuando me junto con mis amigos más cercanos, noto como un picor extraño por debajo de la piel, hasta que me doy cuenta de que estamos hablando de alcohol y comida en vez de libros y cifras de venta).

Pero a día de hoy, ¡a día de hoy!, todavía no he contestado a la pregunta que ya, oficialmente, es la que más veces me han hecho en mi vida. En realidad es la tercera pregunta que más veces me han hecho en mi vida. Ahí tenéis mi ránking de las tres preguntas que más veces me han hecho en mi vida:

  1. ¿Y no te planteas tener niños?
  2. ¿Podrías leer mi novela y darme tu opinión? (Esta suele ir seguida de: ¿Pagarte? ¿Qué?).
  3. ¿Cómo os organizáis para escribir novelas José Antonio y tú?

Luego vienen otras, como ¿seguro que no eres un ente infernal enviado desde el mismo círculo en el que fabrican a los expertos en marketing? (cuando digo que no me gusta Buffy Cazavampiros) u ¿otra copa de vino blanco, señorita*?

Pero vamos a lo que vamos y hablemos de escribir una novela entre dos personas. Es más común de lo que parece y además despierta bastante curiosidad. Todavía no he ido a una sola presentación donde alguien no me haya preguntado sobre esto. Y rara es la entrevista donde no salga el tema. ¡Este tema tiene demanda!

Analicemos, primero, las ventajas y desventajas de esta tarea singular:

Ventajas de escribir a cuatro manos

-Escribes más rápido.

-Es más divertido.

-Entre dos personas ocurren más y mejores ideas.

-Aprendes más sobre ti mismo como escritor.

-Aprendes cosas útiles que sabe la otra persona.

-Si hay mucha confianza, ¡hasta puedes escribir a tres manos!

Desventajas de escribir a cuatro manos

-Las dos primeras ventajas que he enumerado son mentira.

-Y la quinta solo es cierta si escribes con alguien con más experiencia y conocimiento que tú.

-Puede que tardes en encontrar una manera de trabajar que satisfaga a ambos.

-Podrías quedarte sin pareja/amigo.

Lo que hay que entender es que escribir es una tarea muy muy íntima, donde estamos acostumbrados a tomar todas las decisiones por nuestra cuenta. Al escribir con otra persona, las decisiones ahora quedan en manos de dos personas: y por mucho que quieras y respetes a esa otra persona, no estarás de acuerdo con todas sus decisiones. Esto es peligroso, sobre todo en el caso de las parejas. Todos sabemos que, en una pareja, cualquier desacuerdo no es solo un desacuerdo: enlaza con toda la relación.

cuatro manos¿Qué decías de mis metáforas? ¡Hoy duermes en el sofá, perra!

Y luego entra otro factor peor: el ego. Ya sea porque consideres que estás por encima de la otra persona y que por eso siempre tienes razón, o ya sea porque consideras que estás por debajo de la otra persona y por ello temes no tener razón nunca, el ego juega un papel terrible.

¿Sabes esa frase PERFECTA que escribiste ayer? ¿La de los abetos y el atardecer y las gotas de sangre sobre la nieve prístina? Pues tu coautor/a te la acaba de cambiar.

Peor: te la acaba de borrar.

Hay gente ahí fuera muy zen y tranquila a la que todo le parece fenomenal. Otros no somos tan fáciles. Nuestro texto es NUESTRO y, por mucho que digamos, no nos sienta nada bien que nos lo manoseen.

Si, después de leer esto, aún quieres probar a trabajar con otro escritor, vayamos con la metodología.

Algunos métodos para escribir una novela a cuatro manos

Hay muchas formas de escribir una novela a cuatro manos. No existe la manera definitiva ni el método definitivo, porque cada pareja de escritores será distinta y tendrá formas diferentes de trabajar. Y no tienes que seguir siempre el mismo formato: en mi caso particular, ya he pasado por varios en mi intento de optimizar el proceso.

El método Iria y Selene

cuatro manos

Voy a poner el ejemplo de Iria G. Parente y Selene M. Pascual, porque son bastante conocidas y han compartido con frecuencia sus experiencias sobre trabajar en conjunto. Si mal no recuerdo, crean una escaleta con una especie de diálogo entre los personajes, que luego desarrollan para crear el libro en sí.

Su sistema es sencillo: sus libros suelen narrarse desde la perspectiva de dos personajes distintos, que muestran su punto de vista turnándose por capítulos. Iria escoge a un personaje y Selene escoge al otro. Iria escribe los capítulos de uno y Selene del otro. Y punto. No parece que se hayan matado todavía.

El método Ana y Javier

escribir a cuatro manos

Gracias a Chiki Fabregat (¡gracias, hermosa!) encontré una entrevista donde Ana Alonso explicaba cómo escribía con Javier Pelegrín. Este es otro dúo dinámico de la literatura juvenil, pero su método me recuerda mucho a otros escritores, de ficción para adultos: Sterling & Stone. Si no los conocéis, son responsables de cosas tan maravillosas como Unicorn Western (¿una historia del lejano oeste con unicornios? Ya está en mi pila). También han escrito uno de los mejores libros para escritores que he leído: Write. Publish. Repeat.

El método de toda esta gente es sencillo: uno escribe las bases (escaleta, diálogos y lo que los de Sterling llaman beats: puntos de acción que son la base de cada escena) y otro escribe el libro en sí. Es un encuentro básico de trama con estilo.

El método Javier y Manu

escribir a cuatro manos

Os prometo que también hablé de esto con Javier Ruescas y Manu Carbajo, pero creo que iba por el tercer vermú de la tarde y la verdad es que no recuerdo nada.

A mí no me miréis, la culpa es del festival Celsius.

El método El fin de los sueños

escribir a cuatro manos

Obviamente, en todos nuestros libros hay un trabajo largo de preparación previa: escaletas, tormentas de ideas, documentación… muchas tardes de debate en cafeterías, bares y habitaciones de hotel. Por no hablar, claro, de las horas de teléfono. La planificación dependerá de la forma de trabajar de cada autor, así que sentíos libres de adoptar la que mejor os venga. Por si ayuda, tengo un artículo sobre el método 10-20-30 aquí, y otros siete métodos populares, aquí.

José Antonio y yo hicimos algo similar a lo que hacen Iria y Selene cuando trabajamos con El fin de los sueños. Yo llevé la perspectiva de Anna y él la de Ismael (los personajes principales), y luego nos repartimos los capítulos donde aparecían perspectivas de personajes secundarios.

Luego le dimos muchas vueltas a cada capítulo para intentar limar el estilo e intentar que quedase más o menos uniforme. Nuestra intención no era que el lector dijera: «esto lo ha escrito Gabriella» o «esto lo ha escrito Cotrina», porque no queríamos distraer al lector del texto. Queríamos una experiencia fluida.

Fue difícil, muy difícil. Debido a retrasos por múltiples proyectos y a nuestras propias frustraciones con la corrección y reescritura (ese limado del texto que nos traía de cabeza) la cosa se fue posponiendo más y más. Algo que habíamos empezado pensando que sería rápido y divertido se convirtió en un proceso largo y a veces arduo. Quedamos contentos con el resultado, pero fallaban cosas. Sabíamos que tenía que haber algún modo de hacerlo mejor.

José Antonio se embarcó en otra escritura conjunta, Las puertas del infinito, con Víctor Conde, y yo me dediqué a terminar y pulir Lectores aéreos. Recuerdo que me produjo cierta frustración ver la facilidad con la que se coordinaban él y Conde. ¿Qué estábamos haciendo mal para que entre nosotros fuera mucho más difícil?

El método El día del dragón

escribir a cuatro manos

Nos decidimos a intentarlo otra vez. En concreto, quisimos escribir algo más sencillo, gracioso y bastante menos trágico: El día del dragón. Nos organizamos mejor. Hicimos una escaleta mucho más detallada.

En este caso, no había una perspectiva psicológica clara de un solo personaje por capítulo (usamos un narrador omnisciente), así que era más importante que nunca que el estilo fuera más o menos uniforme. Nos turnamos para escribir los capítulos (excepto en algunas ocasiones donde la situación exigía que uno escribiera dos capítulos seguidos) y luego, como en El fin de los sueños, nos dedicamos a unificar estilos.

Fue algo mejor, pero tampoco estuvo libre de DRAMA.

También escribimos el borrador de otra novela, para niños, donde la escaleta era detalladísima. Escribirlo fue muy rápido y eficiente, pero como todavía no nos hemos puesto a reescribirlo, no sé cómo habría ido todo el fastidio de la corrección.

Afinando: El método Crónicas del fin

el cielo roto

Y llegamos a nuestro proyecto más reciente en común, la serie Crónicas del fin. Agarraos, porque aquí la cosa se complica.

Con El cielo roto, continuamos con el sistema de turnos, pero del siguiente modo:

  1. Yo escribía una sinopsis para un capítulo, apuntando detalles de ambientación: ubicación, tiempo, etc.
  2. J. Antonio escribía el capítulo.
  3. Yo lo reescribía, afinando el estilo.
  4. J. Antonio volvía a repasarlo y a cambiar lo que no le convencía. Escribía la sinopsis del siguiente capítulo.
  5. Yo escribía el capítulo.
  6. Él reescribía el capítulo… Y así hasta el final, donde entraban revisiones y correcciones definitivas.

Porel dios en las alturas alguna razón, nos fallaba algo. Tardábamos mucho. Así que decidimos que en El dios en las alturas recurriríamos a otro sistema, con un calendario mucho más estricto de entrega. Decidimos repartir las tareas en dos bloques: José Antonio se dedicaría a desarrollar la trama y yo puliría el estilo. Así, él escribía el borrador de todos los capítulos, yo los reescribía y luego él volvía a darle otro vuelta, que a mi vez yo afinaba. Íbamos capítulo a capítulo, sin pasar al siguiente antes de que todo hubiera quedado más o menos a nuestro gusto. Todo se realizaba sobre una serie de sinopsis ya acordadas y una escaleta más o menos detallada.

¿El problema?

Cuál iba a ser. Mi ego.

El problema de dedicarte tú al estilo es que luego te toca las narices que entre otro y te lo reescriba todo. Al final acabas con la sensación de que él lo está haciendo todo, que tu texto se está perdiendo. Íbamos acordes con el calendario, pero mi irritación crecía. Y además teníamos la sensación de que el resultado estaba quedando bastante pobre.

Por suerte, encontramos una solución: yo marcaba las partes del texto que no quería que él cambiara a no ser que hubiera un razón de mucho mucho peso.

Y así vamos. Parece que esa idea funciona.

Lo curioso fue que, pese a la sensación de insatisfacción mientras escribíamos, al leer el resultado en conjunto nos gustó bastante. Más, de hecho, que la primera parte. ¡Sorpresa!

Siempre será difícil elegir entre cuándo acatar las sugerencias o cambios del otro y cuándo ser firme. Y sí, hay veces que me he empeñado en que algo no se cambiara, y hay veces que hasta hemos negociado un cambio frustrante por otro, para tener cierta sensación de justicia. Otras veces ha llegado Radar, nuestra cabra invisible de la incoherencia**, y me ha mordido los tobillos hasta que me he tenido que rendir.

escribir a cuatro manosEsa chaqueta no puede ser amarilla. Las cucarachas se esconden en diciembre. Tus chistes no tienen gracia. Beeee.

¿Cuál será el método para escribir Testamento? Probablemente el mismo.

A no ser, claro, que nos dé por cambiarlo otra vez.

Que es probable.

Pero me interesa conocer vuestras experiencias respecto a todo esto. ¿Habéis probado alguna vez a escribir a cuatro manos? ¿Os gustó la experiencia? ¿Qué método seguisteis? Me encantaría que me lo contarais en los comentarios.

Ya sabéis que leo todos los comentarios, aunque no siempre puedo contestarlos todos.

A veces estoy demasiado ocupada reescribiendo por quinta vez un capítulo. O inventando nuevos insultos con los que deleitar a mi coautor cada vez que destruye la frase más bella y perfecta que se ha escrito jamás.

Que a lo mejor en realidad es una mierda, ya lo sé. Más adelante miraré atrás y le daré la razón. Seguro que él hacía lo correcto al borrarla/destrozarla/mutilarla.

Pero en ese momento era tan, tan hermosa.


*Está bien, está bien. Esto no es del todo cierto. Normalmente me preguntan «¿otra copa de vino blanco, señora?». Y entonces el camarero muere de forma lenta y desagradable.

**True story.


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b) Sí, me has solucionado la vida. Te amo –> ¡Gracias! Que sepas que hay cuatro cosas que tú puedes hacer por mí:

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