Una bloguera de éxito, un emprendedor, un life coach y un experto en marketing entran en un bar.
El camarero los mira de arriba abajo, admira el Mac nuevo que la bloguera lleva bajo el sobaco y las gafas hipster del emprendedor. Admira las firmes pantorrillas que ha conseguido el life coach tras horas interminables de pesas y yoga (que combina con lecturas de economía avanzada mientras bebe café orgánico). Intenta admirar algo del experto en marketing, porque el camarero es un hombre noble que ama a sus semejantes, pero mira a sus ojos y solo ve las llamas infernales de la codicia. Tampoco ayuda el hecho de que ya conozca a este tipo, y siempre le pide bebidas raras, con nombres en inglés que nadie conoce. ¿Cómo diablos se hace un Inbound Content con tequila?
Pero el camarero es de paciencia suprema, formado en las mejores escuelas de hostelería budista del país. Así que se pone su mejor sonrisa y pregunta:
—¿Qué puedo hacer por ustedes, dama y caballeros?
—No —contestan todos al unísono—, ¿qué podemos hacer nosotros por ti?
Si no has pillado el chiste (si puede llamarse así), es porque no te pasas el día leyendo artículos de mercadotecnia, lo cual supongo que es algo positivo. También me gustaría aclarar que no tengo nada contra los expertos en marketing, solo contra los que piden esos cócteles.
Póngame un Reach Out con tres partes de growth-hacking y una de ginebra, por favor
Lo importante es que ese cuentecillo responde a una gran verdad dentro del mundo de las ventas: necesitas saber qué quiere tu público. ¿Dónde está la demanda?
Yo a veces escucho esa demanda y a veces no mucho. Contesto a muchas consultas e intento hablar de temas que no solo me interesan a mí, sino que preocupan a los escritores con los que hablo (hablo con muchos escritores. De hecho, cuando me junto con mis amigos más cercanos, noto como un picor extraño por debajo de la piel, hasta que me doy cuenta de que estamos hablando de alcohol y comida en vez de libros y cifras de venta).
Pero a día de hoy, ¡a día de hoy!, todavía no he contestado a la pregunta que ya, oficialmente, es la que más veces me han hecho en mi vida. En realidad es la tercera pregunta que más veces me han hecho en mi vida. Ahí tenéis mi ránking de las tres preguntas que más veces me han hecho en mi vida:
- ¿Y no te planteas tener niños?
- ¿Podrías leer mi novela y darme tu opinión? (Esta suele ir seguida de: ¿Pagarte? ¿Qué?).
- ¿Cómo os organizáis para escribir novelas José Antonio y tú?
Luego vienen otras, como ¿seguro que no eres un ente infernal enviado desde el mismo círculo en el que fabrican a los expertos en marketing? (cuando digo que no me gusta Buffy Cazavampiros) u ¿otra copa de vino blanco, señorita*?
Pero vamos a lo que vamos y hablemos de escribir una novela entre dos personas. Es más común de lo que parece y además despierta bastante curiosidad. Todavía no he ido a una sola presentación donde alguien no me haya preguntado sobre esto. Y rara es la entrevista donde no salga el tema. ¡Este tema tiene demanda!
Analicemos, primero, las ventajas y desventajas de esta tarea singular:
Ventajas de escribir a cuatro manos
-Escribes más rápido.
-Es más divertido.
-Entre dos personas ocurren más y mejores ideas.
-Aprendes más sobre ti mismo como escritor.
-Aprendes cosas útiles que sabe la otra persona.
-Si hay mucha confianza, ¡hasta puedes escribir a tres manos!
Desventajas de escribir a cuatro manos
-Las dos primeras ventajas que he enumerado son mentira.
-Y la quinta solo es cierta si escribes con alguien con más experiencia y conocimiento que tú.
-Puede que tardes en encontrar una manera de trabajar que satisfaga a ambos.
-Podrías quedarte sin pareja/amigo.
Lo que hay que entender es que escribir es una tarea muy muy íntima, donde estamos acostumbrados a tomar todas las decisiones por nuestra cuenta. Al escribir con otra persona, las decisiones ahora quedan en manos de dos personas: y por mucho que quieras y respetes a esa otra persona, no estarás de acuerdo con todas sus decisiones. Esto es peligroso, sobre todo en el caso de las parejas. Todos sabemos que, en una pareja, cualquier desacuerdo no es solo un desacuerdo: enlaza con toda la relación.
¿Qué decías de mis metáforas? ¡Hoy duermes en el sofá, perra!
Y luego entra otro factor peor: el ego. Ya sea porque consideres que estás por encima de la otra persona y que por eso siempre tienes razón, o ya sea porque consideras que estás por debajo de la otra persona y por ello temes no tener razón nunca, el ego juega un papel terrible.
¿Sabes esa frase PERFECTA que escribiste ayer? ¿La de los abetos y el atardecer y las gotas de sangre sobre la nieve prístina? Pues tu coautor/a te la acaba de cambiar.
Peor: te la acaba de borrar.
Hay gente ahí fuera muy zen y tranquila a la que todo le parece fenomenal. Otros no somos tan fáciles. Nuestro texto es NUESTRO y, por mucho que digamos, no nos sienta nada bien que nos lo manoseen.
Si, después de leer esto, aún quieres probar a trabajar con otro escritor, vayamos con la metodología.
Algunos métodos para escribir una novela a cuatro manos
Hay muchas formas de escribir una novela a cuatro manos. No existe la manera definitiva ni el método definitivo, porque cada pareja de escritores será distinta y tendrá formas diferentes de trabajar. Y no tienes que seguir siempre el mismo formato: en mi caso particular, ya he pasado por varios en mi intento de optimizar el proceso.
El método Iria y Selene
Voy a poner el ejemplo de Iria G. Parente y Selene M. Pascual, porque son bastante conocidas y han compartido con frecuencia sus experiencias sobre trabajar en conjunto. Si mal no recuerdo, crean una escaleta con una especie de diálogo entre los personajes, que luego desarrollan para crear el libro en sí.
Su sistema es sencillo: sus libros suelen narrarse desde la perspectiva de dos personajes distintos, que muestran su punto de vista turnándose por capítulos. Iria escoge a un personaje y Selene escoge al otro. Iria escribe los capítulos de uno y Selene del otro. Y punto. No parece que se hayan matado todavía.
El método Ana y Javier
Gracias a Chiki Fabregat (¡gracias, hermosa!) encontré una entrevista donde Ana Alonso explicaba cómo escribía con Javier Pelegrín. Este es otro dúo dinámico de la literatura juvenil, pero su método me recuerda mucho a otros escritores, de ficción para adultos: Sterling & Stone. Si no los conocéis, son responsables de cosas tan maravillosas como Unicorn Western (¿una historia del lejano oeste con unicornios? Ya está en mi pila). También han escrito uno de los mejores libros para escritores que he leído: Write. Publish. Repeat.
El método de toda esta gente es sencillo: uno escribe las bases (escaleta, diálogos y lo que los de Sterling llaman beats: puntos de acción que son la base de cada escena) y otro escribe el libro en sí. Es un encuentro básico de trama con estilo.
El método Javier y Manu
Os prometo que también hablé de esto con Javier Ruescas y Manu Carbajo, pero creo que iba por el tercer vermú de la tarde y la verdad es que no recuerdo nada.
A mí no me miréis, la culpa es del festival Celsius.
El método El fin de los sueños
Obviamente, en todos nuestros libros hay un trabajo largo de preparación previa: escaletas, tormentas de ideas, documentación… muchas tardes de debate en cafeterías, bares y habitaciones de hotel. Por no hablar, claro, de las horas de teléfono. La planificación dependerá de la forma de trabajar de cada autor, así que sentíos libres de adoptar la que mejor os venga. Por si ayuda, tengo un artículo sobre el método 10-20-30 aquí, y otros siete métodos populares, aquí.
José Antonio y yo hicimos algo similar a lo que hacen Iria y Selene cuando trabajamos con El fin de los sueños. Yo llevé la perspectiva de Anna y él la de Ismael (los personajes principales), y luego nos repartimos los capítulos donde aparecían perspectivas de personajes secundarios.
Luego le dimos muchas vueltas a cada capítulo para intentar limar el estilo e intentar que quedase más o menos uniforme. Nuestra intención no era que el lector dijera: «esto lo ha escrito Gabriella» o «esto lo ha escrito Cotrina», porque no queríamos distraer al lector del texto. Queríamos una experiencia fluida.
Fue difícil, muy difícil. Debido a retrasos por múltiples proyectos y a nuestras propias frustraciones con la corrección y reescritura (ese limado del texto que nos traía de cabeza) la cosa se fue posponiendo más y más. Algo que habíamos empezado pensando que sería rápido y divertido se convirtió en un proceso largo y a veces arduo. Quedamos contentos con el resultado, pero fallaban cosas. Sabíamos que tenía que haber algún modo de hacerlo mejor.
José Antonio se embarcó en otra escritura conjunta, Las puertas del infinito, con Víctor Conde, y yo me dediqué a terminar y pulir Lectores aéreos. Recuerdo que me produjo cierta frustración ver la facilidad con la que se coordinaban él y Conde. ¿Qué estábamos haciendo mal para que entre nosotros fuera mucho más difícil?
El método El día del dragón
Nos decidimos a intentarlo otra vez. En concreto, quisimos escribir algo más sencillo, gracioso y bastante menos trágico: El día del dragón. Nos organizamos mejor. Hicimos una escaleta mucho más detallada.
En este caso, no había una perspectiva psicológica clara de un solo personaje por capítulo (usamos un narrador omnisciente), así que era más importante que nunca que el estilo fuera más o menos uniforme. Nos turnamos para escribir los capítulos (excepto en algunas ocasiones donde la situación exigía que uno escribiera dos capítulos seguidos) y luego, como en El fin de los sueños, nos dedicamos a unificar estilos.
Fue algo mejor, pero tampoco estuvo libre de DRAMA.
También escribimos el borrador de otra novela, para niños, donde la escaleta era detalladísima. Escribirlo fue muy rápido y eficiente, pero como todavía no nos hemos puesto a reescribirlo, no sé cómo habría ido todo el fastidio de la corrección.
Afinando: El método Crónicas del fin
Y llegamos a nuestro proyecto más reciente en común, la serie Crónicas del fin. Agarraos, porque aquí la cosa se complica.
Con El cielo roto, continuamos con el sistema de turnos, pero del siguiente modo:
- Yo escribía una sinopsis para un capítulo, apuntando detalles de ambientación: ubicación, tiempo, etc.
- J. Antonio escribía el capítulo.
- Yo lo reescribía, afinando el estilo.
- J. Antonio volvía a repasarlo y a cambiar lo que no le convencía. Escribía la sinopsis del siguiente capítulo.
- Yo escribía el capítulo.
- Él reescribía el capítulo… Y así hasta el final, donde entraban revisiones y correcciones definitivas.
Por alguna razón, nos fallaba algo. Tardábamos mucho. Así que decidimos que en El dios en las alturas recurriríamos a otro sistema, con un calendario mucho más estricto de entrega. Decidimos repartir las tareas en dos bloques: José Antonio se dedicaría a desarrollar la trama y yo puliría el estilo. Así, él escribía el borrador de todos los capítulos, yo los reescribía y luego él volvía a darle otro vuelta, que a mi vez yo afinaba. Íbamos capítulo a capítulo, sin pasar al siguiente antes de que todo hubiera quedado más o menos a nuestro gusto. Todo se realizaba sobre una serie de sinopsis ya acordadas y una escaleta más o menos detallada.
¿El problema?
Cuál iba a ser. Mi ego.
El problema de dedicarte tú al estilo es que luego te toca las narices que entre otro y te lo reescriba todo. Al final acabas con la sensación de que él lo está haciendo todo, que tu texto se está perdiendo. Íbamos acordes con el calendario, pero mi irritación crecía. Y además teníamos la sensación de que el resultado estaba quedando bastante pobre.
Por suerte, encontramos una solución: yo marcaba las partes del texto que no quería que él cambiara a no ser que hubiera un razón de mucho mucho peso.
Y así vamos. Parece que esa idea funciona.
Lo curioso fue que, pese a la sensación de insatisfacción mientras escribíamos, al leer el resultado en conjunto nos gustó bastante. Más, de hecho, que la primera parte. ¡Sorpresa!
Siempre será difícil elegir entre cuándo acatar las sugerencias o cambios del otro y cuándo ser firme. Y sí, hay veces que me he empeñado en que algo no se cambiara, y hay veces que hasta hemos negociado un cambio frustrante por otro, para tener cierta sensación de justicia. Otras veces ha llegado Radar, nuestra cabra invisible de la incoherencia**, y me ha mordido los tobillos hasta que me he tenido que rendir.
Esa chaqueta no puede ser amarilla. Las cucarachas se esconden en diciembre. Tus chistes no tienen gracia. Beeee.
¿Cuál será el método para escribir Testamento? Probablemente el mismo.
A no ser, claro, que nos dé por cambiarlo otra vez.
Que es probable.
Pero me interesa conocer vuestras experiencias respecto a todo esto. ¿Habéis probado alguna vez a escribir a cuatro manos? ¿Os gustó la experiencia? ¿Qué método seguisteis? Me encantaría que me lo contarais en los comentarios.
Ya sabéis que leo todos los comentarios, aunque no siempre puedo contestarlos todos.
A veces estoy demasiado ocupada reescribiendo por quinta vez un capítulo. O inventando nuevos insultos con los que deleitar a mi coautor cada vez que destruye la frase más bella y perfecta que se ha escrito jamás.
Que a lo mejor en realidad es una mierda, ya lo sé. Más adelante miraré atrás y le daré la razón. Seguro que él hacía lo correcto al borrarla/destrozarla/mutilarla.
Pero en ese momento era tan, tan hermosa.
*Está bien, está bien. Esto no es del todo cierto. Normalmente me preguntan «¿otra copa de vino blanco, señora?». Y entonces el camarero muere de forma lenta y desagradable.
**True story.
¿Te ha servido este artículo?
a) No. Es una caquita –> Vaya, lo siento. Intentaré hacerlo mejor la próxima vez.
b) Sí, me has solucionado la vida. Te amo –> ¡Gracias! Que sepas que hay cuatro cosas que tú puedes hacer por mí:
- Compartir este artículo.
- Comprar alguno de mis libros.
- Apuntarte a mi lista de correo, donde seguiré dándote la tabarra con artículos que no salen en el blog.
- Conseguir, gracias a los puntos 2 y 3, mi agradecimiento más sincero y mantenerme bien abastecida de vicios, alimentos y manuales exhaustivos de análisis de patrones narrativos en el dinoporno.
Yo me voy a embarcar en una de estas en cuanto tenga tiempo libre. Y no con una novia, no, ¡con una exnovia! Por suerte es un sol y nos partimos de risa mientras hacemos las tormentas de ideas. A ver si sigue siendo exnovia y no nueva enemiga cuando acabemos xDD
Te deseo la mejor de las suertes 😀
¡Muchas gracias por el artículo! Justo el otro día lo estuvimos hablando por email, así que agradezco que lo hayas desarrollado aquí.
Yo estoy empezando a escribir una novela con una amiga, y organizarnos está siendo un caos. Como los personajes principales son dos chicos, cada una llevamos a uno, pero hasta ahora hemos ido escribiendo escenas sueltas y le falta coherencia.
Tenemos que trabajar mucho más el esquema de la novela, para saber exactamente qué escenas vamos a hacer y que todo quede perfectamente hilado. Hasta ahora parecen unidades sueltas, no algo uniforme.
Escribir a cuatro manos es toda una aventura, la verdad, porque hay muchas cosas que decidir (¡y ponernos de acuerdo!). A ver cómo acaba la cosa.
Gracias de nuevo por los consejos 😀
P.D.: Me ha gustado la idea de marcar las partes que no queremos que cambie la otra persona (a no ser que sea estrictamente necesario), me lo apunto.
¡Hazlo! Te ahorrará muchos quebraderos de cabeza, jaja.
La planificación siempre es importante, pero más todavía si escribes con otra persona. No somos telépatas, así que es fundamental dejar ciertas cosas sobre el papel para que podáis guiaros las dos sin problema.
Gracias a ti por leer y comentar 🙂
Hola Gabriella! Dime primero como escribir a dos manos.
Hola, Gabriella!
Qué genial! justo estaba pensando en escribirte para preguntar por esto…
Yo lo intenté una vez y fue un desastre, lo hice con una amiga. Nos llevábamos bien, estábamos en sincronía (o «en la zona» como le decíamos), no teníamos grandes conflictos para corregir o hacer cambios, pero de a poco ella fue bajando el ritmo, no escribía sus capítulos y por consecuencia, yo no podía escribir los míos (también hacíamos uno y uno, pero como nuestro esquema era poco detallado, necesitábamos leer el capítulo anterior para saber dónde pararnos para el siguiente). Empecé a insistirle, me ponía excusas y al final terminé por inflarle tanto la cabeza que un día me dijo que no quería participar más porque yo la presionaba demasiado y ella solo quería divertirse.
Y allí quedé, con una amiga menos y una novela a medio escribir que nunca terminé porque sentía que estaba «traicionando» a mi amiga al usar sus aportes sin que fuera partícipe del proceso.
Gracias por el artículo, quizás más adelante tenga oportunidad de intentarlo de nuevo y me aseguraré de implementar algún que otro consejín.
Saludos 🙂
Es cierto, no he hablado del otro problema: el de dos escritores donde uno está más comprometido que el otro. Realmente esto del artículo es para gente que tiene ya el hábito de escribir muy implementado 🙁
Yo ya tengo asumido que seré un lobo solitario el resto de mi carrera XD seguro que soy alguien con quien es muy difícil trabajar.
Ya digo que es lo normal y lógico 🙂
Lo de Buffy me ha dolido, pero voy a hacer lo posible por olvidarlo…
Lo de escribir a cuatro manos era algo que te quería preguntar, pero te has adelantado.
A mí ya me parece difícil ponerme de acuerdo conmigo mismo a la hora de escribir y revisar, así que me parece admirable que podáis organizaros.
Tomo nota de tu método si algún día me decido a embarcarme en algún proyecto con otras dos manos.
Preferiblemente que vayan unidas a un cuerpo, claro…
Lo de que vayan unidas a un cuerpo es fundamental. Tendría que haberlo mencionado en el artículo.
Mil gracias por desarrollar esta duda que yo tenía así, por todo lo alto, hablando también de otros valientes.
La verdad es que en mi mente egocéntrica no cabe la posibilidad de escribir a cuatro manos, pero me fascina los que pueden. A mi me matarían si lo intentase. Pero bueno, otro podría contar la historia de como morí. *ventajas*
Me parece bonito que lo hagas con tu pareja, pero definitivamente me parece ARRIESGADO. Como lectora no me quejaré, porque creo que «El cielo roto» está muy pulido. No se nota que sois dos, está muy unificado. Solo he leído otra historia a cuatro manos y allí si que pude identificar el cambio. A casi más de la mitad de la novela empezó la acción y se acabaron las largas descripciones y supe que era otra persona. No llegué a preguntar si estaba escrita así, mitad y mitad, pero lo parecía. Era un cambio muy brusco de estilo.
Quizás cuando empiece a leer a Jose Antonio podré ver algo suyo en vuestros textos conjuntos pero de momento he visto tu estilo, que me encanta.
Imagino que cuanto más escribáis juntos mejor os compenetrareis, pero no creo que jamás haya cero drama. A los escritores nos encanta el drama. (O bueno, lo consigues, avísanos).
Este año te haré una entrevista, pero como mujer que tampoco quiere hijos no te voy a preguntar por ello. Intentaré preguntarte cosas extrañas y divertidas como tú.
¡Un saludo! 🙂
Creo que si lees a José Antonio (recomiendo particularmente La canción secreta del mundo), verás ciertas imágenes y descripciones que son propias de él, que probablemente puedas reconocer en Crónicas. O tal vez no. Es divertido que la gente las busque, jaja.
Sobre las entrevistas, supongo que es inevitable que ciertas preguntas salgan una y otra vez. Pero no sé, también me gustaría que me preguntaran cosas más allá de cuál es tu autor favorito o qué opinas de la autoedición.
Un besazo y gracias por leer y comentar 😉
Mi experiencia al escribir con alguien fue pésima, ella nunca tenía tiempo y habíamos quedado en escribir una historia narrada por dos personajes pero solo quedamos como haríamos la historia y cómo sería un poco la vida de cada protagonista, unos meses después yo le envié el primer capítulo y aún seguía en la espera de su capítulo, hasta que le pregunté por la historia y ¡me di cuenta que se le había olvidado! Aún no sé si debería simplente escribirla sola o dejarla en el olvido.
Yo pienso que, me pesaría mucho que alguien borrara algo que escribo, incluso aunque meses después me esté muriendo de risa criticando lo que escribí, me alegro que con la experiencia estén puliendo sus técnicas y que les resulte un poquito más cómodo conforme avanzan; confienzo que nunca he leído algo escrito por ustedes (o por ti) pero me pondré en la búsqueda la próxima vez que ahorre para libros, he leído varios artículos tuyos y no dudó ni un poco que tus libros sean igual de exquisitos.
Un saludo desde México
¡Gracias, Anahí! Yo también he tenido alguna experiencia de esas en las que las agendas simplemente no cuadran, o donde se empieza con entusiasmo pero luego la cosa queda en el olvido. Creo que, por lo menos por mi parte, fue por falta de disciplina y hábito en la escritura. Ahora, generalmente, si empiezo un proyecto, intento terminarlo 😉
Hola
Yo he escrito a cuatro manos con mi pareja dos libros técnicos y un cuento infantil que nos están ilustrando para publicar. A nosotros nos ha ido bien, aunque tengo un carácter muy jodidillo y soy loba solitaria para todo en mi vida, porque él es el que vierte todo su entusiasmo y sus ideas de bombero en un primer borrador que no hay por donde cogerlo, y yo voy detrás corrigiendo todo lo que me da la gana, reescribiendo cada frase, cambiando escenas y criticando a muerte.
Todo esto se sostiene porque él es un buenazo con una autoestima a prueba de bombas, si fuera al revés ya os digo que no habría ni libros ni relación.
Puede parecer que me toca la parte fea de la creación, pero a mí me encanta trabajar las frases, jugar con los enfoques y reescribir. Y así no se resiente la unidad de estilo.
Eso sí, para novelas o relatos más míos, apenas le dejo ni darme ideas, son «Mi tesoro…»
Saludos
Carmen
Jajajaja. El mío también es un buenazo con autoestima resistente. Si tuviera el mismo ego que yo, como bien dices, ni libros ni relación ni ná de ná.
Besos y gracias por pasarte y comentar 😉
Madre mía, tu proceso (sobre todo el tuyo, junto a tu evolución) me recuerda tanto al que llevamos Geòrgia Costa y yo para convertirnos en Costa Alcalá, que me ha dado ganas de reír y llorar a la vez.
Nosotros hemos tardado seis años (¡seis!) en encontrar un método que funcionara y que no me hiciera sentir impotente e inútil. En serio: lo he pasado mal. Creo que la parte más dura ha sido el abandono del ego y el entrar en sintonía definitiva con el objetivo del tándem. Es decir: crear un producto digno y olvidarnos de nosotros mismos, centrarnos en lo que era bueno para la novela y comprender que cada uno de nosotros aportaba cosas distintas.
Supongo que, finalmente, esa fue la razón por la que Geòrgia y yo decidimos deshacernos de nuestros nombres y crear a Costa Alcalá. Entre los dos, como dice siempre Geòrgia, hacemos un escritor completo y nos mejoramos mutuamente (o eso creemos y eso esperamos!).
Pero duro es un rato largo.
Al final, nosotros lo que hacemos es «escribir resúmenes». Es decir, después de discutir escaletas, hacer cambios en la escaleta, ver que la escaleta se puede cambiar más… cuando tenemos claro qué queremos contar, vamos haciendo los resúmenes «cronológicamente». Es decir, a medida que los acontecimientos van sucediéndose en la novela. Esta parte, en realidad, da igual quien lo haga porque aunque después de seis años con la misma historia ya llevamos bastante interiorizado el estilo, todavía colean un poco los ramalazos individuales. Si nos atascamos o vemos que nos cuesta escribir un resumen (que no es más que contar detalladamente, como si nos lo contáramos el uno al otro, lo que va pasando en cada capítulo pero un poquito más arreglado) es que vamos mal, algo no encaja, y volvemos atrás. Luego, cuando ya tenemos avanzado en «resúmenes» vamos toqueteando todo para «ponerlo bonito», así una y otra vez, una y otra vez. Ha llegado un punto en el que ya no sabemos quién escribió qué, de las veces que ambos lo hemos toqueteado todo.
Al final, creemos estar satisfechos con el resultado pero queda tan poquito para que lo comprobéis vosotros (¡mayo! ¡Montena!) que ya estoy de los nervios.
A mí lo de escribir «a cuatro manos» siempre me ha llamado la atención, porque me imagino un pulpo con el teclado o a un tipo en plan Shiva. Nunca me había parado a pensar en las manos como herramienta para escribir, siempre lo asocio a la cabeza – aunque escribir «a dos cabezas» ya suena a peli de miedo -.
Me ha gustado el artículo, buenos sistemas. Mejor que a boleo, sin duda. Una vez intenté hacer algo a medias y simplemente uno escribía hasta que se cansaba y el otro seguía, y así.
Por cierto, geniales las eternas preguntas, sobre todo la primera.
¡Saludos!
En otros ámbitos, no creativos, existen ejemplos exitosos de escritura a múltiples manos con sistemas que han demostrado funcionar muy bien. Ahí tenemos a Wikipedia, para escritura de artículos de no-ficción, y a GitHub, para escritura de código software con control de versiones.
Inspirándome en ellos, para escribir relatos a múltiples manos yo he probado una fórmula «Google Docs + Snowflake Method» que ha ido bastante bien. Así es como funciona:
– Un grupo de amigos compartimos dos documentos en Google Docs, uno para el texto y otro para los personajes
– Ambos documentos empiezan en blanco
– Cualquiera añade texto a cualquier documento en cualquier momento, sin control de autoría: el resultado es de todos.
– Los documentos crecen de forma orgánica, como en Snowflake. Para el documento del relato en sí, el proceso va pasando por: sinopsis de 1 frase, de 1 párrafo, de varios párrafos, escaleta de escenas, ampliación de escenas, introducción de diálogos, etc. Para el de los personajes, por: lista simple, perfil básico de personaje, ficha de personaje, detalles (este documento se suele acabar en las primeras fases)
– Cada vez que uno termina de editar en su sesión, deja unas anotaciones entre corchetes indicando cómo cree que hay que continuar el texto, por ejemplo [Insertar aquí diálogo] o [Insertar aquí descripción]
– De esta manera, cuando sacas tiempo para una sesión de escritura, puedes atacar a las anotaciones de corchetes que quedan pendientes
Pros:
– Crecimiento orgánico del texto, con las visiones de todos
– Se mitiga el problema del compromiso o la falta de tiempo de algún miembro. Es indiferente quién contribuye, mientras el texto avance. Nunca miramos la historia de edición que muestra Google Docs, es un acuerdo del equipo. De hecho, pensar en términos de quién ha escrito el 60%, quién el 20% o quién el 10%, es incorrecto, porque puede ocurrir que esa contribución del 10% haya sido la clave para haber creado una historia de calidad
– Lo mejor de todo: de manera natural, se crea una división por competencias. Cada uno acaba haciendo lo que más le gusta y mejor se le da. Por ejemplo, yo acabo haciendo casi todos los diálogos. He topado con gente excepcional en la imaginación y la generación de ideas, pero que apenas contribuye a la redacción. Otra gente es buenísima en la trama, en crear una narración consistente y ajustada a un patrón probado (como los “20 master plots” de Tobias).
Cons:
– Evidentemente, la falta de unicidad de estilo en la redacción, porque es un poco Frankenstein. Sin embargo, lo que suele ocurrir, enlazando con el último punto, es que una sola persona, el más comprometido con la buena redacción, se encarga de la reescritura de todo el relato.
En resumen, es un sistema de escritura distribuido, ágil y auto-organizado 🙂
¿Qué os parece?
P.D.: ¿Alguno de vosotros se atreve a probarlo con un relato corto, de 3.000-5.000 palabras?
¡Me mola mucho la idea! ¿Cómo encuentras a la gente para ello?
Bueno, pues creo que mi experiencia a cuatro manos se ha ido a la porra por problemas de tiempo de la otra parte. Y es una pena, porque creo que cuajábamos y era sencillo trabajar juntos. Creo que eso es lo más difícil. Así que ahí tengo una novela con un worldbuilding enoooomre y en escaleta por si te hartas de Jose Antonio y quieres escribirla conmigo.
Ay, prístina, ejem…
Confieso que admiro enormemente a quienes comparten su proceso de escritura. Escribir a cuatro manos implica primero un compromiso de ambas partes (tiempos, dedicación, energía, humildad, pasión, etc), y aunque siempre haya desventajas es un gran aprendizaje. Sobre todo al ego, como bien dices.
Yo sólo escribí a cuatro manos un libro de no ficción, donde la otra autora es la «maestra» en el tema, entonces es más simple el proceso; las ideas se comparten, yo aprendo mucho de ella y ella confía en mí a la hora de reescribir, ordenar capítulos y hacer correcciones. Si este libro fuera de ficción, ¡dudo de mis capacidades! jaja. Soy un bicho muy solitario, pero siempre hay una primera vez para todo. Nunca se sabe… (de paso, ella también ha tenido inconvenientes con sus tiempos porque es mamá, y eso nos ha retrasado muchísimo; aún no logramos terminarlo. Pero reconozco que mi paciencia es una virtud, y yo confío en ese libro. La seguiré esperando. Disfruto muchísimo del proceso).
Gracias, Gabriella.
Besos desde este lado del charco. 😉
¡Muy interesante! Yo tuve la suerte de escribir un relato corto con una colega con la que nos admiramos mutuamente y debo decir que fue una experiencia muy gratificante. La forma en que nos organizamos fue bastante sencilla: fuimos tirando ideas, ella esbozó el comienzo y yo lo continué tratando de imitar el tono y el estilo que ella había usado (lo encaré como un ejercicio de estilo jajaja). Ella terminó de redondearlo, yo le hice una mini revisión y listo XD
Todavía me sorprende lo bien que salió todo, considerando que en el colegio no me gustaban nada los trabajos en grupo :PPP
Pero bueno, supongo que funcionó porque se trataba de un texto breve; las novelas son más complicadas y requieren de sistemas más refinados. Me alegro de que hayan salido airosos de la prueba 😀
¡Saludos!
Mi experiencia de escribir a cuatro manos tampoco fue satisfactoria. A pesar de que no intentamos escribir algo tan íntimo como un libro, si no desarrollar un universo fantástico para que cada uno creara después sus obras. Pensábamos que eso sería un concepto lo bastante amplio para que cupiéramos dos; tampoco funcionó. Al final quedé colgado por su falta de interés y tiempo, o entramos en conflicto cuando intentaba entrar en alguna faceta que él «ya tenía pensada de otra manera», tocaba que dejar volar mi imaginación se convirtiera en una tarea de negociación, etc, etc.
El principal culpable fue nuestra inexperiencia, aún así el experimento me dejó con la idea firme de que no tenía razón de ser aquello de compartir este tipo de proyectos que son perfectamente afrontables por una sola persona. Se gasta mucho más esfuerzo en crear sintonía y fluidez que cualquier posible ventaja de que dos cabezas aporten ideas. (Para que alguien cercano aporte ideas no hace falta que escriba media novela —o ambientación en mi caso— basta con charlar sobre la trama de tu libro).
De todas formas, si volviera a intentar escribir un libro junto a otra persona creo que sería buena idea investigar una situación muy parecida que es la de los guionistas. Tienen que tener un truco para escribir una película o capitulo de televisión sin acabar degollándose entre ellos. Aunque intuyo (sin haberlo investigado aún) que tiene que ver con el hecho de que haya un líder bien definido del proyecto, un director, es lo que ocurre en cualquier proyecto artístico de grandes dimensiones (una orquesta, una compañía de teatro, la creación de un videojuego…)
Buf! Escribir a cuatro manos… qué dificil se me antoja! Si escribir solo con las mías ya me parece a veces que me sobra alguna…
Me parecéis semi dioses (pero paganos, ¿eh?) con superpoderes de conciliación y paciencia.
No negaré que acaba una aprendiendo mucho sobre sí misma, y sus limitaciones y defectos 😛
Yo de momento a cuatro manos no he podido escribir nada (tampoco me lo he planteado) aunque sí tenía dudas sobre cómo podría hacerse desde que leí ‘Buenos presagios’. Lo que si hago es ‘torrársela’ a mis amigos sobre la historia y muchas veces me dan ideas muy buenas.
De hecho, alguna vez he pensado que tendría que pagarles derechos de autor 🙂
Esta entrada es requeteestupenda. ¡Y muy cierta! Con mi hermana he escrito bastantes cosas juntas y nuestro método era que, básicamente, cada una escribía el capítulo de su personaje, yo los neutrales y luego nos mordíamos porque quedaban cosas muy desiguales e incoherentes. Pero nos seguimos queriendo.
Otro método fue pensar una historia juntas que yo escribía cambiando totalmente la trama y la esencia (De comedia a dramón, no sé qué me pasó por la cabeza). Mala idea. Mi coautora se desatendió y no volvió a leer nada mío en mucho tiempo. También es cierto que en esa época escribía muchos textos depresivos, así que quizás no tuvo mucho que ver la traición a nuestra idea.
En el futuro vamos (Queremos no, VAMOS) a escribir muchas historias juntas, así que iremos probando métodos hasta encontrar el truco definitivo para escribir a cuatro manos. Yo intuyo que el asunto irá de matar personajes para no matarnos entre nosotras, pero todavía no la he convencido.
[…] sí, escribir es una actividad solitaria. Incluso los que escribimos con otra persona tenemos que pasar en soledad esos momentos en que el capítulo nos toca a […]
[…] para asegurarte de que no le vas a hacer otra vez la pregunta de cómo es escribir a cuatro manos. Es así, por […]
muy interesante muchas gracias
Yo lo intenté y me fue mal porque hasta se perdió la amistad. Yo hice la mayor parte y tenía que perseguirlo para que cumpliera con su parte. Me costó aceptar que él no tenía la voluntad ni el compromiso para terminar el libro. A veces, era gratificante ver el resultado de la escritura corregida y de la fusión de los estilos, pero otras veces el ego estaba presente y nos separaba al punto de no poder llegar a un acuerdo. Otras veces él aceptaba mis puntos de vista pero guardaba resentimiento. Yo fui quien decidió dejar olvidado el proyecto y también tomé distancia de él porque quedé decepcionada por su incontables faltas a su parte del trabajo, su desinterés y desmotivación, en fin, me agotó tener voluntad por los dos y al final hasta perdí la confianza en él. Así terminó la amistad. Lamentablemente.
Lamento que te pasara eso, Verónica. Me temo que es una historia muy común cuando se intenta escribir entre dos personas.