En una entrevista le preguntaron a Cormac McCarthy por qué escribía novela en vez de cuento. Él dijo:
Anything that doesn’t take years of your life and drive you to suicide hardly seems worth doing.
(Cualquier cosa que no te quite años de tu vida y te empuje hacia el suicidio no parece que merezca la pena. Ahí es nada.
El acto de escribir (sobre todo el acto de escribir ficción) tiene componentes emocionales muy poderosos: creas y trabajas, trabajas y creas, entregas trozos desnudos de tu alma para compartirlos con otros. Cuando publicas (o simplemente cuando le das algo tuyo a alguien para que lo lea) no solo ofreces algo que has hecho con tus manos, sino que entregas a otra persona (a la que tal vez ni conozcas) un pedazo de ti mismo. Por otra parte, debido a la gran oferta y a la relativamente escasa demanda de novelas en comparación, el oficio de escritor está tan mal pagado que casi ha pasado al otro lado del intercambio capitalista, es decir, ya casi pagamos porque nos lean (y a veces sin el casi).
Así que asociamos todo tipo de expectativas, emociones y decepciones al hecho de escribir (sobre todo obras largas); es este un acto que puede ser deprimente y turbulento. Por puro humor negro (y algo de catarsis, lo admito) he intentado dar con 10 maneras por las que la escritura podría llevarnos al suicidio (y, de hecho, seguro que algunas lo han conseguido en algún momento. Será por autores suicidas…):
10 caminos por los que la escritura te llevará al suicidio:
1. Dedicarás años de tu vida a escribir una novela. Es tu primera novela y la sangre y sudor de días de trabajo sin fin, de horas robadas a la vida, a la familia, al trabajo y a los amigos finalmente se condensan en esta gran obra (bueno, a ti te parece grande. O no. No lo sabes y la indecisión te está matando). Tras meses de espera, doce rechazos editoriales y treinta ominosos silencios ante tu manuscrito, decides quitarte la vida. No eres nadie, a nadie le importa lo que haces y no publicarás jamás. Tus lágrimas se unen al gran río de llanto de tantos escritores incomprendidos e ignorados.
2. Igual que el punto 1., pero no es tu primera novela. Es la quinta.
3. Participarás en incontables concursos en los que no conseguirás nada. No esperarás a tener la madurez y perspectiva suficiente como para comprender que tus textos eran, en aquel entonces, porquería. Decides quitarte la vida porque todavía eres joven y guapo y no quieres convertirte en un pobre escritor acabado como el del punto anterior.
4. Escribirás el mejor poemario jamás escrito, repleto de una belleza indescriptible, de una sutileza asombrosa. Inventas metáforas sorprendentes, tu texto es pura eufonía. La persona a la que estaban dedicados los poemas lo lee y se ríe de ti. Decides quitarte la vida.
5. Dedicarás años de tu vida a escribir una novela (blablablá, releer punto 1). Tras mucho esfuerzo das con una editorial que te promete éxito y fortuna. Solo tienes que comprar parte de la tirada, pagar la impresión y llevar de mariscadas al editor de cuando en cuando. No recibes ni un euro en derechos de autor, no vendes un solo libro y de repente el editor desaparece. Lo último que oíste fue que estaba viviendo en una mansión en un país del que ni has oído hablar. Decides quitarte la vida; dejas una lacrimógena nota de suicidio (lo mejor que has escrito nunca) que por desgracia nadie ve y que de algún modo inexplicable acaba en la incineradora con tu cadáver.
6. Escribirás tu sexta novela y por fin alguien te la publicará (has tenido más aguante y paciencia que los escritores de los puntos previos). La tirada será pequeña y no leerá el libro casi nadie. Solo habrá una reseña en Internet, eso sí, muy positiva, que te escribió una amiga de tu hermano. A la hora de hacer las liquidaciones, el editor se encogerá de hombros y te dirá que cree que se han vendido cuatro ejemplares. Como eres un poco más inteligente que los escritores de otros puntos, en vez de suicidarte decides cambiar de vocación laboral. Pero estamos en crisis, se te ha pasado el arroz, no consigues nada y te suicidas porque van a desahuciar a tu familia.
7. Escribirás una novela, un poemario, un ensayo, lo que sea. Dedicarás un esfuerzo tremendo a la promoción de tu obra. Tus amigos y familiares dejarán de hablarte porque dicen que has cambiado y te has convertido en un pesado. Por Twitter otros escritores se ríen de ti. Críticos a los que admiras dicen que te has vendido. Internet en general te odia, y tampoco es que hayas vendido gran cosa. Decides quitarte la vida. Nadie va a tu entierro porque creen que es un acto promocional más.
8. Serás fiel a ti mismo y solo escribirás cosas revolucionarias, alternativas y puras. Te mezclarás con bohemios, artistas auténticos y rebeldes sin causa. Te suicidarás como acto de protesta contra el nepotismo del sistema, con el puño en alto y el cuerpo impregnado de gasolina y llamas, frente a la sede de un importante sello editorial.
9. Eres bueno, muy bueno. Demasiado bueno. Obtendrás publicaciones, reconocimiento de tus lectores y un seguimiento feroz de la crítica. Se te ocurre la genial idea de que tal vez sea posible vivir de esto. Mueres lentamente de hambre (no es exactamente suicidio, pero parte de una decisión suicida).
10. Escribirás tu primera novela y será aceptada por una gran editorial. Producirán decenas de miles de ejemplares. Será un fracaso de crítica y venta estridente. Habrá hashtags en Twitter con tu nombre, en Facebook citarán tus terribles frases de principiante, te señalarán con el dedo por la calle. Te suicidas mientras lloras en la bañera, pero ni eso te sale bien. Tal vez, a la quinta, lo consigas. Con eso de suicidarte siempre fuiste más tenaz que con otras cosas.
BONUS DE MUERTE NO SUICIDA. Intentarás toda tu vida escribir la novela perfecta, una novela a la altura de tus expectativas como escritor. Te pasarás años y años y años reescribiéndola. No la publicarás nunca porque nunca estará a la altura. Mueres de viejo/a con una novela incompleta.
¿Demasiado negro? Sí, puede que me haya pasado. Tengamos esperanza y tesón. Para ello podéis animaros un poco con todos los artículos positivos que os ofrezco con buenas herramientas para escritores.
¿Y sabes qué más NO te conducirá al suicidio? Mis libros (creo). Por ejemplo, este:
Lectores aéreos (relatos con toques de fantasía tenebrosa): Disponible en Amazon y Lektu (¡solo 2,99 €!). Puedes leer un avance gratuito (para ver si te gusta el estilo y tipo de relato) aquí. También está disponible en papel aquí.
El punto 9 me ha matado jajaja. Biquiños!
Al pobre escritor también 😉
Esa frase de Cormac McCarthy está entre mis preferidas y cada dos por tres la recito para todo. PARA TODO. Me voy a cavar otro poquito de mi tumba.
Podemos organizar concursos para ver quién cava más hondo.
Lo peor es cuando uno encanta a la crítica (la poca que se fija en él), encanta a los lectores (los pocos a los que les llega para leerlo),,. y todo sigue igual, casi como si no hubiese publicado. ¿Tendrán algo que ver con esto los editores? :
http://antoniopriante.wordpress.com/2013/05/20/carta-de-un-escritor-casi-desconocido-2/
Uy, eso nos daría para otros cuantos miles de artículos. Con todo, no es toda la culpa de los editores. Todo el sistema falla, por demasiados lados (o tal vez sea un sistema adecuado y somos nosotros los que no somos capaces de entender cuál es nuestro sitio; nosotros que no aceptamos la falta de demanda y nos empeñamos en escribir pese a todo). No sé si llegará la tan anunciada revolución del digital que nos prometieron, que iba a salvar al autor (spoiler: no), pero está claro que el sistema tradicional, con sus interminables porcentajes e intermediarios, penaliza al que precisamente realiza la mayor parte del trabajo. De todas formas, ahora que lo pienso, creo que ese es un problema que no es solo propio del mundo editorial.
Por supuesto que no es «culpa» de los editores, ni del escritor que escribe a su aire sin preocuparse de las consecuencias (y luego se lamenta). Cada cual hace lo que puede y como puede de acuerdo con lo que es. Interesante blog, Gabriella.
Jajaja, siempre es un placer leer tu blog.
La vida del escritor es triste, pero ser artista requiere mucho sufrimiento y muerte y tal, sino que se lo pregunten a Keats, Wilde, Poe y otros tantos compañeros de penurias. ¡Para que luego digan!
Es una pena terribel que no voy a poder estar en España para la Hispacón, en fin, otra vez será…
Pues a ver, a ver si coincidimos. Por ahora no tenemos nada más programado hasta febrero, creo, pero será por el norte. Iremos informando 😀
Me parto, me encanta el punto número 2. Igual que el 1, pero no es tu primera novela. JAJAJAJAJAJA
Gabriela ¡Te has volado la barda con esta entrada! La amé desde el principio y hasta el final. Me describe perfectamente en muchos puntos. Te mando un abrazo 😀
Nunca había oído eso de volar la barda, Jorge, ¡me encanta! 😀
[…] Por otro lado, creo que todo redactor debe tener un artículo Bola de cristal del estilo del programa legendario de televisión. Un artículo algo surrealista e irreverente. El mío es este. […]
Camino número 11:
El total de tu obra vende 30 millones de ejemplares. Te han traducido a 112 idiomas y dialectos (incluyendo el acadio). Recibes una intempestiva llamada a las 5 de la mañana proveniente de Suecia, y no es de Ikea. Tu rutina semanal incluye 3 desplazamientos a universidades de todo el orbe para recibir sendos doctorados honoris causa. La Historia se apresta a terminar de cincelarte un pedestal gemelo del de Proust.
Pero tu actual laborar hace mucho que ha dejado de tener la incertidumbre febril de cuando tenías 30 años; tus textos son invariablemente seguros, pues sobre ellos no se cierne ninguna luz de dubitación, ya que por fin posees la clave para acertar siempre el centro de la diana. Percibes que no podrás reconquistar nunca el tiempo en el que las palabras iluminaban las tumbas. Escribir ya no es algo inesperado y turbulento, sino perfecto, homogéneo e insoportable. Estragado por la conciencia de que tu vida parece consistir ya únicamente en un tránsito ineluctable entre un manicomio y un mausoleo, decides obviar las últimas etapas, y te SUICIDAS, con un postrer pensamiento de que lo malo de los sueños es que a veces se cumplen.
Nota: No te finiquitas de cualquier manera, sino emulando lo que le hicieron a Craso después de que se convirtiera en el hombre más rico de Roma, esto es, vertiéndote oro fundido por el gaznate.
P.D.: Felicidades por tu blog, Gabriella.
Uno sabe que lo ha conseguido todo en esta vida cuando lo traducen al acadio.