Voy a escribir dos frases casi iguales:
- Cómo escribir 10000 palabras al día.
- Cómo escribir 10000 palabras en un día.
Si eres escritor de cualquier tipo (novelista, poeta, copywriter, bloguero, redactor de esquelas o columnista de cotilleo interdimensional), sabrás que esas dos frases no significan lo mismo.
Si buscas en Google, verás que hay una cantidad asombrosa de personas que aparecen hablando de esto de las 10000 palabras; me pregunto por qué esa cantidad nos obsesiona tanto. La mayoría de esas personas hablan de casos puntuales (maratones) o de rachas de trabajo intenso.
Por ejemplo: la escritora Kameron Hurley abandonó su costumbre de escribir en ratos cortos a diario, para dedicar un día a la semana a conseguir esas ansiadas 10000 palabras. Sabéis que yo hago apología de la implementación del hábito de escribir mediante una escritura diaria progresiva, pero las maratones pueden ser necesarias para los que intentan compaginar una vida familiar y laboral (no literaria) con la búsqueda de una carrera como autor, sobre todo si no tienen problemas de disciplina o bloqueo (o si ya tienen el hábito de la escritura bien formado).
Espera, cariño, que dicte mis doscientas palabras de hoy al teléfono mientras olvido convenientemente ponerle el cinturón de seguridad a nuestros hijos.
10000 palabras en un solo día (pero no todos los días)
Escribir 10000 palabras en un solo día es posible. Complicado, pero posible. Solo necesitas muchas horas, cafeína (y posiblemente algún otro tipo de sustancia adictiva), alguna herramienta de escritura y un sitio donde sentarte (o quedarte de pie, si tienes un atril o escritorio alto de esos).
Eso es lo que yo llamo una maratón.
Algunas personas escriben mejor en maratones. Otras escriben mejor en sprints cortos. En mi experiencia, ambos tipos de escritura son válidos y producen resultados diferentes. Yo siempre he sido más de sprints, por muchas razones, pero últimamente he estado experimentando de nuevo con fases un poco más largas de escritura ininterrumpida. Ambos procesos tienen sus ventajas y desventajas. Creo que lo más que escribí del tirón, hace ya un par de años, fueron 8000 y pico palabras.
He reflexionado ya en este blog sobre cómo escribir más y más rápido. Más adelante hablaré más sobre eso. De cómo escribir 10000 palabras, por ejemplo, en un día*. Pero vayamos ahora a la segunda frase de marras.
10000 palabras al día (sí, todos los días)
Hace poco encontré por casualidad un artículo de Nicolas Cole donde explicaba cómo escribe 10000 palabras al día. No en una maratón puntual, no. Al día. Como rutina, como trabajo.
Me iba a explotar la cabeza. Quiero decir: yo escribo bastante al día. No cuento las palabras, pero creo que rondará las 3000 palabras entre ficción y no ficción, en una jornada buena de trabajo. Todos sabemos que esto no es tan fácil como decir un número de palabras: hay documentación, planificación, corrección, etc. Hay interrupciones inesperadas, como la afición de mi gato de andar por el teclado. Yo prefiero contar la escritura en tiempo invertido (y aprovechado).
Entre sus libros y artículos (para su blog, Quora y para clientes), Nicolas Cole asegura que produce 10000 palabras.
Repito: cabeza reventada solo de pensarlo. Una vez limpié los restos de sesos y sangre del suelo y las paredes, me puse a buscar si había más gente por ahí que lo consiguiera, que llegara a escribir cantidades obscenas de palabras a diario. Cuando digo a diario, me refiero de manera diaria durante la semana, como en cualquier actividad laboral de oficina. Asumo que Cole sí descansa los fines de semana. Lo asumo, porque si no en realidad no es un ser humano, sino algún tipo de robot consciente y avanzadísimo, y tengo un amigo que se dedica a eso y dice que ese tipo de inteligencia artificial todavía nos pilla un poco lejos.
(Aunque luego pensé: ¿y si mi amigo en realidad es un robot? ¡Claro que diría eso!)
Por ahora no desvelaré su secreto: alguien tiene que defendernos de Cthulhu cuando venga.
En mi búsqueda, encontré varios ejemplos de escritores que producían 10000 palabras al día (¡o más!) en épocas de creación de borrador, durante semanas o incluso meses. Pensad en un NaNoWriMo con esteroides.
¿Qué es lo que hace que Cole sea diferente? ¿Cómo se ha convertido esto para él en un estilo de vida?
Tenemos que diferenciar, para todo este debate, entre escritura de ficción y de no ficción. Cole apenas escribe ficción: produce ensayo (y, de vez en cuando, poesía). No por ello son menos válidas sus palabras, pero considero que esta producción es más inmediata. Un artículo de 800 palabras puede escupirse, revisarse y publicarse/enviarse sobre la marcha (en teoría; si eres como yo, necesitarás más tiempo de reposo y edición). Un relato necesita respirar, estar en barbecho. Necesita de una reescritura y de cuatro o cinco correcciones, por lo general. Y no hablemos de la revisión, modificación y planificación necesarias para una novela.
Los que creamos ficción siempre necesitamos parte de nuestro tiempo de escritura para el trabajo que no es estrictamente producción de palabras. Cuando me reservo bloques de escritura, suelo poner por un lado los bloques de escritura propiamente dicha, por otro lado los bloques de reescritura y revisión. Aparte quedan los bloques de blogging, marketing y correo electrónico. Todos esos cubos en los que vamos almacenando y soltando. Como mis artículos son tan largos,tienen su tiempo de planificación, reescritura, edición y revisión, igual que me ocurre con la ficción.
(Por no hablar del tiempo dedicado a buscar imágenes absurdas con las que [intentar] deleitaros. ¡Horas, os digo, horas!),
En el próximo artículo, si queréis, me centraré en las maneras diversas que tienen otros escritores de escribir ficción en maratones o rachas de 10000. Ahora voy a centrarme en el caso de Cole. Aunque esté alejado de nuestra experiencia por muchas razones, creo que podemos extraer conclusiones, enseñanzas y bastante motivación.
O no. A mí es que me motiva un montón leer sobre gente que escribe a destajo. Es pornográfico. Porno de la motivación, sí. Ya os dije que tenía una personalidad adictiva.
¿Preparados?
Señores que escriben 10000 palabras al día: la película
Si esto fuera una película, comenzaría como tantas películas y como tantos libros: suena el despertador y nuestro protagonista se levanta.
No sé a qué hora se levanta, pero debe de ser temprano, porque empieza a trabajar en serio a las 7. Siempre a la misma hora, más o menos. Esto es porque Nicolas sabe muy bien cuáles son sus mejores horas de trabajo.
Nicolas especifica algo que me parece crucial: sus horas ideales para escribir son entre las 7 y las 11 de la mañana, y entre las 7 y las 11 de la tarde.
Pequeño irse por las ramas acerca de la importancia de conocer tus horarios
¿Por qué es crucial que Nicolas sepa esto? Porque es muy, muy efectivo. Entender cuáles son tus momentos más creativos (y cuáles son los más productivos) puede llevar tiempo. Merece la pena hacer pruebas: intentar escribir a diferentes horas y ver cuáles ofrecen mejores resultados: ver cuáles producen más (cantidad) y mejor (calidad). Cuidado, porque no tienen por qué corresponderse exactamente unas con otras.
En este momento muchos asentís con cara sabia y me decís: que sí, que sí, Gabriella. Yo ya sé qué horas se me dan mejor para escribir.
No lo deis tan por sentado.
Durante años yo me resistía a escribir nada más levantarme, porque soy un zombi hasta mediodía. Leí no sé qué artículo sobre cómo el cansancio nos hace más creativos. Descubrí que, para primeros borradores, la mañana imposible (esas horas en las que todavía están poniendo las calles) es mi mejor momento del día: el sueño me hace más creativa, al cargarse los típicos filtros del perfeccionismo. Y escribir es una actividad que hace que mi cerebro espabile: es más eficiente que otras actividades como leer, corregir o saludar al mundo con un polvo mañanero.
¡Quitar el polvo! ¡Quería decir quitar el polvo! Y es que se cuela por todas partes, hasta por las rendijas del sofá.
Tras años de ensayo y error, he descubierto que mis mejores horas para escribir ficción están entre las 6 y las 10 de la mañana (medio dormida, pero creativa), y que mis mejores horas para escribir artículos están entre las 5 y 8 de la tarde (muy despierta, menos creativa pero más productiva).
Como veis, no son horas que de entrada me parecerían lógicas, yo que siempre he sido una de esas personas búho que creen que hacen las cosas mejor a las tres de la mañana. Lo aprendí tras mucho experimentar.
Regreso al quid de la cuestión
Nicolas insiste en dos cosas, una y otra vez: primero, necesitas descansos entre bloque y bloque de trabajo.
Últimamente he estado leyendo mucho sobre lo que Miyazaki llama el ma, o respiro narrativo. Es ese momento en que la acción se detiene y podemos descansar un poco. Estos reposos entre la acción desenfrenada son los que nos permiten entender bien el sentido de lo ocurrido hasta ahora: son lo que nos permite asimilar lo importante.
Otro día hablaremos más de eso, si queréis, porque como escritores tenemos que aprender a utilizarlo. Pero creo que es una buena metáfora también para nuestras rutinas de trabajo diario. Para que el trabajo se aposente bien, también necesitamos nuestro ma, nuestro momento de reflexión callada, de meditación y reinicio.
Lo segundo en que insiste Cole (y creo que esto es fundamental): él puede crear contenidos de calidad aceptable y editarlos en tiempo récord porque lleva más de diez años trabajando en ello. Esta experiencia le permite, por ejemplo, crear tres artículos profesionales de unas 800 palabras en menos de dos horas.
Evidentemente, si tú acabas de empezar a escribir, no vas a obtener los mismos resultados. Pero es una manera interesante de ver que conforme desarrollamos una habilidad, cada vez realizamos las tareas asociadas con mayor rapidez y eficiencia.
Hablemos ahora del horario habitual de Nicolas.
Mañana: 3500 palabras
¿Qué?
Sí, suelta 3500 palabras del ala en ese horario óptimo (de 7 a 11 AM). Nicolas se levanta, se lava los dientes, se ducha, se prepara el desayuno y apaga el teléfono. Al final de este artículo os preguntaréis si tiene vida: he de decir que antes de apagar el teléfono le manda un mensaje a su novia. No sé si el mensaje es amoroso o si va más en la línea de «adiós, querida, parto raudo, una mañana más, a derrotar a los dragones de la resistencia, pereza y la ignorancia».
Ese es el tipo de cosa que me dice a mí mi partenaire por Whatsapp. Y a mí me gusta imaginarme a Nicolas así, dispuesto a su odisea, a su guerra, espada en ristre. Mientras piensa en su novia.
Lo de apagar el teléfono es importante. Para hacerte 3500 palabras del tirón necesitas concentración. ¡Más que concentración! Necesitas flow***. Y el flow no se consigue si Facebook te está interrumpiendo cada cinco minutos. Me cabrea eso de que a mi cerebro le lleve un buen rato volver a enfocar toda su atención después de una distracción, por leve que sea.
Ya te lo advirtieron tus padres: las notificaciones matan.
Para Cole, el estado de flow es sagrado y lo mantiene mediante descansos muy específicos, casi meditativos: espacios de tiempo en los que no interviene información externa que afecte a su caudal de pensamiento. Nada de redes sociales, nada de teléfono, nada de tontear por Internet. Tras una sesión larga de escritura, hace todo lo posible para mantener su cabeza «limpia».
Un ejemplo de este estado sería el acto de prepararse la comida, con el enfoque puesto en ese proceso y nada más. Cole come, lava los platos y se sienta para la siguiente ronda.
Tras el almuerzo: 2500 palabras.
Este es el momento más difícil y ahí estoy con Cole, ay. A mí me ayuda una siesta de media hora para reiniciar un poco el día, pero este señor todoterreno se pone inmediatamente después de comer, para no perder el ritmo. No es su mejor momento (ni el mío) pero son horas que pueden aprovecharse. Como dice él: por mucho que me gustaría descansar y decir «ahora mismo no me apetece escribir», sabemos que no es una opción.
Pequeño irse por las ramas sobre las siestas
Sobre el tema de las siestas podríamos hablar largo y tendido. Solo he empezado a dominarlas recientemente, gracias a una higiene de sueño muy estricta (mis amigos deben de pensar que ahora soy la persona más aburrida del mundo) y el uso de la aplicación Sleep as Android, que me ha ayudado a no despertarme en un estado tan zombi como el ya mencionado más arriba.
No estoy afiliada con esa app ni nada por el estilo. No sé qué ciencia (o seudociencia) hay detrás, pero por ahora me funciona muy bien.
Y volvemos a(l) Cole
A nuestro héroe las tardes le cuestan, le cuestan mucho. Dice que es aquí donde agradece sus años de competición profesional como jugador de World of Warcraft (¿veis como era un héroe?) y sus años de ir al gimnasio. Cosas así dan disciplina y determinación. Yo al WoW he jugado mucho, pero no de esa manera, y soy alérgica a los gimnasios.
PERO POR QUÉ SONRÍEN.
Aun así, estos años recientes de escritura me han espabilado mucho. Descubrí que, como no tengo disciplina, tengo que recurrir a otros métodos. Hay días en los que no quieres escribir. Pero no se trata de lo que te apetece en el momento: se trata de una acumulación de acciones diarias que te llevan hasta tu objetivo.
Toca teclear, queramos o no, en esta etapa de posalmuerzo adormilado. Para media tarde, Cole ya está agotado y toca un nuevo descanso.
Descanso mental, claro. Es aquí donde se marcha a levantar pesas o a nadar. Asegura que el ejercicio físico es lo mejor que puedes hacer después de tantas horas de concentración. Tened en cuenta que a estas alturas de la película llevamos ya 5000 palabras.
5000 palabras es una barbaridad, hasta para escritores aguerridos.
De vuelta del gimnasio o de la piscina, Cole se prepara algo de comer, responde a mensajes urgentes y se dedica a la lectura.
Pequeño irse por las ramas sobre la lectura
Todos los que escribimos necesitamos leer. Cole también escribe poesía, y entre eso y los artículos que escribe para otros, y lo que escribe para su propio blog y libros de no ficción, necesita poder cambiar de «voz» (forma de narrar, perspectiva) para cada bloque de trabajo. Una forma de conseguir esto es leer antes algo en el estilo en que te interesa escribir.
Creo que es importante recurrir en esta instancia a lecturas muy muy buenas. Siempre está el riesgo de sentirte malo y decidir que no sirves para la escritura y tirar tu portátil por la ventana, pero creo que es un riesgo que un escritor bien protegido, amante de sí mismo y constante cruzado contra el síndrome del impostor, puede conseguir sin pestañear.
Además, yo no tengo mucho dinero y no me puedo permitir tirar mi portátil por ningún lado.
Tras la cena: 4000+ palabras
Terminada la cena y la lectura, toca repetir la rutina de la mañana.
Cole apaga el teléfono de nuevo y se pone a currar. Ya está en otro periodo de creatividad, productivo, y la sesión bien puede durar cuatro horas o más. Incluye artículos, edición, emails y otras tareas asociadas.
Ya ha llegado a las 10000 palabras, y todavía le queda un encargo que terminar.
Por supuesto, Cole describe en su artículo su día ideal. Él mismo asegura que no todos los días salen así de perfectos. Habrá eventos inesperados, viajes, sorpresas, interrupciones que escapan a su control. Conforme avanza el día perdemos voluntad y enfoque, y es más fácil que nos distraigan tareas inoportunas, llamadas, correos, etc. Por eso, Cole produce menos por la tarde. Por la noche, de nuevo puede apagar el universo y entregarse plenamente a su trabajo.
Argumentos a favor y en contra de la superproducción
Ya sé lo que estáis pensando.
Más de 10000 palabras. Todas esas horas de trabajo, completamente enfocadas en la escritura. ¡Eso es una barbaridad!
¿Pero lo es? No estoy muy segura.
¿A cuántas personas conocéis que trabajan en hostelería, seis días a la semana, diez horas al día? A lo mejor es porque vivo en una zona turística, pero yo sé de más de una (y de diez).
¿Y cuántas personas conocéis que trabajan, supuestamente, cinco días a la semana, ocho horas al día, pero que entre horas extra, trabajo no solicitado y «deberes» y problemas para casa acaban currando mucho más?
¿Qué decimos de aquellos cuyas supuestas ocho horas diarias de trabajo se dividen en tres horas de trabajo real y cinco horas de petardeo por Facebook?
Tras varias horas de esfuerzo ininterrumpido, he ganado el debate "tortilla: ¿con o sin cebolla?". Trescientos niños en Uganda se quedaron sin sus envíos de alimento y medicamentos, y probablemente han muerto, pero este día quedará marcado para la posteridad.
Sí, es una barbaridad, porque es un trabajo de concentración absoluta durante largos periodos de tiempo. Creo que también nos parece una barbaridad porque es escribir, y seguimos asociando el escribir a algo que se hace con un fundido en negro o mucho bourbon o tiempo acelerado en las películas de Hollywood. Es algo que se hace solo un par de días, en los que te tiras 48 horas sin dormir para escribir una novela (creo que eso lo vi en Californication, posiblemente la peor representación que he visto de la vida de alguien que se dedica a la escritura).
No lo concebimos como un trabajo absoluto, completo.
El problema del trabajo artístico
Cualquiera podría argumentar que los ejemplos que yo he puesto no son válidos: son ejemplos de personas que trabajan para subsistir, y que quien busca vivir de la escritura lo hace porque es su pasión. Como si tu pasión no tuviera trabajico. La escritura (sobre todo la escritura creativa) es un sector donde la oferta supera ampliamente a la demanda, por lo que la remuneración, de haberla, es muy baja. Solo la veo rentable en casos de a) producción a lo bestia o b) producción especializada en nichos de demanda alta. Pero incluso una producción especializada exige de experiencia y habilidad, que se consigue… ah, sí, practicando mucho.
Puede haber excepciones, pero, no sé por qué, cada aspirante a escritor que conozco considera que es esa excepción mencionada. Que encerrado en su guarida escribirá una primera obra perfecta que revolucionará el mundo. Matemáticamente, todos no podemos ser esa excepción, ¿no?
También olvidamos que hay formas de escritura más rentables que otras. ¿Qué hacen los copywriters, los redactores profesionales, los «negros», los creadores de contenido? ¿Dibujar y bailar, largarse a retiros de yoga mientras piensan en conceptos publicitarios avanzados a lo Mad Men? Escribir no es solo ficción. No es solo esa idea romántica que tenemos de ser el próximo superventas y vivir en una mansión rodeados de señores y señoras con poca ropa y un mayordomo de acento británico que se parece sospechosamente a Stephen Fry.
Conclusiones
He hablado de este tema con otros escritores y sospecho que, al igual que ellos, mis lectores tendrán dos reacciones principales. Una será de rechazo (¡ese tío está loco! ¡Eso es imposible!) y otra será de admiración (¡si él puede, yo también puedo! Mañana mismo, a escribir 10000 palabras. Pero ahora no, que estoy viendo Netflix).
Me gustaría decir que son reacciones extremas, en mi opinión. Creo que podríamos quedarnos con cierta dosis conveniente de realismo: de un día a otro no vamos a pasar de 500 a 10000 palabras diarias, incluyan o no incluyan reescritura, revisión, planificación y todo lo demás. Y menos si no podemos permitirnos el lujo de dedicar todas las horas del día a escribir como ocupación principal. También hay que contraponer el mercado angloparlante para el que escribe Cole con el nuestro.
Un día cualquiera en la vida del escritor estadounidense.
Pero también debemos tener en cuenta que Cole no empezó escribiendo todo el día. Esa es una situación a la que ha llegado gracias a años de trabajo constante, haciéndose un nombre en el sector de la creación de contenidos. Sí hay redactores, copywriters, creadores de contenido en nuestro mercado que viven de lo que escriben. También hay escritores de ficción con una producción brutal que hacen su dinero. Todos han llegado a ese punto tras mucho tiempo de optimización de su trabajo: no solo se trata de escribir mucho, sino de escribir bien y de conocer a tu público.
Y creo que es fácil decir que vivir de la escritura es imposible cuando producimos doscientas palabras al día (o cuando nos quedamos atrapados en un sector o forma de publicación que no es rentable). Hablo aquí de dinero, solo de sucio dinero, por la sencilla razón de que dicho dinero es lo que permite que alguien pueda pasarse diez horas diarias dándole a la tecla.
Conclusión de las conclusiones
Así que propongo que dejemos de lado nuestras diferencias, opiniones, críticas y recelo y nos quedemos con el mensaje que a mí me gusta de todo esto:
Escribir 10000 palabras al día es posible. Pero no tenemos que escribir 10000 palabras al día.
Lo que podemos hacer es aprender de lo que Cole hace bien (una rutina efectiva, respeto por su propia concentración y descanso, entrega y disciplina para conseguir sus objetivos).
Ya están los bares llenos del tipo de autor desalentado que solo hablará de lo que Cole hace mal.
Como si a Cole eso le importase.
Y si estás en ese bar, quejándote, te recuerdo que no estás en casa, escribiendo.
*Si os interesa que mi próximo artículo sea sobre este tema, por favor decidlo en los comentarios. En caso de demanda, lo haré; si no, me centraré en alguno de los demás 1553 temas que tengo pendientes.
**Sé que existe una palabra en español para esto. Pero tendréis que perdonarme. Cada vez que escribo flujo me río como la niñata idiota que sigo siendo a veces.
¡ATENCIÓN!
Si quieres, puedes cotillear mis libros. Después de todo, los escribí para ti.
Créditos de imágenes:
- Familia en descapotable por Jack Frog en Shutterstock
- Cthulhu contra robot por MatiasdelCarmine en Shutterstock.
- Chica con plumero y poco más por Lana K en Shutterstock.
- Hombre a punto de ser atropellado por Mike Focus en Shutterstock.
- Clones sonrientes en el gimnasio por wavebreakmedia en Shutterstock.
- Héroe que demostró que la tortilla es mejor CON cebolla por wavebreakmedia en Shutterstock.
- Calendario millonario por Gustavo Frazao en Shutterstock.
- Cabecera (hombre ante diana) por alphaspirit en Shutterstock.
El modelo de este señor es impresionante y como inspiración está genial, aunque dudo que haya mucha gente capaz de seguirle el ritmo. Principalmente, creo yo, porque la mayor parte de las veces no estamos dispuestos a sacrificar tanto por nuestra escritura (al menos en mi caso, tengo la manía poco sana de anteponer todo lo demás a escribir). De momento me conformo con un objetivo de 1000 palabras diarias y ni aun así xD
Me ha motivado mucho saber que estoy muy cerca de esos datos y que podré llegar a ellso, seguramente en un año más. Gracias
El tema es interesante, si continua XD
Flow, más que flujo, lo relacionaría con fluidez. No sé si es el concepto exacto, pero me cuadra con el contexto.
Me ha parecido muy curioso el caso de este señor, pero claro, no es lo mismo hablar con alguien que lleva años dedicado a trabajar en algo (y que dedica tiempo a mejorar, oye, que es importante) que con quien acaba de empezar. Si alguien se marca el objetivo de escribir 10000 palabras cada día, tendrá que saber que eso no es cosa de empezar hoy a por las 10000. Espero que, después de leer las conclusiones, quede la cosa clara ^^» Y que luego habría que ver si de esas 10000, todas tienen calidad.
Y en resumen, un artículo muy interesante y muy bueno para pensar en la propia producción y, sobre todo, en los objetivos.
Hace tiempo que desheché la idea de dedicarme a la escritura porque no estaba dispuesto a sacrificar tanto, pero lo cierto es que no puedo menos que admitir que este tío curra bastante.
(Y bueno, que quizás sea buena idea enviarle el artículo a George Martin… desinteresadamente, claro, solo para ver si lo encuentra interesante, por supuesto, sin amenazas para convencerle de que haga algo así para nada…)
Creo que marcarse cifras de palabras no tiene sentido. En mi opinión escribir es como estudiar, un hábito, cuanto más lo haces más facilidad tienes de volver a hacerlo y tal vez si estas inspirado, tienes tiempo, la familia te deja y tal y tal… pues puedes incrementar tus registros.
Cada cual tendrá su momento y su lugar. El mío es en soledad y por las mañanas. A veces he tenido el block de notas a tope sin poder llevarlas al teclado y otras veces el block vacío porque ya lo tenía todo escrito.
Total, que estoy de acuerdo con tu artículo, Gabriella. Además como bien dices, también hay que dejar tiempo para la lectura…
Me parece fenomenal a nivel productivo esta técnica pero no lo veo del todo efectivo, al menos para mi caso. Hace dos años escribía de forma similar y si bien me sirvió para acabar mi novela y hacer varios relatos, terminé con la cabeza seca de ideas y una novela con más agujeros que Sonny Corleone en cierta escena del Padrino. Creo que las maratones están bien en su justa dosis (Como el bourbon) pero esto me parece un tanto exagerado aunque fenomenal para crear una rutina y trabajar la disciplina.
Como siempre, brillante artículo Gabriella. Muchísimas gracias por la ayuda.
Este caballero si que es un héroe, como bien decias…
Yo me quedo con las sesiones cortas ¿Porque? porque aun no encuentro mi momento ideal para escribir (aunque de a poco creo que me estoy acercando), además que mi rutina aún no esta bien asentadas.
Cuando tenga ambas cosas asimiladas, intentare tener una día maratonico a la semana.
¿Quien dice que no se puede hacer una rutina también?
Por favor. ¡Habla de los descansos en la narración!
Yo tengo mi cuota de escritura por sesión en las 2500 palabras. Sin ánimos de presumir, me siento capaz de subirlas a más de poco a poco (de vez en cuando subo sin problema a las 3000) e incluso que podría llegar a compartir la hazaña de Michael Moorcock de escribir novelas en un fin de semana (tres días), pero en mi caso, disfruto este ritmo de trabajo de ir redactando la novela poco a poco y como no paso de los tres meses que me auto impongo para terminarla, no pasa nada si continuó así por un buen rato.
Particularmente no me puedo comparar con el señor Cole. Tengo un trabajo nutricional que se momento no puedo dejar, pero es que además tengo un marido y una hija a los que les gusta de vez en cuando que les haga caso.
O que su tengo es una rutina de trabajo, aunque no creo que escriba en mis mejores horas. Ahora estoy de baja, con lo que tengo más tiempo, pero por circunstancias de la salud no debo madrugar, y a pesar de ello me acuesto pronto medio muerta. Pero es que cuando trabajo entro a esa horas imposibles en la que tu te sientas a escribir, por lo que se me complica la cosa.
Lo que si hago es aislarme del mundo: apago el móvil y le digo a mi hija de 7 años que no abra la puerta a no ser que se esté cayendo la casa. A veces consigo que no interrumpa y alcanzo lo que yo llamo el nirvana: ese fluir, el flow.
De cualquier modo, muy interesante tu artículo. Muchas gracias.
¡Besotes!
¡Hola Gabriella! Yo no escribo y no conozco técnicas de productividad. No tengo ni idea de si el método es efectivo, pero te aseguro que me han entrado una ganas locas de probarlo así que como mínimo, la técnica es motivadora 😉
¡Un abrazo!
Dos comentarios:
El primero, que durante los ochenta hubo una cierta «épica» de trabajo: Curtis Garland —Juan Gallardo—, Lafuente Estefanía, y el autor más leído en español después de Cervantes, Corín Tellado, escribían ficción a unos ritmos similares a estos y bajo unos condicionamientos brutales. Podríais decirme que su literatura es denostable, pero para mí siempre serán admirables —y me reconozco gran lector de Curtis Garland—.
Segundo, que reconozco mi incapacidad para escribir así por dos motivos. El primero que tengo un trabajo que me impide dedicar ocho horas a escribir y, como bien has dicho, para llegar a tal situación hay que ir trabajando constantemente, poco a poco, hasta ser capaz de vivir de lo que escribes.
Dos comentarios:
El primero, que durante los ochenta hubo una cierta «épica» de trabajo: Curtis Garland —Juan Gallardo—, Lafuente Estefanía, y el autor más leído en español después de Cervantes, Corín Tellado, escribían ficción a unos ritmos similares a estos y bajo unos condicionamientos brutales. Podríais decirme que su literatura es denostable, pero para mí siempre serán admirables —y me reconozco gran lector de Curtis Garland—.
Segundo, que reconozco mi incapacidad para escribir así por dos motivos. El primero que tengo un trabajo que me impide dedicar ocho horas a escribir y, como bien has dicho, para llegar a tal situación hay que ir trabajando constantemente, poco a poco, hasta ser capaz de vivir de lo que escribes.
Por otro lado necesito mucho tiempo para escribir. También lo has dicho, depende de la práctica y del tipo de literatura que hagas, básicamente ficción o no ficción. Para escribir una hora seguida, vamos a suponer que estupendamente, y obtener 1.000 palabras, he necesitado pensar —preparar, programar, hacerme mi esquemita, buscar MI FINAL, echarme un rato a la siesta (ma) — dos horas, escribir durante esa hora y revisar durante tres horas. En resumen:
a) Dos horas de preparación
b) Una de escritura
c) Tres de revisión
O sea, 1.000 palabras en seis horas —y esto para obtener resultados constatados como mediocres—. Necesito muuuuucha práctica para pasar a esos ritmos. Me quedo, pues, con las conclusiones del artículo, que resumido es: ponte a escribir, cansino.
En Julio me tomé una semana de vacaciones, para escribir. No fue tan fácil, porque factores externos, familia y razones, acabé solo con tres días para mi.
En esos tres días hice poco más de 10k. En sprints. Aprendí el rollo de los sprint con el libro de Chris Fox, y es perfecto para mí.
No puedo con las maratones, las hice años atrás y son una mala influencia para mi hígado.
El resultado de esas 10k necesita trabajo, pero eso es para otro post.
Yo creo que cada uno tiene que seguir el ritmo que sea mejor para él/ella. El problema creo que más en encontrar ese flow está en el tiempo que tienes para dedicarle a la escritura. Si eres escritor a tiempo completo y tu única preocupación es escribir será mucho más fácil que si lo tienes que compaginar con otro trabajo, familia, vida social, deporte etc… Muchas veces el problema está en encontrar ese hueco que te permita ese flow creativo y de concentración en lo que haces.
Me ha gustado el artículo, aunque me ha parecido larguísimo y a veces he perdido el hilo, pero la temática me ha gustado y he llegado a soltar alguna carcajada.
[…] Cómo escribir 10000 palabras al día […]
Mi promedio es 3000 palabras a la semana (unas 430 por día) y esto fue una bofetada, pero de esas que hacen falta de tanto en tanto. Iré de a poco acomodando mi rutina para empujarme a esta meta, que ahora sé que es posible.
¡Gracias!
Diez mil palabras al día. Y yo aquí matándome de rabia porque estamos en NaNoWrimo y apenas llego a las mil setecientas que necesito para mantenerme en la carrera (¡es domingo, por Dios!).
Me alegra ver que hay gente que puede, me enfurece que sea mediante un hábito que yo no he podido adquirir porque tengo horarios locos, y voy a dejar de quejare y sacar otras ochocientas palabras antes de cenar.
PD: Sí, escribir artículos es más rápido que novela. Definitivamente.
El caso de este hombre es extremo, eso está claro. Pero creo que motiva bastante leer que hay gente con ese nivel de devoción: nos ayuda a darnos cuenta de que nosotros podemos dar un poquito más de lo que estamos dando (¡sin tener que llegar a 10000 palabras!).
Gracias por pasarte, Carlos 🙂
[…] he hablado en este blog sobre el ma, el respiro narrativo que propone Miyazaki en sus películas. En todas sus obras, hay un momento de […]
Hola, desde mi perpectiva no se trata de escribir un montón de palabras, sino de escribir conjuntos de letras con buena calidad. Yo en lo personal prefiero un relato corto bien hecho que un libro de cientos de paginas pero mal escrito.
Estoy totalmente de acuerdo.
Además, a ese ritmo en quince días tendría escrito un libro de extensión media. A mí me parece muy poco tiempo para escribir una obra de ficción.
Javier.
javierluisperal.com
Interesante, claro, cada quien es distinto, yo paso días sin escribir y hay días que paso todo el día escribiendo, depende de cada quien y que te llegue la musa de ese día, saludos!
Yo es que no me fío de las musas, por eso creo que es tan importante escribir a diario y consumir constantemente cosas realmente buenas que nos inspiren 😉
Y en la esencia de todo: La buena rutina del trabajo creativo. Sentar un horario es lo importante, el meollo del artículo de Cole y del análisis que haces, sensei Gabriella. La cantidad de palabras es una forma de medir ese programa de trabajo, pero no es lo esencial.
Si se quiere ser escritor (ficción o no ficción), la chamba es diaria, es oficio. Las musas… es una leyenda urbana muy mona, pero no existen.
Excelente el artículo de Cole (que puede servir como una cima por lograr) y brillante tu análisis al respecto, Gabriella.
Abrazobeso desde este lado del Atlántico.
¡Así es! Cuantos más escritores conozco, más diferencia veo entre los que se toman su escritura como un oficio diario y los que creen en la inspiración y en la magia del triunfo de la noche a la mañana.
Más besos para ti.
Bueno, yo como mucho escribo 400 palabras al día (cuando estoy inspirado). Pero me voy a proponer llegar a las 1000 palabras al día. Aunque en realidad cuando más fluidez tengo es a altas horas de la noche. Gracias por tu blog, me encanta todo lo que voy leyendo.
Realmente lo importante no es que escribas 400 palabras o 10000, sino que sea un hábito, que lo hagas con constancia. Yo comencé a escribir en serio comprometiéndome a escribir tan solo 200 palabras al día durante 30 días… al final se convirtieron en 1095 días seguidos de escritura y te puedo asegurar que es lo mejor que he hecho nunca. Lo diario se acumula de forma impresionante 🙂
Hola, Gabriella 🙂
A mí me da envidia no sana Nicolas. Anda que no me gustaría vivir así. No aspiro (al menos ahora mismo) a escribir 10000 palabras al día, pero me quedo con la idea de que sí se puede. De tu artículo yo saco la siguiente conclusión: si él puede escribir esa barbaridad de palabras, yo puedo escribir 1000 al día, cosa que, después de leerte, me parece una tarea sencilla. Muchas gracias por el artículo y todo lo que conlleva. A mí sí que me gustaría que continuases con la temática.
Un abrazo,
Nico.
¡Hola, Nico! Tienes otro artículo que escribí sobre el tema después, aquí: https://www.gabriellaliteraria.com/maraton-de-escritura/ 🙂