Flaubert decía que había que ser regular y ordenado en tu vida para poder ser violento y original en tu trabajo. Y es cierto que Flaubert era un hombre de rutina estricta y trabajo violento. Eso sí, para él todo comenzaba a las diez de la mañana, y no empezaba a escribir hasta la una o las dos de la tarde. Muchos más escritores ordenados y disciplinados preferían levantarse para trabajar muy temprano, un hábito que solían adquirir por necesidad, ya que muchos, por lo menos en sus primeros años, tenían un trabajo «de verdad» al que acudir luego.
Yo desde luego estoy abogando por lo de trabajar a primera hora, muy temprano. Hay magia en la luz que empieza a entrar, en ese momento en que estás tan absorta trabajando que no te das cuenta de que se ha hecho de día. Parece que, una vez escritas las palabras y leídas las páginas, cuesta menos realizar otras tareas más tediosas pero menos difíciles, como corregir o actualizar el blog o limpiar. Siempre me ha costado mucho levantarme, despertarme. Pero creo que poco a poco lo estoy consiguiendo. Prometo más adelante un artículo con todo el proceso y los resultados. Es algo con lo que he peleado desde que tengo memoria, y la solución no ha sido sencilla ni lineal.
Hablaba de rutina y orden porque, en resumen, esa es mi vida cuando no ando triscando por ahí (así es como lo llama el demiurgo, y siempre que lo dice me imagino dando saltitos de tren en tren, de avión en avión y de conferencia en mesa redonda). Es como si tuviera un régimen férreo de trabajo (a veces funciona mejor, otras peor, pero el mínimo es el que me sustenta en los días bajos), repetitivo, que parece que no va a ninguna parte, intercalado de momentos breves de euforia al entregar finalmente un trabajo o al acudir a algún encuentro social donde recuerdo que sé hablar con personas que no sean de mi familia, aunque estos son raros y extremos, como si la interacción social normal ya no me sirviera, como si necesitara sobreestímulo para funcionar en compañía. Me he vuelto egoísta con mi tiempo libre y, dirían algunos, insensible. Me sentiría culpable si no estuviera convencida de que la culpa no sirve de nada, solo para escribir a personajes culpables.
Con todo, esta semana ha tenido sus momentos de subidón debido a la publicación de Luna de locos, novela corta con la que pude colaborar ayudando con la revisión (no tanto como me gustaría, pero comprad el libro y así podréis señalar las erratas y echárnoslas en cara). Siempre es un gusto trabajar con personas eficientes, y en ese sentido no puedo dejar de recomendar Palabaristas. La novela es un lujo y debéis leerla. Tengo también en la estantería el recopilatorio de Fuenlabrada Steampunk, firmado por uno de sus autores, David Gambero. Todos los personajes de su relato están robados de personas que compartimos y conocemos, y tengo muchas ganas de poder leerlo entero, con tranquilidad. Ya caerá.
También he mandado una colaboración terrible a un proyecto terrible. Esa es otra historia, y nada agradable. Por suerte ha sido compartido con gente de talla imponente. Ya os contaré. Es lo malo de esto de escribir: todo es asquerosamente lento. Y secreto y misterioso.
Empiezo hablando de orden y regularidad y sin embargo os ofrezco hoy esta actualización, que tenía que haber publicado el martes, en vez de la entrevista de los jueves. Tendréis la entrevista mañana. Me queda mucho aún por aprender de Flaubert.
Vamos con Beeminder:
1. Escribir mi novela. ESTOY EN EL ÚLTIMO CAPÍTULO. Falta el epílogo y mil cosas más, pero qué importa, el borrador se acaba. He vuelto al principio para empezar a corregir y he tardado media hora en revisar 700 palabras. Calculo que igual para el 2032 habrá libro.
-Palabras escritas desde el 1 de junio (cuando empecé el desafío anterior): 89194 palabras.
-Palabras por escribir antes del 1 de diciembre: 35806 palabras.
2. Hacer ejercicio. Últimamente solo me apetece pasear, paseos largos de más de una hora que suelen acabar frente a una impresionante puesta de sol y una pinta de cerveza. Me parece estupendo.
-Minutos desde el 1 de junio: 3420.
-Minutos por hacer antes del 1 de diciembre: 580.
3. Enviar a concursos. Pasando a ordenador un relato nuevo. No sé si me convence, pero es posible que consiga sacar algo en condiciones, si consigo que el final no sea el típico giro facilón.
4. Leer. Noto que mi proceso lector está cambiando bastante. Tener una medición y obligación con lo que leo me permite tomármelo con más tranquilidad, segura de que avanzo, aunque sea lento, y asimilar mejor lo leído. Estoy demasiado acostumbrada a leer en diagonal, primero por la ingente bibliografía de la facultad y luego por trabajo (para corregir, realizar informes, leer manuscritos, etc.). Ahora leo, intensamente, y es una experiencia novedosa. Sigo con Cortázar y su maestría, con Poor Economics y ahora con Cormac McCarthy (All the Pretty Horses).
Minutos leídos: 2545 minutos.
Por leer: 455 minutos
5. Actualizar blog. Aquí me tenéis. Llevar al blog al día es trabajoso, cuanto menos. A veces creo que merece la pena, otras no, pero por una razón u otra siempre acabo volviendo.
Actualizaciones hasta la fecha (desde el 1 de junio de 2014): 51
Faltan (antes del 1 de diciembre): 21
Metas nuevas:
Y ahí van todas las demás:
a) No usar Facebook ni Twitter fuera de horario
b) Acordarme de apuntar mis gastos e ingresos conformen suceden, para evitar luego quebraderos de cabeza intentando cuadrarlo todo.
c) No beber en casa.
d) Nuevo proyecto de escritura compartido.
Y, ahora sí, ahí van esos enlaces:
- Eleazar habla en su blog del narrador no fiable, en ocasiones incluso mentiroso, con algunos ejemplos. Al hablar de unreliable siempre pienso en los narradores de Perdida, de Gillian Flyn.
- Maria Popova nos habla en Brain Pickings de los libros que Tolstoi leía y recomendaba para cada etapa de la vida de un lector (en inglés).
- La analista de tendencias Elisabet Roselló reflexiona en Una historiadora en el futuro sobre la piratería y las nuevas formas de distribución cultural.
- Dice Fantífica que la Fox ha encargado un episodio piloto de Lucifer, ese spin-off de Sandman que se convirtió en uno de mis cómics favoritos. Me pregunto si será fiel al cómic, o si empezarán ya de entrada metiendo la gamba con la ultracorrección estadounidense que ha enviado a Constantine al infierno de los no fumadores.
- Si no conocéis Fabulantes, echadle ya un ojo. El texto tiene muy buena pinta, pero son las ilustraciones las que me han atrapado.
—————–
Podéis ver aquí todas las actualizaciones del desafío anterior, junto con el artículo inicial. Y aquí todas las correspondientes al desafío de otoño, que termina el 1 de diciembre.