Antes de empezar con la actualización de hoy tengo que recordaros algo importante:
Id corriendo a comprar Luna de locos, de (cómo no) José Antonio Cotrina. Es una novela corta de ciencia ficción con el habitual toque genial-fantástico del caballero. Está en Lektu y tirado de precio.
¿Ya lo habéis comprado? Vale, seguimos.
Hoy voy a hablar de la verdad.
Una de las cosas a las que llevo dándole muchas vueltas estas últimas semanas es a lo que entendemos por verdad. Es decir, hechos incontestables.
Por ejemplo, si decimos que el agua hierve a 100 grados centígrados, sabemos que es verdad. Podemos poner a hervir agua, medir la temperatura, y ver que eso es incontestable. Es lo que conocemos como una verdad universal. Aquello que sabemos que es cierto, porque se ha probado. Porque es ciencia.
No obstante, casi todo lo demás es bastante más complicado de discernir. Eso es algo que llevo años asimilando, pero últimamente me ha pegado de lleno. Y es que tuve la terrible idea de leer las primeras entradas de mi blog.
No debí hacerlo. Había algunas entradas muy tristes. Algunas hasta las he borrado, como quien quema fotos que le traen recuerdos dolorosos. Sentí una mezcla de vergüenza y pena por la persona que escribió esas entradas. Espero no sentir eso dentro de ocho años, cuando relea esta entrada. O tal vez sí. Si siento vergüenza de esta entrada dentro de ocho años, será porque he progresado. Así que, sí, hola, Gabriella, si estás leyendo esto: si este artículo te parece lamentable, es que estás haciendo algo bien.
Llevo blogueando desde… no sé. Aunque este blog ha importado las entradas de mi blog anterior, Y el exhibicionismo, ya antes de ese existió otro blog primero, que creo que mantuve desde el 2001 o así. Los blogs son como diarios, miras atrás y te redescubres, y tal vez no te gusta lo que redescubres, como si lees poemas horribles que escribías con quince años o cartas de amor gilipollas que le escribiste a alguien que desde luego no merecía la pena (aunque yo nunca he hecho eso. No. Nunca). Soy consciente de que tuve algunos años malos, pero creo que hasta leer esas entradas no he entendido del todo hasta qué punto estaba deprimida. La depresión no solo tiene todos esos síntomas tan nefastos que muchos conocemos, sino que además puede convertirte en un ególatra y un arrogante de mucho cuidado. Yo ya era ambas cosas, así que todo empeoró. Y lo odiaba todo. Todo me parecía mal. No entendía por qué no me salía nada bien, por qué iba dando bandazos, y por qué otros que, a mi entender, no lo merecían, se cubrían de éxito. Me burlaba de lo que yo consideraba que era estúpido. Pensaba que conocía la verdad.
Me gustaría pensar que ahora soy un poco más compasiva y equilibrada. Desde luego tengo muy claro que no conozco la verdad. Muchas de las cosas que pensaba que eran incontestables resultaron no serlo. Mucho de lo que creía que era cierto resultó solo serlo a medias.
Y a lo mejor llega mañana una civilización alienígena muy avanzada y nos dice que el agua no hierve a 100 grados centígrados, que lo estamos midiendo mal, o que el calor es una percepción subjetiva que no entenderemos nunca. Tal vez el agua ni siquiera exista, y todo esto sea un sueño de Antonio Resines.
Por si acaso, le doy a todo el beneficio de la duda.
Me gustaría no pronunciar sentencias, no afirmar nada; lo intento, aunque es difícil, y con frecuencia se me olvida y eso me hace sentirme mal, porque sé que solo me conduce a la cabezonería y al egocentrismo de nuevo. Por mucho que investigue y me documente sobre algo, es posible, muy posible, que me equivoque. Busco a personas que sepan mucho de algo, las escucho y leo e intento asimilar y aprender de ellas, en vez de sentir envidia y rencor como antes. Antes solo me preocupaba de enseñar, de compartir mi limitada verdad. Todavía lo hago, es una costumbre que cuesta quitarse. Me gustaría no juzgar a otros (¿qué sé yo, en el fondo, sobre sus decisiones y experiencias?) y eso también es muy difícil. Basándome en lo aprendido, intento tomar decisiones. Y eso es lo más difícil de todo. Pero decir, como Sócrates, que solo sabes que no sabes nada es tremendamente liberador.
Así que cosas como Beeminder y las metas a largo plazo ayudan. Porque una vez tomadas las decisiones de lo que quieres y necesitas hacer, no tienes que seguir gastando energía mental en su realización diaria, (lo que, en el fondo, puede ser otra forma de procrastinación, y siempre es agotador).
Vamos con lo que ha estado pasando en las últimas semanas:
1. Escribir mi novela. Como pudisteis leer aquí en el blog y por todos lados, HE TERMINADO LA NOVELA. Bueno, queda corregir, así que ahora estoy contando las palabras corregidas para asegurarme de que me pongo a ello, que corregir mis propios escritos siempre me da mucha pereza (ES MUY DIFÍSIL).
-Palabras escritas y corregidas desde el 1 de junio (cuando empecé el desafío anterior): 97690 palabras.
-Palabras por corregir antes del 1 de diciembre: 27310 palabras.
2. Hacer ejercicio. He vuelto a la piscina y sigo nadando y nadando y nadando. Voy haciendo pocos largos y sumando de forma paulatina, para evitar el típico ataque de dolor de rodillas, tobillos, loquesea que luego me deja fuera de combate, y parece por ahora que eso funciona.
-Minutos desde el 1 de junio: 3955.
-Minutos por hacer antes del 1 de diciembre: 55.
3. Enviar a concursos. Al final terminé el relato nuevo y ha quedado mejor de lo que esperaba. Falta revisarlo y enviarlo, que con suerte conseguiré hacer hoy mismo.
4. Leer. Sigo leyendo, aunque menos que antes. En mi horario actual tienen menos cabida las lecturas al sol de la mañana, así que estoy intentando encontrar otros huecos.
Minutos leídos: 2685 minutos.
Por leer: 315 minutos
5. Actualizar blog. Aquí me tenéis, de nuevo. Cada vez estoy más convencida de que compensan más los artículos largos y currados (como el de la semana pasada sobre cómo corregir tu propio libro, que funcionó muy bien) que hacer varias entradas cortas sobre mí misma, mi mismidad y mis metas. Sé que algunos seguís mi progreso y os lo agradezco, pero seguramente seguiré reduciendo las actualizaciones personales en favor de entradas más «útiles», enfocadas sobre todo a escritores y lectores, y a personas interesadas en productividad en general. Vamos, que seguiréis viendo por aquí los gráficos de Beeminder, pero con menos frecuencia.
Actualizaciones hasta la fecha (desde el 1 de junio de 2014): 58
Faltan (antes del 1 de diciembre): 14
Metas nuevas:
Y ahí van todas las demás:
a) No usar Facebook ni Twitter fuera de horario
b) Acordarme de apuntar mis gastos e ingresos conformen suceden, para evitar luego quebraderos de cabeza intentando cuadrarlo todo.
c) No beber en casa.
d) Nuevo proyecto de escritura compartido.
Y aquí os dejo los enlaces que más me han llamado la atención de este último par de semanas:
- Una interesante explicación a por qué no vemos nuestras propias erratas, de Isaac Belmar en Hoja en Blanco.
- Una maravillosa entrada de James Clear sobre qué es el sisu y cómo podemos aplicarlo a nuestra propia vida. A mí me ha emocionado (en inglés).
- No había visto esta entrevista de una de las editoras de Fata Libelli a China Miéville, centrada en los misterios de la traducción.
- Recursos para escritores que ni se me habrían ocurrido: Canal Nostalgia nos enlaza bancos de imágenes donde encontrar inspiración para nuestros personajes.
- Tatuajes que os dejarán con la boca abierta: El arte de Elvin Tattoo. Impresionante.
Pues debo ser un alienígena del futuro (Quizás por eso me siento tan ajeno a la humanidad), porque el agua no hierve siempre a cien grados centígrados :P, el punto de ebullición cambia según la presión atmosférica (o su ausencia).
Dicha esta broma barra vanidad (¡conozco un dato que no le importa a nadie!Bueno, a los astronautas), El caso, es que siempre es curioso leerte, hasta cuando parece que se le ha acabado el toner al blog e imprime la letra gris, y aunque en el momento en que escribo esto no tengo nada claro qué fue eso de tu reto de otoño.
Me parece a mí que voy a tener que eliminar muchos posts viejos… realmente no vienen muy a cuento ya.