Uno de los temas que siempre me han intrigado es si hay realmente una diferencia al escribir un personaje del sexo contrario al nuestro. Está claro que ser hombre o mujer implica experiencias culturales y biológicas diferentes. ¿Puedo yo, como mujer, narrar correctamente la perspectiva de un hombre, si su experiencia es, en muchas ocasiones, diferente a la mía?
Hace poco tuve una experiencia muy curiosa. Casi siempre he escrito desde la perspectiva de personajes femeninos, por lo menos en mis textos más largos. Realmente no me había planteado por qué ni le había dado más vueltas. Y un día empecé a escribir una historia (sí, aquella novela corta ciberpunk que corregiré antes de la llegada de los jinetes del apocalipsis, lo prometo) donde, por razones argumentales, el texto me pedía un protagonista masculino. En primera persona, además.
Fue toda una revelación. ¿Por qué era tan distinto escribir como China, el aguerrido programador informático pansexual? ¿Por qué era tan… liberador?
Frente a personajes más o menos pasivos, a los que les ocurrían cosas, China era activo. China no paraba, no se detenía a considerar, él hacía. Muchos de mis personajes femeninos intentaban resolver conflictos mediante diálogo o manipulación; China se metía en embrollos sin planteárselo siquiera. China no se cortaba al narrarle al lector su fijación con el culo o los pies (sí, ¿qué pasa?) de algún personaje de buen ver. Tal vez mi personaje masculino era cliché, tal vez me estaba centrando en la visión que yo tenía de lo que suelen ser los personajes masculinos. Y si escribes ciencia ficción o fantasía, géneros que, tal y como los conocemos, son relativamente jóvenes, es inevitable llenarte la cabeza de ciertas convenciones. Aun así, ¿por qué me resultaba tan difícil proporcionarle comportamientos más activos a mis personajes femeninos? ¿Por qué ellas se cortaban tanto a la hora de tomar decisiones, de actuar, de desear?
Me di cuenta, horrorizada, de las restricciones que les había estado imponiendo. No estoy segura de si esto tenía que ver con el sexo de mis protagonistas o si, simplemente, China era un personaje extravagante, el resultado de práctica y práctica y práctica y la ruptura de algunas de mis barreras como narradora. Me pregunté por qué no podía hacer lo mismo con un personaje femenino, y así nació Monna.
Llevé a Monna a límites mucho más lejanos que a China. Monna es un personaje caótico, tal vez sociópata. Observé que determinados comportamientos que para China eran naturales y apenas tenían consecuencias, para Monna estaban cargados de desaprobación social. Me planteé la paradoja de que, para crear a un personaje femenino verdaderamente libre, había tenido que hacerla amoral (un recurso que no es nuevo; ahí tenemos a la terrible femme fatale de toda la vida, esa mujer vampiresa-diablo que seducía y montaba una gorda hasta que era castigada). Monna no es ni una mujer seductora ni es castigada por sus acciones; por lo menos ahí he avanzado algo. Pero con ella tal vez estoy entrando también en el dilema de la libertad individual frente a la coacción social y esa es otra historia. Lo que me interesa comunicaros, más allá de reflexiones sobre el papel cultural de la mujer, es la siguiente revelación: yo, que soy mujer, y que creo en la igualdad de derechos para hombres y mujeres, no era consciente de las limitaciones que estaba imponiéndoles a mis personajes femeninos.
¿Pero cómo sabe uno si está construyendo un personaje femenino realmente válido? Tened en cuenta que no todos vuestros lectores son hombres, ¡también leemos las mujeres! Y nada nos atrae más en un libro que un personaje femenino potente, complejo, que escapa de los tópicos. A veces es tentador resolver este conflicto creando mujeres agresivas y físicamente poderosas, luchadoras, pero no se trata solo de eso. Un personaje femenino puede ser redondo sin necesidad de dar una sola patada, y puede ser completamente plano aunque sea una ninja nivel experto-máster-superguay.
Encontré este artículo de Chuck Wendig, porque, como sabéis, soy un poco fan de su blog y de sus artículos sobre cómo escribir sin pantalones. Wendig propone tres pruebas de fuego para saber si tu personaje femenino es molón o si da más repelús que una figurita de superheroína de cómic en los 90. Ya conocía dos de estas tres pruebas, así que aprovecho para presentároslas. Añado una última al final, más que nada porque es de sentido común y sirve para todo.
Primera prueba: El test de Bechdel
La creadora de cómics Alison Bechdel inventó esta prueba para películas, pero yo diría que puede aplicarse a cualquier texto narrativo más o menos largo (más que nada porque en un microrrelato pocos personajes vas a desarrollar). Parte de una premisa muy sencilla. Para aprobar el examen de Bechdel, en tu libro debe haber por lo menos dos personajes femeninos; estos personajes deben hablar entre sí; y en algún momento deben hablar sobre algo que no sea un hombre.
Parece fácil, ¿verdad? Haced la prueba. Os sorprendería la cantidad de películas y novelas que no aprueban ni de lejos.
¿Por qué es importante el test de Bechdel? Da cuerpo a tus personajes. Si tus personajes femeninos no tienen la madurez emocional suficiente como para relacionarse de forma positiva con otras mujeres, ni son capaces de pensar en algo que no sea un hombre… igual no estás retratando a una mujer, sino a una muñeca hinchable. O a una lámpara sexy. Lo cual nos lleva a…
Segunda prueba: El test de la lámpara sexy
Creado por la guionista y editora de cómics Kelly Sue DeConnick. No es casualidad que muchas de estas quejas e ideas provengan de lectoras aficionadas al cómic de superhéroes, donde hay una curiosa tendencia a pensar que las tetas de una mujer son más grandes que su cabeza. El test de DeConnick es también muy sencillo: si puedes sustituir a tu personaje femenino por una lámpara sexy sin alterar por ello los elementos básicos de la narración, igual es que tu personaje femenino está más vacío que… que algo muy vacío.
Ojo: Es posible fallar el test de Bechdel, pero aprobar el de la lámpara sexy. En ocasiones esto puede tener sentido. Encontré por internet el ejemplo de Los Vengadores: ya que es una película sobre todo de acción, hay escasa interacción y conversación entre los personajes femeninos potentes; sin embargo, estos son fundamentales para el curso de los acontecimientos (sin sus acciones no podría haber resolución). Así que mal por no mostrarnos algo de estas chicas más allá de sus impresionantes trajes ceñidos, pero bien por hacerlas fundamentales para la narración.
Tercera prueba: El test de la mujer en la nevera
Este también viene del cómic, de la mano de la mismísima Gail Simone. Proviene de una escena emblemática del mundo de la viñeta, cuando Linterna Verde regresa a su apartamento para encontrarse con que su novia ha sido asesinada por su enemigo y metida en un frigorífico.
La queja de Simone, y de muchas lectoras habituales de cómic, es que es incontable el número de personajes femeninos que solo sirven como detonante de la acción del héroe. Ya pueden ser las princesas a las que hay que salvar, o las princesas que ya han muerto: su tragedia incita al héroe a tomar justa venganza, o a desarrollar sus superpoderes, o a cualquier otra forma de avance narrativo brutal. Los pobres personajes femeninos, mientras, siguen metidos en la nevera (y quien dice nevera dice bajo tierra, violadas, torturadas o humilladas de cualquier forma). Esto es tan común que, de hecho, en El fin de los sueños intentamos jugar con ello, utilizando a una chica atractiva como incentivo para poner en marcha a los héroes; una chica atractiva que luego no es para nada lo que parece, y que les puede a todos y más.
El test de la mujer en la nevera es tal vez el más complicado, pero a la vez el más eficiente: ¿sirve tu personaje femenino solo como contrapunto para el masculino, como excusa para que este haga algo? Si es así, te estás perdiendo la gran oportunidad de crear a un personaje redondo, poderoso.
¿Y cuál es el cuarto test?
Este es, para mí, el test comodín, el que me saca de todos los apuros, no solo al escribir, sino de dudas respecto al sexismo en general. Si alguna vez te preguntas “¿es sexista esto que estoy haciendo/escribiendo?”, solo tienes que cambiarle el sexo al personaje involucrado. ¿Queda raro, artificial, no termina de encajar? Entonces sí, probablemente estás menospreciando a tu personaje.
Tu personaje femenino es genial, merece algo más que eso. Dale autonomía, ella y tus lectores te lo agradecerán.
He leído las pruebas con el corazón encogido, y debo decir que al final he respirado aliviado porque creo que las supero todas. En mi nueva novela, que estoy a punto de publicar (yo lo dejo caer, como quien no quiere la cosa…), diría que los personajes femeninos son muy independientes y (espero que) interesantes por sí mismos, no como contrapunto al protagonista masculino, aunque pienso que en una buena historia todos los personajes, sean masculinos, femeninos o incluso no humanos, en su interactuación acaban haciendo de contrapunto unos de otros.
El médico me ha dicho que no debo añadir más blogs a los cientos que ya sigo (es un decir, porque quién es capaz de seguir cientos de blogs…), pero me temo que el tuyo es bastante adictivo… No, si al final hasta voy a tener que leerme tu libro…
Saludos.
En efecto, todos los personajes pueden moverse en relación y como reacción a los demás. La clave está en no usar al personaje femenino solo como contrapunto o detonante del personaje masculino. Si lo has conseguido, eso que has hecho bien y más interesante será tu libro 😀
Respecto a mi blog… bueno, los médicos a veces se equivocan, ¿no?
Buenas 🙂
Yo siempre he sido una escritora de personajes, siempre me ha gustado hacer personajes, tanto masculinos como femeninos. Quizá es por mi afición a los juegos de rol, que me pasaría horas haciendo fichas de personajes antes que jugando (una tiene sus gustos). Por eso he podido escribir tanto desde el punto de vista de las chicas como de los chicos, y les he puesto personalidades que he intentado hacer interesantes. Chicas atrevidas y algo bruscas, así como más sumisas y pavas; tipos duros, hoscos y valerosos, así como sensibles y a veces agobiantes. Lo de los tests es gracioso, y veo que hablas de géneros de fantasía y ciencia ficción. Yo en cambio toco mucho el género romántico y en la mayoría de los casos empleo personajes femeninos. Así que algunos tests no los puedo hacer porque no puedo hacer de mi protagonista un mueble, jajaja.
Creo que el primer test es fundamental. Los otros tres, creo que si aplicas la lógica te das cuenta enseguida. Personajes femeninos que son muebles o mueren para que el protagonista se luzca, pues como que falla, ¿no? Pero el de poner a dos chicas a hablar y que no sea sobre un hombre… o sobre moda, peluquería, horarios, niños y esas cosas tan marujas… Tienes razón en que este test se suspende enseguida. Lo he visto mucho en novela romántica, amigas que mantienen conversaciones con las protas y piensas: «vaya conversación más chorra». Es difícil, no lo niego. A mí me cuesta horrores, pero creo que es porque personalmente, siempre he preferido tener amigos masculinos que entablar conversación con otras chicas. Supongo que eso también te condiciona un poco, ¿no? Digamos que tengo poca experiencia hablando con gente de mi mismo sexo, entonces no sé de qué puñetas hablan las chicas entre ellas, jajajajajaja.
En fin, gracias por estos consejos. ¡Un beso!
Es un problemón, sí. Las chicas entre nosotras hablamos de lo mismo que habla cualquier persona. Lo que sí es cierto es que en medios y textos de todo tipo tiende a enfatizarse la comunicación sobre determinados temas (fútbol para hombres, moda para mujeres) porque son discursos unitarios (destinados a unificar y a atravesar diferentes clases e intereses), y porque los hemos oído tanto que se convierten en clichés. Asimismo, el escritor que no va más allá de una creación superficial de personajes tirará por los temas que más le suena haber leído y visto en todo tipo de medios y textos, por lo que el problema se retroalimenta.
¿Cómo ves a los personajes femeninos en romántica? He leído poco de ese género, pero lo que he visto me ha echado atrás por la abundancia de personajes femeninos muy típicos y de lo más sosos 🙂
Es curioso porque, pensando en tu pregunta, realmente los personajes femeninos en novela romántica importan una mierda o menos xD Es decir, sí, es la protagonista de la historia pero en todas las novelas, ella no es importante, porque es igual que todas las demás y es completamente indiferente como sea. Es el personaje masculino el que tiene toda la importancia, el que realmente va a ser atractivo y diferente para el lector y el que nos va a atraer. Esto es cuando la novela la ha escrito una mujer. Si cambiamos de perspectiva y la historia la escribe un hombre, entonces es el personaje femenino el que cobra importancia, porque el protagonista es el chico y es su punto de vista. Siempre va a estar condicionado por la persona que lo escriba y se nota, porque da igual si la ha escrito un hombre o una mujer, o si es un personaje protagonista masculino o femenino, las preocupaciones de un personaje o de otro son completamente diferentes. Esto lo he notado leyendo varias novelas de romántica contemporánea, no lo digo por decir.
Es curioso, ¿verdad?
Qué artículo más bueno, en serio… Yo también soy adicta a tu blog, he de confesar. Por cierto, me encanta el nuevo diseño, es mucho más visual y original.
Los personajes femeninos en general dan asco, lo digo con un poco de vergüenza porque a mí también me ha tocado ser mujer en la lotería de la vida, pero me desespero cada vez que pienso en personajes literarios que me han impactado, porque ninguno tiene tetas…
Por eso me gustó mucho tu novela, ‘El fin de los sueños’, y animo desde aquí a todos a que se la lean. El personaje de Ana, por ejemplo, si lo hubiera leído de adolescente ay, cuánta alegría me habría dado en aquellos tiempos en los que las heroínas de ficción de moda eran tipo Victoria de ‘Memorias de Idhún’ o Bella de ‘Crepúsculo’ (personalmente, ninguna de las sagas pude terminarla, en el primer caso me quedé en el segundo libro… en el segundo caso, no pasé del tercer capítulo).
Como escritora, siempre las paso canutas para dar vida a personajes femeninos, porque me desesperan. Es curioso. En la vida real me relaciono más con mujeres que con hombres, osea, que tampoco es por desconocimiento, es solo que… me da pereza. Inconscientemente, asocio personaje femenino = aburrimiento. Las chicas de ficción siempre son novias de, hijas de, hermanas de, madres de. ¿Por qué no pueden ser una entidad propia, personajes que no necesiten necesariamente ‘reflejarse en algo’ para existir? ¿Por qué ser mujer arrastra tópicos tan cansinos como necesitar un hombre para sentirte completa o tener que ser bella? Siento que nos ha tocado la lotería en todos los aspectos, tipo menstruación, maternidad dolorosa, fuerza física inferior…
Me encantaría concluír con algún comentario bonito en plan feminista, pero tristemente, y por más que intento encontrar la salida a este laberinto de ser mujer, de haber podido elegir, me habría pasado corriendo al otro bando.
Quizá entonces no hubiera estado tan hastiada y mis personajes femeninos hubieran sido un poquito más interesantes, quién sabe…
Por cierto, a ver si esos jinetes del Apocalipsis se dan más garbo y nos das la alegría de poder leer tus novelas, Gabriella… cada vez que hablas de ellas tengo más ganas de leerlas. Soy una pobre estudiante sobreviviendo a la lluvia en tierras inglesas, pero por tus historias pago, ya lo sabes 😉
Creo que tienes mucha razón en que nos marcan los personajes que leemos de jóvenes. Reconozco que ahí tuve suerte, crecí leyendo a Pratchett y a Wynne Jones, por ejemplo, que tienen personajes femeninos realmente geniales. Sí que es cierto que aquí teníamos un poco más de sequía en ese sentido, pero me alegra ver que la cosa ha mejorado (y mucho). Los textos literarios son reflejos de una cultura, y que cada vez haya mejores mujeres en la ficción me indica que estamos progresando.
Es curioso lo que indicas de pasarte corriendo al otro bando. Ha habido momentos en mi vida en que he pensado lo mismo. Ahora mismo no lo cambiaría por nada del mundo, pero sí que ha sido una experiencia interesante percibir, una vez más, lo diferentes que son nuestras experiencias al intentar escribir un personaje masculino. Me fascina, por ejemplo, la libertad sexual. Tengo verdaderos problemas para expresar la atracción sexual de un personaje femenino hacia otros personajes, pero me resulta liberador (y divertido) escribir a personajes masculinos porque su deseo está legitimado de mil maneras diferentes en nuestra cultura. Es como si dijera: «No tengo miedo, nadie me va a juzgar por esto». La mujer, en el ámbito de la ficción, ha sido un elemento designado como digno de deseo y alabanza estética; es objeto, no sujeto, y tal vez de ahí llegue el éxito, por lo demás incomprensible, de La Novela Que No Mencionaremos. Creo también que es importante insistir en romper un poco ese canon estético para darle relevancia a otros atributos que en el hombre son tradicionalmente valiosas: valentía, inteligencia, integridad.
Mini comentario para disculparme por mi terrible uso del español… releo lo que escribo y ay, ay, ay. Como encima eres editora y escritora y (se supone) yo también soy escritora pues claro, me da vergüenza. En fin.
Tú piensa que yo cobro por corregir, así que, por no trabajar gratis, ni me fijo en posibles errores ajenos u_u
¿Sabes? Creo que a mí me sucede justo lo contrario, siempre me han gustado los personajes femeninos potentes no me refiero a poder físico, sino a aquellos con una personalidad fascinante, que toman sus propias decisiones. Últimamente he estado revisando novelas de esas que todos tenemos en el cajón y me he dado cuenta de que en mi caso el personaje masculino es el que en alguna ocasión está de florero, no literalmente, pero sus aportaciones tienen mucho menos peso para la trama.
Muy educativo. Conozco el test de Bechdel desde hace poco tiempo, y pensando en mis cuentitos, me di cuenta de que lo paso casi siempre. Creo que el de la lámpara y la heladera los paso también, el del cambio de sexo tendría que revisarlo, pero quizás lo pase en la mayoría de los casos.
Tuve la suerte de comenzar a escribir en serio cuando ya tenía mi feminismo personal bastante definido XD y mis personajes femeninos se salen del molde (gracias a Dios/a), al principio no me daba cuenta, lo noté después de aplicar el test de Bechdel jajaja Me ha pasado de querer pasarme al otro bando, pero estuve leyendo cosas sobre la menstruación, que no sólo me ayudaron a sobrellevar los dolores, sino que cambiaron mi perspectiva sobre las cosas. El tema da para largo, pero mejor lo dejo acá.
De cualquier modo, soy consciente de que la construcción de los personajes es más fácil cuando el relato es breve; ya veremos el día que me decida a escribir algo más extenso 😛
Saludos!!
Hola. Sigo tu blog desde hace un tiempo y me ha parecido muy interesante. El domingo pasado traté el mismo tema, por pura casualidad en mi blog, basándome en un artículo que publicó la escritora de SF y F Kate Elliot hace poco. Te lo recomiendo: http://www.tor.com/blogs/2015/03/writing-women-characters-as-human-beings
Hola, Laura, gracias por la recomendación. Creo, de hecho, que ese es el artículo que llevó a Wendig a escribir el suyo 🙂
Me resulta muy curioso que muchos libros y películas no pasen el test de Bechdel. Intentaré fijarme en el próximo libro / película que lea. Biquiños!
Vale, mi personaje no es plano.Respiro con alivio. Aunque en la última hacer parir a un hombre queda un poco raro…;D
Me ha encantado. Lo voy a tener muy en cuenta, sobre todo la 1 xD
La próxima peli que vea o libro, lo pensaré 🙂
Un beso.
Los personajes femeninos apestan porque el feminismo se encarga de que apesten. Con las minorías pasa tres cuartos de lo mismo. Por eso casi todo el mundo termina escribiendo varones blancos jóvenes, porque como es un grupo que no vive del victimismo, sus personajes valen para cualquier papel: cobardes, víctimas, asesinos, héroes, tontos, genios, protectores, amorales, etc. A los hombres les puedes hacer lo que quieras, tirarles pianos encima, cortarles un brazo, prenderles fuego, violarlos, humillarlos, etc. Cualquiera puede pegarles. Si acaso, la única limitación es cuando les haces interactuar con mujeres y minorías.
Como resultado, se suele reducir al mínimo la presencia de estas en las historias, y si salen suelen dejarse como floreros. Si te sales un mínimo de los cánones aceptables por el feminismo enseguida empiezan a tacharte de haber escrito a un hombre al que le has cambiado el sexo, y a ti de sexista, machista, retrógrado y qué más.
Y para más inri, las mismas que a base de victimismos y matonismo han impuesto limitaciones ridigísimas sobre la imagen que pueden mostrar las mujeres en ficción, se quejan ahora de la falta de inclusividad y de roles activos.
No todo son desventajas en escribir un personaje femenino. Muchos escritores consideran que ser mujer es un superpoder. Pero las limitaciones impuestas hacen que haya tan pocas diferencias entre personajes femeninos, que suele escribirse sólo una por historia porque meter más las convierte en redundantes. Los personajes femeninos son en muchos casos intercambiables. Quitando excepciones como Marilyn Monroe, puedes quitar a cualquier chica de una novela y reemplazarla por la de otra y no cambiarían ni una línea sus diálogos ni sus acciones.
Se pueden escribir personajes femeninos interesantes, y de hecho se hacen. Pero para ello hay que entender que los cánones del feminismo son un lastre que es mejor dejar de lado. De hecho, todos tus tests y comprobaciones son una puta mierda, porque las han redactado feministas, las mismas que han destrozado la ficción femenina. Sus tests son cuatro tonterías rituales que debes seguir para sentirte bien sin arreglar realmente nada. Y lo peor, son más tonterías que pretenden que autoimpongas a todos tus personajes femeninos en adición a todas las demás restricciones que ya les habían puesto antes.
Y cuantas más restricciones le pones a un arquetipo, más formulaico, más cliché, más previsible, más limitado, y más apestoso que será un personaje. He dejado de ver películas americanas porque sus personajes y guiones se han vuelto todos calcos unos de otros.
La escritora de «50 sombras de Grey» hizo todo lo contrario de lo que el feminismo dicta, y ahí la tienes como éxito de ventas. Su personaje es birrioso y cliché, pero al menos es un personaje con el que la gente puede identificarse, y no la horrenda Mary Sue que el feminismo quiere imponerte. Se pueden escribir buenas Mary Sue, pero es estúpido limitarse a ellas cuando son de los personajes menos interesantes que puedes escribir.
Y otra cosa. A las mujeres les importa el interior, y a los hombres el exterior. Por ello, los hombres se centran en acciones, y las mujeres se centran en actitudes. No es que tu personaje haga más acciones por ser un hombre, es que lo has estado escribiendo como si tú fueras un hombre, siguiendo los cánones de las novelas masculinas, en vez de las novelas femeninas.
Las restricciones a personajes femeninos se llevan aplicando desde mucho antes de que existiera el feminismo como tal, por la sencilla razón de que estaban restringidas ellas mismas como personas, y se reflejaba dicha realidad. Con honrosas excepciones, los personajes femeninos en general han tenido muchísimo menos peso, en todos los sentidos, que los masculinos. Ha sido precisamente gracias al desarrollo de la noción de que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre y puede hacer las mismas cosas (feminismo) por lo que cada vez tenemos más personajes femeninos redondos, complejos, que van más allá de la «lámpara sexy» o del simple objeto.
No estoy en absoluto de acuerdo con lo que dices, Manuel, pero gracias por leer el artículo y comentar. Estos temas pueden volverse espinosos, por lo que, si respondes o te responden, ruego que mantengamos todos un tono respetuoso.
Tu error es identificar feminismo con igualdad. El rol de la mujer se volvió más igualitario porque tras las dos guerras mundiales el número de bajas masculinas había sido descomunal y no había suficientes manos para reconstruir la sociedad, por lo que los políticos, y sobretodo los socialistas que son los que tuvieron más bajas, emitieron propaganda a lo bestia para animar a las mujeres a trabajar e incorporarse a las fábricas. Porque los socialistas ven a las personas como robots o esclavos y una mujer que no trabaja, o que hace algo que para sus ojos no es trabajo, es una mujer que no vale nada.
Y entonces llegó el feminismo, que es marxismo trasnochado de lucha de clases, se inventó un patriarcado malvado que oprimía a las mujeres dejándolas en su casa mientras los hombres se mataban en las fábricas y las guerras, y se autoadjudicó como suyo avances como el que las mujeren pudieran votar, cuando fueron precisamente los socialistas y los marxistas los que estaban en contra de ello (y aunque no viene al caso, también los que se opusieron al fin de la esclavitud).
Pues bien, lo que ha hecho el feminismo desde los años 60, es abogar por el sexismo, la desigualdad y por el privilegio, y restringir hasta niveles esquizofrénicos lo que las mujeres pueden hacer, decir o pensar, en un intento de adoctrinarlas y guiarlas como borregas por la sendaque le interesa al líder. Y al líder le interesa robots esclavos, les interesa mujeres masculinas y hombres femeninos. Y aunque en la práctica son los más sexistas, injustos y totalitarios del mundo, legislando y repartiendo subvenciones en base a si se tienen ovarios o no, para mantener el autoengaño recurren a gestos vacíos, al igual que los fariseos llegaron a inventarse miles de preceptos absurdos como el de no dar más de cuatro mil pasos en sábado, y el que no los siguiera a rajatabla era un miserable o en nuestro caso, machista.
Pues bien, desde que los políticos crearon hace unos pocos años innumerables organismos feministas para enchufar a sus parejas y estafar a la gente, las organizaciones feministas se han volcado en crear miles de normas absurdas y contradictorias para justificar su existencia, buscando maneras de reinterpretarlo todo como machismo, y considerando que absolutamente toda mujer que sale en un medio es representante de todo el colectivo. Y es por culpa de esta casta parásita que ahora los personajes femeninos en la ficción son todos la misma mierda intercambiable. Se empeñan en convertir a las mujeres en intocables y colocarlas en un pedestal y luego se quejan de que terminen convirtiéndose en un jarrón bonito.
Y oye, que yo soy el primero que dice que se deben hacer los personajes femeninos más interesantes y con mayor peso en las historias (y también de hacer que el bueno sea tanto o más interesante que el villano). Pero también soy una persona lo bastante inteligente como para saber que este feminismo moderno es una estafa descomunal que está volviendo a la gente tarumba, y una hecatombe para la diversidad de los personajes femeninos en la ficción.
Y ya de paso, te pego este comentario con un ejemplo muy ilustrativo de por qué el feminismo convierte a los hombres en mejores personajes http://i.imgur.com/ALReslu.png
Es que precisamente es eso, sí, identifico feminismo con igualdad, o por lo menos con igualdad de derechos. Si no quieres llamarlo feminismo, llámalo como quieras, pero ese es el nombre que recibe la exigencia de iguales derechos para hombres y mujeres. Hay y ha habido diferentes olas, corrientes, tendencias, movimientos, razones de ser, pero cuando yo hablo de feminismo me refiero a eso: la exigencia de iguales derechos para hombres y mujeres. Y los textos culturales son representativos (y a la vez, emisores) de la ideología de una comunidad. Me parece preocupante que, en una sociedad que se precia de ser equitativa, siga habiendo tal cantidad de personajes femeninos que no son más que eso: lámparas sexis.
Por supuesto que la corrección política puede tener consecuencias negativas, al igual que determinadas prácticas pueden ser más o menos eficientes a la hora de intentar ayudar a las minorías. Eso no es lo que trato en el artículo y es un debate muy distinto.
No he hablado de feminismo como movimiento ideológico o político. He dado algunas ideas para intentar evitar que un personaje femenino sea plano y/o solo sirva como detonante para las acciones de personajes masculinos, que es como se ha utilizado al personaje femenino desde hace mucho más que los movimientos sociales y políticos a los que haces referencia (con notables y honrosas excepciones, por supuesto). ¿Puede la corrección política influir en la construcción de los personajes femeninos? No lo sé. Pero no sé cómo puede coartar a quien tenga interés en construir personajes realistas. De todas formas, como señalé antes, el problema de los personajes femeninos vacíos viene de mucho antes de dicha “corrección”.
¿Podría haber dado ideas para que no fueran planos y simples detonantes de acción los personajes masculinos? Claro que sí. Pero la falta de personajes masculinos con autonomía no es un problema tan acuciante como la falta de personajes femeninos con autonomía. De la misma manera que los lectores homosexuales, por ejemplo, necesitan y piden libros con personajes homosexuales con los que poder identificarse mejor, las lectoras (que somos un porcentaje muy grande de lectores en general) queremos personajes femeninos con los que podamos empatizar. Y un libro siempre funciona mejor cuando todos sus personajes (sean masculinos o femeninos) son complejos.
Nadie está diciendo que un personaje femenino no pueda ser débil, víctima, miserable, etc. Solo pedimos que no sean SOLO eso, siempre. No es tanto pedir 😉
Estoy de acuerdo con el comentario del otro usuario, me parece que todos esos test son una muy mala herramienta a la hora de crear un personaje femenino, ya que los limita horriblemente, un personaje femenino sobre todo es un personaje, la manera más «igualitaria» para crear a un personaje femenino o masculino es no pensar en funciona de su sexo, simplemente pensar que son personas, y esto va a cualquier otra característica inherente como la raza, orientación sexual, etc.
Como lectora los clichés establecidos para los arquetipos de «hombre» y «mujer» son bastante molestos, el pensar que de alguna manera los femeninos son más dañinos en principio es sexista, ya que ambos muestran normas poco realistas que tiene la sociedad para cada genero.
Por otro lado no hay que olvidar que los personajes son herramientas, son medios para contar una historia, por ejemplo no tiene nada de malo el matar a la esposa del protagonista para motivarlo, no es sexista, es un hecho lógico que el perder a la persona que amas causa una gran reacción en una persona, en este ejemplo la esposa muerta es una herramienta, no es vejatorio en contra de las mujeres, las mujeres son personas, si quieres representar a las mujeres de manera realista debes escribir mujeres que mueren, se enferman, se equivocan, que sean estúpidas, inteligentes, inútiles, y las mujeres también pueden ser objetos decorativos, no tiene nada de malo, son parte del fondo de una historia, están ahí quizás solo por alguna mínima razón y no influyan gran parte en la historia, está bien, son una herramientas, si te ayuda a la historia poner a dos mujeres a hablar de hombres, adelante, no es como si fuese poco realista.
Si tienes miedo que estés escribiendo mal a un personaje femenino, probablemente también también debas replantearte de como estés escribiendo a tus personajes masculinos, esta bien que los hombres y mujeres tengan comportamientos distintos por normas sociales, o por los aspectos biológicos, pero si te cuesta plantearte la posibilidad de que los personajes reaccionen y/o piensen de determinada manera solo por sus características como personaje, su personalidad, su historia, y que de hecho lo que tengan entre las piernas no debería influir mayormente, el problema es más profundo y merece un mayor pensamiento que el tratar de acatar algunas normas que solo limitan tu historia, pero no ayudan en nada a tu escritura.
El feminismo no es sinónimo de igualdad, es un movimiento con una filosofía concreta, no es el único que dice estar luchando por los derechos igualitario, por lo tanto no debería usarse como sinónimo, es vejatorio para los demás colectivos.
Por otro lado los movimientos se definen a si mismos, generalmente más lisojeados de lo que la realidad amerita, al menos el feminismos se define a si mismo como un movimiento en pos de la lucha de los derechos para las mujeres, más su definición no dice nada sobre la ayuda a los hombres y sus derechos, esto es al menos honesto ya que el feminismo como movimiento carece de la intención de ayudar a los hombres, pero ese no es el tema de este post.
Las mujeres no necesitan personajes femeninos, los hombres no necesitan personajes masculinos, los gays no necesitan personajes gays, o una persona asiática no necesitan a un personaje asiático, claro que como los lectores pueden buscar ciertos nichos que acaten con sus gustos y eso claro está bien ya que son los consumidores, pero como creador de contenido no debe ser tu finalidad crear a un personaje simplemente para agradar a un nicho de lectores, al menos claro que tu escritura se base en nichos específicos como la literatura homoerotica por ejemplo, pero como escritor el mayor logro es crear a un personaje que sea parte de un nicho pero sea simpático para cualquiera, si un hombre puede empatizar con un personaje femenino es un verdadero logro, si un hombre heterosexual puede empatizar con un personaje gay es un logro, si una mujer puede empatizar con un personaje masculino, felicidades, eres un buen escritor, si creas a un personaje femenino para que mujeres puedan empatizar con el, o un personaje gay para lo mismo es desestimar a los lectores, al menos lectores que van más allá de leer literatura adolescente, nicho en el que abundan personajes auto insertables, los lectores maduros al menos no les interesa unas historia por la capacidad de indentificarse con los personajes, buscan una buena historia, con personajes fuertes, lo demás ocurre de manera natural. Como escritor deberías apuntar más ambiciosamente
Es la primera vez que te leo y me ha gustado mucho la entrada.
Respecto a lo que dices de la dificultad de desarrollar personajes del sexo contrario, creo que es algo que se han planteado más las mujeres que los hombres, o al menos los han trabajado mejor. Me refiero a personajes como el Lestat de Anne Rice, el Raistlin Majere de Margaret Weiss o el Tom Ripley de Patricia Highsmith, por otro lado me resulta dificil encontrar personajes femeninos creados por hombres con tanta fuerza.
Bueno, haberlos haylos (los personajes femeninos de Franzen, por ejemplo, me parecen impresionantes). Recuerdo un test que hizo The Guardian para ver si los lectores eran capaces de distinguir si un texto lo escribía un hombre o una mujer. Eran textos actuales, escogidos a tal efecto, y la verdad es que casi nadie acertaba. Creo que esto es prometedor. Cada vez hay más autores y autoras capaces de crear personajes poderosos independientemente de su sexo, y capaces de escribir una buena historia sin necesitar para ello un discurso «exclusivo» de su sexo. Yo diría que pruebas como las que se proponen en este artículo pueden ayudar en ese sentido.
Gracias por pasarte por aquí y comentar, Julia 🙂
Aunque conocía el test de Bechdel y el de la chica de la nevera, no conocía el de la lámpara sexy. Hoy me acostaré con una pizquita más de cultura en la sesera. Tu artículo me ha recordado una entrevista que le hicieron a George R. R. Martin. Le preguntaron cómo era capaz de escribir sobre personajes femeninos de una forma tan vívida y diversa. Su respuesta fue magnífica: «siempre he considerado que las mujeres eran personas».
En cuanto a mí, he de decir que nunca he sentido predilección por un sexo u otro a la hora de crear protagonistas. A mi modo de ver lo importante es que la trama funcione y, en cualquier caso, alejarse de los estereotipos. Confieso que me gusta el contraste. Puedo tener un personaje masculino neurótico y cobarde, mientras que su partenaire femenina es todo lo contrario. Siento auténtica fascinación por las crónicas de mujeres fuertes, luchadoras y con capacidad de liderazgo (Boudica, Juana de Arco, las piratas Mary Read y Anne Bonny, etc.). Quizás es por culpa de mis gustos en materia de féminas. No me importa que no se peinen mientras sepan manejar un arma y tomen decisiones que dejen una huella en la historia.
Recuerdo bien ese comentario de Martin, me pareció muy acertado. Sobre todo teniendo en cuenta que el tío crea personajes femeninos geniales, precisamente porque son complejos: con sus virtudes y defectos. Incluso Cersei, que podría cumplir con el estereotipo de guapa malvada, es un personaje con muchos matices. Y lo interesante es que todo esto lo consigue en un entorno épico-fantástico que cumple con los parámetros de sociedad tipo medieval, con su correspondiente machismo, lo que es prueba de que porque se represente una sociedad sexista o porque trabajes con un género clásicamente machista, no tienes que ofrecer personajes femeninos planos (hace poco leí a alguien que decía que en el pulp se excusaba que un personaje femenino fuese plano, porque eran los estereotipos correspondientes del género. No estoy de acuerdo, para nada). Muchos autores creen que para que un personaje femenino sea un buen personaje tiene que ser muy bueno y valiente y etc., pero la cosa es tratarlos como personajes y punto, con la misma complejidad y claroscuros que a los masculinos. Vamos, como a personas.
Personalmente me da igual que cojan armas o no. No creo que la glorificación de la violencia en los personajes masculinos de acción sea algo que haya que adoptar como algo positivo para los personajes femeninos; ya que corremos el riesgo de que algunos personajes femeninos simplemente sean personajes masculinos tipo muñequito de acción a los que se les han puesto tetas (pero eso ya es una opinión mía y sería entrar en otra discusión muy distinta). En el fondo es lo que te pide el texto: si el texto te pide que un tipo coja una escopeta y se líe a matar niños inocentes, nada debería impedir que sea una mujer la que coja esa escopeta, si la obra se lo pide al personaje. Lo dicho: personas.
Estoy muy de acuerdo contigo donde dices que lo importante es que la trama funcione y alejarse de estereotipos. En el fondo creo que no se trata tanto de personajes femeninos vs. masculinos, sino de aprender a crear personajes complejos, y que pueda dar igual el sexo que le otorgues. Tal vez así todo sería más simple 😀
Espero que no hayas malinterpretado mi fetichismo por las macizas con armadura. Y por armadura entenderemos “cota de malla, coraza y similares”, no esos bikinis metálicos que se ven en las ilustraciones de Frank Frazetta. Por supuesto que no es necesario transformar a un personaje femenino en una guerrera para que sea un “strong female character”, simplemente quería dejar constancia de lo mucho que me gusta que existan personajes femeninos que adopten el papel de heroínas (en lugar del de damisela en apuros). ¿Qué le voy a hacer? Es algo que me pone. Es lamentable que dentro del género fantástico se estile que todas las mujeres sean princesas virginales o brujas, y eso que las brujas tienen su encanto. De hecho, en mi infancia desarrollé una fijación enfermiza por el personaje de Maléfica en “La Bella Durmiente”. En fin, que no le veo la gracia a tener a una chica que está ahí sólo para decorar, sobre todo en literatura. Perdón por esta aclaración tan larga. Tras estas confesiones quizás deba esconderme una temporada bajo tierra.
Perdona, Oliver, no sé por qué WordPress me mandó este comentario a spam y no lo había visto hasta ahora.
Descuida, descuida, sé a lo que te referías, solo me pareció pertinente reflexionar sobre el problema del «Action Man con tetas». Los personas de acción femeninos son geniales también; solo expresaba mi interés por que aparte de dar muchas hostias también sean personas y no muñequitas de acción, ya me entiendes. Sobre todo cuando les ponen armaduras muy sexis y nada prácticas, como bien mencionas xD
Yo también desarrollé una obsesión enfermiza por Maléfica. Es un personaje genial… y altamente erótico. Ejem.
Te he descubierto por casualidad y me encanta tu página. Soy nueva en esto de tomarme la escritura «en serio» y he leído un montón de páginas y blogs que parecen copias unos de otros, sin embargo en esta página estoy leyendo cosas que aún no había encontrado, ¡mil gracias!
Ahora estoy escribiendo una historia en el que mi protagonista es un personaje masculino y joven, y este artículo me ha ayudado mucho.
Por cierto, tan sólo por los ejemplos que pones con tus propios personajes tengo ganas de leer lo que escribes, así que voy a seguir cotilleando por la página.
Saludos 🙂
«Soy nueva en esto de tomarme la escritura “en serio” y he leído un montón de páginas y blogs que parecen copias unos de otros, sin embargo en esta página estoy leyendo cosas que aún no había encontrado, ¡mil gracias!».
Ese es un halago tremendo, Chari, ya que es precisamente lo que me gustaría conseguir.
«Por cierto, tan sólo por los ejemplos que pones con tus propios personajes tengo ganas de leer lo que escribes, así que voy a seguir cotilleando por la página.»
Si te interesa, ahí está El fin de los sueños (disponible tanto en papel como en ebook). Y en breve aparecerá Lectores aéreos, un compendio de relatos. Y ahí queda el resto del blog, también, que hay artículos a porrones 😉
Mil gracias por leer y comentar.
El test de Bechdel nunca me ha convencido. Si yo escribo un libro sobre una mujer que naufraga en una isla desierta, y desde la primera a la última página sólo aparece ella, no pasaría el test.
El test de la lámpara en cambio no lo conocía, y me parece muy útil, pero no ya para personajes femeninos exclusivamente sino para cualquier personaje.
Estoy de acuerdo, no es 100% eficiente. Pero puede ser útil tenerlo en cuenta en textos que sí permiten esa valoración. Creo que la idea es jugar con los tres «tests» para valorar la situación de los personajes. Diría que el de la lámpara puede ser el más fácil de aplicar. Tampoco sé si valdría en el 100% de los casos (sí que puede haber un personaje muy muy secundario del que no necesitemos dar muchos datos pero que pueda actuar como detonante de las acciones del protagonista), pero es importante considerarlo.
[…] ¿Apesta tu personaje femenino? 4 maneras de comprobarlo […]
[…] ¿Apesta tu personaje femenino? 4 maneras de comprobarlo […]
Estoy de suerte. Supero las pruebas, aunque bien es verdad que las protagonistas de mis historias son niñas en su mayoría. Es un error pensar que una mujer vive solo para su novio o ser querido. Pero por desgracia, esa falsa imagen la promocionan mucho en las pelis.
En las películas además hay que narrar mucho en menos tiempo/espacio, por lo que hay menos oportunidades para desarrollar un personaje que en una novela de 400 páginas, imagino.
[…] ¿Apesta tu personaje femenino? 4 maneras de comprobarlo […]
Muy interesante el artículo.
Precisamente ahora me hallo desarrollando un personaje femenino, y aunque supera los test que propones, aún tengo dudas de su coherencia interna.
Buen artículo.
Un saludo
Imagino que serán entonces los problemas de coherencia que podrías tener con cualquier personaje, del sexo que fuera; la mejor manera de resolver eso, en mi experiencia, es darle tu libro a leer a lectores cero (y si son del mismo sexo que el personaje que te preocupa, mejor que mejor).
Gracias por leer y comentar 🙂
Para publicar personajes femeninos interesantes, no es necesario pensar como una mujer, ni como un hombre. La única clave es centrarse en la historia. Primero la imaginas, luego vas desarrollando la estructura principal, la trama y el argumento de la historia, y a partir de ahí, cuando ya tienes un esqueleto, creas tus personajes. A partir de la creación de tus personajes, vas creando sub historias para entender sus motivaciones y desarrollas sus pasados siempre concordando con la historia que quieres contar. Cuando ya lo tengas todo listo, puedes ponerles sexo a tus personajes. ¿Por qué ponerles el sexo al final y no al principio? Porque un hombre puede ser muy cobarde, y una mujer muy valiente. Una rubia puede ser muy inteligente, y un sujeto con gafas y acné en la cara puede ser muy tonto. Un hombre puede ser frígido, y una mujer puede ser una pervertida. Esas nimiedades no importan, no tienes que ver a tus personajes como hombres o mujeres, tienes que verlos como seres humanos, con sus pasados bien desarrollados y que concuerden con la historia, y a partir de eso, darles personalidad y el sexo a tus protagonista, antagonistas y secundarios.
Así es, es otra manera de enfocarlo, probablemente muy eficiente (aunque sigue habiendo condicionantes culturales en algunos entornos, que pueden influir en la elección de un sexo u otro. Si escribimos novela histórica, por ejemplo, habrá ciertas cosas que en ciertos periodos serán muy diferentes para el personaje según sea hombre o mujer).
Depende, supongo, de cómo planifiques tu obra, ya que no todo el mundo construye personajes de la manera que indicas. Creo que los puntos que indico en el artículo pueden ser útiles para personas que ya tienen construida la historia y el personaje y quieren hacer una pequeña prueba para entender un poco mejor cómo se comportan sus protagonistas.
Jajajajaja, lo que me he reído con el artículo. No me he leído todos los comentarios (algunos son casi tan largos como tus posts!) pero seguro que alguien te ha sugerido ya que hagas lo contrario, el test del mal personaje masculino. Lo cierto es que coincido al 100% de lo que dices, estamos demasiado acostumbrados a ciertos convencionalismos en la literatura y en el cine y salen personajes con ciertos rasgos. Puedo decir que algunos otros personajes femeninos de cuentos e historias viejas NO pasan el test.
Bueno, las protagonistas de mi inminente novela han superado tu test, eso me da confianza 😉
Ay, el problema es que el test de mal personaje masculino es, generalmente, el test de mal personaje y punto. Por desgracia tienden a ser más versátiles que los personajes femeninos 🙂
¡Suerte con tus protagonistas! 😀
Hay algo en este blog que me rechina, y es el hecho de que nunca se hable de personajes en general, sino únicamente de personajes femeninos. Es como si te dijeran: ¿Vas a crear un personaje inútil? No hay problema, solo asegúrate de que sea un hombre.
Este blog tiene varios artículos sobre personajes en general. Puedes ir al enlace de la categoría de personajes para ver unos cuantos: https://www.gabriellaliteraria.com/category/personajes/