Dibujar y escribir no parecen habilidades muy similares.
Hablamos de dibujar una escena o de pintar a un personaje, pero es solo metafórico. No cogemos un pincel ni empezamos a darle brochazos de color a nuestro protagonista.
No obstante, todas las habilidades creativas tienen algo grande en común: su proceso de aprendizaje. Hablo de la manera que tenemos de avanzar como artistas. La evolución de nuestra habilidad es muy similar al dibujar, tocar un instrumento o escribir.
Los mitos que rodean al aprendizaje del dibujo, por ejemplo, son casi iguales que los que rodean al aprendizaje de la escritura.
Tanto es así que, al leer el artículo de Monika Zagrobelna sobre los grandes mitos que rodean al aprendizaje del dibujante, me quedé patidifusa, atolondrada, estupefacta y, en general, de una pieza.
Eran exactamente los mismos que rodean al proceso de aprender a escribir.
Dicen los grandes maestros de dibujo, los que han trabajado con miles de alumnos a lo largo de sus vidas, que todo el mundo puede aprender a dibujar. Yo creo que todo el mundo puede aprender a escribir. Puede que tardes quince años en llegar a un punto al que alguien con mayor predisposición natural llegará en cinco. Eso es frustrante y cierto. Pero no quita que esos quince años te permitan llegar a ese sitio, a esa meta.
O también podrías dedicar esos quince años a, no sé, hacer algo de mayor provecho que escribir. Como montar una guardería para elefantes.
Vamos con los mitos que dice Monika. Como asegura ella, estas nociones no solo están equivocadas; es que son perjudiciales: bloquean tu progreso.
1. Dibujar es una sola (y sencilla) habilidad
Traigámoslo a nuestro terreno: ¡escribir es una habilidad única y simple!
Sabemos que eso no es así. ¿Verdad?
Monika explica algo que a mí me encanta, que es que la mayoría de la gente piensa que la habilidad artística se divide entre dos posibilidades: sabes dibujar o no sabes dibujar. Con la escritura pasa lo mismo: dicen que o sirves o no sirves. Si no me creéis, podéis dedicar una semanita larga a leer todos los comentarios de mi blog y veréis cuántas personas se irritan conmigo y me aseguran que escribir es un talento y «vales o no vales, y punto».
A día de hoy, no conozco a ningún escritor que sencillamente «sepa» escribir. Toda escritura de calidad lleva detrás años de formación, en un sentido u otro. Sí, hay autores que escriben primeras obras fenomenales, pero habría que preguntarles a) cuántos manuscritos tienen en el cajón y b) qué tipo de habilidades han desarrollado a lo largo de su vida que les hayan estado preparando, aun sin saberlo, para escribir genial.
Es posible que no lo sepas, pero disfrazarte de algún animal irreconocible mientras sonríes con los ojos cerrados bajo la nieve es una habilidad indispensable para escribir bien.
Escribir, al igual que dibujar, no se limita a dos niveles, al sabes o no sabes. Es más bien una escala larga de progreso, que Monika divide en 10, donde 0 es falta absoluta de habilidad (ya sabéis, gente para quien la ortografía es algo extraño y lejano, que procede de universos ajenos) y 10 es ese nivel donde tu habilidad es tal que has alcanzado la perfección absoluta y eres una suerte de arquetipo irreal platónico del arte.
(Quedaos con la idea esta de la escala, porque vamos a regresar a ella con frecuencia).
La mala noticia, queridos míos (y de verdad que siento comunicar esto), es que esta curva de aprendizaje tiene el problema de siempre: es fácil y relativamente rápido pasar de 0 a 1, de 1 a 2, incluso del 2 a 3. Pero del 3 al 4 la cosa ya se va a poner bastante más difícil. Y si llegas al 9, seguramente te pasarás el resto de tu vida intentando llegar a un 10 que, en realidad, solo existe en tu cabeza. Por eso, el mundo de la escritura está lleno de autores que escriben de manera más o menos razonable, pero que tampoco sorprenden ni fascinan.
Pasar de un nivel 5, donde sabes comunicar correctamente e hilar una historia, a un nivel 6, donde ya entras en el terreno de la profesionalidad, puede ser duro, ya que hay muchas técnicas y conocimientos que superan a las típicas guías para principiantes y que entran en un terreno más a) subjetivo, b) caro y c) en manos de personas que no tienen por qué tener ganas de dedicarse a la enseñanza (están demasiado ocupadas desarrollando su propia habilidad).
Para alguien con escasos conocimientos literarios y técnicos, solo existen dos niveles. El «este libro es una caca» y el «este libro es la hostia». En el momento en que crece el bagaje lector, nuestros gustos se refinan. Hace poco perdí demasiado tiempo intentando explicarle a un conocido por qué un autor no me gustaba. ¡Pero si escribe genial!, me decía él. Para este lector, poner montones de adjetivos y utilizar palabros era escribir bien, del mismo modo que un dibujo hiperrealista puede fascinar a muchos. Sin embargo, aquellos que han dedicado muchos años a intentar subir de un nivel a otro en esa maldita escala saben que el barroquismo no es sinónimo de calidad ni el hiperrealismo implica una habilidad superior a, digamos, un dibujo excelente de manga.
Nuestro aprendizaje nos proporciona la posibilidad de analizar una obra y entender qué procesos se han aplicado y a qué nivel de habilidad corresponden.
Proceso real de aprendizaje:
Aquí podéis ver que mi habilidad para el dibujo, por ejemplo, está entre el -3 y el 0,5.
Proceso que también podría corresponderse con la realidad:
Proceso en que cree la mayoría de la gente:
Todo esto nos lleva al segundo mito, uno de los más odiosos.
2. No puedes dibujar si no naciste con talento
Ya lo he dicho muchas veces: creo que eso del talento es tremendamente dañino.
¿Existe el talento? Claro. Algunas personas nacen con el cerebro mejor preparado para ciertas habilidades. Tienen una combinación espectacular de propiedades que, de entrada, les permiten ser mejores que tú. Y si encima las disfrutan (¿y quién no disfruta haciendo algo que se le da bien?), eso se nota en su trabajo, lo cual le da un brillo o genialidad especial.
Siempre pongo el mismo ejemplo. Una vez vi en Facebook un dibujo que Enrique Corominas había hecho con quince años. Da igual cuanto dibujes o te esmeres los primeros diez años de tu vida: probablemente no vas a hacer un dibujo así.
Pero me quedo con lo que dice, a su vez, Medusa Dollmaker, quien reconoce que se enfada cuando otros le dicen que «qué envidia, ojalá yo pudiera dibujar como tú». Como dice Medusa, ella era la que, de adolescente, no salía los fines de semana, para quedarse en casa dibujando. Sí, tienes envidia, pero ¿harías lo mismo que ella?
La genialidad existe. Pero implica dos cosas:
- Que la genialidad por sí misma no sirve de nada si no hay una entrega y un aprendizaje.
- Que no es necesario ser un genio para desarrollar de manera profesional y excelente una habilidad. De hecho, en algunos sentidos tienes ventaja, como explico más abajo.
Las personas «con talento» tienen una manera diferente de pensar, fijarse y relacionar ciertos conceptos, que les permite avanzar mucho más deprisa en esa escala ya mencionada. Lo alucinante es que algunas de esas maneras podemos aprenderlas.
Sí, como lo oyes. Perdón, lees.
Por otra parte, tener talento suele convertirse en un obstáculo. Funciona muy bien al principio, pero no a largo plazo, donde la resistencia y el hábito de trabajo es mucho más importante. Me recuerda a los alumnos con buena memoria que apenas tienen que estudiar en el instituto y se horrorizan cuando se dan de bruces contra la exigencia universitaria.
Tío, no es mi intención humillarte en público, pero tu teoría sobre las integrales pitagóricas en incremento químico exponencial es ridícula y no se sostiene por ningún lado.
Cuando tienes cierta habilidad para hacer algo, te confías. Las cosas te salen bien a la primera (o crees que te han salido bien, que esa es otra), porque tienes ciertas facilidades innatas. En el colegio exageran y te dicen que vas a ganar un Nobel. En casa aplauden cualquier mínimo esfuerzo. Todo porque tus resultados, aun mierdosos, son superiores a la media. Y todo eso hace que avances muy rápido durante esos primeros niveles de la escala.
Lo malo es que cuando llegas a cierto punto, tu talento natural ya no es suficiente. Llega el momento de la técnica, del estudio, de la lectura analítica. Y tú estás tan atrapado en tu visión de «todo ha de ser fácil y mágico» que lo rechazas. Crees que eso no es «escribir de verdad». No obstante, tu gusto y percepción sí han avanzado también, y empiezas a ser consciente de que eso que haces no está tan bien como pensabas. Además, el mundo ha cambiado y hay gente ahí fuera mucho mejor que tú. Tus profesores ya no te alaban, te exigen. Los demás se atreven a criticar lo que haces.
Horror. No sabes. No sirves.
Y llega la desesperación. El «nunca podré mejorar», porque crees que la escala es milagrosa y que no puedes subir mediante esfuerzo y estudio. Por eso yo apenas escribí en años y años.
Años que podría haber estado practicando y aprendiendo técnicas, libre de la máxima gilipollez de pensar que tenían que bajar las musas e inspirarme a «escribir de verdad».
Bueno, más vale tarde que nunca, ¿no?
3. Los dibujos salen bien o no
Una vez, un señor en un bar (siempre hay un señor así en un bar) me dijo que escribir poesía era muy fácil y que él tenía mucho talento para ello. Que podía escribirme un poema sobre la marcha, en una servilleta.
Lo hizo. El poema era una caca grandiosa. Como soy de origen anglosajón y muy educada, sonreí y me alejé lentamente de la barra, con cuidado de no mantener contacto visual.
Dramatización de la experiencia, donde la doble de acción de Blake Lively interpreta a servidora.
Cuando empezamos a dibujar, cuando empezamos a desarrollar habilidades de forma inconsciente (por ejemplo, la sicomotricidad que nos ayuda a producir formas y líneas de cierto modo), de vez en cuando producimos algún dibujo que nos parece la repera, y lo guardamos como oro en paño. No sabemos por qué ha surgido así, y probablemente no seríamos capaces de hacerlo de nuevo.
Con la escritura pasa igual: ¡eh, mirad qué poema tan chulo me ha salido!
Conforme avanzamos de nivel en ese proceso ya descrito, somos cada vez más conscientes de la manera en la que llegamos a producir los dibujos y los poemas buenos. Producir algo eficiente ya no se limita a la suerte y a la casualidad. Creamos algo y lo perfeccionamos, una y otra vez. Entendemos el mecanismo. Entendemos cómo funciona la rima interna, la metáfora, la sonoridad de las sibilantes. Y no nos enamoramos de ninguno de nuestros poemas, porque sabemos cómo lo hemos creado y queremos hacerlo aún mejor, porque tenemos las herramientas para ello.
Un texto no «sale» bien o «sale» mal. Aplicas tus conocimientos y obtienes resultados similares a lo que esperabas. Por supuesto que hay un factor de «suerte» (tu estado mental de ese día, una serie de ideas que han conectado mejor que otras, tu bagaje cultural para ciertos temas, tu manera de documentarte, etc.), pero esa variable no es definitiva.
El escritor que ya está bastante arriba en la escala no tiene un cariño posesivo a un texto en concreto, ya que a) produce tantísimos textos que tendrá muchos que le gusten y b) tiene las herramientas para volver a producir un texto igual de bueno. Esa es una de las razones por las que los escritores profesionales se preocupan mucho menos por el plagio que los escritores que empiezan.
Si un relato «no salió bien», no te limites a tirarlo a la papelera. Pregúntate qué ha fallado. Y si ha salido bien, pregúntate qué has hecho ahí que puedas aplicar a relatos futuros.
4. Dibujar sirve para impresionar a otros
Ya he comentado lo de los profesores que juntan las manitas, te miran con ojos brillantes y te dicen que eres lo mejor que se ha inventado desde los auriculares inalámbricos.
Esto nos mete ya desde pequeñitos una idea muy nociva en la cabeza: dibujamos (¡y escribimos!) para recibir validación ajena.
Tanto es así, que muchos de los escritores que conozco se dividen en dos categorías:
- Aquellos que montan en cólera a la más mínima insinuación de que su obra no es perfecta y
- aquellos que dicen escribir solo para sí mismos, cuando en realidad lo que tienen es pánico de que alguien juzgue su obra y les haga sentir que no valen para escribir (ver punto 2 de este artículo).
—Que así no se coge una cámara, Manué. —Cállate o dejo la cinematografía para siempre.
Estas mentalidades son propias de los primeros niveles de la escala. Cuanto más asciende en ella un escritor, más consciente suele ser de que la crítica es necesaria. Uno solo no puede analizar completamente su propia obra, por la subjetividad inevitable que implica. Y os aseguro que he oído cientos de excusas para justificar esto, desde el «yo no necesito a un corrector» a «los reseñadores no tienen ni p**a idea». Algunos de esos argumentos tienen parte de razón, pero sospecho que en algunos casos hay detrás un pánico terrible a que otra persona opine sobre nuestro trabajo. He visto errores que se repiten una y otra vez en el mismo autor simplemente porque es incapaz de escuchar cuando otros se lo señalan repetidamente.
Como dice Monika, la motivación detrás de tu trabajo no puede ser solo la validación ajena, o nunca conseguirás avanzar. Generalmente, aquellos que suben en la escala tienen todo un abanico de razones, entre las cuales destaca la propia diversión de crear y la satisfacción de terminar algo que a ellos les gusta. Por eso mismo, es posible que artistas que estén en el nivel 8-9 produzcan obras que a otros les parezcan horribles, porque están utilizando habilidades y percepciones muy superiores al resto, con resultados difíciles de comprender para el lector medio.
Esto me hace gracia, porque lleva a la consabida expresión enfurruñada del escritor principiante de «es que no saben apreciar mi talento revolucionario» cuando recibe un rechazo editorial. Confunde la simple mediocridad con la brillantez de quien lleva toda su vida desarrollando un arte.
Si quieres tomarte en serio la escritura, pregúntate cuál es tu motivación principal. Si está en la aceptación ajena, prepárate para sufrir mucho, mucho, mucho.
5. El dibujo bueno es el dibujo realista
El único género válido es el realismo. La única novela válida es la «literaria». Solo eres un escritor de verdad si escribes ficción. Y otras idioteces por el estilo.
¿Amas la ciencia ficción, la romántica, la histórica, la epistolar?
Tú escribe y disfruta. Ningún género es superior a otro y tú eres libre de reinventar, desarrollar o perfeccionar lo que te dé la gana.
Hay que tener una habilidad excepcional para saltarse las reglas, para llegar al cubismo. Hay que tener una habilidad excepcional para saltarse las reglas en la escritura, para manipular la gramática, la sintaxis y las bases narrativas a tu antojo.
Puedes probar, claro. Experimenta tanto como quieras, saborea todos los recursos que encuentres. Pero preocúpate de conocer las bases, esas reglas ya mencionadas, porque tienes que entender por qué están ahí antes de poder retorcerlas. De nada sirve inventar una lengua si desconoces cómo funciona el código que ya utilizas.
6. Si ya lo has probado y no has tenido éxito, significa que esto no es para ti
Y regresamos a la maravillosa noción estúpida del talento. Todos hemos pasado por aquí: escribimos un relato, un poema o lo que sea, lo mandamos a un concurso o a una convocatoria editorial y no conseguimos nada. O tal vez algún reseñador feroz se enzarza con nuestro texto. Nos miramos los pies y decidimos que tanta humillación no merece la pena, que para qué seguir.
Esto de escribir es un peñazo. Es hora de volver a mi carrera brillante de modelo de stock.
Ya he hablado de la importancia de considerar el rechazo como un medio de aprendizaje. He de reconocer que, aunque comprendo exactamente cómo se sienten, me irritan los escritores que me vienen llorando porque una editorial ha rechazado su manuscrito. Alma de cántaro, ¿cuántas veces creen que me han rechazado a mí? ¡Y menos mal! Si me hubiesen publicado esas primeras obras, ahora me moriría de la vergüenza.
Pasa algo similar con escritores que se lanzan a autopublicar su primera novela. Rafa de la Rosa hablaba de su pánico al respecto aquí y del temido síndrome del impostor. No sé si usaría eso de síndrome del impostor. En cierta manera, una primera novela es una impostura real: es una mera muestra de lo que conseguirás en años venideros. Es importante que no funcione, de hecho, que esté llena de fallos. Veo casos de éxito con primeras novelas que son muy peligrosos: el autor se convence de su habilidad y deja de progresar. El fracaso, sobre todo al principio de nuestra carrera, es muy necesario. Tener expectativas de que una primera novela sea la p**a en vinagre es comprensible, pero no es útil ni realista.
Dice Monika: Don’t choose drawing only because it looks easy—it isn’t. No elijas dibujar solo porque parece fácil, porque no lo es. No elijas escribir porque parezca fácil. Si te parece fácil, estás haciéndolo mal. Cuanto más ascendemos en la famosa escala, más nos damos cuenta de lo horriblemente difícil que es escribir bien.
Hay muchas otras habilidades ahí fuera, en serio. Qué manía la de todo el mundo por escribir. Tal vez porque, a diferencia de la gimnasia rítmica, de tocar el piano o del culturismo, parece muy fácil. La parte del inicio, la de juntar letras y palabras, ya nos la sabemos, ¿no?
Puedes escribir veinte libros y no avanzar ni un pasito: escribir bien implica estrujarse los sesos de mil maneras hasta dar con aquello que te hace progresar. Hay muchas formas de conseguir esto: cursos, talleres, asesoría profesional, estudio, libros, etc. Pero ninguna de ellas te librará de ese agonizante estrujar de sesos.
Si ya lo has probado y no has tenido éxito, no significa que esto no sea para ti. Significa que acabas de empezar.
7. Un buen artista puede dibujar cualquier cosa
Esto también es aplicable a la escritura. Si bien hay habilidades asociadas a la escritura que nos permiten meterle mano a otro género o formato con mayores posibilidades que los que empiezan a escribir de cero, no es lo mismo escribir una novela que un relato que un artículo que una tesis doctoral que un poema.
Hay que especializarse, no queda más remedio. Por supuesto que es importante probar otros géneros y formatos para aprender de ellos, salir de nuestra zona de confort y tener sexo de ideas satisfactorio. Pero una y otra vez veo a escritores de letras de canciones que publican libros atroces de poesía, novelistas que de repente aseguran dominar el arte del relato corto y cuentistas que se meten de cabeza en una novela sin estudiar mínimamente cómo se estructura.
La especialización tiene muchos peligros, pero también tiene una gran ventaja: aprendes mucho más rápido (y además tienes un nicho, un público objetivo mucho más definido). ¿Vendríais a mi blog si además de hablar de escritura hablase de diseño de museos, de investigación microbiológica y estrenos de Chanel para esta temporada?
Si quieres ser el mejor en todo, acabarás, como mucho, siendo aceptable en muchas cosas. Si quieres ser el mejor en tu género, sector o nicho, conseguirás, por lo menos, ser muy bueno en tu género, sector o nicho.
8. Necesitas herramientas especiales para dibujar bien
Las herramientas ayudan mucho, eso lo sabemos. Yo, que tengo la caligrafía como afición, os puedo asegurar que usar una tinta Pelikan con una plumilla de plástico, baratuna, no es para nada como usar una tinta Winsor and Newton con una Leonardt.
Lo mismo ocurre con las rutinas: nos ayudan a hacer nuestro trabajo. ¿Pero significa esto que si no tienes tu Mac con Scrivener, con un cuaderno Moleskine al lado y tu pluma Montblanc, sentado a tu escritorio a la hora exacta con un café al lado, no puedes ponerte a escribir?
Yo soy más de PaperBlanks con Pilot V5, pero ya me entendéis. Las herramientas ayudan mucho, pero lo único que necesitas, en el fondo, es escribir. Y una restricción voluntaria (probar a usar solo ciertas palabras, obligarte a usar un recurso nuevo o a escribir de un modo distinto) te ayuda a encontrar nuevas vías de creatividad.
Os lo digo yo, que escribo en aviones, bares, trenes, autobuses, hoteles, cuartos de baño y bajo una farola en la calle.
Os echáis a llorar cuando en el Starbucks de vuestro pueblo no tira el wifi, pero que sepáis que ahí fuera hay gente que tiene que escribir en condiciones realmente horribles, como esta pobre mujer, condenada a estar siempre con extrañas figuras geométricas traslúcidas revoloteando alrededor de su cabeza.
Las rutinas y herramientas deben ser complementos, nunca muletas.
9. Eres demasiado mayor para empezar a dibujar
Creo que contestaré a esta enunciación tan absurda con este enlace.
Monika dice que hay dos tipos de personas que dibujan: los niños y los artistas. Esto suele deberse a que los niños reciben motivación para dibujar, al considerarse un acto de expresión creativa. Y tienen más tiempo para ello. Por eso también, muchos escribimos de niños y adolescentes, pero luego nuestro cerebro se vuelve más crítico, ya no recibimos la misma motivación, nuestras obligaciones adultas se meten por medio y dejamos de escribir.
Y cuando nos ponemos de nuevo, nos decimos «qué horror, escribo como un niño».
Lo curioso es que, a diferencia de otras muchas habilidades (como aprender un idioma), no estamos peor capacitados que un niño para desarrollar lo que necesitamos para escribir bien. Hasta tenemos ventaja: tenemos más experiencias vitales con las que inspirarnos, mayor madurez para entender el mundo que nos rodea y mayor disciplina para avanzar en nuestro arte.
Todo el mundo empieza en algún momento y los comienzos dan resultados feos, muy feos. Si de verdad quieres escribir, cada día que no aprendes más sobre la escritura es tiempo que estás desperdiciando. Y podemos recuperar algo de la ilusión y diversión que nos daba escribir (¡y dibujar!) cuando niños.
Eso sí que motiva.
10. Dibujar y pintar son lo mismo
Dibujar y pintar requieren habilidades diferentes. Que sepas dibujar no significa que sepas pintar y viceversa.
Del mismo modo, las acciones de crear/escribir/producir un borrador no son las mismas que reescribir/corregir/revisar y requieren también de habilidades y conocimientos diferentes.
Puedes ser un escritor excelente, pero tendrás que adquirir conocimientos generales de gramática y ortografía para pulir tu texto. Deberás aprender técnicas para darles redondez a tus personajes y hacer que brille tu ambientación, actividades que tienden a realizarse en la reescritura.
Es sorprendentemente común que escritores que no tienen ningún problema para escribir cantidades ingentes de palabras de borrador tengan un bloqueo a la hora de corregir (¡y de planificar!). O que correctores profesionales, personas que tienen un dominio excelso de la lengua, sean incapaces de crear un texto interesante.
Puedes dibujar sin saber pintar. Limitarte al blanco y negro: pagarle a una serie de profesionales para que editen tu texto. Puedes pintar con un mal dibujo, pero el resultado va a ser… limitado.
Por esto, insisto en la importancia de:
- Saber planificar, liberarte de bloqueos, generar ideas e implementar con éxito hábitos que te permitan escribir de manera periódica y
- Aprender lo suficiente sobre tu lengua y tu arte como para hacer una reescritura eficiente y una corrección válida (aunque luego necesites otro par de ojos para asegurarte de que no se te escapa nada importante).
Y el final:
Al final de su artículo, Monika concluye que si empezamos a pensar en el dibujo como en cualquier otra habilidad (cocinar, hacer ganchillo, maquillarse, jugar al fútbol) nos liberaremos de la noción de que dependemos del talento para avanzar y por fin podremos progresar. Creo que ocurre exactamente lo mismo con la escritura. Si veis los comentarios al artículo de Monika, veréis más de un párrafo indignado, de personas que siguen insistiendo en la necesidad del talento. Tengo asumido que por aquí caerá alguno también. También asumo que habrá a quienes esta frase de Monika les anime:
Si quieres dibujar, no dejes que tu ambición te impida ser principiante.
Si quieres escribir, no dejes que tu ambición, tu perfeccionismo y tu impaciencia te impidan empezar siquiera.
Cualquiera NO puede dedicarse a escribir. Pero no por las razones que pensáis. No porque «valgas» o no valgas. No es solo una cuestión de desarrollar una habilidad. Es simplemente que no todo el mundo tiene la resistencia (y obsesión) necesaria para dedicar su vida a la escritura (y menos mal). Creo que eso debería preocuparnos tanto (o más) que nuestro supuesto talento.
Puede que haya algo de magia en aquellos que llegan a la genialidad, una combinación única de experiencia, actitud y habilidades que proporcionan un toque especial a su trabajo. Ese algo que dicen que hace que una obra trascienda (si la gente supiera la de factores que influyan en que una obra trascienda… no todos se basan en la validez del texto). Isaac, por ejemplo, opina que eso no se puede enseñar (aunque tal vez se pueda aprender). Diana también apunta a ese «algo» especial. Creo que el problema está en que son cuestiones que pertenecen a un nivel tan alto de la escala que son imposibles de explicar y transmitir a los que están más abajo. Pero existen, no son figmentos mágicos regalados por un dios injusto. Creo en la magia cuando escribo fantasía, pero no cuando alguien me habla de escritura.
Monika termina con otro asunto importante, con el que estoy muy de acuerdo.
Hasta ahora hemos hablado de cómo aprender a escribir bien. Pero es necesario añadir que no es obligatorio aprender a escribir bien. Y mucho menos aprender a escribir a secas (aunque es muy útil, para todas las facetas de nuestra vida).
Si nunca te conviertes en un artista excepcional, ni siquiera en un buen artista, no significa que has fallado. No necesitas grandes metas: necesitas ese rato de amor entre el papel (o la pantalla) y tú. Eso está bien, es hermoso.
Aprender a escribir debe ser su propio premio: si no disfrutas con tu arte, si no proporciona ningún valor a tu vida, puedes abandonar. No pasa nada.
Hay muchas otras cosas grandes y maravillosas ahí fuera.
(Dibujar, por ejemplo).
¡ATENCIÓN!
He podido crear este artículo y publicarlo gracias a la amable generosidad y belleza espléndida de mis mecenas. Entre ellos, va un gracias especial a Jorge del Oro, Carlos S. Baos, Ana González Duque, May Quilez, Eduardo Norte, Carla Campos, Adela Castañón y Anabel Rodríguez por sus contribuciones. Si tú también quieres ayudarme a seguir creando publicaciones como esta, por favor considera pinchar aquí y echarle un vistazo a mi Patreon.
Ya has visto que estos artículos tienen bastante tarea. Por menos de un euro puedes echarme una mano y además recibir recompensas divertidas 😉
O también puedes cotillear mis libros. Después de todo, los escribí para ti.
Créditos:
- Imagen de guardería de elefantes, por Zastolskiy Victor en Shutterstock.
- Imagen de chica en la nieve, por Neangell en Shutterstock.
- Imagen de jóvenes guais universitarios por Monkey Business Images en Shutterstock.
- Imagen de tipo cogiendo una cámara por guruXOX en Shutterstock.
- Imagen de modelo cansada de la vida por fizkes en Shutterstock.
- Imagen de matemática por vectorfusionart en Shutterstock.
- Imagen de mujer que huye por David Prado Perucha en Shutterstock.
- Imagen de cabecera (pinceles) por Chamille White en Shutterstock.
Cada vez que me paso por aquí, me voy con un chute de optimismo. Eres una de mis «camellas» favoritas 😉 ¡Genial artículo!
Muchas gracias por este artículo, Gabriella, me viene al pelo.
Es verdad, los niños dibujan y dibujan bien. Dibujan sin maneras y el resultado es tan fresco que nadie dudaría en colocar esos dibujos en la nevera. Eso es así mientras dibujan por pura necesidad de representar un mundo que recién estrenan. Con el habla les pasa igual: se lanzan a decir las cosas sin censura, y les salen frases graciosas, o hasta poéticas. ¿Pequeños artistas o solo personitas sin miedos? Pues, en cuanto perciben el peso de las normas (leyes de perspectiva, gramaticales), ya se encogen los trazos, se miden las palabras, y adiós a la espontaneidad… Es curioso que este paso suele ocurrir hacia los siete años; edad señalada para ritos de iniciación en mucha culturas.
El artista, no importa si pintor o escritor, tiene que recorrer el camino del aprendizaje, técnico y vital, para después desandarlo hasta volver atrás atrás, al momento sin miedo… pero sabiendo.
P.S. Ya sé que las gracias no se comen; otro día un poco de mecenazgo.
«El artista, no importa si pintor o escritor, tiene que recorrer el camino del aprendizaje, técnico y vital, para después desandarlo hasta volver atrás atrás, al momento sin miedo… pero sabiendo».
¡Justo! Mira que es difícil todo esto: conocer las reglas y mejorar dentro de ellas, pero a la vez tirar abajo barreras mentales y culturales para recuperar la frescura de la infancia… ¡casi nada!
Créeme si te digo que es lo que necesitaba para mi situación actual. Con lágrimas en los ojos te digo Gracias!
Un beso
Me alegro muchísimo de que te haya servido, Tatiana 🙂
Me encanta ese desmontaje de mitos como el del «talento». Y la guinda final, eso de que aprender a escribir es el propio premio, ha sido para mí algo evidente desde que me lo empecé a tomar en serio. Supongo que por eso estoy aquí. ¡Gracias! 😉
Gracias a ti por pasarte y comentar, Adela <3
En el momento justo! Cómo haces? Hoy mejor que ayer o mañana, gracias por este artículo! No llego a las lágrimas pero supongo que es de dura que soy no más… Un abrazo!
¡Ay! Otro abrazo grande para ti, Alicia.
Y demos gracias que nuestra creatividad se fue por el lado de la escritura (o el dibujo [guiño]), porque si se hubiera ido hacia la música o la danza, a los prejuicios anteriores habría que agregar la edad y la condición física. Para la música, o comienzas niño o adolescente o ya se amoló la cosa y para la danza, si aparte de no comenzar en la infancia careces del físico adecuado (por no hablar además del pie plano), eres caso perdido.
Escribir es un maratón que se lleva al trote y que dura toda la vida.
Abrazobeso, Gabriella. Como siempre, gran entrada.
De la música no puedo hablar, pero lo de la danza es un fastidio tremendo, sí. Y lo mismo cualquier deporte. Aun así, no faltan historias inspiradoras de gente octogenaria que corre maratones y tal.
Por lo menos, como bien dices, nosotros los que escribimos ahí llevamos ventaja 🙂
«Si nunca te conviertes en un artista excepcional, ni siquiera en un buen artista, no significa que has fallado. No necesitas grandes metas: necesitas ese rato de amor entre el papel (o la pantalla) y tú. Eso está bien, es hermoso.»
Ya está, te amo.
Gracias por tu amor <3
Un artículo de esos que se guardan y se rescatan en los momentos de bajón: todos tenemos días malos (y por lo general su número supera con creces a los buenos) y no es fácil mantenerse al pie del cañón… A veces viene bien recordar que el camino no es fácil, ni se supone que deba serlo.
«A veces viene bien recordar que el camino no es fácil, ni se supone que deba serlo.»
Ay. Créeme que lo recuerdo todos los días.
Y aun así aquí sigo 😛
Estoy muy de acuerdo con lo que has escrito. Tanto, que me permito redundar:
a) Genialidad = Talento + Voluntad. Ponle voluntad y luego ya veremos qué sale.
b) Todo tratado de armonía y composición, incluyendo el del rompedor Arnold Schönberg —he tenido que copiar el nombre porque…— comienza diciendo, más o menos, que las reglas están para saltárselas, por eso hay que conocerlas tan bien. (= estudiarlas mucho, mucho, mucho.)
c) Sí, yo también. Yo también dejé de escribir de adolescente y he vuelto con casi cincuenta años. Eso de que nunca es tarde es mentira —después de muerto no es buen momento—, pero cuando empiezas a disfrutar de nuevo, esto… empiezas a disfrutar de nuevo.
d) Lo mejor para escribir es… ponerse a escribir.
e) De acuerdo con la conclusión. Si te pagan por algo que no disfrutas puede ser un trabajo, pero si no te pagan por algo que no disfrutas, ¿para qué coñ… esto, para qué lo haces? —sí, me he puesto materialista, pero así se resume mucho—
» las reglas están para saltárselas, por eso hay que conocerlas tan bien. (= estudiarlas mucho, mucho, mucho.)»
Y esto es algo en lo que insisto constantemente, porque nadie me cree. Cuando empezamos a escribir (y yo me incluyo aquí), pensamos que cualquier tipo de vanguardia o revolución proviene de romper las reglas sin más.
Gracias por leer y comentar 🙂
Estoy de acuerdo en que se nace o se adquieren ciertas habilidades pero que estas no sirven de nada si no se desarrollan a través de la formación y la práctica.
En mi caso soy una persona muy creativa y puedo decir que se me «dan bien» ciertas artes prácticas. Pero las he mejorado mucho a través de la práctica y la constancia. Mucho tiene parte de trabajo y perseverancia, cosa que no siempre se desarrolla.
Está claro que algunas personas ya desarrollan desde pequeñas ciertas tendencias o habilidades, y que hay ciertas preferencias innatas. Pero, como bien dices, no sirven de nada sin su trabajo correspondiente.
Me ha gustado mucho tu artículo, como todos. Tengo una pregunta: cómo sé en qué número de la escala estoy?
Esa es una pregunta excelente, Elisa, pero creo que es muy difícil de contestar. Para empezar, somos muy malos jueces de nuestro propio trabajo (por cosas como el efecto Dunning Kruger: https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Dunning-Kruger). Sí que es verdad que cuando subes hasta cierto punto de la escala (sobre el cinco, diría yo), ya eres más consciente de tus limitaciones reales. Esta es una aproximación muy burda, pero yo diría que la mayoría de las personas que están escribiendo de forma profesional (hayan publicado varias veces con editoriales de cierto prestigio, obtengan remuneración por su trabajo como escritor/a, etc.) tienden a estar sobre el 6-7. Diría que entre el 7 y el 8 están esas personas que realmente llaman la atención, que como lector te hacen fijarte en su estilo y habilidad, y en el 8-9 estarían personas con reconocimiento internacional de cierto grado (habría que pensar en premios Nobel, Pulitzer, nacionales, etc.). Esto no siempre se corresponde, ya que la calidad y la técnica dependen de muchísimos factores (y el gusto del consumidor, por ejemplo, no siempre recompensa dicha calidad y técnica), pero son señales interesantes. No creo que exista el 10 como tal, ya que implicaría que no hay mejora posible.
Pero esta no es más que una aproximación teórica basada en mi propia subjetividad.
Gracias por la respuesta, es buena orientación. Yo debo de estar un nivel muy bajó, no tengo consciencia de nada. 🙂 Seguiré escribiendo a ver si subo y me voy enterando de algo jeje.
Al leer me doy cuenta de cuando algo es bueno o no (al menos eso creo, en todo caso me doy más cuenta que antes) pero no sé decir porqué.
Supongo que la consciencia de lo que leemos y lo que escribimos va un poco emparejada, ¿no?
Sí, suele ir de la mano. Cuanto más aprendemos sobre analizar textos (y más leemos), mejor lo aplicamos a nuestra propia escritura.
Cuanto más leemos, más afinamos el gusto. Esto hace que por instinto sepamos qué está más o menos bien escrito y qué no. Pero necesitamos alguna formación técnica para ir más allá y aprender a reconocer las herramientas y recursos que llevan a un texto bien hecho: ese reconocimiento nos permite aplicar esas herramientas y recursos a nuestra escritura. Esa formación puede conseguirse leyendo textos de narratología y teoría literaria, y de escritura creativa; asistiendo a cursos y talleres; leyendo blogs especializados, etc. También ayuda mucho formarse en cuestiones básicas como gramática y sintaxis.
La verdad, es que este post me resulto revelador. Para alguien en mi situación de querer incursionar en un par de artes a la vez, justo las que mencionas fue guau… no lo se, simplemente un empujón necesario y afortunado.
Me alegro de que te haya servido. Es curiosa la fuerza con la que perduran muchos de los mitos mencionados en este artículo 🙂
Hola, sin duda un texto lleno de tips interesantes para aprendices y profesionales. Tuve contacto con el dibujo en el kinder -3 años- y simultáneamente en un templo evangélico, hasta los 7. En la primaria me aficioné tanto que me la pasaba dibujando en detrimento de mis notas. Yo solo quería pintar y me reprobaron 2 años.
Mis maestros me regañaban diciendo: «Dibujas muy bonito pero si no estudias no llegarás a ningún lado». Por supuesto eran ignorantes para comprender a un niño artista. Nunca llamaron a mis padres ni conocían la trayectoria de Miguel Ángel o Leonardo de Vinci. Resultado: me bloquearon y decidí no pintar más. Soy un pintor frustrado pero la habilidad sigue ahí. Algo más, me encantaba lo que dibujaba y la belleza y la forma me apasionan.
Cuando me «tronaron» mis compañeros se burlaban de mi. Entonces me aficioné a la literatura «barata», me la pasaba muy triste leyendo cómics. Creo que el talento provoca envidias a cualquier edad. Gracias a Dios continué leyendo siendo adulto todo tipo de literatura. Para mi los libros han sido un refugio y la mejor compañía. La astrología afirma que soy un artista nato. Me encanta el baile, físico culturismo, yoga.
Siempre sentí una gran necesidad de conocerme y comprender mis propios demonios. Metafísica, psicología, astrología, historia universal, vida en el más allá, ley del karma, poesía, etc. Un día descubrí que podía escribir porque me publicaron mi primer texto en un periódico: «Felicidad, ¿dónde te encuentras?». Todo lo que escribía me lo publicaban. Alguien me llamó «escritor» sin serlo, ¡imagínense!
Llegué a un taller de literatura y publicamos una antología. En páginas literarias colectivas me llegaron a bloquear por la cantidad de lectores que tenía. Decidí abrir mi propio blog y dejé la puerta abierta. No tengo suscriptores ni seguidores pero sí miles de lectores. Mi página es realmente internacional. Me dirán que peco de arrogante y falta de modestia. Sin duda, siendo Aries, asc, aries. La luna y Neptuno en libra. En la astrología china, soy mono. En la azteca, soy flor (xochilt), nuevamente me definen como artista.
¿Qué por qué les cuento esto? Bueno, tal vez por aquí haya alguno de mis lectores y querrá saber de mí. También para enfurecer a mis adversarios, jaja.
Un placer saludarlos, y gracias por la información, Gaby.
Gracias por leer y comentar 🙂
Hola Gabriella. Muchas gracias por esta entrada tan motivadora. Y por tu blog en general, que está plagado de mensajes positivos para quienes soñamos con entrar en el mundo de la escritura. Cuando estoy bloqueado frente al ordenador y la frustración empieza a crecer en mí por no dar con las palabras adecuadas, siempre elijo entre estas dos opciones: rodearme de un bonito paisaje mientras respiro aire puro, o pasarme por aquí y releer alguno de tus artículos.
Un saludo.
Me alegro muchísimo de que te sirva ^_^
Hola quisiera comenzar a aprender el oficio de escritor, pero no se por donde comenzar, me podrias ayudar?
El talento sería ese pellizco necesario para lograr una obra que trascienda en la historia. Como los viejos autores. No creo que me confunda si digo que a una buena parte de quienes escriben (y publican) es lo que más les gustaría.
Mientras que desarrollar la habilidad, mejorarla, describe un camino en nuestra capacidad de aprendizaje, y son inseparables.
Si una es tan abstracta y la otra depende de tantos factores, ¿no es más sencillo pensar que es correcto hacer aquello que te gusta hacer? Nada mejor que eso para concentrar tus hábitos al rededor de lo que te apasiona para generar (o despertar) ese talento y dejar que la propia capacidad para aprender haga su trabajo.
Me he llevado la mano al corazón en la primera mención al hiperrealismo. Gracias.
Genial artículo =)
Saludos!
«Si una es tan abstracta y la otra depende de tantos factores, ¿no es más sencillo pensar que es correcto hacer aquello que te gusta hacer? Nada mejor que eso para concentrar tus hábitos al rededor de lo que te apasiona para generar (o despertar) ese talento y dejar que la propia capacidad para aprender haga su trabajo.»
¡AMÉN! El problema surge cuando hay varias cosas que nos gustan hacer o cuando realmente no nos gusta nada. Ahí ya entran otros factores y cada caso debería analizarse de modo individual, pero también tienen soluciones (aunque duras, a veces).
Lo del hiperrealismo me gustó leerlo en ese artículo, porque es algo que nunca he entendido. Quiero decir que admiro muchísimo la técnica y práctica necesarias para hacer algo así, pero creo que pierde un poco una de las características cruciales de lo artístico, que es la comunicación. Un cuadro que no puede distinguirse de una foto no me comunica nada, a no ser que la foto en la que se base sí lo haga (pero entonces, ¿qué sentido tiene imitar el original si este tiene ya valor intrínseco?). No obstante, de arte sé poco, así que estoy segura de que otros podrán aportar otros puntos de vista.
Un besazo, fermosa.
El arte en todas sus expresiones tiene dificultades, requiere de mucha práctica y teoría como todo los demás. Un punto importante también es que actualmente los artistas en mi opinión no son lo suficientemente valorados por su trabajo, ya que hay personas que piensan que la pintura, teatro, etc. es algo sencillo