Por aquí ya hemos hablado del famoso efecto Zeigarnik: eso de que el cerebro recuerda mejor la información incompleta (y por eso te da tanto la tabarra si dejas algo a medias). Sabemos cómo utilizarlo para escribir mejor, pero ¿sabías que también podemos aprovecharlo para multiplicar nuestra productividad?
Cárgate la resistencia con los bucles del Bien (y evita los bucles del Mal)
En el vídeo de esta semana analizo el lado oscuro del Zeigarnik (es aún peor de lo que crees), pero también sacamos el jugo a su lado más productivo. Doy un truco que ayuda de forma tremenda a cargarse tu resistencia a trabajar en una tarea larga o recurrente, y además vuelvo a aprovechar la sabiduría de Tiago Forte para darte unas técnicas que multiplican el efecto de ese truco. Y… además canto. Muy poco, ¡pero era necesario en el vídeo!:
Como siempre, incluyo aquí unas anotaciones extra que se quedaron fuera del vídeo y que creo que pueden ser de interés:
1. ¿Dejarías una palabra a medias?
A lo mejor el truco que propongo de dejar cosas a medias te parece muy fácil, pero no lo es tanto. Si lo llevas a su máximo nivel, tendrías que dejar una tarea MUY incompleta: por ejemplo, acabarías una sesión de escritura con una frase (¡o palabra!) a medias. ¿Sencillo? Intenta hacerlo y verás cómo te chirría la cabeza. En serio que esto a nuestro cerebro no le gusta nada de nada. Del mismo modo, si lo que te toca es arreglar un armario y aún te queda ropa por organizar, al final de la primera sesión de trabajo deja un único calcetín suelto sobre la cama (o cualquier sitio que verás a diario y que te molestará de verdad). Vas a sufrir, pero ese armario probablemente termine de arreglarse pronto, no «algún día».
Dicho esto, este truco tiene su lado oscuro: puede que seas la típica persona con demasiados bucles abiertos y que eso te produzca ansiedad (en el ejemplo del calcetín, probablemente lo tires por la ventana entre exabruptos enfurecidos). En ese caso, recuerda que lo importante es cerrar bucles YA. Haz una lista de tareas, pon la más sencilla primero, hazla y cierra ese bucle. Eso te dará satisfacción y ánimo para ponerte con la siguiente (y tal vez, algún día, recuperar el calcetín).
2. La regla de las tres interacciones
Si entendemos cómo funcionan los bucles, podemos evitar caer en algunos de los más molestos. Lo de «no alimentar a los trols» responde a esta necesidad: si alguien te hace un comentario que te sienta mal, puede ser hasta positivo dar una respuesta (amable), porque a menudo malinterpretamos por completo el tono de lo que leemos por internet. Pero es útil aplicar la regla de las tres interacciones: 1) Recibes un comentario que no te gusta, 2) Respondes de manera amable diciendo que no entiendes su comentario o pidiendo aclaración y 3) La respuesta aclara que sí, que la intención era negativa o maliciosa. Si recibes esa tercera interacción, debes NO CONTESTAR. Debes alejarte de la situación con celeridad y no regresar nunca, por mucho que te tiente. Esa breve incomodidad al resistirte a responder es minúscula comparado con el bucle abierto que vas a tener con esa conversación durante días.
También te recuerdo que contestar a los correos electrónicos no es obligatorio por ley. ¿Es de buena educación y a veces recomendable? Sí. ¿Es siempre necesario? No. De hecho, creo que esto último puede ser aún mejor para tu productividad que todo eso de lo que hablo en el vídeo.
3. Entender estos bucles te proporciona un filtro
Al final, se trata de entender cómo nos afecta Zeigarnik para mal (y evitar esos bucles) y cómo aprovecharlo en nuestro beneficio (creando bucles que nos ayudan a trabajar mejor, a ser más creativos y a resolver problemas). En ese sentido, el efecto Zeigarnik es un buen filtro con el que consumir contenidos y examinar cómo nos afectan.
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