En inglés hay unas siglas muy conocidas en el mundo laboral: TGIF.
Imagino que no os sonarán, pero las reconoceréis como símbolo internacional cuando os diga que significan Thank God It’s Friday (Gracias a Dios que es viernes).
Representación gráfica del TGIF medio.
Nos espera un fin de semana de descanso y diversión, pero antes nos vamos a poner serios un momento, porque hoy voy a hablar de algunas herramientas sensacionales para sacarle brillo a esa parte tan complicada de la narrativa: la descripción. Las descripciones tienen una tendencia preocupante a ser aburridas, recargadas o simplemente sosas, así que saber hacer descripciones que estimulen la imaginación del lector es una habilidad que debe ser celebrada (¡y analizada!). La parte seria (y muy nostálgica) es que todo esto que os voy a contar lo he aprendido de Umberto Eco.
Esta semana voy a seguir con Eco, no porque casualmente haya muerto mientras yo hablaba sobre su trabajo, que es una de esas coincidencias dramáticas que pueden ocurrir, sino porque el semiólogo italiano es una fuente inagotable para aquellos que escribimos.
Me llama la atención. Todo el mundo se acuerda de sus novelas, incluso de la película famosa basada en una de sus novelas; algunos se acuerdan de su trabajo periodístico. Menos se acuerdan de su trabajo académico, a pesar de que el estudio de lo literario fue su ocupación principal.
Cuando hablamos de la academia, de lo universitario y especializado, podemos pensar en largas frases rimbombantes que no vienen a decir nada, en textos técnicos exclusivos de su sector. Y Eco tenía frases rimbombantes, sin duda, pero todavía no he encontrado una frase suya donde no viniera a decir nada. Es más: me impresiona la cantidad de conclusiones prácticas que podemos extraer los escritores de sus tratados teóricos.
En el artículo Les sémaphores sous la pluie (se titula así también en su versión española, no os asustéis: no voy a empezar a citar en francés) Eco da algunos apuntes fenomenales sobre el sutil arte de la descripción. Y por eso muchos estudios de Eco no terminaron de pasar al mainstream; si su artículo se hubiese titulado Diferentes tipos de descripción y cómo sacarles partido o, aun mejor, Cómo perder ocho kilos en tres días (¡incluye clasificación de tipos de descripción en narrativa!), otro gallo nos cantaría (pero sin duda sería un gallo feo y de voz rasposa).
Lo chulo de la clasificación de tipos de textos descriptivos de Eco es que incluye un concepto que es mágico para un texto: el asidero de pertinencia. Os va a encantar:
Umberto Eco y el asidero de pertinencia
Donde Eco dice «examinemos algunas técnicas de expresión verbal del espacio», espero atraer vuestra atención diciendo: «vamos a ver una clasificación utilísima de tipos de descripción y cómo utilizarlos para que vuestro lector se enamore de vosotros y os envíe ramitos de violetas cada nueve de noviembre»(1):
1. Denotación: La descripción aburrida de toda la vida
Ahí va un ejemplo:
María Elena era rubia, alta, delgada, guapa y lista.
Evitad las denotaciones simplonas cuando podáis. Ya, ya sé que en algún momento tendréis que hacer una descripción de este tipo, pero no abuséis si no queréis que vuestro lector se duerma. Son descripciones perezosas, más propias del contar que del mostrar. Decidme que María Elena hacía que el sol asomara por el horizonte solo para verla, no que era guapa. Enseñadme cómo se golpea en la cabeza con la lámpara que cuelga del techo de la cocina, no me digáis que era alta. Si vais a soltar adjetivos, haced que alguno sea interesante, por lo menos.
No, una guitarra no te salvará de nuestra indiferencia, María Elena.
Ya que nos hemos quitado de encima a la denotación, vamos a lo bueno.
2. Descripción pormenorizada
Aquí es donde va a entrar toda vuestra habilidad como escritores. Tenéis que narrar el espacio, tenéis que conseguir que el lector vea y perciba su entorno. Pero el buen escritor va más allá. Su objetivo, como dice Eco, más que hacer ver, es hacer que entren ganas de ver. Que el lector no vea la descripción como un pasaje inevitable por el que tiene que arrastrar los pies, sino como una explosión de sentido y ubicación. ¿Y cómo se hace eso?
Hay varias maneras de conseguirlo, según el tipo de descripción, pero en el caso de la descripción pormenorizada vamos a utilizar el recurso llamado asidero de pertinencia. Se trata de un elemento que es central, que es el referente alrededor del cual gira todo lo demás. Veamos la diferencia con una descripción pormenorizada de la casa de María Elena, primero sin asidero de pertinencia:
En la casa de María Elena había una cocina, dos dormitorios, un baño, un salón, un comedor, un lavadero y una terraza.
Y ahora con asidero de pertinencia, que en esta ocasión será el comedor:
El comedor de María Elena era un monstruo que fagocitaba al resto del hogar, el corazón alrededor del cual se apretaban cocina y salón. Los dormitorios eran minúsculos en comparación; los baños, diminutos. Y del comedor asomaba el lugar favorito de su dueña: la terraza, esa extensión breve de la sala que se abría al cielo.
Como veis, al usar un asidero de pertinencia hemos dado un punto de partida, no nos hemos limitado a una enumeración sin vida. Podéis usar cualquier asidero: podríamos haber usado la cocina, los baños, la terraza o a la propia María Elena. El truco está en crear un epicentro para ese terremoto que puede ser una buena descripción.
Pero las enumeraciones sin asidero también pueden ser útiles, si se usan bien.
3. Enumeración
Una enumeración sin asidero de pertinencia puede resultar aburrida… a no ser que la enumeración en sí sea un recurso. Eco cita la famosa enumeración de los contenidos del cajón de Leopold Bloom en el Ulises; yo os pongo otro ejemplo inventado, porque ese de Joyce es tremendamente largo y me da pereza transcribirlo y no lo encuentro en Google:
María Elena abrió el bolso y vació su contenido sobre la mesa. Había pintalabios, sombra de ojos, crema hidratante y unas tijeritas. Había limas de uñas, horquillas, pinzas del pelo y sobres de café. Había un monedero, tarjetas sueltas, pañuelos usados y un tubo de rímel seco. Había barniz de uñas, rizador de pestañas, más horquillas y una gran caja de aspirinas.
Con esta enumeración no hay asidero, pero no lo necesita. El lector no se fija tanto en qué contiene el bolso de María Elena, sino en lo que expresa ese contenido: tal vez que María Elena es algo desordenada, caótica o presumida. Fijaos también cómo hemos conseguido una sensación de ritmo curiosa al crear un paralelismo entre las diferentes frases, que repiten estructura. En la enumeración sin asidero buscamos, ante todo, conseguir un efecto funcional (mostrar algo sin contarlo directamente) y/o estético del conjunto. Recordad que cada elemento de vuestro texto debe tener un objetivo, debe tener un cuidado detrás, un porqué. Una enumeración gratuita, sin meta, no es más que otra denotación aburrida.
Otra opción es introducir otro tipo de asidero, claro, aquel que funciona como contrapunto y saca al lector de su ensimismamiento de golpe. Mirad qué ocurre si realizo una muy leve modificación a la enumeración anterior:
María Elena abrió el bolso y depositó los contenidos sobre la mesa. Había pintalabios, sombra de ojos, crema hidratante y unas tijeritas. Había limas de uñas, horquillas, pinzas del pelo y sobres de café. Había un monedero, tarjetas sueltas, pañuelos usados y un tubo de rímel seco. Había barniz de uñas, rizador de pestañas, más horquillas y una gran caja de antidepresivos.
Solo he cambiado una palabra, pero esa sustitución de aspirinas (un tipo de pastilla común) por algo menos habitual (antidepresivos) produce un efecto de leve sorpresa y nos dice mucho más que todo lo anterior sobre María Elena. Es en el contraste (de lo habitual con lo extraordinario) donde podemos, en ocasiones, ganarnos al lector.
4. Acumulación
Otra forma muy eficiente de utilizar la enumeración más allá de una simple denotación es mediante la acumulación de datos para conseguir efectos emocionales o de ritmo. Así, podemos ir enumerando acciones en aumento, para terminar con la más bárbara; podemos ir enumerando elementos cada vez más pequeños, para obtener un efecto de angustia y estrechez; podemos crear una sucesión de acontecimientos cada vez más rápidos para dar una impresión de aceleración…
Aquí sí que conservo el ejemplo original de Eco, porque es del Gargantúa de Rabelais y es… especial:
A unos les espachurraba los sesos, a otros les rompía los brazos y las piernas, a los de más allá les dislocaba los espóndilos del cuello, a aquellos otros les molía los riñones, les rebanaba la nariz, les ponía los ojos a la funerala, les quebraba la mandíbula, les hacía tragarse los dientes, (…) les dejaba reducidos a polvo los huesos de las extremidades.
Como veis (o no, porque no he transcrito todo el ejemplo, pero os hacéis una idea), las descripciones de violencia van de menos a más, culminando en una violencia total, absoluta: la destrucción de los mismísimos huesos de las víctimas. La acumulación añade elementos de manera exponencial, hasta terminar en una explosión semántica.
Y terminamos con un tipo de descripción también de lo más efectivo:
5. Descripción con remisión a experiencias personales del destinatario
El autor no es adivino, así que lógicamente no puede crear recuerdos en conjunción con los de su lector desconocido. Pero sí puede insertar experiencias emocionales comunes, contundentes, que pueden o bien despertar la memoria de experiencias propias en el lector, o bien hacer que finja o crea esa memoria, siempre que haya logrado que el lector caiga en el sueño de ficción, que empatice con el texto, que firme el pacto narrativo.
De esta parte es de donde Eco extrae el título para su artículo. Pone un ejemplo de Blaise Cendrars, que describe en su poesía la percepción visual de los semaphores (señales de ferrocarril) bajo la lluvia, esa especie de niebla rápida y borrosa creada por el paso rápido del tren cuando miramos por la ventanilla aquello que dejamos atrás. Esta descripción tiene tres virtudes. Primero: que es muy concisa y a la vez original, es decir, se trata de un efecto que no se menciona con frecuencia en la literatura; segundo: que es hermosa y evocadora, estéticamente misteriosa y bella; tercero: que puede despertar nuestro propio recuerdo y/o hacer que pensemos en esa experiencia. Aunque no sea con señales de ferrocarril, cualquiera que haya ido en tren o en coche bajo la lluvia a cierta velocidad habrá tenido una experiencia perceptiva similar. Esto despierta una curiosa sensación de intimidad con el autor, de reconocimiento, que nos produce placer, complicidad y, en cierto modo, agradecimiento.
Si eres capaz de despertar ese reconocimiento, de poner el dedo en la llaga/excitación/terror/sueño de algún lector, lo has captado para siempre. Y la mejor forma de hacerlo no es meterlo de manera artificial, a la fuerza, como reflexión sesuda de un personaje que, obviamente, es un trasunto del propio escritor. La sutileza es tu amiga en estas lides. Es en la descripción donde puedes colar este tipo de experiencias tuyas o ajenas, mezclándolas con la experiencia personal del espacio.
¿Veis como la descripción no es simplemente contar lo que ve un personaje? ¿Que no es solo decirle al lector dónde está o cómo es algo con adjetivos y metáforas que suenan bien?
Oh, no. La descripción es todo un arte, amigos.
¿Y cómo podemos aprender a aplicar mejor estos trucos tan majos?
Leyendo, claro. Es la mejor manera: nos fijamos en las estructuras de los maestros para ver cómo usan ellos todos estos trucos.
¿Pero quién tiene tiempo para leer?
McGuire y cómo huir del exceso digital
Hay mucha información por ahí sobre el speedreading, sobre cómo leer lo más posible en el menor tiempo posible. ¡Y hay tantos libros por leer y tan poco tiempo para hacerlo! Es tentador recurrir al vistazo, o incluso a Blinkist, esa app que te permite hacer como que te has leído algo (sin haber tenido que leerlo).
Debemos ser selectivos, pero también debemos encontrar el momento para la lectura. Un libro de no ficción sí puede, hasta cierto punto, resumirse, digerirse rápido, pero, como dice Alejandro Gamero en su artículo sobre Blinkist, un libro no es solo su argumento, y no puede trocearse, reducirse y condensarse si pretendemos alimentarnos de su esencia general. Las partes forman el todo y viceversa.
Aunque ya sé que está muy visto hablar de todas las propiedades positivas de la lectura, creo que aprender a leer de nuevo (no saltando de cosa en cosa, que es para lo que nos está condicionando internet) puede tener un efecto muy necesitado en nuestra concentración y puede ayudarnos a reducir el estrés. Lo dice muy bien aquí Hugh McGuire, que recuperó la costumbre de leer libros como antídoto al exceso diario digital, a ese content shock del que ya muchos intentamos huir:
Seguir estas tres reglas ha tenido un gran impacto en mi vida. Tengo más tiempo, ya que no estoy persiguiendo de forma constante el siguiente byte de información. Regresar a la costumbre de leer libros me ha dado tiempo para reflexionar, para pensar, y ha aumentando mi capacidad de concentración y el espacio mental creativo que necesito para solucionar problemas en el trabajo. Mis niveles de estrés han bajado mucho y mis niveles de energía han subido.
¿Cuáles son las tres reglas a las que se refiere McGuire?
Son las siguientes:
- Al llegar a casa del trabajo, McGuire guarda su portátil y su iPhone.
- Tras la cena, evita usar la televisión, Netflix e internet en general.
- Nada de pantallas en el dormitorio, con la excepción del lector electrónico.
Lo del dormitorio es importante. Necesitamos un tiempo de relajación para que el cuerpo se prepare para dormir. La luz azul de las pantallas normales le dicen al cerebro que todavía es de día, y eso no ayuda, para nada, a conciliar el sueño. Si a veces usas, como yo, una tablet o similar para leer, puedes utilizar una aplicación como Twilight para regular la luz emitida por la pantalla.
Para McGuire, la lectura tranquila de libros enteros no es una manera de adquirir conocimientos, sino un método para recuperar la concentración que da la monotarea, en concreto la concentración agradable que produce la lectura calmada de un libro que nos gusta.
Otro sistema es el que sigue el bloguero y escritor James Clear. Clear busca conocimiento, pero acaba llegando a conclusiones similares que McGuire. El conocimiento puede obtenerse de manera agradable, calmada y enfocada.
Clear y cómo leer más de 30 libros al año
El sistema de Clear es sencillo y eficiente. Parte de su necesidad, como McGuire, de modificar su relación con la lectura:
Cuando me fijé en mis hábitos de lectura, me di cuenta de que surgían como reacción a algo, que no eran proactivas. Si aparecía en mi pantalla un enlace interesante a través de Facebook o Twitter, yo lo leía como reacción. No estaba haciendo tiempo, de forma consciente, para leer libros a diario. Simplemente estaba leyendo ideas interesantes que otros me colocaban delante.
Como resultado de esto, la mayor parte de mis lecturas eran en línea. A ver, hay bastantes artículos excelentes en la red, pero en general la calidad de un buen libro es mayor. Los libros suelen estar mejor redactados (hay una mayor labor de edición) y tienen una información de mayor calidad (mayor atención a la comprobación de datos y una documentación más extensa). Desde el punto de vista del aprendizaje, probablemente sea un uso más eficiente de mi tiempo leer libros que contenido online.
¿Cómo solucionó este problema Clear? ¿Cómo hacer, activamente, ese tiempo para leer?
Este es el único patrón que he podido seguir de forma consistente:
Lee 20 páginas al principio del día.
Normalmente me despierto, bebo un vaso de agua, escribo tres cosas por las que estoy agradecido y leo 20 páginas de un libro. Durante las últimas diez semanas, he seguido este nuevo hábito. Hoy, llevo cien páginas de mi séptimo libro. A este paso (7 libros en 10 semanas), leeré unos 36 libros a lo largo del año. No está mal.
Y esta es la razón por la que creo que funciona este patrón: 20 páginas es lo bastante poco como para no parecer demasiado difícil. La mayoría de la gente puede leer 20 páginas en unos 30 minutos. Y si es lo primero que haces por la mañana, las urgencias del día no se te van metiendo por medio.
20 páginas parecen pocas, pero se van sumando con rapidez. Es una gran velocidad media.
Clear elige de manera consciente las primeras acciones que realiza durante el día. Bebe un vaso de agua, porque el cuerpo necesita hidratación tras una noche sin consumir líquidos. Lo de escribir cosas por las que uno está agradecido es un truco psicológico para empezar el día con buen pie, relativizando los males propios y pensando en aquello que nos alegra. Y lo de leer… bueno, qué os voy a contar que no sepáis ya. Sean cuales sean los beneficios a nivel mental, ¡es que es muy divertido!
Personalmente, combino ambos métodos, el de Clear y el de McGuire. Leo un mínimo de 20 páginas al día, pero por la noche, antes de dormir. Nada me relaja más que hacerme una infusión (tila, pasiflora, melisa… chorradas de esas) y acurrucarme en la cama con mi gato y una buena lectura. No soy la más rápida del mundo (el año pasado leí 25 libros, aunque hay que tener en cuenta que eran, de media, bastante más largos que los que suele leer Clear), pero cuando leo por placer no tengo prisa ninguna.
En mis sueños tengo un armario lleno de vestidos de flores y leo en un campo perfecto sin bichos, rodeada de incunables, de teteras monísimas y de cupcakes de colorines. Y lo que hay en la tetera no es té, son mojitos.
Leo todo el día por trabajo, por ansia de saber, por documentarme, por mil razones. Cuando leo por placer, quiero que este sea lento y que merezca la pena.
Y es que también tenemos que recordar eso: el placer de la lectura. ¿No era, al fin y al cabo, para lo que escribíamos?
Para que otros se acurrucasen con una infusión, un gato, un bostezo y un buen libro.
Nuestro libro.
(1): Si no has pillado esta referencia, pregúntale a tus padres, a tus abuelos o a cualquier DJ de más de treinta años de Cadena Dial.
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Ouch, la nota! Ya estamos en el saco de nuestros padres??
Me ha gustado mucho y lo de las descripciones, además, hoy me viene de perlas. Gracias!
De lo de leer más… Ojalá consiguiese aplicarme el cuento. Por la mañana me es absolutamente imposible (entro a currar a las 8, más «ouch») y luego cedo a la lujuria de la pantalla fácil (porque si cojo un libro y me gusta, me cuesta soltarlo y mucho!).
Buen finde!
«Ouch, la nota! Ya estamos en el saco de nuestros padres??».
Para mí sería un halago. Crecí escuchando sus discos de Elton John, The Eagles, Queen, los Beatles… Y sí, Las Grecas (alguna concesión había que hacerle a mi madre). A Cecilia la descubrí más tarde. Me da cierta grima, pero me gusta la canción porque el tema es muy similar a Babooshka, de Kate Bush, una de mis divas favoritas.
Siempre te puedes levantar aún más temprano (risa maléfica). Ya en serio, una diferencia de 15 minutos, si son 15 minutos leyendo, te hace empezar el día con mucho mejor cuerpo.
Un beso grande.
Me encanta lo de las descripciones, creo que voy a hurtar descaradamente uno de los ejemplos para lo que estoy escribiendo. Lo de la lectura ya lo había descubierto, pero me funciona más si es un día lluvioso y gris, es mi ambiente perfecto para leer.
«Me encanta lo de las descripciones, creo que voy a hurtar descaradamente uno de los ejemplos para lo que estoy escribiendo».
A cambio, deberás incluir un enlace a algún libro mío en grande, en primera página.
(Es broma, con ponerlo a tamaño en la contraportada me vale).
«Lo de la lectura ya lo había descubierto, pero me funciona más si es un día lluvioso y gris, es mi ambiente perfecto para leer».
¡Y que lo digas! No sé qué tienen los días de lluvia que animan mucho a la lectura.
Claro que te reseñaré, no sabes cuánto te he aprendido
Hoy tengo que estar algo en desacuerdo con la primera parte del post. Es decir, los consejos que das me parecen muy útiles, pero que digas que los has aprendido de Umberto Eco me indigna 😛 Es que me estresaron tanto las primeras treinta páginas de «El nombre de la rosa», que después de tres intentos para leerlo tuve que dejarlo y ver la película. No sé cómo pudo empezar ese libro tan mal (para mi gusto, claro) y después dar tan buenos consejos sobre descripciones. Biquiños!
Hahahaha me pasó algo muy parecido con El Cementerio de Praga. Una página completa para enumerar los títulos de un personaje. Eco era un loquillo.
Jajajajaja. Me encanta tu comentario.
Creo que se trata del bagaje lector. A mí El nombre de la rosa me lo recomendó alguien que había hecho Historia. Le encantaba el libro, pero no podía con las tres o cuatro páginas del sueño (sí, esas páginas en las que uno de los protas, creo recordar, tiene un sueño simbólico durante… eso, tres o cuatro páginas, y se describe al detalle). Se había leído el libro varias veces, y esas se las saltaba.
Sin embargo, yo encontré partes que a él le apasionaban que me dejaron muy fría (mis conocimientos de historia son muy limitados). Y las tres o cuatro páginas del sueño me parecieron flipantes, porque fui a un colegio religioso y tengo una cultura aceptable respecto a simbología e iconología medieval. Así que reconocí casi todo lo que aparecía en el sueño dichoso y me pareció alucinante el nivel de significado (es semiólogo, al fin y al cabo) que había conseguido Eco.
A eso iba: Eco tenía una cultura espectacular, era un auténtico erudito. Eso es cansino, pero lo cierto es que no hay una sola frase que no tenga un significado detrás, una referencia cultural. Claro que no todos tenemos por qué tener los mismos intereses que él, y mucho de lo que pone en sus libros nos resulta pesado, pesadísimo. Escribió un libro para unos pocos, y por alguna razón que me cuesta entender, lo leyeron unos muchos 🙂
Muy interesante, como siempre. Es preocupante como las nuevas tecnologías están afectando a nuestra capacidad de concentración. Lo de la web que te resume libros en 15 minutos mr ha dejado muerto. Un saludo.
Luego estuve mirando con más detenimiento esa app y creo que no es tan mala. Muchos libros de no ficción dan tres o cuatro ideas interesantes y las rellenan con paja. Puede ser una buena forma de absorber conocimientos de obras de ese tipo. En cualquier caso, como opción complementaria a una lectura pausada y sosegada, creo yo, no como sustituta.
Muy buen artículo.
Me ha ayudado mucho.
Gracias.
He dado cuenta que no estoy haciendo las cosas mal (dudas, temores e inseguridades), pero al mismo tiempo me ha mostrado como puedo hacerlas mejor.
Tengo que leer mucha información histórica dispersa y contradictoria para la investigación de mi novela. Mi truco es crear un audio libro provisional, cojo uno o dos capítulos y los escucho mientras me baño, visto y desayuno para después regresar a la lectura, eso me ha ayudado a avanzar muy rápido.
Saludos.
Muy buena idea lo del audiolibro. Se me ha pasado mencionarlo en este artículo, pero puede ser un medio ideal para leer más en esos momentos sueltos como cuando vamos en coche, nos duchamos y etc. 🙂
Creo que de todos este se ha convertido mis recortes favoritos. Es hora de cambiar el hábito y lo de la descripción me pareció una maravilla.
¡Gracias, Alexis! Me alegro de que te haya gustado 🙂
Súper este articulo, realmente las descripciones son para tomárselas en serio y dejarlas pasar como algo sin mucha importancia. El relleno importa.
¡Importa! De hecho, puede ser la diferencia entre que nos sigan leyendo o se nos duerman en plena lectura 😉
Me has ayudado un montón con esta entrada, aunque mis padres no supieron decirme qué era eso de enviar violetas porque no hay Cadena Dial por estos lares. Siempre he tenido problemas con las descripciones, primero porque me dio por imitar a Tolkien, luego porque intenté hacer lo opuesto y terminé resumiendo demasiado. Aunque he logrado mejorarlas con el paso del tiempo, a veces siento que les falta impacto. Probaré estas técnicas a ver.
¡Gracias!
Cierto es, ¡tengo que buscar referencias culturales más internacionales!
«Siempre he tenido problemas con las descripciones, primero porque me dio por imitar a Tolkien, luego porque intenté hacer lo opuesto y terminé resumiendo demasiado».
Eso nos ha pasado a muchos, sí. Pero creo que es mucho mejor resumir demasiado, porque luego es más fácil revisar y meter la palabra exacta en el lugar preciso.
Definitivamente haré lo de leer 20 páginas al día. Llevo mucho tiempo quejándome de haber perdido esa costumbre sin saber cómo recuperarla. ¡Gracias!
¡Suerte entonces! Ya nos dirás qué tal 🙂
Muy interesante Dense
Lo has explicado perfectamente y de una forma muy sencilla, lástima que a la hora de escribirlo cuesta un montón, supongo que es cuestión de practicar.
Gracias por compartirlo.
Saludos
Perdona Gabriela te he cambiado el nombre. Disculpa.
En efecto, en la práctica está el truco. Y en la lectura, como comento en el artículo.
¡Gracias por pasarte y comentar!
G.
Lo de controlar la indigestión de información digital está jodido…
Excelente artículo.
Y tanto. Pero el primer paso, creo yo, es admitir que tenemos un problema. Lo demás es cuestión de modificar hábitos 🙂
No conocía la faceta «profesional» de Eco. Como novelista lo he leído casi todo, y como ensayista «laico» bastante. Pero como filólogo, semiótico, o lo que fuese ―que lo desconozco totalmente―, nada de nada. Tomo nota.
Gracias por compartirlo.
¡Gracias a ti por comentar! Yo tengo más pendiente al Eco novelista (solo he leído El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault) y su faceta de ensayista más popular. Recomiendo que te saltes los artículos donde analiza obras concretas, que suelen ser más densos (y a veces algo pedantes) y busques los más generales de teoría literaria. «Sobre el estilo» creo que es recomendable para cualquiera que guste de leer y escribir; y obligatorio para cualquiera que quiera opinar sobre libros ajenos 😉 Tras años y años de carrera y de profesión literaria, es uno de los mejores textos que he leído de crítica.
Conozco tu blog desde hace poco (de hecho no sigo ninguno, soy más lectora de libros) y me está encantando. Lo de las descripciones me va a ayudar mucho para mis novelas y relatos; siempre me aburrieron las descripciones, creo que ahora me van a encantar. Gracias y felicidades por tu trabajo.
¡Gracias por tus amables palabras, Elisa! Es un honor que me hagas un hueco 😉
Me llevo las técnicas de descripción a casa. Me ha gustado comprobar que tiro mucho de las descripciones con asidero de pertinencia, pero sobre todo tiro de la acumulación. Me encanta. Porque, bueno, para el género que yo escribo, entenderás que necesito que el lector de quede atrapado en el interior de una escena tórrida y sensual ^_^
También he recuperado mis hábitos lectores. Por culpa de Internet leemos en diagonal. Yo leo capítulos enteros, uno o dos si son cortos, por la noche antes de dormir 🙂
Besos 😘
Cierto es, no lo había pensado. Para la erótica la acumulación es una herramienta (uy) básica.
Besos y mucha suerte con tu libro nuevo 🙂
Me ha encantado el artículo Gabriella y lo bien que lo explicas con ejemplos fáciles de entender. Ahora toca llevarlo a la práctica.
Yo también soy de disfrutar de la lectura a la noche, en tranquilidad y me tomo el tiempo necesario, diría que soy una lectora lenta, jejeje. Desde no hace mucho también he incorporado la lectura un ratito a la mañana antes de levantarme.
¡Ah! Por cierto, siempre me sacas una sonrisa, eres muy auténtica en tus escritos 🙂
¡Muchas gracias por compartir tanto!
Abrazo.
¡Gracias a ti por leer, Begoña!
[…] Cómo escribir una descripción brillante (y otros recortes literarios) […]
Gracias Gabriella por compartir conocimiento. Te descubrí en amazon por 70 trucos para sacar brillo a tu novela. Me encantó y ahora sigo tu blog. Me gusta mucho tu estilo práctico y con ejemplos tan ilustrativos y valoro mucho tu toque de humor personal.
Me ha gustado mucho el artículo y María Elena
¡Hola, Rafael! Muchas gracias por leer mi librito, ¡me alegro de que te haya gustado! Espero que te quedes por aquí un rato 😉
Yo el mejor análisis sobre una descripción que he leído fue a Kundera a raíz de un comentario de El viejo y el mar de Hemingway. Decía Kundera que en un pasaje Hemingway le describía como «un viejo extraño» y Kundera le reprochaba: «¡No lo digas, muestralo!» Creo que esa es la clave, mostrar lo que son los personajes o la casa o… a través de acciones. No digas que era guapa, haz que dos hombres o mujeres se peleen a muerte por ella (o inicien una guerra por ella). No digas que el salón era grande, que se pongan a jugar al fútbol con una pelotita de un extremo a otro y corrán por él etc. Yo me imagina muchas veces cómo se podría traducir las palabras en imágenes. «Era un hombre retorcido» es fácil de decir. En cine necesitarías mostrarlo, ¿cómo lo hago? ¿Qué acciones le revelan como retorcido? Creo que esto complementa perfectamente todo lo que has dicho en este excelente artículo 😉
Muy de acuerdo. El famoso «show, don’t tell» es una regla que funciona maravillosamente bien 🙂
[…] Cómo escribir una descripción brillante (y otros recortes literarios) […]
[…] ir más lejos, Umberto Eco (sí, otra vez Eco) afirma que algunos aforismos reconocidos son en realidad “enfermedades del ingenio”*: […]
Que excelente explicación.(●’◡’●)(❁´◡`❁)¯\_(ツ)_/
No solo me ha gustado el artículo, me ha encantado. Y una de las razones es porque, como creo haber leído en otro artículo tuyo, en el que comentabas un escrito de otro escritor que decía: «NOHAY QUE SER BURROS DE CARGA Y TRABAJAR POR PLACER». No leer y escribir con prisa pensando en lo mucho que nos queda por hacer, sino, hacerlo relajado, pensando solo en lo que hacemos y disfrutan do de ello. No es tanto el tiempo que trabajas, sino tu estado y tu atención durante el tiempo que trabajas
¡Gracias, Alejandro! ¡Disfrutar del proceso es importante!