«Soy muy mayor para empezar a escribir».
Yo lo pensé cuando cumplí los treinta. Eh, con treinta años se supone que ya tendrías que tener tu vida algo encaminada, ¿no? Yo me dedicaba a otras cosas (ninguna de las cuales, por cierto, me gustaba especialmente). Sabía que era imposible ganarse la vida escribiendo. Tendría que haber empezado mucho antes.
«Soy muy mayor para empezar a escribir».
Se lo oí decir hace poco a una chica de 24 años. Supongo que es que si no eres joven, muy joven, un prodigio de 12 años, a nadie le interesa lo que tienes que enseñar.
Nos rendimos antes de empezar, creo. Subestimamos el poder de la acumulación, de la repetición, de la resistencia. De la experiencia.
Después de todo, ya llevamos años de vida encima. ¿Será tarde para convertirnos en buenos artistas?
Carmen Herrera tiene 100 años. Sigue pintando. Ha sido en los últimos 12 años cuando ha sido (re)conocida, aunque lleva pintando 81. Necesita un poco de ayuda para los brochazos grandes y para mover sus lienzos enormes. Para ello tiene a su asistente, Manuel Belduma, al que contrató por su ausencia de conocimientos artísticos. Así, sigue con exactitud las instrucciones de Herrera, sin modificaciones ni molestas sugerencias.
(Póster del documental de Alison Klayman sobre la pintora cubana)
Lleva desarrollando un estilo consistente, reconocible, toda su vida. Lo suyo no ha sido una maratón, ha sido un doble Iron Man cruzado con ocho triatlones y una semana de crossfit con Kaito de Bola de dragón. Lo suyo es expresionismo geométrico, abstracto, a dos colores. Su obra se ha simplificado, como si con el paso del tiempo hubiese ido eliminando todo lo superfluo, hasta quedarse con lo esencial.
Una vez terminado un cuadro, Belduma lo cuelga en la pared y Herrera lo contempla largo rato, a veces durante días. Si no le convence y considera que no tiene arreglo, toca empezar de nuevo. Como todas las novelas, cuentos y poemas que no salen bien.
Vivió en París durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando no había lienzos, pintaba sobre arpillera.
“Cuando no tienes gran cosa —dice Herrera—, cualquier cosa sirve”.
Para pintar durante 81 años solo hace falta empezar y ver hasta dónde llegas.
¿Eres muy mayor para crear?
Muchas gracias por este artículo. Es muy necesario recordar a veces que nunca es tarde para empezar a hacer algo si se quiere. Yo quiero empezar otra carrera cuando acabe esta porque me apasiona, y lo único que me echa para atrás es que tendré 26 años cuando la acabe. Qué tontería, no?
No es razón de peso, para nada. Y además es muy raro que a alguien le apasione su carrera, así que creo que deberías atesorar ese amor por lo que haces, es algo extraordinario 🙂
Yo tengo 36 años y empecé a escribir hace un año y medio (desde entonces no he parado) Y no creo para nada que empezara tarde. Comencé cuando debía, ni más ni menos
Yo creo que tendría que haber empezado antes a escribir en serio. Pero había muchas cosas que hacer y resolver antes, y me alegro de haber empezado cuando empecé, si no, seguiría dando vueltas sobre mí misma como una peonza sin llegar a nada 😀
Nunca es tarde para empezar nada.
Yo empecé a escribir a los 42 años y cuando digo empecé, quiero decir exactamente eso, ya que nunca antes había escrito ni un solo relato ni un solo poema, y me había limitado a escribir de pascuas a ramos en un diario. Ahora tengo 47 años, escribo casi todos los días, he ganado varios concursos literarios, uno incluso de poesía, que no es ni mucho menos mi fuerte, asisto a cursos de escritura creativa (ahora mismo estoy en uno de poesía oriental y he empezado a escribir haikus) .
Si todo va bien espero vivir hasta los 100 años, pero pongámonos en el peor de los casos y la palmo a los 90 con lo cual me quedan 43 años (a penas he gastado la mitad de mi vida) si tenemos en cuenta que para ser un experto en algo hay que dedicarle 10.000 horas a mi me quedan 376.680 tiempo suficiente para convertirme en una experta e incluso para ganar un Premio Planeta ¿no?
Es bueno hacer cálculos de este tipo de vez en cuando, te hace ver que siempre hay tiempo para lo que te propongas.
Desde luego. También sirve verlo desde la perspectiva contraria: si solo me quedan 376680 horas, ¡más me vale aprovecharlas! 😀
Gracias por leer y comentar, Marta.
Al contrario, cuanto mayor eres más has leído y vivido y más recursos tienes. Y si además estás jubilado también tienes más tiempo para poder escribir, que, por otra parte es una de las pocas actividades que puedes practicar sea cual sea tu edad, vamos, me parece a mi…
¡Así es!
cierto. aunque con toda esta balhurria de políticos corruptos que venimos sufriendo, no sé si nos quedará dinero para nuestra jubilación y nos acabemos viendo con un problema extra O_o
Yo he retomado la escritura a los 47. Y de momento me conformo con divertir a mis hijos —de lo que escribo que sea adecuado para ellos, claro— y divertirme yo. De momento no tengo más aspiración, por lo que no me importa haber empezado «tarde». Podría haber sido después.
Yo empecé a poner chistes idiotas en mi blog para ver con cuáles se reía mi pareja. Querer divertirnos nosotros y divertir a otros es una forma genial de aprender, creo 😉
Me encanta el ejemplo de esta pintora. No conocía su caso y te agradezco mucho que lo hayas compartido. Hay que ver el daño que hace el pensamiento de que si uno no empieza de niño ya no lo va a conseguir de adulto y lo libres que nos puede hacer liberarnos de ese concepto. A mi me pasaba eso, a los 22 me sentía mayor, que ya se me escapaba de las manos, y ahora con 26 solo pienso en los 4 años desperdiciados por una tontería. ¡Y en los que me quedan por delante!
Es un placer tenerte de nuevo por aquí, estoy esperando impaciente tu macroartículo 🙂
Un besito
«A mi me pasaba eso, a los 22 me sentía mayor, que ya se me escapaba de las manos, y ahora con 26 solo pienso en los 4 años desperdiciados por una tontería».
Esa es la rabia que da luego, pensar en el tiempo perdido precisamente por esa parálisis frente al tiempo. Paradojas contra las que solo queda iniciar, empezar, ponernos y aguantar 😀
Un besazo, Sara, gracias por pasarte.
Bueno, esto sí que pone las cosas en perspectiva! Yo también tenía 30 cuando volví a escribir, pero no me cuestioné demasiado la edad, porque si no, me tiraba por la ventana 😛
Mil gracias por compartir esto, en serio.
Gracias a ti por pasarte y leer 🙂
Me ha gustado mucho este artículo, Gabriela. Tienes razón, sobre todo con estas tres cosas: «Subestimamos el poder de la acumulación, de la repetición, de la resistencia» y con la última, especialmente, ya que son las que más pueden frenarnos sin que nos demos cuenta. Yo tengo 32 y voy hacia delante en mi empeño de ganarme la vida haciendo lo que me gusta, que es ser creativo al 200 %. Aunque las resistencias bloquean, voy cameandolas tarde o temprano, jeje. No me considero mayor para nada, obviamente somos adultos jóvenes pero no ancianos. Y nunca es tarde para encarrilar nuestra vida hacia la dirección que sintamos como la «correcta». Es nuestra, al fin y al cabo, de nadie más ; )
«Es nuestra, al fin y al cabo, de nadie más ; )»
Y lo que nos cuesta entender eso, a veces 🙂
Si, totalmente de acuerdo. Pero tarde o temprano todos damos con esa tecla o mejor dicho, despierta esa chispa en nosotros, es cuestión de tiempo, jeje. Aunque unos cuantos hostiones pueden caer antes ; )
Es cierto, creo que el que más o el que menos lo ha comentado en alguna ocasión. Y sí, yo también claro que sí. Quizá sea una de las muchas excusas que nos ponemos para no enfrentarnos así a capón, a aquello que queremos hacer de verdad, pero que nos acojona sobre manera, porque claro: «¿dónde vas a vivir de eso que te gusta? De eso no se vive, búscate un trabajo decente, anda»
La literatura, además de este ejemplo maravilloso que has puesto, está cuajada de ejemplos de escritores/as que encontraron su reconocimiento, con una edad avanzada, o simplemente la publicación de su primera obra.
¿24 años? ¿en serio? ¿wtf? Tenemos que hacerlo mirar…
También digo siempre que «empezar a escribir» no es abandonar tu trabajo y lanzarse a la aventura. Creo que eso es algo que puede considerarse solo cuando vemos que hay posibilidades con los ingresos recibidos y con nuestra situación particular. Y aun así interesa complementar esos ingresos con otras cosas. Vamos, que a veces lo que nos acojona nos acojona con razón 😉
Un gran ejemplo a seguir. Yo también soy muy mayor para empezar a escribir. Pero el caso es que llevo haciéndolo desde que tengo uso de razón, asi que, ¿cuándo se supone que empiezas a escribir? ¿cuándo sacas tus escritos al mundo o cuando pones el lápiz por primera vez sobre el papel?
Un besillo.
Por lo menos en mi caso, considero «empezar a escribir» cuando dejas de tomarlo como una simple afición y empiezas a practicar y estudiar en serio. Pero para cada persona variará esa definición, supongo 🙂
Por ejemplo, yo he escrito de manera esporádica desde los 6 años, pero considero que empecé a escribir hace tres o cuatro.
Hace…no sé bien, siete…ocho años, publiqué algún relato corto. Algún poema. Ahora he vuelto para hacerlo no sólo apoyado en la intuición. Creo que pudiera ser el momento de proyectos más elaborados. Cada cual tiene el momento en que algo emerge sobre todos los demás intereses. Aún así carezco de ambición. Puro interés personal me mueve
Creo que yo me sentiré mayor el día que deje de tener curiosidad y ganas de aprender. Las ganas son lo que importa, no los años que has vivido.
Yo diría, de hecho, que los años que has vivido ayudan 😀
Estamos acostumbrados a los «prodigios». En la TV y el cine, entre mas joven, mejor. En el trabajo se pide a gente de 25 años con 10 años de experiencia. En el animé los protagonistas, normalmente, son chicos de 13 a 16 años (y tienen grandes poderes que dominan a la perfección). Los viejos son sabios, guías, o cosas por el estilo. Y los que estamos en la franja etárea entre 25 y 59, somos el ruido de fondo y los que ponen problemas.
Hace 13 años que vengo dándole vueltas a mi novela. Trece años desde que surgió la idea, tuve falsas partidas y relegué esa necesidad de escribir a un rincón polvoriento, allá en el fondo del cajón. A veces lo abría, miraba la idea, y la volvía a guardar. Trece años buscando cómo contar lo que quería contar.
Hace un año, cuatro meses antes de cumplir 41, llegó el empujón que necesitaba. Hoy estoy mas cerca de publicar (por lo menos ya está el manuscrito). Y mirando hacia atrás, puedo decir que el tiempo da lo mismo. Siempre podemos reinventarnos, y siempre podemos cambiar de dirección.
Es cosa de querer (y trabajar duro).
Muy de acuerdo. Eso sí, para la próxima, ¡recomiendo no esperar trece años! 😉
Yo he empezado a patinar con 39 años.
Desde el 1 de enero de 2016 me he puesto los patines todos los días, aunque solo hubiesen sido 5 minutos.
Mi meta: poder ir de mi casa al trabajo y viceversa sobre las 4 ruedas.
Aún me queda mucho por aprender; bajar escalones, cruzar pasos de peatones y frenar en las pendientes no lo llevo muy bien.
Ahora me dedico a dar vueltas alrededor de mi bloque y sentirme observado por mis vecinos que me miran con lástima.
Antes patinaba en las profundidades del parking de mi comunidad… a oscuras.
Creo que si me diera por aprender a patinar lo haría exactamente de la misma manera. Tal vez lo haga, está en mi lista de posibles.
Hablamos del arte de progresar de manera paulatina y constante. Llevo un tiempo ya aplicándolo a mi vida. A veces sale bien, a veces no tanto, pero lo que tengo clarísimo es que he conseguido las cosas grandes a base del pequeño trabajo diario, nunca gracias a las palizas rápidas de energía efímera 😉
36 años hoy. Y empecé la primera novela hace dos años, apenas la estoy acabando y estoy convencido que hace 10 años no me hubiera salido igual. El escritor necesita tiempo para madurar y ver las cosas más amplias (la esperanza es que en 10 años escriba aun mejor)
Muy de acuerdo. Creo que lo has definido muy bien: «tiempo para madurar y ver las cosas más amplias».
Hola, Gabriela.
Siempre he escrito de forma esporádica.
A los once años recuerdo haber comenzado a escribir una novela del Oeste. Ahora tengo setenta y dos.
Por supuesto todo han sido hojas y hojas escritas con mucha ilusión y con escasa técnica. Estudié ingeniería, pero siempre tuve el deseo de escribir. Mi vida laboral se desarrolló entre planos, controles de producción y estudios de tiempos de fabricación, pero siempre tuve el deseo de escribir. No podía alternar, o no sabía, mis obligaciones con mis aficiones, pero siempre tuve el deseo de escribir.
Deseché ir al viaje final de carrera para comprarme una máquina de escribir y dos resmas de papel DIN-A4. Raro, ¿no? Era a principio de los años sesenta. y no era precisamente de una familia pudiente.
En Colombia me robaron la Olivetti Pluma 21 en el año setenta y dos, no la olvido, pero siempre tuve el deseo de escribir.
Pasaron muchos años y muchas cosas,. pero siempre tuve vivo el deseo de escribir.
Cuando me jubilé me dije: ahora es el momento de terminar cada uno de los borradores acumulados y me puse en ello, pero pareció que las ideas se dispersaban y nunca logré encontrar el punto adecuado para dar el remate a por lo menos uno de mis proyectos de novela.
Pero sigo en ello, y con nuevas ideas, y con Nanovrimos cumplidos, y con relatos para Literautas, y con mi blog que poquísima gente lee, y con nuevos proyectos que me parecen interesantes, al menos durante los seis primeros meses, y ahí voy, siempre con el deseo de escribir.
Ahora que tengo tiempo he tratado de estudiar técnicas, seguir blogs literarios, algún taller…, pero a veces pienso que toda esa información coarta la creatividad.
Nunca es tarde para comenzar a escribir, cierto, pero si no se crea un hábito y disciplina a la edad adecuada, la cosa es más difícil. Pero claro, la pregunta es: ¿y cuál es la edad adecuada? No lo se, pero yo me agarro a la escritura como si me agarrara a la vida. Escribo para mí, ni me planteo que alguien me lea, pero necesito escribir. Con disciplina o sin disciplina. Me cuesta, pero si no escribo me siento muy mal, se apodera de mí un malhumor y una desazón que sólo se me alivia tecleando mis tonterías.
Parece que al final he logrado introducirme en la Arcadia soñada: leer en cantidades industriales, siempre lo he hecho, aunque la memoria ya no es lo que era y escribir. A veces, como para ponerle aceite al engranaje, inicio la mañana escribiendo en mi diario, que a pesar del nombre no lo visito todos los días. Otras, así como para calentar, copio un par de páginas de autores consagrados, analizando su manera de escribir, me repantigo en mi sillón y me digo: eso sí es literatura, y me sirve de acicate. A veces no, a veces sólo me sirve para preguntarme:¿Qué hago yo? Frente a esa calidad no tengo nada que hacer. Es mejor que tire el teclado a la basura. Pero al día siguiente otra vez remoloneo frente al portátil y ¡hala, a escribir! Y así pasan los días y cuando tengo ocasión de leer artículos como el tuyo y descubrir que Carmen Herrera, con cien años, pinta con las ilusiones intactas de su juventud, me digo: ¡a escribir, que todavía falta mucho para llegar a los cien!
Y verdad, lo certifico con la experiencia de mis setenta y dos años que nunca es tarde para empezar a escribir, o para seguir escribiendo, o para crearte la ilusión de que escribes, que más o menos viene siendo lo mismo. Lo importante es vivir con el entusiasmo de la juventud, que no es fácil, y creer que no envejeces, eso es cosa de los otros, y soñar, soñar como si tuvieras veinte años. Ya lo decía Shakespeare: Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto.
Saludos Gabriella y gracias por el artículo.
¡Hola, Manuel!
Gracias por contar tu historia, me alegro de que Carmen te haya animado 😉
«Ahora que tengo tiempo he tratado de estudiar técnicas, seguir blogs literarios, algún taller…, pero a veces pienso que toda esa información coarta la creatividad».
No es tanto que la coarte, me parece. Bien llevada, es una actividad complementaria y muy útil. El problema, creo, es cuando dedicamos más tiempo a eso que a escribir. Puede convertirse en una especie de procrastinación, o puede volvernos tan reflexivos e inseguros con nuestra escritura que el miedo nos paralice. Así que todo en su justa medida 😉
Yo empecé a escribir con veintinueve años, hace ya cuatro. A veces sí me lamento por no haber empezado antes; supongo que es algo inevitable. Mi referencia para estos casos es Robert Jordan, el autor de La Rueda del Tiempo y uno de mis escritores favoritos: fue militar, estudió física, trabajó como ingeniero nuclear para la Marina de los Estados Unidos (yo estudié informática y es de lo que estoy trabajando), también empezó a escribir con veintinueve años, y no hay duda de que le cundió bastante 🙂
¡Y tanto que le ha cundido! Entre él y Brandon Sanderson bien podrían copar el mercado mundial 😛
¡Un post muy interesante! Pienso que no hay edad para escribir. Sólo se llega a escribir bien con el tiempo y la constancia.
Oh, y muy curiosa la historia de Carmen Herrera. Parece que este 31 de mayo cumple 101 años. ¿Puede que el arte sea su pócima de la juventud?
Bueno, Francisco Ayala vivió hasta los 103 (bastante lúcido, además). Hasta poco antes de morir seguía el hombre viajando cuando podía, acudiendo a congresos de todo tipo, hablando con otros estudiosos y escritores. No encuentro ahora la entrevista, pero recuerdo haber leído que él decía que eran la miel y el ron lo que lo mantenían tan vital, jaja. Quién sabe si el arte también.
Editando: La he encontrado. No era ron, sino whisky: http://www.elconfidencial.com/cultura/2009-11-04/y-ayala-supero-los-100-con-ayuda-de-la-miel-y-el-whisky_737292/
Hola Gabriella, soy nueva en esto de los blogs. Aunque siempre me recuerdo con un lápiz en la mano, llevo muy poco «escribiendo», tu post me ha aclarado algo (siempre nos sentimos demasiado viejos para comenzar a ser nosotros mismos), gracias. Seguiré tus escritos
Entiendo lo que dices. Muchos escribimos de manera fugaz, hasta que empezamos a hacerlo de manera consciente. Mucha suerte con tus textos 🙂
«…siempre nos sentimos demasiado viejos para comenzar a ser nosotros mismos»…cuando debiera ser exactamente al revés. Me impactó esta frase. Saludos.
No, nunca se es demasiado tarde para nada.
Para nada, no sé, pero desde luego para escribir se puede empezar muuuuy tarde 🙂
Por experiencia sé que nunca es demasiado tarde para emprender un nuevo camino. Mi vida ha sido (y es) un cambio de dirección constante. Pasé de hacer prácticas en un hospital a trabajar en publicidad. Y ahora me dedico a la docencia, hasta que el viento me lleve a otra parte. Siempre creí que era un negado para los idiomas y ahora leo libros en cuatro lenguas distintas. Puede que con la edad cueste más aprender algo nuevo. Sin embargo, no hay razones objetivas para boicotearnos con excusas antes de empezar.
Recuerdo aquello que leí por ahí de que podemos tener unas 11 vidas, con suerte. Por aquello de necesitar unos 7 años para poder movernos con competencia en un campo. En teoría, podríamos cambiar de campo cada 7 años, viviendo un montón de «vidas» diferentes 🙂
Yo me declaro mayor para escribir con la inconsciencia de la juventud, pero, ay, sobre todo con la frescura que se pierde por el camino. Soy mayor de edad hace demasiados años. Pero como escritora soy joven (que no juvenil). ¿La experiencia es un grado? No lo sé… Lo que es seguro es que «sé» más cosas que cuando era «joven, feliz e indocumentada». Lo que no tengo tan claro es que haya aprendido el cómo decirlas, pero ese es otro cantar. Las mayores nos hacemos cascarrabias, aunque algunas no maduramos pero ese también es otro cuento. Ser joven es una oportunidad fabulosa, a veces (no siempre). La vida, desde esta parte del mundo, nos ofrece la posibilidad de jugar a tantos juegos, ¿por qué no juntar letras, entonces? Mientras la cabeza aguante y las manos encuentren las teclas, mientras quede lo nuestro por decir…
P.S. Gabriella, ya tengo tu libro, el de los 70 trucos para corregir. Lo leeré con detenimiento. Nunca acabo de aprender de las personas talentosas… y jóvenes, como tú. Dejaré reseña en Amazon, no lo dudes.
Gracias por esta palmadita: parece que me haya rejuvenecido.
Yo creo que lo que puede perderse en frescura se gana en experiencia y madurez, desde luego. Por mucho que hubiera escrito con 15 años, por mucho talento con el que me hubiera levantado de la noche a la mañana… no me imagino escribiendo nada de valor (no digo que ningún quinceañero pueda escribir nada de valor, hablo de mi caso particular). Puede que ahora tenga menos intensidad que entonces, pero la pasión simplemente ha cambiado, se ha convertido en otra cosa que, personalmente, me gusta más. Como bien dices, «mientras la cabeza aguante y las manos encuentren las teclas, mientras quede lo nuestro por decir…». Seguiremos escribiendo, y cuando se agoten cosas nuestras por decir, saldremos a la calle y contaremos las de los demás.
Gracias por adelantado por esa reseña, Laura. Espero que el libro te sirva 🙂
Es un error que se paga caro despuntar tan joven.
Tú, ahora, estás en el punto justo.
Estoy segura de que me servirá. Te comentaré algo cuando lo acabe (en Amazon ya lo he hecho).
Me gusta mucho el ejemplo que dan, tengo 63 años y quiero comenzar a escribir. ¡Preparaos!
Un abrazo.
Pues mucho ánimo y a trabajar 🙂
Tengo veintitantos y llevo queriendo escribir en serio desde los 16, pero me impone muchísimo respeto y no me atrevo. Supongo que tengo la idea de que es mejor no intentarlo, a intentarlo y que me salga un desastre. Lo único que he escrito de momento son textos cortos, no me atrevo con historias largas. Sé que aún soy joven, pero a veces tengo la sensación de que ya es demasiado tarde, de que debería haber empezado mucho antes cuando todavía estaba en el instituto y tenía mucho tiempo libre, y que ahora debería concentrarme en otras cosas «más importantes».
Gracias por compartir la historia de Carmen Herrera, es inspiradora y hace reflexionar.
¡Hola, Min!
Te respondo, porque yo también estuve en la misma situación a tu edad. ¡Ojalá alguien me hubiera dicho lo que sé ahora!
Inténtalo. No, mejor: hazlo. Claro que va a ser un desastre. Hay que empezar por algún lado, nadie comienza sabiendo. Eso del gran talento y de ser un prodigio es un mito en el 99% de los casos. Todos los grandes empezaron como tú: con miedo a meter la pata.
No tiene nada de malo escribir textos cortos. Escribe textos largos ya cuando el cuerpo empiece a pedírtelo. Es importante aprender las bases y eso se consigue con relatos, por ejemplo. Preséntate a concursos. Probablemente no ganes nada todavía, pero es una buena forma de marcarte ilusiones y plazos de entrega.
Empieza ya, aunque haya «cosas más importantes». Las cosas «importantes» pasarán: si tú quieres escribir, más adelante te darás de cabezazos pensando en todo el tiempo que podrías haber dedicado a aprender a escribir. Porque eso también se aprende. No hace falta que escribas 5000 palabras al día; forma el hábito de escribir a diario, aunque sean 100 palabras, y eso se acumulará y creará una costumbre de trabajo y aprendizaje que te durará toda la vida.
Gracias a ti por pasarte y comentar.
Yo recuerdo escribir relatos ya desde los 6 años e incluso antes reunía a mis compañeros de clase para contarles cuentos, a los diez tenia una saga de fantasía medio escrita que pretendía extender a varios libros. Mi hermana era mi conejillo de indias y, no solo escichaba mis historias, también me aseguraba que le gustaban.
En el instituto publique algún relato en revistas de aficionados y recibí una critica demoledora de un profesor que fue directa a humillarme y afectó tanto mi autoestima que casi dejé de escribir del todo, desde los 17 a los 32 solo escribía mi diario, y a veces algún apunte para futuros cuentos que no me atrevía a abordar.
A los 32 lei un fic y decidí escribir alguno, como modo de quitarme miedos porque echaba mucho de menos los relatos y estaba harta de sentirme tan paralizada, tuve suerte y fui muy bien recibida entre varios lectores de fics y me sirvió para recuperar el placer de escribir y sobre todo para quitarme el miedo a publicar.
Pero no fue hasta el año pasado,con 36, que empecé a leer sobre este oficio y a tomarmelo más en serio, asi que, aunque nunca he dejado de escribir e inventar historias, a escribir creo que empecé hace un año.
Y por un lado he descubierto que muchos de los consejos más habituales que se suelen dar ya los cumplía a mi manera inexperta, pero por otro me da la sensación de que me queda un enorme camino por delante aún para sentir que al fin plasmo en palabras las ideas de mi mente.
No sé si algún dia podré publicar algo de modo más o menos profesional pero tengo claro que no volveré a darme por vencida sin intentarlo porque perdí mucho tiempo alejada de algo que, sobre todo, me hace muy feliz.
«No sé si algún dia podré publicar algo de modo más o menos profesional pero tengo claro que no volveré a darme por vencida sin intentarlo porque perdí mucho tiempo alejada de algo que, sobre todo, me hace muy feliz».
Creo que con eso queda todo dicho, Carol. Mucha suerte y mucho ánimo.
Y gracias por pasarte y comentar.
Primero deseo agradecer a Laura Antolín que me hizo el favor de hacer llegar a mi mail una nota respecto de este blog, del cual, acúsome, no tenía el menor conocimiento.
Segundo, respecto del tema de esta entrada. Mientras no suframos de demencia senil, o que al Dr. alemán se le haya ocurrido visitarnos, podemos hacer casi cualquier cosa, sin que la edad sea óbice. Y digo “casi”, porque pueden incluso existir limitaciones físicas que nos mantengan en una silla de ruedas, y aún así podemos perfectamente escribir una novela, y yéndonos a límites más extremos: dictarla.
Así que si alguien ha tenido ese sueño por años, y tal vez por la familia, por timidez, por falta de tiempo o cualquier otro etcétera no lo ha intentado, solo puedo decirle ¡MANOS A LA OBRA…!
¡Hola, Adelfa! Gracias (¡y gracias a Laura!) por pasarte por aquí.
Creo que eso que has dicho es el mensaje por excelencia: manos a la obra. Atrás, excusas y otras banalidades 😉
la verdad es que sí, todo depende de cuándo morirás también. un tío que empieza a escribir a los 25 pero que muere «de viejo» (o por lo que sea) a los 60, quizás «empezó tarde». y uno que empiece a los 40 y viva hasta los 100, casi que empezó pronto :p pero claro, este dato no se sabe. supongo que empiezas cuando empiezas y de poco sirve llorar.
PD: todo artista que se precie ha vivido en parís, londres o nueva york 😀 a veces pienso que si no has hecho una de esas tres tienes difícil llegar a algo ^^
[…] sabéis aquello de que nunca es uno demasiado mayor para escribir, pero eso no quita que te encuentres unos cuantos problemas por no ser el típico poeta sexi de […]
[…] Creo que contestaré a esta enunciación tan absurda con este enlace. […]