¡Jueves y entrevista!
Hoy vamos con un poeta, que ya iba siendo hora. Os presento al todoterreno Rubén Martín.
¿Qué era esto de las entrevistas relámpago? Tengo una lista muy larga de preguntas cortas (ahora mismo va por 90 preguntas y subiendo). De allí, usando random.org, selecciono una secuencia de quince preguntas aleatorias, que le entrego al entrevistado o entrevistada. Este (o esta) elige diez de esas preguntas y responde con frases también breves. Al final, hay una pregunta extra que podrá aprovechar para hablar un poco más de sí mismo/a o para vengarse de la entrevistadora (es lo justo). La semana pasada entrevisté a Virginia Pérez de la Puente, y podéis ver todas las entrevistas publicadas hasta ahora en este enlace. Y ahora, vamos a hablar un poco del entrevistado de hoy:
Rubén Martín (Granada, 1980) es poeta y traductor de poesía. Ha publicado textos de diversa índole en revistas como Quimera, Salamandria o Kokoro, en la que es colaborador habitual, y participado en publicaciones colectivas como la antología Andalucía Poesía Joven (Plurabelle, 2004) o el volumen Locos de altar (Alea Blanca, 2011), junto a Begoña Callejón y Leopoldo María Panero. En 2006 ganó el premio del certamen de poesía Andalucía Joven del IAJ con Radiografía del temblor, publicado por la editorial Renacimiento al año siguiente. Como traductor es responsable de las versiones en castellano de Poemas a la muerte (2010) de Emily Dickinson y Rompiente (2014) de Jorie Graham, ambas en Bartleby Editores. Su interés por el diálogo interdisciplinar se refleja en su proyecto de spoken word electrónico Máquina Líquida, además de sus actuaciones con músicos como Alejandro Morales o Primo Gabbiano. Actualmente trabaja en el libro digital Neuromaquia, una obra en colaboración con la artista Mónica Ezquerra, que saldrá a la luz en 2015 de la mano de Skat Editores.
Rubén es antiguo compañero de facultad, de charlas trascendentes y de juergas granadinas. Para mí, leer a Rubén es regresar a los tiempos universitarios, a las cañas y los vinos con otros poetas con los que coincidíamos de una u otra forma, almas errantes como Marco Antonio Raya, Natalia Manzano, David Mena o Begoña Callejón (mencionada en esta misma entrevista). Es también el eslabón clave en cualquier grupo de personas con tendencias artísticas. En serio, Rubén Martín es el Kevin Bacon del mundo literario. Tal vez tú no conozcas a Rubén, pero conoces a alguien que conoce a Rubén, eso te lo aseguro.
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ENTREVISTA RELÁMPAGO A RUBÉN MARTÍN
Lost in Marienbad, el blog (ahora hibernando) de Antonio F. Rodríguez, a quien por entonces llamábamos Stalker. Ahí se formó una comunidad insólita de lectores, tan intensos y exigentes que me impulsaron a dar otra vuelta de tuerca no solo a mi escritura, sino a mi misma forma de leer y de ver cine. También hice amigos y amigas inolvidables, entre ellos el mismo Antonio.
2. ¿Cómo te sentiste la primera vez que te publicaron algo?
Cuando me comunicaron que había ganado el Premio Andalucía Joven, estaba en los servicios del primer instituto en el que trabajé, entre clase y clase. El centro era un poco conflictivo y me habían advertido: “No sonrías en el aula hasta bien entrado el tercer trimestre”. No dije a nadie lo del premio aquella mañana, pero creo que esa vez no logré obedecer aquel consejo.
3. Un libro para no dormir
Se me ocurre La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik. Otros muchos han escrito sobre Erzsébet Bathory, pero no con ese nivel de fascinación con el personaje y describiendo el horror con tan perturbadora delicadeza.
4. ¿Hablas algún otro idioma aparte del tuyo?
Cuando escribo o traduzco un poema trato de hablar en un idioma diferente al mío, uno que se pueda tocar, oler, mirar, y que devuelva la mirada, y que tenga agujeros y trincheras desde donde sobrevivir.
5. Un libro que no pudiste terminarte
Por ejemplo, cualquiera de ese tipo de poesía costumbrista de lenguaje plano que busca la simpatía del lector mediante una supuesta identificación, que tanta omnipresencia ha tenido en mi ciudad durante décadas. Me aburre mortalmente.
6. ¿Qué libro te habría gustado escribir?
Una nueva traducción de La rosa de nadie o Reja de lenguaje de Paul Celan al español. Pero no he sabido continuar lo poco que aprendí de alemán.
7. ¿Qué libro has releído más veces?
El último que he traducido, Sea Change de Jorie Graham. Por mero placer, probablemente Macbeth de Shakespeare.
8. Libro/s en tu mesilla de noche en estos momentos.
Más bien en la cabecera del sofá: El hospital de las muñecas, último poemario de Begoña Callejón, y Los cabellos de Absalón de Calderón de la Barca, que estoy releyendo precisamente. También alterno con India de Chantal Maillard, un monumental libro misceláneo de este 2014.
9. ¿Con qué animal te compararías?
Con mi gata Brunilda, al menos cuando se sube a mi portátil para dormir y destroza las teclas con sus patas al despertarse y tomar impulso. Desde pequeño cojo el bolígrafo de forma tan extraña que hago mucha presión y tiendo a dañar el papel.
10. Libro que más te ha influido
Las flores del mal no es mi libro favorito ni el que más peso ha tenido sobre mi escritura, pero sí el que me empujó definitivamente hacia la poesía. Recuerdo la navidad de mis dieciséis años como un enfrentamiento interminable con esos poemas de Baudelaire, algo conflictivo, mezcla de atracción y rechazo, que a partir de entonces buscaría en todo lo que leo y escribo.
Pregunta extra (seleccionar opción y contestar):
a) El entrevistado se inventa una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.
b) La pregunta la hace el entrevistado a la entrevistadora.
c) Ya he terminado, deja que me vaya a mi casa. Por favor.
Ya que he visto que la mayoría escogen la opción (b), optaré por la (a) y me pregunto:
¿Por qué ese interés en integrar música y poesía en los recitales? ¿Se debe a una desconfianza en la palabra desnuda, sin aditivos?
Para mí un poema escrito es un artefacto solitario que exige la colaboración del lector para crear su música interna: resonancias entre imágenes, ideas, la posibilidad de volver sobre los versos. Eso se pierde casi siempre en las lecturas públicas, donde además los poetas salvo impresionantes excepciones suelen –¿solemos?– ser mediocres recitadores, cuando no soporíferos. Contar con un entorno musical, dotado de ritmo, textura y otras cualidades, permite restablecer en vivo esa inmersión que se produce en la lectura privada, una experiencia envolvente y aislante, con pliegues y repliegues de intensidad.
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Muchas gracias a Rubén por sus respuestas, ¡y no os perdáis la entrevista de la semana que viene!
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