Escribir es muy fácil.
Solo hay que ponerse. Escribir mucho. Y leer, leer a destajo. Cualquier web de medio pelo te lo puede decir con gusto resabiado y unas cuantas imágenes de puestas de sol con citas motivadoras.
Yes.
Si no quieres leer más de 5000 palabras sobre la dura realidad del escritor (y quién te culparía por ello), abandona. Vete a disfrutar del aire libre o ve una comedia romántica made in America. Un 50% de esas acciones acabará con muchas de tus neuronas, pero eh, el alcohol también lo hace y yo escribo esto con una copa de vino a mi lado, que para algo es viernes.
Como todo en la vida, nada es sencillo ni tajante. Abrí este post con una mentira tan gorda que podríamos usar la nariz de Pinocho como ascensor orbital. No solo hay que escribir (¡que dicen que es fácil y bonito!), sino aprender y progresar y conocer nuestras herramientas. No se trata solo de leer mucho, sino de leer bien y sacar provecho de lo leído. Puedes hacerlo a solas o buscando la compañía de una comunidad que te ayude a avanzar y que te dé apoyo. Y mil trillones de repebillones de cosas más.
Hay muchos buenos consejos y todos tenemos algunos, grandes, importantes y poderosos, que querríamos contarle a nuestro yo del pasado. Pero luego hay otros menos evidentes. Lifehacks, tal vez. Trucos que no solemos mencionar, tal vez porque parezcan obvios, tal vez porque necesitas llevar muchos años en un sector o industria para entender que sí, que son reales y funcionan e igual hay que hacerles un poco de caso. Son cosas pequeñas que hacen una gran diferencia. Generalmente no te los vas a encontrar en páginas para escritores. Por lo menos no en páginas al uso.
Puede que sea porque tendemos a ver ciertas acciones por separado. No vemos el acto de escribir como una parte encajada en un sistema vital. No nos damos cuenta de su función dentro de una visión holística. A poca gente se le ocurre cómo influye el salir a correr por las mañanas en el hecho de escribir por la tarde. Pero la cuestión es que influye y tampoco hace falta leerse un libro de Murakami para intuirlo.
Así que ahí van. 31 trucos que se me han ido grabando a fuego en estos años de nadar en las aguas de la publicación y la escritura. Algunos han salido de las listas de 88 consejos vitales de Raptitude: me los encontré hace poco y me sorprendió la cantidad de ellos que no solo eran aplicables al hecho de escribir, sino a mi propia experiencia.
Aquí está el primero.
1. Hacer la cama te hace mejor escritor
Esto lo leí en un artículo de James Clear, pero proviene a su vez de la experiencia de Jennifer Lee Dukes, que descubrió cómo cambiaba su día a raíz de una sencilla acción por la mañana: hacer la cama.
No se soluciona el mundo haciendo la cama, no. Se trata de encontrar un hábito desencadenante y hacer que funcione para ti.
En los estudios sobre el comportamiento, se habla mucho de esos hábitos «gatillo», esos trigger habits que inician una cadena de acciones. Suele usarse el término para hablar de hábitos negativos. Por ejemplo, para una persona con sobrepeso su hábito desencadenante puede ser el alcohol: cuando bebe pierde inhibición y disciplina y empieza a comer sin medida. Para un fumador podría ser el salir de bares; para una persona con problemas de productividad el hábito desencadenante de toda una tarde desperdiciada podría ser mirar Youtube o descubrir que Gabriella Literaria acaba de publicar un artículo nuevo con más de 5000 palabras.
No pasa nada. Todos tenemos nuestros vicios.
Pero también hay hábitos desencadenantes que son buenos. Cuando Jennifer hacía la cama, se sentía más ordenada, adulta y responsable, así que aprovechaba también para planchar, fregar los platos, limpiar el cuarto de baño… Estos hábitos gatillo o mecha que incendian una bomba de acciones positivas suelen estar muy ligados, como todos los hábitos, a la identidad. Hacer la cama nos comunica a nosotros mismos que somos personas organizadas y limpias, y respondemos a ese estímulo comportándonos como tales.
Para mí el hábito desencadenante es sentarme todas las mañanas a planificar el día. Me da cierta sensación de control y orden. Y luego, sí, hago la cama. Y a partir de ahí, por lo menos por la mañana, soy más productiva. Hago más de las cosas que necesito hacer para terminar más libros y venderlos.
Si te asomas a la ventana desde una cama recién hecha, puedes ver acercándose, ahí a lo lejos, el premio Nobel que la vida te ha negado (el collar de perlas no es estrictamente necesario)
Encuentra tu hábito desencadenante e inicia el efecto dominó que te lleva al trabajo diario que te permite llegar a tus objetivos: ya sea escribir, publicar o dominar el universo.
2. No puedes hacer que la gente cambie de gusto solo para leerte
Hay una forma terrible de pensar que está muy extendida. Es: «si escribo algo lo bastante bueno, le gustará a todo el mundo«.
No digo que eso no pueda ser verdad. Juego de tronos lo ven personas a las que nunca les había gustado la fantasía. Pero no esperes que tu novela de romántica lo lea y disfrute alguien que, por lo general, no gusta de la romántica. Puede pasar, pero probablemente no.
Escribimos sin tener en cuenta a nuestro lector objetivo y luego nos cabreamos porque no nos está comprando libros alguien que queremos que compre nuestros libros, pero que no es nuestro lector objetivo. Es por esto por lo que el spam rara vez funciona.
Esto me lleva también al siguiente punto:
3. Nadie tiene la culpa de tu fracaso
Somos muy de echarle la culpa a otros, hasta límites ridículos. Sé mejor que nadie lo que es ver libros mediocres (o directamente malos) ahí fuera que venden como rosquillas bañadas en oro y chocolate mientras tu amada novela perfecta vende menos que los típicos pastelitos de café y merengue que siempre se quedan solos, abandonados, últimos en las bandejas de dulces.
¡La culpa es del público, que no sabe apreciar mi genialidad!
Nadie sabe apreciar tu talento. La mala ortografía, el descuido del contenido y el final acelerado son fantasías ajenas y envidias de los que te odian.
Es muy fácil hundirse en la miseria y sentir que el mundo es injusto y que todos los demás son unos egoístas insensibles e idiotas. Pero a veces (bueno, casi siempre), eres tú la insensible e idiota, Gabriella de mis entretelas, y más te vale ponerte las pilas y encontrar qué es lo que busca tu público y cómo conseguir que tu obra llegue hasta ellos. Sí: la única culpable de cualquier fracaso soy yo.
Cuanto antes asumamos esto, antes podremos también cambiar las cosas del sistema que no nos convencen.
4. Las opciones más baratas y las más caras suelen ser las peores
Si alguna vez tienes que contar con un corrector, maquetador, ilustrador, etc., lo normal es sentirse tentado/a por las opciones más económicas.
Ola ke ase, me ase un informe lektura por 30 pavo o ke ase.
Pero esa economía es falsa: lo que ahorras en inversión lo pierdes en ventas posteriores que no vas a conseguir. ¿Y de qué sirve contar con un traductor barato, por ejemplo, si el resultado es tan malo que luego necesitas contratar a otro para que te lo arregle? Un profesional «económico» generalmente va a proporcionar baja calidad, y los profesionales más caros suelen tener precios muy inflados debido a un exceso de demanda (en cuyo caso no tendrán tiempo para ti) o pueden ser novatos ambiciosos que desconocen el mercado. No te interesa ninguna de esas opciones. En el punto medio (o medio alto) tiende a estar la virtud.
Y esto nos lleva al siguiente punto:
5. Las cosas gratis casi nunca son gratis
Y nada es gratis si te quita tiempo. Puede que quieras dedicar dos horas de tu vida a hacerte tu propia portada, pero te aseguro que esas dos horas al final serán quince, y el resultado nunca será igual que si la hubiera hecho un profesional. Pensarás que no te ha costado nada, pero echa cuentas acerca de lo que podrías haber hecho esas quince horas y plantéate si, en realidad, te has ahorrado algo.
6. Si todos los personajes son guapos, no quiero leerlo
Sí que hay géneros en los que a los lectores les gusta que los protagonistas sean guapos, pero por lo general, al lector le gusta tener algo con lo que identificarse. ¿Cómo vamos a identificarnos con personajes perfectos?
Lo del sexo es buena idea, pero no me leería quinientas páginas de tu vida.
Dale defectos a tus personajes. Y recuerda: pueden ser atractivos, pero guapos, guapísimos, muy guapos… bah. Aburrido.
7. Si estás muy seguro/A de algo, tu escritura es menos interesante
Hay muy poco conocimiento absoluto en el mundo, no vamos sobrados de verdades absolutas. Es mucho más interesante leer a alguien (ya sea en ficción, en un blog o en el grafiti de la puerta de un baño público) que duda, que busca, que quiere mirar detrás de la cortina. Los escritores con creencias férreas de cualquier tipo transmiten su dogmatismo a través del texto y el resultado tiende a ser moralizador, irritante.
Y no sé vosotros, pero a mí el admitir que soy ignorante me resulta liberador.
Soy ignorante. No tengo ni idea de nada y no entiendo muy bien por qué me estáis leyendo.
Ah, ya me encuentro mejor.
8. El cinismo solo atrae a otras personas cínicas
Lo mismo ocurre con las quejas: seguramente habrá quien quiera quejarse contigo, pero ¿realmente quieres llenar tu vida y entorno de personas quejicas? Desde el más puro punto de vista del marketing, nos sentimos más atraídos por aquellos que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos y el mundo.
Tuve una racha en mi vida en la que me gustaba juntarme con personas inteligentes que se sentaban a reírse de la estupidez ajena, a ironizar sobre todo, a criticar todo lo criticable y a arreglar el mundo desde sus asientos de superioridad (sin hacer nada luego, claro). No fue una racha feliz ni productiva.
Por suerte, los maté a todos y ahora tengo un puñado de asientos de superioridad libres. Tuyos por solo 50 €/hora, con descuentos para los mejores gestos de altivez y altanería.
Esto no quiere decir que todo tenga que ser arcoíris y risas y bebés mofletudos y ponis de colores, pero sí que ayuda intentar filtrar un poco la mierda que soltamos en el mundo.
9. Basura dentro, basura fuera
Y, hablando de filtrar, este es otro de mis favoritos. Proviene de un dicho anglosajón: garbage in, garbage out. Lo explicó muy bien Charles Babbage, pionero de la informática:
On two occasions I have been asked, «Pray, Mr. Babbage, if you put into the machine wrong figures, will the right answers come out?» … I am not able rightly to apprehend the kind of confusion of ideas that could provoke such a question.
En dos ocasiones me han preguntado: «Disculpe, Sr. Babbage, si metemos en la máquina cifras equivocadas, ¿saldrán las respuestas correctas? No puedo ni empezar a entender el tipo de confusión de ideas que pueden llevar a alguien a hacer una pregunta así.
Sí, es cierto. Si metes información mala, obtendrás información mala.
Si ves telebasura, si escuchas conversaciones basura, si lees basura, a la hora de escribir producirás basura.
Si quieres tener el mejor blog del mundo, lee los mejores blogs del mundo. Si quieres ser el mejor comunicador del mundo, escucha a los mejores comunicadores del mundo. Si quieres escribir bien, lee contenidos de altísima calidad. Al intentar emular a los maestros, llegamos mucho más lejos que los mediocres.
Esto del GIGO es aplicable también a las relaciones que tenemos con otras personas. Por eso estoy tan de acuerdo con este consejo de James Altucher:
10. Ponte al lado de la persona más lista de la habitación
¿Estás en una fiesta, en una reunión o en un bar? Busca a la persona más inteligente y pégate a ella. No solo aprenderás mucho, sino que tu red de relaciones se compondrá de individuos valiosos.
Pégate al más listo. Pero sin pasarse. Algo intermedio, entre "no sé de quién me estás hablando" y "¿conoces algún abogado que tramite órdenes de alejamiento?".
Quien dice inteligente dice amable, divertida, simpática o eficiente. Piensa en las cualidades que quieres obtener y relaciónate con personas que tengan esas cualidades. Lo de que somos la media de las cinco personas con las que más nos relacionamos no es una verdad universal, pero sí una guía útil.
11. La comodidad es la mayor adicción del mundo
Olvida el alcohol, el azúcar, la heroína o el Pokemon Go, nada hay tan adictivo como tu statu quo. Ya hemos dicho que los hábitos están asociados a la identidad, y procuramos defender nuestra identidad con uñas y dientes, por la comodidad de lo conocido. Alterar nuestra identidad es duro de narices.
Propongo cambiar statu quo por statu quo ante bellum: el estado de las cosas antes de la guerra. Tenemos que estar siempre en guerra para progresar. No es necesario hacer de la salida de la zona de confort una costumbre heroica, pero sí tenemos que plantearnos de manera periódica dónde nos hemos anquilosado, acomodado. Y en la escritura esto es muy importante: sin desafíos ni cambios no avanzamos, nos limitamos a escribir siempre lo mismo.
12. La organización te hará libre
Cuando somos más jóvenes nos convencemos de que la rutina es mala. Somos inmortales, creemos, y ese octavo churro en la feria a las seis de la mañana tras toda una noche alcoholizada de sexo desprotegido no nos pasará factura jamás. Nos creemos héroes por rebelarnos contra el establishment y contra todos los pequeños actos rutinarios que intentaron enseñarnos nuestros padres.
Con el paso del tiempo, nos damos cuenta de que nuestros padres intentaban enseñarnos esos actos por una razón. Una buena rutina y unos buenos hábitos pueden marcar la diferencia entre vivir al filo de lo imposible, con ansiedad, porque nunca llegamos a hacer todo (y parece que nunca conseguimos hacer lo que es importante para nosotros) y tener un sistema productivo por el cual conseguimos lo que nos propongamos.
Pese a las historias de autores apasionados que lo dejaban todo para vivir en la carretera o borrachos en una cueva, la realidad sorprendente es que la mayoría de grandes escritores tenían (y tienen) una rutina férrea de trabajo. Si vas a salir todas las noches a comer churros, fornicar sin condón y emborracharte, más te vale tener un sistema que te permita trabajar al mediodía con resaca. Y un conocimiento extensivo de remedios para tus variadas enfermedades venéreas.
13. No merece la pena terminar un libro que no estÁs disfrutando
Claro que en el cole nos tenemos que leer los clásicos y muchos libros densos que no nos apetecen en absoluto. Y si un libro te cuesta porque es complejo e implica esfuerzo leerlo, ¡no lo dejes! ¡Eso es bueno! Te está haciendo pensar.
Pero si un libro directamente es malo, no hay obligación de terminarlo (a no ser que vayas a hacer una reseña: entonces sí debes). Hay muchos libros buenísimos que leer y muy poco tiempo para leerlos.
Es ver una estantería Billy y ya me corroe la ansiedad del paso del tiempo y la conciencia de mi propia mortalidad.
14. Estudia arte
Interésate por la historia del arte y visita museos. Lee libros de diseño y búscate maravillas fotográficas de esas de Taschen y similares. Consume cómic de alta calidad. Cuanto más arte consumas (y estudies), más se refinará tu gusto y más comprenderás las bases del buen diseño. Esto no solo es aplicable a tu propia escritura (el gusto estético es interdisciplinar), sino que comenzarás a entender mucho mejor qué atrae a los demás en cuanto a gráficos, diseño web, maquetación, cubiertas, cabeceras de blog… todo lo que necesitas para destacar un poco en un mundo saturado de autores.
15. Apaga las notificaciones
¿Por qué nadie hace esto? ¿Por qué sigue el mundo lleno de soniditos de Whatsapp, musiquita de Facebook y avisos de «tienes un email» que, por fortuna, nada tienen que ver con la película de Hanks y Ryan?
Durante meses odié a un vecino muy persistente con sus soniditos de Whatsapp, hasta que descubrí que era un loro. True story.
Quítale el sonido a todo o, directamente, deshabilita las notificaciones. No es difícil y te cambiará la vida.
16. Averigua a qué dedicas tu tiempo
Otro que parece de cajón, Y NADIE LO HACE.
De hecho, seguro que tú tampoco vas a hacerlo.
Coge un cuaderno y boli, o instala RescueTime o algo similar, y apunta durante un par de días TODO lo que haces y cuánto tiempo le dedicas.
Creemos que sabemos en qué empleamos nuestro tiempo, pero no es así. Este ejercicio tan sencillo te revela la cantidad vergonzosa de tiempo que dedicamos a hacer cosas irrelevantes, vacías (por no hablar del tiempo dedicado a complacer a otros). Casi siempre es porque estamos evitando enfrentarnos a lo que de verdad importa. Vence la procrastinación.
17. Discutir no sirve de nada
Esto tardé en comprenderlo y ojalá no hubiera sido así: me habría ahorrado horas y horas y horas y milenios de tiempo perdido en foros y redes sociales.
Horas en las que podría haber estado escribiendo.
Cuando dos personas tienen opiniones contrarias, en el 99% de los casos ninguna de las dos quiere cambiar la suya (y por mucho que el otro argumente, no lo conseguirá). Esto es porque 1) convertir opiniones en conocimiento demostrable y bien investigado lleva mucho tiempo y esfuerzo, y es más fácil aferrarse a la opinión que investigar cuánta razón puede tener la otra persona; y 2) porque las opiniones también están firmemente asociadas a nuestra identidad. Cuando escuchamos a otra persona decirnos algo contrario a nuestra opinión, en realidad lo que estamos escuchando es que somos tontos y creemos que intentan humillarnos.
Desde hace un tiempo estoy intentando no tener opiniones. Solo sé que no sé nada. Escribo y publico muchísimo más.
18. Sí, y…
Esto también se lo robé a Altucher y funciona a las mil maravillas. Evita siempre utilizar el «sí, pero…», en una conversación. Cámbialo por «sí, y…». Es mucho más difícil, pero evitas ese 2) que mencionaba antes: no amenazas la identidad de nadie. Es la mentalidad perfecta para un corrector de estilo, un lector profesional o un profesor. El cliente/alumno no se ha equivocado, simplemente le enseñas una alternativa que, por sí mismo/a, reconocerá que es fenomenal. En el fondo le estás dando validez a esa persona.
Usa esa mentalidad con otros escritores, editores y etc. Y ya me cuentas. A mí los resultados no dejan de sorprenderme.
19. Todos tenemos prejuicios
Y van a aparecer en nuestra escritura. Si alguien los señala al leer tu texto y te sientes ofendido/a, no lo descartes de inmediato. Sí, podría ser una percepción errónea de esa persona, pero antes de enfadarte y mandarlo/la a la mierda, evalúa cuáles son tus sensaciones al respecto y si no podría tener alguna parte de razón. Todos tenemos prejuicios e ideas preconcebidas de las que no somos conscientes.
Yo, por ejemplo, tengo un odio acérrimo e inexplicable a los pantalones pirata blancos. Mi boca gotea con espumarajos de saliva mientras subo esta imagen.
Pero también sé consciente de que, en el feedback, un porcentaje sorprendentemente alto de lo que expresa el lector proviene de sus propias convicciones, miedos e inseguridades. Por eso es mejor siempre quedarse con los comentarios más técnicos (y ojalá las reseñas y críticas fueran mucho más técnicas, en general).
20. El amor que leemos no es amor de verdad
La noción romántica de amor inunda todos los medios que consumimos. Piensa en tu experiencia y en la experiencia de los que conoces, y verás qué poco se parece a los patrones establecidos por ese romanticismo a lo Hollywood (y la frustración que eso causa, a su vez, en las parejas).
Este amor es mil veces más auténtico que el tuyo.
Cuando escribas, escribe amor de verdad.
21. Nunca te arrepentirás de hacer ejercicio
Incluso si te lesionas. Ese ejercicio era necesario (y la próxima vez ten más cuidado). Muchos escritores son famosos por sus largos paseos: limpian la mente y permiten que llegue lo realmente bueno; pero otro tipo de ejercicio más activo también ayuda. El subidón de endorfinas nos hace ver las cosas de una manera muy diferente, inspiradora.
A mí me cuesta barbaridad y media, porque en lo que se refiere a ejercicio físico me he pasado toda mi vida pensando que para ello era una vaga y una inútil. Así que he tenido que cambiar mi identidad y convertirme en el tipo de persona que deambula como mínimo una hora diaria, del mismo modo que antes he sido el tipo de persona que salía a correr todos los días o el tipo de persona que nadaba en la piscina más cercana. El truco está en dejar de compararte con los demás, encontrar tu propio ritmo y acudir a un médico (o a cuatro, en mi caso) para lidiar con cualquier problema o enfermedad que te impida llevar un estilo de vida saludable.
Los días en que no hago ejercicio estoy de mal humor y cansada. No consigo hacer nada de provecho y encima hescrivo mal.
El único ejercicio del que podrías arrepentirte.
22. Tienes derecho a juzgar a los demás por lo que leen
Mucha gente miente sobre lo que lee. Y es lógico: juzgamos a otros por sus lecturas. Parece una tontería, porque no debería importarme que alguien limite su dieta de lectura a imitaciones purulentas de 50 sombras de Grey. Dice mucho del mercado editorial y eso siempre enfada cuando te dedicas a la escritura, pero en realidad, ¿quién soy yo para ponerles lo que yo considero literatura de calidad bajo la nariz?
Juzgar en público está feo y trae más años de mala suerte que romper un espejo. Pero lo cierto es que lo que leemos habla mucho de nuestros gustos, nuestra disciplina, nuestros intereses y ganas (o no) de aprender. Una pila muy mezclada me produce admiración: implica que el lector quiere salir de lo de siempre, quiere ampliar sus miras.
Juzga (en privado, en tu cabeza) a otros por lo que leen, para bien y para mal. Pero piensa en qué estás leyendo tú: ¿cómo te juzgarían otros escritores?
(Basura dentro, basura fuera).
23. Aprende cuál es el momento de marcharse
Cuando la fiesta ha llegado al momento en que los invitados se están enseñando sus vídeos favoritos de Youtube, es hora de llamar al taxi (y eso sí lo he robado directamente de Raptitude, pero cuán cierto es).
O quédate con aquella frase de Cómo conocí a vuestra madre: Nada bueno ocurre después de las dos de la mañana.
Cosas que pasan después de las dos de la mañana.
No es del todo cierto: quedarme después de las dos de la mañana me dio un montón de experiencias memorables cuando tenía 21 años.
Pero ahora hay que marcharse. Lárgate temprano. Deja a la gente con ganas de más. Vete a casa a escribir.
A no ser que estés en el festival Celsius, claro. Ahí hay que quedarse como mínimo hasta las cuatro.
24. Entérate de lo que pasa en el mundo por Twitter
O cualquier otro medio similar, pero Twitter es mi favorito para esto. Ofrece diminutos recortes de información que te harán saber si ha ocurrido algo realmente importante (luego puedes ampliar la información con un googleo básico). Prescinde de las noticias en televisión o de largos debates en Facebook y en los comentarios de periódicos online. Todos los días hay desgracias en el mundo. Todos los días hay debate. Todos los días hay razones para despreciar a la humanidad o surge una nueva plaga apocalípitica. ¿De verdad vas a pasar 10 horas diarias de tu vida preocupándote? Son 10 horas de tu día en los que vas a escribir fatal.
Solo hay que echarle un vistazo a cualquier hilo de comentarios de cualquier diario en web y aquello da más susto que el ébola, el zica y las vacas locas, todo junto.
No digo que no tengas compromisos éticos o políticos. Pero no puedes solucionarlo todo, y llamar a alguien gilipollas por internet no va a darle de comer a un niño en África. Una conversación crítica o sensacionalista obtiene miles de likes en Facebook, pero en cuanto alguien pone un enlace de algo real, tangible y útil, nadie comparte (y mucho menos, aporta dinero).
Busca una causa y lucha. Elige en qué emplear tus energías, porque la preocupación y la ansiedad no sirven de nada y encima te bajan la libido. Y ya sabes que el mundo necesita amor.
25. La motivación solo funciona a corto plazo
A mí me encanta pensar que cuando termináis de leer mis artículos os lanzáis sobre vuestro cuaderno/ordenador/papiro medieval para escribir energéticos, rejuvenecidos y mucho más guapos, pero la verdad triste es que mis píldoras de motivación no os van a servir mañana, cuando se os haya pasado el subidón y tengáis que compaginar lo de escribir con algo tan pesado y terrible como la vida real.
El secreto está en que la motivación dura poco, así que tenemos que aprovecharla marcándonos metas a corto plazo, metas tangibles, no lejanas en un futuro perfecto e imaginario. Nuestro yo futuro es siempre un superhéroe: nosotros no tanto.
No hay tarea difícil: hay una tarea que todavía no has dividido en muchas tareas sencillas.
No te pongas de objetivo: «escribir una novela». Divide y vencerás: «documentarme», «planificación», «hojas de personajes», «escribir el primer capítulo». Etc.
Alégrate y recompénsate cada vez que alcances uno de esos objetivos pequeños. Y sí, por qué no, lee un artículo que te motive a diario. Recupera la ilusión.
26. La calidad está en la sutileza
No le expliques todo claramente al lector. Muestra, no cuentes. Mete doble codificación en tu obra. No dejes ocho notas al principio y al final de la historia contando por qué hiciste esto o aquello. No te pases con los adjetivos, no sobrecargues tus frases.
En la sutileza está lo grandioso.
Definición gráfica de sutileza.
Creo que es lo más importante que puede aprender un autor conforme progresa en su escritura. Cuando eres un maestro en lo que haces, todo parece fácil (aunque tú sabes la sangre, sudor y lágrimas que hay detrás). Una voltereta perfecta es sutil. Parece sencilla, nada indica los años de entrenamiento del gimnasta.
No le grites al mundo lo buen autor que eres. No eres tan listo como crees y se te ven los hilos.
27. El síndrome del impostor es una buena señal
Ya os he hablado muchas veces del efecto Dunning-Kruger, por el que las personas incompetentes suelen creerse competentes. Cuando avanzas en un campo, eres cada vez más consciente de lo que no sabes. Por eso tantos grandes profesionales sufren del síndrome del impostor: otras personas alaban su trabajo y pretenden darles grandes responsabilidades, y esos profesionales sienten que están engañando de alguna manera, que no las merecen.
Si sientes que todo lo que haces es porquería y que no mereces atención ni responsabilidad, puede que sufras del síndrome del impostor. Y eso es muy bueno. Tal vez te esté afectando el efecto Dunning-Kruger y tu conocimiento haya llegado a un nivel mayor.
O a lo mejor realmente eres inútil del todo, pero para eso se inventaron los cursos para escritores, las editoriales y los informes de lectura.
28. Huye de aquellos que hablen mal de otros delante de ti
Porque también hablarán mal de ti.
Huye también de las personas que se quedan de brazos cruzados y no protestan cuando otros hablan mal de sus amigos o compañeros. Tampoco te defenderán a ti.
Todos metemos la pata. Todos hemos hablado mal de alguien. Cotillear responde a necesidades sociales. Pero vamos a intentar dejar de ser partes activas en el círculo de mierda.
¿En qué ayuda esto a tu carrera de escritor?
En serio, no sabes cuánto.
29. La técnica del pomodoro te salvará la vida
Hay miles de técnicas de productividad (ahí, por ejemplo, van 69). Pero no he encontrado nada con la eficiencia del pomodoro.
Te pones el relojito durante 25 minutos y en esos 25 minutos solo haces una tarea. Nada más. Nada de escaparse a ver vídeos de gatitos, nada de poner el dedo en otra pestaña. Luego descansas un poco y a por otro.
25 minutos es poco. 25 minutos es posible.
30. Si no pides, no recibes
Nos educan para que callemos la boca. Hay una visión idealizada del mundo donde cada uno recibe lo que merece, así que las buenas acciones no hay que publicitarlas y lo que necesitas te será dado automáticamente. Qué frustración cuando eso no se cumple.
Si además habéis tenido una educación de corte religiosa (mea culpa), os habrán educado con aquello de que los mansos heredarán la tierra. Poner la otra mejilla, sufrir en silencio, etc. Palabrería para que no protestes. Whatever.
Mi madre siempre dijo que quien no llora no mama y es totalmente cierto. Si quieres algo, vas a tener que pedirlo. Nadie puede leerte la mente. Si quieres que compartan una publicación tuya, pide que lo hagan. Si quieres que te inviten a un festival, cúrratelo para que les compense invitarte. Si quieres que compren tu libro, explica por qué es importante para ti (¡y para ellos, sobre todo para ellos!) que lo compren.
Pero por favor no me pidáis más cosas a mí. Que tengo el buzón del correo lleno y un retraso de casi un mes de contestar emails y responder a consultas/solicitudes y peticiones varias. De hecho, pondría «decir que no» como punto 32 de esta lista, pero lo he repetido tantas veces en este blog (y en la lista de correo) que creo que os lo sabéis ya de sobra.
A la izquierda, lo que espero cada día de mi bandeja de entrada. A la derecha, la realidad.
Casi mejor termino con el punto más importante y práctico de todos.
En serio, esto va a hacer que vuestra vida dé un giro de 180 grados:
31. Evita Netflix y Facebook sobre todas las cosas
Quien dice Netflix y Facebook dice cualquier cosa con potencial para distraerte hasta perder la noción del tiempo. Sobre todo Netflix, con esa manera sucia y traicionera de ponerte un episodio directamente tras otro.
Intento liberarme de sus garras, en serio. Me lo he prohibido entre semana (y a ver lo que duro). Hasta voy dejándome mensajes por ahí:
Nada más tengo ya que deciros. Marchad ya con la habitual semilla motivadora: escribid, escribid, escribid, quéhacéisquenoescribís. Hacedlo bien. Hacedlo bonito.
En el mundo ya hay bastante porquería. Traedme cosas hermosas.
¿Te ha gustado este artículo?
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Y un libro que te soluciona la vida si odias corregir tus textos. ¡Ya lleva más de 200 valoraciones positivas en Amazon!
Geniales, Gabriella. No solo para escribir, sino para enfrentarte a situaciones cotidianas. Destacaría el 18,19 y 20. Lo que me gustaba a mí discutir y teniendo yo siempre la razón nunca convencía a nadie XD, así que me di cuenta de la inutilidad. Ahora aplico el: «llevas razón y es muy interesante lo que dices y además…» y ahí meto mi opinión, se consigue mucho más que enfrentándote. Y la 23, otra que… saber retirarse a tiempo es una victoria, algo que me ha costado décadas asimilar.
Y por último señalar lo buenas que son tus imágenes, como siempre, pero es probablemente lo mejor de todo, son super didácticas porque son divertidas. ¡Te pongo un diez!
Y si alguna vez me pongo con aire de superioridad a criticar a alguien, pégame un tiro y vende mi silla xD
Me encantan! Los pondré en práctica
Creo que lo que más me hace reír en tus artículos son las vueltas que das para poder meter una de las fotos de stock. ¡Y lo mejor es que funciona!
Un post estupendo con consejos que no sólo ayudan a escribir, sino a ser mejor persona y a llevarte mejor con el resto de la gente.
Yo agradecería un ejemplo práctico de cómo se usa el «Sí, y…» Porque he estado imaginandome como corrector (en un mundo fantástico donde sé corregir y hay pequeñas elfas con gafitas que mecen bebés pulpos en sus brazos: http://goldclown.deviantart.com/art/Untitled-589476563 ) Y aún no me veo diciendo:
«Tu capacidad de síntesis y worldbuilding es excepcional, sí, y resumiendo estas diecisiete páginas en una y media pondremos el broche a un texto perfecto y sin datadumping.»
Igual me equivoco, pero creo que mi interlocutor pensaría que soy un poquitinirritín sarcástico, una mijita.
Gracias por el artículo, siempre viene bien reflexionar sobre las cosas que uno hace mal. Cuando son tantas, el humor le pisa el terreno al sentimiento de culpa y te quedas con una extraña sensación de optimismo y de confianza en poder seguir mejorando. Sí, pero, (perdón) Sí, y ya sabemos que la motivación dura lo que dura, así que voy a apuntar rápidamente en la pizarra: «Hoy nada de Masters of sex, Luke Cage, Ash vs. Evil dead,…» y «Poner a prueba la técnica Pomodoro».
Me consuela pensar que todas las mañánas hago la cama…
Interesante artículo, Gabriella.
Hola.
Por mi madre, es un excelente post, pero fue como una pelea de boxeo terminarlo de una sentada.
Tomaré nota, para la próxima trataré de disfrutarlo a cuenta gotas.
Por lo demás, el primer punto me recordó mucho a los consejos que da Ray Bradbury en Zen y el arte de escribir: 1000 palabras diarias, un cuento a la semana y una lista de adjetivos como ritual para despertar la creatividad.
Un abrazo y felicidades por tu próximo libro.
¿Es posible añadir admiración a la admiración? ¿Pasar de la admiración al cuadrado a la admiración al cubo y seguir añadiendo potencias? ¿Sí? Pues añado, añado… (Añade, añade). Creo que es de los poquísimos posts kilométricos que leo enteritos y no me canso, aunque podrías decirme cosas que no fueran recomendaciones de uso por más que sean pertinentes todas y cada una de las que mencionas, y seguiría aquí, embobada. Porque esa es tu magia, Gabriella Campbell.
Gabriela, me lo he leído de una sentada. Me uno al comentario de Marian Ruiz. ¡Que viva tu magia! Gracias de nuevo por otro de tus posts que convierten el fin de semana en una sobredosis de motivación. Me río tanto con tus notas a pie de foto…¡son impagables! Me voy a escribir cosas bonitas 🙂
Genial entrada, como siempre Gabriella 🙂
Me he sentido TAN identificado con la número 13… me encanta leerlo en tu lista. Yo todavía me siento fatal por el libro que abandoné hace dos años… y fue precisamente por lo mismo que dices que habría que dejar de escribirlo.
Una lista muy adecuada, acertada y de la que a todos nos convendría incorporar unos cuantos puntos más a nuestra vida diaria.
Me ha encantado, me he reído y hasta he dicho si con la cabeza.
Muy buen post, me lo voy a ir aplicando (las partes que no hacía ya)
Saludos
Es increíble, habré pensado esto mil veces («ojalá hubiera sabido esto cuando tenía 20»). La de tiempo que habría ahorrado…
Es bueno tener una lista de cosas que no merecen la pena. Es importante tener eso en mente.
Gran artículo, un saludo.
Tienes razón: estos consejos no sólo son útiles para estimular el hábito de escribir o aumentar la productividad, sirven para mejorar la calidad de vida. Me ha llamado especialmente la atención el apartado en el que hablas de juzgar las lecturas ajenas. Suelo formarme una opinión de los demás basándome en los libros que consumen y, sí, es contraproducente airear a los cuatro vientos dicha opinión.
De todos modos fue en uno de esos sermones sobre la buena o la mala literatura que alguien me abrió los ojos a una postura más sensata: no pasa nada por consumir un producto sencillo o directamente pobre, siempre que lo disfrutes por lo que es. Esa misma persona me planteó un ejemplo con comida. No te morirás por zamparte una hamburguesa del McDonald’s, pero no puedes basar toda tu dieta en el menú de un fast-food (algo que conecta con el apartado 9 de este artículo).
Acerca del consejo número 23… Sólo diré que la última vez que se me hizo tarde en una cena con amigos, un colega acabó enseñándonos vídeos de ASMR. Surrealista.
Estoy llorando de felicidad. Me parecen unos consejos preciosos, que no sólo ayudan a ser mejor escritor, sino que algunos de ellos, a ser mejor persona también. Te seguiré leyendo (y voy a bucear en este blog), porque me parecen muy muy buenos consejos.
Gracias!
¡Muchas gracias! Espero que te guste el resto del blog 😛
He topado con tu blog, de casualidad, al teclear en google palabras sueltas como creatividad y literaratura y he de decir que me ha gustado mucho. Eres la responsable o la culpable de que haya dejado de lado un dossier (de obligada lectura y urgente para el trabajo) por tus entradas, y (había escrito pero y siguiendo tus consejos lo he cambiado por la y) ha merecido la pena. Mañana retomaré el dossier.
¡Hola, Juanma!
Muchas gracias por tu comentario. Aunque sea egoísta decirlo, me alegro de que dejaras de lado ese dossier 😉
Soy tu faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan. Gracias por tanta magia
Wow! Amo este post!
Pero bueno, me enfoco que si no terminare escribiendo un comentario incomprensible, ininteligible y enigmático. Empecemos:
1.- Eso de los hábitos de verdad funciona. Solo con el hecho de ponerme a barrer y arreglar la cama hace que sienta ganas de seguir limpiando. Espero poder aplicarlo a la escritura.
12.- En mi caso eso se relaciona con el punto 1, ordenar tanto mi espacio personal como mi rutina me ayuda mucho. Así acabando las cosas importantes puedo ponerme a escribir sin distracciones.
17.- Joder, cuanta pérdida de tiempo nos ahorraríamos si lo entendiéramos. Me siento identificada con ese punto porque como lo dice en el artículo, 99% de las veces no vas a llegar a ningún lado porque la persona no quiere cambiar de opinión (o aceptar que está equivocado)
18.- Me uno a E.Q de la Torre, me gustaría un ejemplo práctico del “sí, y”. Supongo que es algo como “Sí, esta chido y sí añadieras esto y quitaras aquello, seria aún mejor”
30.- A pesar de que parece obvio, hay muchas personas como lo menciona el artículo que no protestan (aunque me pregunto quién rayos educa a sus hijos para que no protesten). Y si, puedes ser manso, tranquilo o como sea que lo llamen pero si no te parece algo hay que decirlo (con una buena dosis de labia, digo, educación para que te hagan caso, sino terminamos cayendo en discusiones sin sentido)
Vale, ahora me voy a seguir curioseando en este blog
[…] Hacer la cama te hace mejor escritor (y 30 trucos más que debiste contarme) […]
¡Guau! Me las apunto todas todas, que conste jaja (aunque confieso que no he podido leer el artículo por falta de tiempo, sniff). Lo que sí añadiría escuchar música clásica jaja. A veces, es más inspiradora de lo que parece…
Bueno, me voy corriendo que no llego a todo (Casi parezco el conejo blanco de Alicia…)
¡Un saludín!
[…] LOS PROFES DE INGLÉS (entre los que a veces se me olvida incluirme) tienen una expresión para definir ese estadio del aprendizaje en el que te encuentras cuando sabes lo suficiente de un tema (ya sea de inglés o de cualquier otro idioma o habilidad) como para ser consciente de que lo mucho que te queda por aprender y en el que parece que te atascas: llega un punto en el que tienes un conocimiento medio y te cuesta mucho más avanzar que al principio y empiezas a buscar causas y culpables y puede que termines tirando la toalla. Es lo que suele conocerse como intermediate plateau, y está íntimamente relacionado con el famoso Síndrome del Impostor del que nos habla Isaac Belmar en este artículo y que también menciona Gabriella Campbell en este otro. […]
[…] no estés llenando tu pozo (o que lo estés llenando de material pobre). Recuerda la regla de GIGO: Garbage in, garbage out. Si consumes basura, producirás […]
Hace como semana y media que descubrí tu blog y me enamoró al instante; ya tengo los ojos secos de estar leyendo tus entradas y muriendo de risa a la vez. Pienso poner en práctica todo, cuánto tiempo he perdido en tonterías… No más!!!! Gracias mil
¡Me alegro mucho de que te sirva! Y ahora, a trabajar 😀
[…] Nuestra escritura surge de un mar de influencias. Si no estás consumiendo material creativo, es mucho más difícil que produzcas algo en condiciones. Y acuérdate de GIGO (Garbage In, Garbage Out). Si solo consumes basura, producirás basura. […]