2. En una acción ya clásica gabriellina, no enchufé bien el micrófono de solapa al grabar y el vídeo se grabó con el sonido del móvil, que es un sonido... erm... malillo. Siempre edito mi audio, pero quitar el eco de una habitación va más allá de mis escasos conocimientos técnicos. Por suerte encontré un recurso que me ayudó a mejorar bastante el desastre.
Si hacéis reels, vídeos o cualquier contenido audiovisual en vuestras plataformas de escritores, Crumplepop os puede sacar de más de un apuro. Sale a unos 28 euros al mes, pero siempre podéis usarlo un solo mes como algo puntual para remediar emergencias. (No soy afiliada).
3. A lo largo de los años veo una y otra vez el mismo caso: autores que pagan por una traducción al inglés intentando acceder al mercado angloparlante de Amazon y que reciben resultados nefastos. Como no tienen mucho dominio del inglés y desconocen tarifas, etc., muchas veces les cuelan traducciones low-cost que son muy... low-cost.
Hay buenos profesionales ahí fuera, pero también hay gente que pasa tu texto por una IA cutre de traducción y te vende el resultado tal cual, sin remordimientos (esto ya lo he visto dos veces en los últimos meses). Antes de mover tu obra, relato, etc. en ingles, mira si puedes encontrar a un nativo que simplemente lo mire y te diga si se entiende. Y recuerda que, en esto de las traducciones, generalmente obtienes lo que pagas. |
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