Dice James Altucher que cuando te conviertes en escritor profesional (si es que eso existe) te ocurren cosas horribles. Para empezar, pierdes a tus amigos.
Es verdad. Os lo prometo. Pierdes a casi todos tus amigos. Porque no tienes vida social. Porque no sales de tu casa, porque cada minuto suelto que tienes lo dedicas a cosas básicas: leer, escribir y mover un poco el culo para que tu columna no se parezca demasiado a la de tu abuela.
Sí, sí, a cambio haces cientos de nuevos amigos. Cada lector que coge tu libro. Cada persona que te comenta en el blog. Cada correo que recibes de alguien para quien tu escritura ha supuesto algo, aunque sea una chispa de ilusión. Y aprendes a darle prioridad a lo que te importa, y dentro de esas prioridades solo dejas entrar a las tres o cuatro personas que saben lidiar con tus modos de ermitaño introspectivo. Así que en realidad no es tan terrible.
En el cole, cuando me decían que tenía talento para escribir, sin saber el flaco favor que me hacían (sin esa idea de que tenía talento, de que desde el principio escribiría cosas fantafabulosas, no habría abandonado la escritura por frustración, una y otra vez), a nadie se le ocurrió decirme que me quedaría sin amigos. No me avisaron. Pero era inevitable. Cuando iba con gente de mi edad a la playa, me aburría (¡y me quemaba!) y me marchaba a alguna roca recóndita para escribir la Gran Novela (una aberración sobre vampiros alienígenas con un personaje principal tan mary sue que haría ruborizarse a todas las maría susanas del mundo mundial). Creo que solo iba a la playa porque así me podía dar el lote con alguien sobre la arena y ya tenía material para otra Gran Novela o, mucho peor, un Gran Poemario. Cuando tienes quince años y eres chica es fácil encontrarse a alguien que quiera darse el lote contigo sobre la arena. Es menos fácil dar con alguien dispuesto a leerse tu Gran Novela o tu Gran Poemario sin una Gran Carcajada.
Luego encontré amigos mejores, o más bien mejores para mí. Y me di cuenta del atajo evidente: si encuentras amigos escritores (o novios/as de escritores, eso también sirve), ellos lo comprenderán. Comprenderán las diez cosas desagradables que nunca te cuentan. Altucher habló de ellas en su web y he decidido darles mi propia perspectiva. Los encabezados son suyos: los comentarios a todo este tinglado son míos, por la sencilla razón de que Altucher es un señor muy ocupado y nunca contesta los emails que le mando, así que no sé si tengo su permiso para traducir sus artículos o no.
Estas son las diez cosas feas que me habría gustado que me contasen sobre escribir:
1. Los escritores no hacen dinero
Salvo contadas, muy contadas, excepciones, los escritores percibimos un rendimiento económico muy bajo por lo que escribimos. Todo es relativo, por supuesto. Si publicas con una editorial más o menos grande, tu anticipo será más de lo que harán en toda su vida autores que publican con editoriales pequeñas. Aun así, no cubrirá ni de muy muy lejos las horas de trabajo invertidas. Y es que si empiezas a mirar la escritura como un trabajo, si empiezas a pensar en la representación esfuerzo-recompensa, es muy fácil caer en una espiral de odio y resentimiento hacia el sistema, hacia otros escritores a los que les va mejor, incluso hacia los lectores.
Sí, echamos la culpa a los lectores. No entendemos cómo pueden preferir las 18 sombras de hombres lobo crepusculares a nuestra magnífica obra de arte. Inconcebible.
Tenemos una curiosa percepción de que en un sistema capitalista, basado en oferta y demanda, producir arte debería darnos derecho inmediato a una remuneración justa. Se nos olvida que no es un sistema que decida que cada uno deberá recibir acorde a su producción y necesidades, sino que cada uno recibirá según responda a la demanda de los consumidores. Para bien o para mal, ese es el sistema en que nos movemos. Podemos cambiarlo o mejorarlo si queremos, pero, en estos momentos, esa es la relación que tenemos los que creamos con los que consumen nuestras creaciones, o por lo menos esa es la relación que tenemos la mayoría (no sé, igual en algún rincón perdido de África hay una tribu donde se recompensa a los que narran historias con cabezas de ganado y mujeres apetitosas, pero me pilla un poco lejos).
Y no, la mayoría de los consumidores no quieren leer sobre mujeres que se quedan embarazadas a bordo de naves espaciales que son zoológicos ambulantes que exhiben criaturas mitológicas (increíble, lo sé). Pero ese es el precio que he de pagar si me niego a escribir sobre mujeres de treinta y pico que se divorcian de su marido aburrido y conocen el amor en una isla paradisíaca; sobre futuros distópicos plagiados de otros futuros distópicos que ni siquiera son distópicos; sobre libros motivadores acerca de cómo cambiar tu vida usando métodos revolucionarios de visualización que te convertirán en dos minutos en una persona delgada, millonario y, por ende, feliz. Tampoco sé vender cursos sobre cómo vender cursos sobre cómo vender cursos para escritores (todavía, dadme tiempo).
¿Es posible vivir de escribir? Sí, lo es, sobre todo si escribes por encargo o si escribes no ficción. De ficción también se puede vivir y conozco a quien lo hace. Pero es muy difícil y el que tengan éxito ahora no les garantiza que dentro de cinco años tengan algo que llevarse a la boca. Por lo general, tendemos a vivir de todo lo que rodea a la escritura, no tanto de nuestras obras en sí. Lo cual nos lleva al siguiente punto.
2. Los escritores tienen que buscar ingresos alternativos
Porque no tienes más remedio y porque prefieres corregir textos ajenos, por ejemplo, y que por lo menos tiene cierta relación con aquello que amas, que dedicarte a algo que no te permita estar en contacto con el mundo literario.
¿Por qué es horrible esto?
Por la sencilla razón de que lo que yo quiero es escribir. Tengo varias ocupaciones secundarias (como, por ejemplo, hacer informes de lectura), pero si pudiera dedicaría todo mi día a escribir, leer y daros el c****o en el blog. Creo que para generar ingresos he hecho casi todo lo imaginable dentro del mundo editorial: maquetar, editar, corregir (ortotipo y estilo), traducir, diseñar, redactar, asesorar, crear y gestionar contenidos, organizar presentaciones de libros, endeudarme hasta las cejas, lidiar con ciertos autores, pegarme un tiro.
Y entonces me harté de no tener ni para comer, trabajando 10 horas diarias, 7 días a la semana, y me volví a casa de mis padres y por lo menos ahora no tengo que pagar hipoteca/alquiler. Por desgracia, mucha gente no tiene esa opción.
¿Es todo tan trágico como parece? No, la verdad es que no. Es duro y, para empeorar las cosas, nunca hablamos de ello. Parece que nos avergonzamos de los sacrificios que hacemos para poder escribir y, por supuesto, nos avergonzamos de no tener dinero, porque en cierto modo esto es una elección: elijo escribir en vez de estudiar Derecho, Medicina o Arquitectura; elijo escribir en vez de sacar oposiciones; elijo escribir en vez de vender ropa en una tienda o atender a turistas en un hotel. Mi mensaje es: no lo abandones todo para escribir. Vas a tardar mucho tiempo en conseguir remuneración por lo que haces; mientras, más te vale dar con algo que te proporcione dinero para comer y protegerte del frío.
3. Primero tecleas, luego escribes
Este es tal vez uno de los secretos mejor guardados en esto de escribir. Cuántos de vosotros habréis pasado horas agonizantes, bloqueados frente a la página en blanco, sintiendo que no valéis para nada y que lo que escribís es caca pura, tan pura como la no-caca que hace mi gato, que todavía no la hemos encontrado (en serio, nos preocupa, solo usa su bandeja para orinar. ¿A qué pobre vecino le está llenando el jardín de excremento? Probablemente al mismo cuya comida devora, ya que apenas se zampa la mitad del pienso recomendado para su peso y aun así sigue gordo como un tonelillo).
Cuando me di cuenta de que podía simplemente soltar todo lo que se me ocurriese y que luego ya me tocaría el trabajo de verdad: reescribir, editar, reescribir, recortar, editar, revisar, fue como si me quitasen un gran peso de encima. Toda mi forma de trabajar cambió. Antes casi tenía una obligación, algo que debía hacer por alguna razón que se me escapaba. Ahora, por lo general, ese primer borrador es un proceso divertido, liberador.
No es tan divertida la reescritura, ese interminable rato de volver a la sensación de no-caca y odiarte a cada paso del camino, pero siempre puedo pensar que sufro del síndrome del impostor y que en realidad produzco grandes maravillas. Soñar es gratis y ya he dicho en los puntos anteriores que los escritores no tenemos dinero.
4. No tardes más de seis segundos
No, no hablo de tu vida sexual (seis segundos, ¿en serio?), sino del tiempo del que dispones para enganchar a tu lector. Altucher escribe mucho para internet, donde esa premisa es más válida que nunca, pero tampoco os creáis que el lector medio va a darle mucho más tiempo a tu libro, a tomar la decisión de si desea leerlo o no. Cada seis segundos queremos desviar nuestra atención, mirar nuestro teléfono, Twitter, Facebook o la cosa esa tan graciosa que están haciendo dos palomas ahora mismo en el balcón. Así que cada seis segundos hay que volver a capturar la mirada de tu espectador.
Si quieres que tu novela tenga alguna oportunidad, tienen que estar pasando cosas. Es algo triste: cada vez necesitamos mayores estímulos, cada vez exigimos más acción, pasión, clímax, para que los libros puedan competir con cine, videojuegos y las tardes de Sálvame. Pero la buena noticia es que puedes escribir novelas (o artículos) larguísimos si eres capaz de reenganchar a tu lector cada par de párrafos; la buena noticia es que con un buen ritmo y un montón de ocurrencias emocionantes podrás enganchar al lector el tiempo suficiente para que se sumerja plenamente en la experiencia que le propones.
¡Mirad, un hipopótamo que vuela!
¿Seguís conmigo? Pues pasemos al siguiente punto.
5. Vas a necesitar 17 años
Es lo que se tarda, según Altucher, en convertirse en un buen escritor. Imagino que será por aquello de las 10000 horas. 10000 horas de práctica intensiva y consciente, más todo lo demás (leer, promocionarse, etc., etc., etc.). ¿Te ves haciendo esto durante 17 años?
Con solo 1000 horas puedes saber escribir bastante mejor que la media. Con solo 1000 horas de buena práctica puedes ser un escritor medio decente. Publicado, incluso. Y leído. Y si sabes lo que quiere tu público, puede incluso que vendas.
Pero los mejores, los genios, los grandes… 17 años. ¡Eso es mucho! Un tercio de tu vida adulta. Altucher dice que los grandes escritores a los que ha entrevistado suelen coincidir en esa cifra. Curioso, ¿verdad? Dice que Vonnegut también: comenzó a escribir al volver de la guerra. No tuvo mucho éxito hasta 1963 o así, cuando publicó Cuna de gato. Y por cada Vonnegut hay un buen montón de señores muy mayores, todavía escribiendo, que se limitan a escribir, nada más (ni a leer, ni a estudiar, ni a analizarse de manera crítica), y que apenas han avanzado.
¿Es posible que sea la persistencia lo que separa a los buenos de los malos escritores? No digo que sea una regla escrita en piedra, que se cumpla al 100%. Pero esos 17 años pueden marcar la diferencia.
A veces alguien me dice que le gustan mis artículos. Quieren saber cómo los escribo, dónde está el truco. Llevo escribiendo en blogs desde 2001, pero realmente en serio desde 2010. Todavía me faltan doce años de trabajo intenso para llegar a hacer algo que merezca la pena. Entonces diré: «El truco está en 17 años de trabajo».
No pretendas abrir un blog y que todo sea maravilloso. No pretendas escribir tu primera (o segunda) novela y que todo sea perfecto. Son los pasos que tienes que dar para escribir tu novela perfecta dentro de 17 años. Son los pasos que tienes que dar para que tu blog posapocalíptico holo-sensorial del año 2027 sea la hostia en vinagre. Lo leerán/oirán/degustarán todos mientras buscan personas solitarias y sin armas a las que matar para alimentarse.
6. No escribas desde un pedestal
Dice Altucher que los escritores saben dos cosas: que la vida es un chiste y que nadie sabe nada. No sé si eso es cierto. Que lo sepan los escritores, quiero decir. Una de las cosas que más me irrita de muchos autores de nuestro país es ese aire de suficiencia, ese sentar cátedra con cada entrevista, con cada comentario. Hay muy buenos estilistas, editores, agentes y autores a los que seguiría si no se me cortasen la digestión cada vez que se deciden a establecer su verdad como verdad universal, cada vez que se creen con derecho a criticar todo aquello que les parece que está por debajo de su sagrado límite de conocimiento. Seguro que todos tenéis algún nombre en la cabeza ahora mismo.
No sabemos nada y esa limpieza mental, ese aceptar nuestras limitaciones e ignorancia, nos permite escribir. Si escribes de manera que parezca que sabes mucho de algo en un blog, los lectores te considerarán arrogante. Si lo haces en una novela, corres el riesgo de parecer moralista, de estar exponiendo tus propias ideas de boca de tus narradores, de estar engañando al lector. Y el lector no soporta tu moralina. Una de las razones por las que soy tan aficionada a webs como Brain Pickings, James Clear o la del propio Altucher, es porque todos escriben desde un lugar de aprendizaje, de asombro, de reconocimiento de su propia ignorancia. No saben nada, Jon Snow, y al no saber nada pueden ser quienes quieran, puede disfrutar de la increíble sensación de descubrimiento con cada flexión del cerebro, con cada nuevo dato y pensamiento. Y esa sensación es pegajosa, adictiva para sus lectores.
Si consigues llevar esa misma maravilla a tu novela (la maravilla de los personajes que descubren el mundo, la maravilla del lector ante los datos que le vas revelando, la maravilla de tu oportunidad como escritor de crear un universo completamente nuevo), enhorabuena: has ganado.
No queremos leer tus quejas; no nos interesan tus problemas. Pero tampoco queremos un texto vacío, escrito desde el conocimiento abstracto. O nos das una parte de ti, o nos regalas tu alma sangrante o no te leeremos nunca.
Tal es el terrible trato con el lector. Mucho hablar de pactos narrativos, credibilidad y ficción y blablablá, y casi nunca hablamos de ese corazón sanguinolento, de esa mutilación necesaria para que un libro nos haga estremecernos. En mis libros está lo peor de mí, lo peor que me ha ocurrido. En mis artículos está todo lo demás: la lectura posterior, la percepción de lo ridículo que es todo.
Como diría Nietzsche, al final solo nos queda la risa.
7. La gente no tiene habilidades
Nuestros personajes tampoco saben nada. O no deberían saber nada, igual que la gente en el mundo real.
¿Sabéis esos momentos en que de repente un personaje sabe abrir una cerradura con una horquilla? ¿O cuando consigue derribar de un puñetazo a alguien que le saca tres cabezas? ¿O cuando, casualmente, resulta que se pasó media vida en cursillos de supervivencia y ahora igual te detiene una hemorragia que te enciende un fuego con tres palillos húmedos y una goma de borrar?
La vida real no es así. Queremos saber cosas sobre gente real. Queremos identificarnos con los personajes. Queremos que lo pasen mal. Que se les infecte la herida, que pasen frío porque aun con un mechero y un buen montón de palos no son capaces de encender la dichosa hoguera, y hay lobos que acechan.
Los mejores personajes son aquellos que no saben lidiar con el mundo que los rodea. Que deben realizar esfuerzos heroicos para conseguirlo. Ahí está el conflicto, el centro de toda buena historia.
8. La lectura es magia
Esto no es feo de por sí. Lo feo es pensar en la cantidad de horas que deberíamos estar leyendo para poder escribir bien. Para entender qué funciona y qué no. Para reconocer patrones. Para intentar darle a nuestra obra la misma magia que sentimos nosotros al leer nuestras novelas favoritas.
Además, solo tenemos una vida. Con eso no tenemos suficientes conocimientos y experiencias para que nuestros libros sean muy interesantes. Necesitamos absorber la vida y experiencias de otros para poder trasladarlo todo al papel. ¿Cómo se consigue eso?
10 puntos para todos los que habéis contestado: «Leyendo«.
9. No hay respuestas, solo preguntas
Altucher dice que el trabajo de los que escriben es hacer preguntas. Puede que sea verdad. Los mejores libros no son los que te cuentan un montón de cosas y luego lo atan todo con lacitos y papel dorado. No. Son los que cerramos un tanto atribulados, los que nos dejan con más preguntas que cuando empezamos. Con la resaca lectora que dejan las buenas obras, a lo largo de días, semanas, años, iremos identificando esas preguntas. Tal vez incluso averigüemos alguna respuesta. Pero las respuestas cambian conforme maduramos. Las buenas preguntas siguen ahí, siempre presentes, marcando nuestra dirección.
Como escritores, hacemos preguntas e intentamos explorar. Dar respuestas es, una vez más, sentar cátedra, moralizar, sermonear incluso. Este artículo tal vez no te proporcione ninguna respuesta. Pero puede que acabas haciendo preguntas nuevas, que explores caminos nuevos. Todos los caminos presentan nuevos retos; todas las preguntas plantean más preguntas. Y sobre eso escribimos.
Lo cual me lleva al último punto. Este ya no es de Altucher, es solo mío. Creo que es una buena conclusión de todo lo anterior:
10. No hay una fórmula mágica
Cada vez que veo títulos de tipo «hacerse rico vendiendo eBooks es posible», suspiro con gran pesar y tristeza. No porque sea imposible. Hay unas cuantas personas que se han hecho ricas vendiendo eBooks. Muchas de ellas son personas que se hacen ricas vendiendo eBooks sobre cómo hacerse ricos vendiendo eBooks.
No hay una fórmula mágica. No hay una ecuación perfecta, una máquina por la que introduces una novela y te salen éxito y dinero por el otro lado. Hay algunas reglas que sabemos que ayudan: practicar muchísimo, terminar lo que empiezas, leer hasta el agotamiento, aprender a promocionarte. Pero ninguno de esos consejos es directo ni claro. ¿Cuántas horas tengo que practicar a diario, qué tipo de práctica debo realizar cada día, de dónde saco el tiempo para ello? ¿He de terminar este proyecto por el que he perdido todo amor y cariño, por el que he desperdiciado ocho meses de mi vida, o es mejor empezar con algo que me entusiasma, que sé que me dará mejores resultados? ¿Qué debo leer, exactamente, qué libros me ayudarán a progresar más rápido, y quién decide qué libros tienen calidad y cuáles no? ¿Cómo me promociono, qué red social es mejor, cuánto tiempo diario debo dedicarle y, de nuevo, de dónde saco el tiempo?
Yo no tengo todas las respuestas. A veces doy alguna: más bien ofrezco resultados que he podido obtener, derivados de mi propia experiencia. A veces puedo saber lo que no me ha funcionado a mí y lo comparto con vosotros para ahorraros dolor, frustración, desidia, tiempo perdido.
Yo solo estoy aquí para escribir. Solo estoy aquí para hacer las preguntas.
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Muy reales tus consejos. Gracias x compartir sabiduría literaria. Se agradece mucho. Abrzos.
Gracias a ti por leer y comentar 🙂
No voy a escribir ninguna parrafada. Me ha encantado todo el artículo, sobre todo el octavo punto. (Lo cierto es que siempre me gustan tus artículos, incluso aunque alguna parte de ellos no me llegue a convencer, pero dejar comentarios diciendo lo mismo, lo mucho que me gustan, es estúpido). Gracias (Tú no tardarás 17 años, créeme). Un saludo.
¡Eh, que yo tengo el ego muy grande, caben todos los comentarios con «me gusta» que hagan falta! 😛
Un beso grande.
¡Me gusta!
Yo aún diría más: ¡Me encanta! (aquí a lo Dupond y Dupont o Hernández y Fernández)
Es el primer artículo tuyo que leo y me da a mi que no será el último ni el penúltimo ni el antepenúltimo.
Un abrazo grandote
Muy buen artículo. Con tu permiso, me permito añadir al punto 8 que también es posible ampliar conocimientos y experiencias yendo a clases de teatro (sobretodo de improvisación), ya que son una herramienta muy útil para «vivir otras vidas» y explorar partes de nosotros mismos que por nuestra educación y entorno reprimimos o, en algunos casos, nos vemos obligados a potenciar. Al menos esta es mi experiencia, os la recomiendo si alguno queréis probar 😉
Un saludo
Muy buena aportación, Sara. Di alguna clase de teatro cuando tenía quince años y me fue utilísimo: los que escribimos además tendemos a ser introvertidos y a veces un poco tímidos; la interpretación me sirvió para encontrar mucha más confianza y diversión en las relaciones sociales.
Metete en la escritura decían, será rico y famoso decían.
Para cuando te das cuenta ya estás atrapado en la red de letras y no podés escapar (qué bonito suena red de letras…)
Oh gloriosa y sabia Grabiella ¿podrías escuchar a este humilde seguidor y realizar un artículo sobre la química entre los personajes? He visto muchos artículos para crearlos, profundizarlos pero ninguno que haya hablado de su relación con otros.
¿Qué hace que Han Solo y Chewbacca sean geniales?
¿Por qué nos encanta tanto cuando Tyrion habla con Bronn?
Etc.
PD: Buen artículo 😀
¡Qué idea tan buena Alexis! No creo tener yo la respuesta (aunque alguna cosilla sí se me está ocurriendo), pero seguro que si busco encontramos más claves que nos sirvan. A ver qué sale 😉
No puedo decir que escriba bien, la recomendación viene de muy cerca, ni menos que sea exitoso (lo cual es un dato concreto irrefutable en los números), pero a pesar de ello coincido con el análisis de los 17 años. Es curioso. Llevo 22 escribiendo el mismo libro (es una saga), publiqué el tomo I hace casi tres, y me siento muy cómodo con la forma en que estoy escribiendo desde los dos años anteriores a la publicación de mi primera novela, es decir, desde hace cinco años… cuando llevaba más o menos 17 escribiendo. Las siguientes han salido en forma muy fluida. No es un axioma científico, no es que se prenda la ampolleta cuando uno entera 17 años. Pero realmente se suelta la pluma, uno adquiere cierta madurez literaria, encuentra un estilo cómodo, o al menos ya no te parece tan vomitivo todo lo que escribes. El proceso de edición es un agrado, no un martirio. Y ya no me avergüenza que lean mis escritos. Es un salto cualitativo sutil, casi inmaterial, pero real. Espero que no se llame vejez.
Y aunque lo fuera, bendita una vejez así 🙂
¡Qué alegría me llevo cada vez que publicas un artículo nuevo! Y cada vez son más divertidos, me encantan esas coletillas que mas incorporando sobre hipopótamos voladores y demás. Yo me quedo con el punto 3, me parece lo más importante. De hecho, concuerdo contigo en lo liberador que resulta redactar un primerísimo borrador sin editar, solo para divertirse, dejando que las letras fluyan. Así es como yo he redactado mi primera novela corta en inglés (con las correspondientes 686916276536271538153861358135 horas de edición posterior e infinitos borradores.) Pero esa alegría con la que muerdo la página en blanco ahora… no la me la quita nadie.
¡Ya te digo! La diferencia es enorme, se puede respirar frente a la hoja en blanco o la pantalla en blanco o lo que sea.
¿Solo 686916276536271538153861358135 horas? Jo, además se te unen los inconvenientes de tener que preocuparte el doble por temas de gramática y ortografía. Bastante tengo yo con hacerlo en mi idioma de preferencia 😉
Me ha encantado este artículo, Gabriella. Y a pesar de todo lo que no nos cuentan sobre escribir, persistimos en seguir escribiendo. Es la ceguera de la pasión por la escritura.
En mi caso, más que ceguera es una suave obstinación con los ojos muy abiertos. Pero sí, la obstinación se te agarra al corazón y no hay manera de deshacerse de ella 😛
Me ha gustado mucho, sobre todo lo de que los personajes deben no tener habilidades. Me choca con una regla que he leído mil veces como si fuera sagrada: que no puede haber personajes sin un objetivo. ¿Por qué? La mayoría de la gente no tiene objetivos. Es raro cuando conoces al típico que desde siempre tiene muy claro a dónde quiere llegar. Lo normal a mí me parece andar perdido en la vida.
Bueno, esa regla se suele referir más bien a que tienen que tener un objetivo en el sentido de que tienen que querer o buscar algo. Si no quieres algo, es difícil que haya conflicto. Claro que puedes andar perdido y querer, precisamente, encontrar una salida o una luz al final del túnel.
Los personajes pueden tener alguna habilidad (como bien ha comentado un contacto de Facebook antes, un policía, por ejemplo, tiene una serie de habilidades propias que no tiene el resto de personas); lo importante es que no tengan habilidades poco creíbles para su situación, y que el texto muestre un enfrentamiento honesto con la vida, sin falsas ventajas tales como les proporcionan el cine y la literatura más tópica y facilona.
Algunos teóricos hablan de que en el fondo nos mueve siempre el miedo a la muerte: ya sea la muerte o el daño físico propiamente dichos, o la muerte de nuestra vida laboral o de nuestra vida sentimental, de nuestra esperanza, etc. Así que las grandes novelas suelen presentar un conflicto motivado por una amenaza que hace que los personajes luchen contra esa muerte anunciada.
Espero no haberte confundido más 😛
Me ha gustado mucho tu entrada. Como persona que escribe y aspirante a escritor me siento muy identificado.
Un saludo.
Muchas gracias, Carmelo 🙂
Qué genial artículo, Gabriella. Me ha gustado mucho. Acabo de conocer tu blog y creo que ya estoy enganchado. Me llama mucho la atención el dato de los 17 años. Es muy pero que muy interesante. Y por un lado, espero que no sea verídico al cien por cien, porque no quiero tardar tanto en convertirme en un buen escritor… jejeje.
También me quedo con el apunte número 6. Me parece muy acertado. A nadie le gusta cuando un escritor cuenta cosas como si fueran la única verdad absoluta. A mí me gusta más compartir la expectación e ir descubriendo con el libro al mismo ritmo.
Un saludo, nos leemos 😉
También es casualidad, justo me estaba leyendo tu artículo sobre idiomas inventados en literatura 😉
Lo de encender fuego con tres palillos mojados y una goma de borrar lo has probado tú misma o es cosa de MacGyver ;-p
Hoy hablas de 10 cosas muy feas, Gabriella, pero la más fea de todas es la de que el escritor no gana pelas, jajaja 😉
Un abrazo.
Ya te digo. Fue terminar el artículo e ir a lavarme las manos con jabón 😉
Dificultan mucho eso de escribir. Por ejemplo el procedimiento más sencillo para un escritor es cometer un crimen, y aprovechar la lujosa vida de prisión con comida gratis y sin pagar renta. Utilizas esos dos años sin distracciones para escribir la novela del año.
Las escritoras también tienen la opción de casarse con un rico lujurioso que les triplique la edad. De esa manera contarán con muchos recursos para escribir sus libros.
Por allí publiqué una lista de estrategias similares para vivir de la escritura.
Si quieres la comparto…
Comida todos los días y un techo bajo el que guarecerse… Hmm, lo de la cárcel no es mala opción.
No sé qué crimen cometería. Tal vez asaltar una papelería.
Gran artículo, Gabriella. Y muy buenas algunas de las aportaciones de los compañeros en los comentarios.
17 horas ¿eh? Yo lo voy a hacer en 16. Chiste malo del día 😛
Pues ya sabes, a hacerse una maratón de 16 horas y a escribir el mejor libro del mundo 😛
me ha encantado. Como ya te he dicho en privado, lo estaba disfrutando, pero no me quedo solo ahí: tomo nota de tus consejos y apreciaciones.
Besos.
Creo que el que alguien tome notas con mis artículos debe de ser uno de los mayores cumplidos que se me puede hacer 😉
leo tu blog porque me gustó bastante, pero creo que mejoras por momentos 😉 (si en tu fuero interno sabes que es cierto me reconfortaría, porque sino lo podrías tomar por lameculismo vano ^^).
«Primero tecleas, luego escribes».
uno de los secretos de la escritura, sí. me alegro de haberlo descubierto. aunque a veces me cueste aplicarlo.
«cada vez necesitamos mayores estímulos, cada vez exigimos más acción, pasión, clímax, para que los libros puedan competir con cine, videojuegos y las tardes de Sálvame»
uf, triste verdad. a un tío le dio por poner un t. rex en una peli. el siguiente puso a 2. el siguiente a 100. ahora o pones 1000 t. rex en tu peli o no vende, claro. y yo odio eso. me gusta poner cosas únicamente que exige el guión. qué se puede hacer??? (tirones de pelos). más exactamente, eso de tener que poner un supergancho al principio del libro me repatea. pero hoy en día se hace casi obligatorio. y la de libros que habrá con maravillosos comienzos y el resto de paja mala. pues los idiotas lo comprarán encantados. eso sí, y rompiendo una lanza por ellos, lo criticarán hasta la saciedad tras haberlo leído. pero volverán a comprar el siguiente.
«Seguro que todos tenéis algún nombre en la cabeza ahora mismo.».
arriesga un poco, copón. dinos los tuyos xDD
«solo tenemos una vida. Con eso no tenemos suficientes conocimientos y experiencias para que nuestros libros sean muy interesantes»
esto me ha hecho pensar que los elfos escribirían unos libros de la hostia ^^.
«Sí, echamos la culpa a los lectores. No entendemos cómo pueden preferir las 18 sombras de hombres lobo crepusculares a nuestra magnífica obra de arte. Inconcebible.»
uf, a mi me va a tocar reconciliarme con la pipol. soy de los que pienso (o pensaba ^^) que la gente es idiota. luego conoces a alguno y son majos. pero siguen siendo idiotas (entiéndase idiotas en un sentido muy exigente del concepto). a la gente le gusta 50 sombras de grey o las mariconadas de vampiros adolescentes es por lo mismo que les gusta la música comercial o el fútbol (ojo, a mi también me gusta el fútbol): porque son productos muy livianos, fácilmente digeribles (y porque te machacan más con ello en los medios, por lo mismo, un pez que se muerde la cola). si los conocimientos fueran más y más complejos, más exigentes, ya no gustaría tanto, buscarías algo más elaborado, más complejo, más exigente. con lo que no es un gusto real, es una moda, un gusto ingenuo.incluso podríamos decir que nace de la ignorancia. y ojo, yo también soy un ignorante, y encima soberbio ^^. pero me refería a una ignorancia fácil. yo soy tonto e ignorante, pero desde luego no soy un perezoso intelectual. ahí está el pecado. lo que está claro es que hay que buscar tu nicho de mercado, comprenderlo y respetarlo a fondo. y si es idiota, pegarte un tiro.
en cuanto a lo de el típico libro de por ejemplo ‘cómo hacerte rico vendiendo un libro’, sólo los idiotas no saben que la única manera es haciendo precisamente eso: un libro que trate de ‘cómo hacerte rico vendiendo un libro’. si esto lo tienes claro, no eres idiota :p
pero bueno, antes pensaba así, ahora estoy mejorando, mi psiquiatra me dice que la ira no lleva a ningún sitio 😀
PD: perdona el tochopost ^^
«“solo tenemos una vida. Con eso no tenemos suficientes conocimientos y experiencias para que nuestros libros sean muy interesantes”
esto me ha hecho pensar que los elfos escribirían unos libros de la hostia ^^.»
¡Imagínate los ents :P!
He llegado aquí por casualidad. No soy de tragarme listas de consejos, pero me he leído los diez y todos me han hecho pensar.
Me quedo con el nueve y el diez.
Te seguiré.
Me gustan los consejos. O más que los consejos, las explicaciones que das sobre ellos. Quizá te falten 12 años ( aunque no creo en las 10000 horas) pero mientras pasan esos 12 años estás haciéndolo muy bien.
Un saludo.
Buenas tardes, me han gustados sus consejos o pequeñas advertencias. Ya me he suscrito al blog (eso no lo hago nunca, en serio), quiero leer más sobre usted. Saludos desde México, un placer inmenso el leerla, hasta me gustaría conocerle.
Pues aquí andamos en el blog para seguir informando y (espero) divirtiendo. ¡Un saludo desde el sur de España!
Buenas tardes Gabriella y señor gatuno Ebo
Me he dado una comilona con tus post… y se me han ido comentar en varios. Terminar de leer este deja un montón de signos de interrogación revueltos en mi cabeza y he llegado a la misma conclusión que tuve hace un mes y fracción… vale la pena luchar por los sueños, hay que aprender la ser optimista porque es una actitud que terminarás llevando por largos años.
Saludos desde Chile.
Muy buen articulo, y sobre todo, elegimos escribir por sobre otra cosa porque elegimos ser felices.
Tengo ideas muy curiosas sobre la felicidad, y no sé si escribir me hace feliz. Creo más bien que es el camino que he escogido para ser más yo, para estar más satisfecha conmigo y con todo lo demás. Supongo que eso podría llamarse felicidad 🙂
Es un artículo sumamente interesante, como el resto, de esas cosas que no nos dicen. Yo me voy a dar una opinión al punto Nº 7. LA GENTE NO TIENE HABILIDADES.
Después de leerte durante un cierto tiempo (permíteme tutearte amparado en la venia que da la edad), me queda claro que tus consejos y observaciones no pretenden ser verdades absolutas, ya que en estos asuntos no las hay. Entiendo que son más bien las generalidades ya probadas y que han dado buenos resultados.
El enfoque con que inicias el primer párrafo de ese punto es el típico personaje MacGyver.
En las novelas de acción, como en las películas, es cierto que funciona bien el protagonista de persona corriente sin ninguna habilidad especial (hombre o mujer), que logra superar sus miedos, carencias y debilidades y convertirse en lo que todos queremos ser. Algunas veces se pasan, sobre todo en películas, como la reciente “Jane got a gun”, y una simple mujer, en un par de semanas, termina siendo más hábil con el revolver que el pistolero más curtido.
Pero también funcionan muy bien los personajes que lo saben todo (los MacGyver), los agentes superentrenados y los “no le temo a nada”, a lo Rambo, a lo Chuck Norris y a lo Lara Croft y los personajes duros interpretados por la siempre bella Angelina Jolie. Porque, en el fondo, todos queremos salir de ese rol de apocados y temerosos que rige nuestras vidas, y salir repartiendo hostias a diestra y siniestra (sea a banqueros o a políticos). Porque, muye en el fondo, tenemos algo de Dr Jenkins y Mr Hyde.
Hace un par de años, conversando con un editor, me decía que si ya estaban cansados de vampiros y hombres lobos, ahora tenían encima las invasiones de zombis. Que estaban en la búsqueda de temas frescos y novedosos.
En novela romántica, la temática durante décadas fue la que yo denomino el “síndrome de cenicienta”. La pauta fue dada por las telenovelas latinoamericanas, encabezadas por la escritora Delia Fiallo. La típica mucama o mujer de servicio apocopada y buena para nada, en una familia llena de intrigas que, al final, o se casa con el patrón o termina siendo la nieta perdida, heredera de todas las empresas y la mansión.
Este tema, de las superintrigas familiares, fue bien explotado también por exitosas series televisivas norteamericanas como Valle de pasiones, Falcon Crest y Dallas. Sigue funcionando. Ahora no tengo más que revisar títulos, para ver que la diana romántica está centrada en los vikingos y novelas de época, que realmente dan para mucho.
Sí, es cierto lo que dices, de que la gente normal quiere leer sobre gente “normal”, la del día a día, y ver la manera en que termina superándose.
(Cito) “Queremos que lo pasen mal. Que se les infecte la herida, que pasen frío porque aun con un mechero y un buen montón de palos no son capaces de encender la dichosa hoguera, y hay lobos que acechan”.
Pero también, como me dijo una lectora de mi novela “Amor en Tánger” viene bien un poco de glamour, leer sobre esos otros vecinos que no tienen que preocuparse por llegar a fin de mes, cómo pagar la hipoteca o el colegio de los niños; que saben cantar, son pianistas, aviadores, karatecas o tienen algunas habilidades, que de todo hay en el mismo edificio y en la misma calle en que vivimos. Porque —decía ella— para leer sobre ordinarieces, necesidades y tristezas tengo suficiente con mi vida.
Si no fuera por que hay millones de personas que piensan de esta manera, no tendrían tanta venta las revistas como Hola, reseñando las vidas de ricos y famosos.
En literatura viene alguien y revienta los moldes establecidos, como tantas veces ha sucedido. Yo opino que la mejor forma de lograr hacer algo novedoso es no saber que no se podía hacer. Porque, que te digan que algo no se puede o no se debe de hacer, ya es una limitación total al poder creador y a la creatividad.
(Cito) “Los mejores personajes son aquellos que no saben lidiar con el mundo que los rodea. Que deben realizar esfuerzos heroicos para conseguirlo. Ahí está el conflicto, el centro de toda buena historia”.
Lograr un buen balance entre la ordinariez humana (de lo mundano y diario del «no valgo para nada») y los superhéroes puede dar muy buenos resultados.
Discúlpame lo largo que me quedo esto.
«Después de leerte durante un cierto tiempo (permíteme tutearte amparado en la venia que da la edad), me queda claro que tus consejos y observaciones no pretenden ser verdades absolutas, ya que en estos asuntos no las hay. Entiendo que son más bien las generalidades ya probadas y que han dado buenos resultados».
Así es. Gracias por el voto de confianza 😉
Creo que tu comentario es muy inteligente y enfoca el tema desde el lado opuesto: el del lector que quiere soñar que es especial, diferente, que vive aventuras que en su vida normal no podría. Realmente mi observación (y la original de Altucher) critica ese McGyverismo del personaje fácil, esa falta de verosimilitud. También quiero insistir en el hecho de que en el blog intento centrarme no solo en lo que vende, sino en lo que intenta estar bien hecho. Considero que una literatura realista y creíble, compleja, está mejor hecha que una literatura facilona de consumo rápido (aunque tal vez aquí esté pecando de un esnobismo totalmente subjetivo). ¿Quiere decir esto que la segunda literatura, la facilona, no sea válida? ¡Para nada! Pero me gustaría indicar que es más difícil conseguir sacar a un personaje realista de una situación compleja que a un supertipo inverosímil, y suele indicar una habilidad creativa mayor. En cierta forma mi crítica es al personaje que lo resuelve todo con facilidad, sin el peso de los conflictos realmente duros.
Siempre va a haber cosas que funcionan, que son temas recurrentes en la psique y experiencia humana. Y luego hay modas. ¿Hay que escribir sobre algo que esté de moda porque vende más? Puede ser. Depende del tipo de escritor que seas y cuáles sean tus objetivos. Tener a un personaje mágico que lo resuelve todo de manera poco creíble puede ser una moda (ahí está House, por ejemplo, o el equipo de CSI). Es muy entretenido. Pero si nuestro objetivo es siempre exigir lo mejor de nosotros mismos como escritores, creo que debemos ir un poco más allá de clichés y de modas.
«Lograr un buen balance entre la ordinariez humana (de lo mundano y diario del “no valgo para nada”) y los superhéroes puede dar muy buenos resultados».
Estoy de acuerdo. Creo que es el matiz perfecto a lo que he escrito en el artículo.
Gracias por tomarte el tiempo de leer, reflexionar y comentar.
Hola Gabriella, estoy encantada con tu escrito, tienes razón, nos aislamos, pero con la ventaja de que los amigos, amigos; no requerimos estar constantemente comunicándonos, siempre haremos un espacio. En cuanto a otras redes, es mas fácil retirarnos de ellas. También me deshice de la sensación que queda después de escribir y no sabes que mas; le hago igual, escribo de corrido y luego lo resumo. Todo es bueno para mi, porque me lo recuerdas.Todo ese tiempo larguísimo , no lo visualizo, por eso me dedico a escribir relatos cortos, cuentos y todo lo que no me lleve mucho tiempo. Ahora si estoy en un escrito largo, (no tan largo), que las propuestas de ustedes, me han ayudado. Gracias
He leído ya varios artículos de tu blog y me han parecido muy interesantes. Tengo una duda: ¿lo de los 17 años se refiere a estar escribiendo todos los días durante 17 años o…? Actualmente tengo 15 y llevo escribiendo -no con tanta frecuencia como me gustaría- desde alrededor de los 7 años. En fin, gracias por tus consejos, los cuales creo y espero que me hayan servido para entender un poco mejor la escritura. ¡Ahora tengo ganas de ponerme a escribir y todo!
17 años es simplemente una estimación de lo que tardaríamos en llegar a alcanzar la maestría en un campo (practicándola de forma inteligente todos los días). Yo podría decir, por ejemplo, que llevo escribiendo unos 28 años (creo que mi primer cuento lo escribí a los 6), pero no ha sido una práctica diaria, ni de lejos. La que realmente cuento es la que he llevado a cabo en los últimos tres años, que ha sido cuando me he tomado la escritura muy en serio. Así que me quedarían 14 para escribir algo realmente bueno 😉
Pues yo soy una recién llegada a tu blog y traigo las pantuflas y ropa cómoda. No hay entre líneas, el mensaje es directo: Vengo para quedarme. Se está tan cómoda aquí…
Artículos como estos son los que alejan o acercan a la gente a este oficio, dependiendo de quienes sean. 😉
Un saludo. Espero el próximo posteo.
Jjajaja, a veces envidio a los que se alejaron 😛
Y esta fue la entrada que me convenció de suscribirme.Todos tus artículos me han parecido interesantes y aleccionadores, pero este … supongo que fue lo de no escribir desde un pedestal que me pareció un consejo original y valioso que pretendo aplicar. Y fui a suscribirme rápido porque estas cosas me dan flojera. Te felicito por tu blog por que se nota que te esfuerzas mucho por aportar ideas nuevas y útiles para los amantes de la escritura.
¡Muchas gracias! Me alegro de que te hayan servido los artículos 🙂