Dicen por ahí que la vida es eso que pasa mientras esperas al festival Celsius del año que viene.

No, no lo dicen, lo confieso. Se me ha ocurrido ahora, sobre la marcha. Solo lo decimos algunos, pero no por ello es menos verdad.

Os voy a hablar ahora de novela corta. Casi enseguida.

Pero Celsius.

Y prometo que esto viene a cuento.

Aparte de todo lo de fantástico que tiene el festival a nivel social (la sensación de comunidad es apabullante), el Celsius 232 también es un centro de motivación y aprendizaje. Para vosotros tal vez haya algo similar: algún congreso o convención en vuestro sector que os cargue las pilas de modo irrefrenable y disoluto (la elección de esa última palabra no es casual). Cuando pasas todo el año trabajando y con una rutina de producción bastante establecida, es en sitios como estos donde ves los resultados de tus esfuerzos (o donde empiezas a entender los resultados que podrías alcanzar).

celsiusAsí, más o menos, pero con sidra y cachopos

Para mí, además, es un lugar donde cada vez me siento más animada a aportar algo, no solo como escritora, sino como participante más «interna» del espíritu del festival. Muestra de ello es el taller de escritura que hemos coordinado entre la organización del festival y servidora, para que el año que viene esté AÚN MEJOR (¿cómo? ¡Imposible!) y para que la gente acuda desde todos los rincones del universo y tengáis que colgaros del travesaño y de las arquivoltas para poder pillar hueco (por ejemplo).

No, no hay arquivoltas en el Hotel 40 Nudos de Avilés. Están en mi imaginación, pero esta es poderosa.

Quiero centrarme en una mesa redonda que tuvo lugar en el festival, donde tuve el privilegio de poder sentarme a hablar de la novela corta, junto con gente de bien como Nieves Delgado, Felicidad Martínez, Elías F. Combarro o Pablo Bueno. Moderaba la mismísima Cristina Macía, una de las organizadoras del festival, aunque en algunos parajes recónditos la conocen mejor como escritora de libros de cocina o traductora de autores de escaso renombre como Pratchett o G. R. R. Martin.

Llegamos a algunas conclusiones. Y yo llegué a la conclusión de que esas conclusiones podrían servir por aquí también, conclusamente.

BREVE INTRODUCCIÓN A LAS RAZONES QUE ME LLEVARON A TRAEROS ESTE ARTÍCULO

Desde hace un par de años voy a las charlas del Celsius con Evernote a mano (lo malo de esto, me temo, es que parece que estoy mirando el móvil en vez de prestar atención, cuando es justo lo contrario). Ahora también llevo boli y libreta cuando soy ponente, porque he llegado a ese punto bonito de mi vida en que soy una excéntrica y me da igual ya no me da tanto apuro hacer las cosas a mi manera. Y porque se lo vi hacer a Irene Rodrigo una vez y esto es un burdo plagio copia homenaje.

Además, estar trasteando con el móvil sobre el escenario, en una mesa redonda, sí que sería algo… raro.

novela cortaUsar móviles en cualquier mesa, con la forma geométrica que sea, es de muy mala educación. Excepto si estás comiendo con tu familia y su tedio insoportable altera tu digestión.

Todas las charlas me fueron de interés y provecho (si surge la oportunidad, os hablaré más en profundidad de la de fantasía oscura, que compartí con Elia Barceló y Lisa Tuttle, por cortesía de las maravillosas damas de La Nave Invisible), pero tal vez la de la novela corta fue la que me llenó más páginas de libreta.

Esto es porque es un tema al que le he dado ya muchas vueltas.

el peligro de empezar por el final

Hay una acción entre escritores que empiezan tan-común-tan-común-tan-común que cuando hablo con alguno/a ya hago apuestas mentales por ver cuánto tardarán en sacar el tema. Esa acción es comenzar escribiendo novelacas, incluso series de novelas.

Sé que muchos estáis gritando ya, con vuestro manuscrito de 800000 palabras delante: ¡Gabriella, eso no es un error, no es un problema! ¡Solo lo es para otros! ¡Yo triunfaré con mi heptalogía superoriginal sobre elfos, orcos y magos guerreros y guapos! Estáis en lo cierto. Sois excepciones de talento y yo no sé nada, Juana Nieve.

Vamos a dejarlo en que es un error MUY común. Yo también lo he cometido, claro.

Volviendo la vista atrás, es evidente que no debí hacerlo. ¿Cómo vas a escribir una tetralogía si jamás has probado a estructurar una sola novela? ¿Cómo perder tanto tiempo escribiendo palabras incontables (y pretender publicarlas) si la calidad de lo que creas ahora es… bueno, de escritor que empieza?

novela cortaHola, Gabriella del pasado. Soy tu memoria y vengo a recordarte lo mal que escribías. Por cierto, te presento a tu autoestima, que viene a decirte que ahora también haces boñigas mu gordas.

Por supuesto que hay personas de talento sin igual que son una inspiración para todos (y ejemplos ad nauseam a los que se aferran los que creen en la musa y la habilidad innata por encima de todas las cosas), pero en la inmensa mayoría de los casos que conozco, esto acaba en desastre. El escritor que todavía no tiene desarrollado ni su estilo ni su hábito de escribir se viene abajo en cuanto es consciente de la enormidad de la tarea que se ha propuesto. A veces hasta deja de escribir. Sí, del todo (o casi).

Podríamos hacer un Whiplash y hablar de cómo el escritor verdadero puede contra todos los obstáculos. Y no digo que no haya que ser ambicioso/a. Pero ¿no tendría más sentido practicar con algo más sencillo, aprender primero lo básico?

¿Acaso intentaríamos tocar Caravan para nuestro primer acercamiento a la batería? En el arte, miles se empeñan en emular a los grandes del surrealismo, abstracto y de la vanguardia sin estudiar primero técnicas básicas de dibujo. Y en la escritura tenemos a la Gran Epopeya de Fantasía Épica para principiantes, no sé por qué.

novela cortaEs mala señal si ni has terminado el primer capítulo y ya tienes las ilustraciones, el cosplay y las firmas en San Diego.

La culpa de esta tendencia, sospecho, es esa noción curiosa que tenemos de la escritura como algo basado exclusivamente en una habilidad mágica con la que nacemos y con la que empezamos a hacer flipar a nuestros profesores y padres ya con cinco añitos. Confundimos el «vaya, este chavalillo tiene maneras y hasta sabe hilar dos frases, a diferencia de sus compañeros», que piensa el profesor, con el «vas a ganar un Nobel mañana mismo» que dice.

Pensamos que o bien seremos capaces de escribir la mejor novela extensa de la historia o bien no servimos para esto. Sí, sí, yo también lo pensaba. Si me hubieran dicho a mí con quince años que igual antes de escribir 200 páginas de romance paranormal con mary sue incluida (HASTA SE LLAMABA COMO YO, GENTE, Y HABÍA VAMPIROS) tendría que haber aprendido y practicado con otros formatos (y estudiado más sobre la planificación y funcionamiento de la novela), tampoco habría hecho mucho caso.

Hablemos (por fin) de novela corta

Una de las desgracias de la novela corta es que a menudo olvidamos su existencia. Queremos saltar del cuento a la novela de 2000 páginas del tirón, sin acordarnos de que hay un campo de ejercicio mucho más interesante para cruzar ese puente y no ahogarse en un tenebroso Estigia de ridículo, autodesprecio y abandono.

Esa es solo una de las razones por las que la novela corta es muy muy útil. Sí, yo tengo algunas en el cajón. Sobre todo me invitaron a esa mesa redonda por Crónicas del fin, cuyas entregas tienen extensión de novela corta. Pero las novelitas del cajón son tal vez los documentos que más me han ayudado a progresar como escritora, por muchas razones. También están estas otras muchas ventajas que mencionaré a continuación, que sacamos en claro cuando hablamos de ello en el festival.

Si estuviste allí y ya nos oíste mencionar todo esto, quedas libre de obligaciones y puedes irte al patio a jugar.

Grandes ventajas de la novela corta

Es un campo de pruebas excelente

¿Tienes una gran idea, pero no quieres dedicar meses (o años) de tu vida para ver si merece la pena convertirla en novela? ¿Y sin embargo no es posible desarrollarla bien en un relato? La novela corta es tu amiga.

Experimenta todo lo que desee tu corazoncito vanguardista. Para nosotros, Crónicas del fin también responde a esta necesidad, y ahí están las novelitas de Horizonte rojo, de Rocío Vega, por poner otro ejemplo. Hacer una obra por entregas, con extensión de novela corta, es una manera rápida de valorar el seguimiento del público y ver si merece la pena la inversión de tiempo y esfuerzo.

Es un anzuelo útil

¿Quieres darte a conocer? ¿Quieres presentar tu mundo a otros mediante un cebo gratuito? ¿Quieres enganchar suscriptores a tu lista de correo a quienes les interese tu forma de contar las cosas?

Puedes crear una precuela, una obra ambientada en el universo de otros libros tuyos o simplemente ofrecer una obra a precio bajo para ganar visibilidad, sin necesitar el tiempo que requiere una novela larga (pero ofreciendo una experiencia de lectura de mayor inmersión que un relato corto).

novela cortaEstán felices porque les han regalado libros. También porque están borrachos y las páginas están impregnadas de crack.

Es una herramienta de marketing

Precisamente por lo que ya he comentado, tu novela corta (o novelas cortas) puede ser un modo ideal de atrapar público objetivo. En el mercado estadounidense, por ejemplo, es muy común que las obras autoeditadas que venden como churros sean más bien cortas. Algunos autores triunfan con lo que llaman short stories, pero que tienen 15000-30000 palabras. En algunos géneros de demanda alta (como la romántica o el thriller) es una manera de aumentar la producción al ritmo que exige el mercado.

Funciona bien para antologías

Si tienes dos o tres novelas cortas que no terminas de saber dónde colocar, puedes unirlas y crear un solo tomo (esto funciona mejor aún si se desarrollan en el mismo mundo o tienen algún tipo de vinculación entre sí). Algunos ejemplos son Mala racha, el compendio donde se publicaron tres novelas cortas que abrieron paso a mi coautor en el panorama nacional de ciencia ficción, o La mirada extraña, de Felicidad Martínez.

Está de moda

Como todos los géneros y formatos, la novela corta ha tenido sus momentos de auge y sus momentos de olvido. Pero con la reivindicación de editoriales como El Transbordador, Apache, Sportula, Cazador de Ratas o Cerbero (que además ha adoptado el formato práctico del bolsilibro), cada vez hay más sitios donde mandar tu manuscrito si buscas publicación tradicional. Hablo, sobre todo, de casas de género, pero seguro que en vuestro sector encontráis casos paralelos. Creo que todo esto responde a la revolución de las plataformas digitales y al acortamiento de las obras debido a ese auge del gratis y del 0,99 como posicionamiento en Amazon y similares.

novela cortaLa novela corta está tan de moda que la leen hasta señores atractivos con barba que solo beben cerveza si su nombre es impronunciable. El nombre de la cerveza, no el de los señores. Este señor se llama Juan.

puede formar parte de tu marca de autor

Como la novela corta no es tan común como la larga de toa la vía, es sencillo crear una imagen alrededor de la noción de «autor/a que escribe novelas cortas». Esto no significa que no puedas publicar otras cosas, pero sí que es una etiqueta que puede ayudar a otros a recordarte y para atraer a lectores que gustan especialmente de ese formato. La propia Nieves Delgado es un buen ejemplo de esto, ya que con 36 y sus libros de cuentos se ha colocado (probablemente de manera no intencionada) ante el público de narrativa más o menos breve. Autores como David Luna o Javier Castañeda han aprovechado el tirón de premios ganados (precisamente por narraciones de extensión menor) para darse a conocer al amparo editor de Apache.

Es una recompensa para tus lectores

¿Quieres agradecerle a tus lectores su fidelidad y entusiasmo? ¡Regálales más de lo que les gusta! Esto no es solo altruista y rebonico, sino que ayuda a convertirlos en lectores más fieles, lectores con valor a largo plazo, personas maravillosas que te ayudarán a mantenerte a flote en este barco que zozobra cada dos por tres (o 2,9 por 3).

Conviértelos a tu palabra: regala una novela corta. No es tanto esfuerzo como una novela larga, pero tiene mejor recepción que un relato. Y hablando de recompensas: también puede ser una opción extra para crowdfunding, Patreon, etc.

Aprendes más rápido

Llevo diciéndolo desde principio del artículo, allá por el año 345 a de C., pero no puedo dejar de insistir. Aprender proviene de una combinación de teoría y práctica, generalmente. Puedes leer libros de técnica narrativa y analizar mil libros de ficción para ver cómo funcionan (o cómo fracasan), pero también necesitas sentarte a escribir (o escribir de pie, quién soy yo para juzgarte y reírme mientras te señalo con el dedo) para entender cómo aplicar toda esa teoría. Y se progresa mucho más rápido terminando proyectos. Como he dicho ya unas ocho veces, una novela corta puede escribirse en mucho menos tiempo que una novela al uso, así que la sensación de terminar es poderosa y nos impulsa a seguir y a hacerlo cada vez mejor.

También nos permite probar muchas más cosas diferentes, porque…

permite mayor libertad

No me convenció el final de Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. ¡El resto del libro había estado tan bien! Me esperaba algo más, algo que me pareciera más coherente con la historia que contaba. Pero, como la novela era corta, la inversión de tiempo y atención había sido menor: el regusto agradable de la primera impresión todavía estaba fresco y por tanto la impresión general era favorable.

Si hubiera llegado a ese final tras una inversión de mil páginas de lectura… bueno, otro gallo habría cantado, y de forma muy ronca y desagradable.

En general, yo diría también que es menos probable que un lector abandone una novela corta en las primeras páginas. El lector va a darte más oportunidades, porque la sensación de que le estás robando energía y la posibilidad de leer otras obras mejores es muy inferior.

Mejor adaptación a formatos nuevos

Me temo que hay más de una voz inteligente que apunta a que en un futuro no muy lejano consumiremos la mayor parte de nuestro contenido en nuestros teléfonos móviles.

Sí, es posible que quieras leer Guerra y paz en el móvil, pero eso no es lo habitual. No obstante, un cuento se acaba taaan pronto.

Novela corta para los ratos sueltos de espera y entretenimiento, por favor.

Te permite desarrollar mundos

Si estás enamorado/a de tu universo fabuloso, pero no quieres matar de aburrimiento a tus lectores con una construcción de mundos tediosa y sobrecargada de información, una narrativa más corta puede ser tu solución: puedes seguir ampliando tu fabuloso planeta de bichos artrópodos adorables (se puede hacer, lo prometo. Si no me creéis, es que no conocéis a Angie) con otra historia.

Lo mismo ocurre con los personajes. Un spin-off de tu personaje secundario favorito podría ser demasiado en novela de extensión habitual (tampoco le pasan tantas cosas), pero 20000 palabritas le vienen que ni al pelo.

novela corta—¿El J. R. R. nos va a contar OTRA historia de un secundario petardo, María? 
—Me temo que sí, Lourdes. 
—¿Queda algo del crack ese que estabais pasando antes? 
—No, no queda. Y ahora callaíta, que quiero saber a quién se tira la Galadriel.

Un apunte para terminar

No me entiendas mal. No digo con todo esto que tengas que marcharte corriendo a escribir una novela corta. Por lo menos, ten la decencia de terminar de leer este artículo, que por largo que sea es más corto que muchos relatos.

¡Empero! (Empero hay que decirlo siempre entre exclamación, para que quede manifiestamente irónico y chachi): espero haberte convencido de que este formato es sexi, muy sexi.

Casi tanto como tú.

(Guiño, chasquido de lengua, ladeo leve de cabeza y apunte con el dedo).

(Suelta el micro).

(El micro cae al suelo y se rompe).

(Gabriella dedica diez años de su vida a trabajar en una mina de arulelio empobrecido de Júpiter para saldar la deuda del dichoso micro).

(Y dedica las noches oscuras, muy oscuras, de su encierro a toser de manera lúgubre, escribir novelas cortas y tal vez, solo tal vez, terminar este artículo).


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