Dicen por ahí que la vida es eso que pasa mientras esperas al festival Celsius del año que viene.
No, no lo dicen, lo confieso. Se me ha ocurrido ahora, sobre la marcha. Solo lo decimos algunos, pero no por ello es menos verdad.
Os voy a hablar ahora de novela corta. Casi enseguida.
Pero Celsius.
Y prometo que esto viene a cuento.
Aparte de todo lo de fantástico que tiene el festival a nivel social (la sensación de comunidad es apabullante), el Celsius 232 también es un centro de motivación y aprendizaje. Para vosotros tal vez haya algo similar: algún congreso o convención en vuestro sector que os cargue las pilas de modo irrefrenable y disoluto (la elección de esa última palabra no es casual). Cuando pasas todo el año trabajando y con una rutina de producción bastante establecida, es en sitios como estos donde ves los resultados de tus esfuerzos (o donde empiezas a entender los resultados que podrías alcanzar).
Así, más o menos, pero con sidra y cachopos
Para mí, además, es un lugar donde cada vez me siento más animada a aportar algo, no solo como escritora, sino como participante más «interna» del espíritu del festival. Muestra de ello es el taller de escritura que hemos coordinado entre la organización del festival y servidora, para que el año que viene esté AÚN MEJOR (¿cómo? ¡Imposible!) y para que la gente acuda desde todos los rincones del universo y tengáis que colgaros del travesaño y de las arquivoltas para poder pillar hueco (por ejemplo).
No, no hay arquivoltas en el Hotel 40 Nudos de Avilés. Están en mi imaginación, pero esta es poderosa.
Quiero centrarme en una mesa redonda que tuvo lugar en el festival, donde tuve el privilegio de poder sentarme a hablar de la novela corta, junto con gente de bien como Nieves Delgado, Felicidad Martínez, Elías F. Combarro o Pablo Bueno. Moderaba la mismísima Cristina Macía, una de las organizadoras del festival, aunque en algunos parajes recónditos la conocen mejor como escritora de libros de cocina o traductora de autores de escaso renombre como Pratchett o G. R. R. Martin.
Llegamos a algunas conclusiones. Y yo llegué a la conclusión de que esas conclusiones podrían servir por aquí también, conclusamente.
BREVE INTRODUCCIÓN A LAS RAZONES QUE ME LLEVARON A TRAEROS ESTE ARTÍCULO
Desde hace un par de años voy a las charlas del Celsius con Evernote a mano (lo malo de esto, me temo, es que parece que estoy mirando el móvil en vez de prestar atención, cuando es justo lo contrario). Ahora también llevo boli y libreta cuando soy ponente, porque he llegado a ese punto bonito de mi vida en que soy una excéntrica y me da igual ya no me da tanto apuro hacer las cosas a mi manera. Y porque se lo vi hacer a Irene Rodrigo una vez y esto es un burdo plagio copia homenaje.
Además, estar trasteando con el móvil sobre el escenario, en una mesa redonda, sí que sería algo… raro.
Usar móviles en cualquier mesa, con la forma geométrica que sea, es de muy mala educación. Excepto si estás comiendo con tu familia y su tedio insoportable altera tu digestión.
Todas las charlas me fueron de interés y provecho (si surge la oportunidad, os hablaré más en profundidad de la de fantasía oscura, que compartí con Elia Barceló y Lisa Tuttle, por cortesía de las maravillosas damas de La Nave Invisible), pero tal vez la de la novela corta fue la que me llenó más páginas de libreta.
Esto es porque es un tema al que le he dado ya muchas vueltas.
el peligro de empezar por el final
Hay una acción entre escritores que empiezan tan-común-tan-común-tan-común que cuando hablo con alguno/a ya hago apuestas mentales por ver cuánto tardarán en sacar el tema. Esa acción es comenzar escribiendo novelacas, incluso series de novelas.
Sé que muchos estáis gritando ya, con vuestro manuscrito de 800000 palabras delante: ¡Gabriella, eso no es un error, no es un problema! ¡Solo lo es para otros! ¡Yo triunfaré con mi heptalogía superoriginal sobre elfos, orcos y magos guerreros y guapos! Estáis en lo cierto. Sois excepciones de talento y yo no sé nada, Juana Nieve.
Vamos a dejarlo en que es un error MUY común. Yo también lo he cometido, claro.
Volviendo la vista atrás, es evidente que no debí hacerlo. ¿Cómo vas a escribir una tetralogía si jamás has probado a estructurar una sola novela? ¿Cómo perder tanto tiempo escribiendo palabras incontables (y pretender publicarlas) si la calidad de lo que creas ahora es… bueno, de escritor que empieza?
Hola, Gabriella del pasado. Soy tu memoria y vengo a recordarte lo mal que escribías. Por cierto, te presento a tu autoestima, que viene a decirte que ahora también haces boñigas mu gordas.
Por supuesto que hay personas de talento sin igual que son una inspiración para todos (y ejemplos ad nauseam a los que se aferran los que creen en la musa y la habilidad innata por encima de todas las cosas), pero en la inmensa mayoría de los casos que conozco, esto acaba en desastre. El escritor que todavía no tiene desarrollado ni su estilo ni su hábito de escribir se viene abajo en cuanto es consciente de la enormidad de la tarea que se ha propuesto. A veces hasta deja de escribir. Sí, del todo (o casi).
Podríamos hacer un Whiplash y hablar de cómo el escritor verdadero puede contra todos los obstáculos. Y no digo que no haya que ser ambicioso/a. Pero ¿no tendría más sentido practicar con algo más sencillo, aprender primero lo básico?
¿Acaso intentaríamos tocar Caravan para nuestro primer acercamiento a la batería? En el arte, miles se empeñan en emular a los grandes del surrealismo, abstracto y de la vanguardia sin estudiar primero técnicas básicas de dibujo. Y en la escritura tenemos a la Gran Epopeya de Fantasía Épica para principiantes, no sé por qué.
Es mala señal si ni has terminado el primer capítulo y ya tienes las ilustraciones, el cosplay y las firmas en San Diego.
La culpa de esta tendencia, sospecho, es esa noción curiosa que tenemos de la escritura como algo basado exclusivamente en una habilidad mágica con la que nacemos y con la que empezamos a hacer flipar a nuestros profesores y padres ya con cinco añitos. Confundimos el «vaya, este chavalillo tiene maneras y hasta sabe hilar dos frases, a diferencia de sus compañeros», que piensa el profesor, con el «vas a ganar un Nobel mañana mismo» que dice.
Pensamos que o bien seremos capaces de escribir la mejor novela extensa de la historia o bien no servimos para esto. Sí, sí, yo también lo pensaba. Si me hubieran dicho a mí con quince años que igual antes de escribir 200 páginas de romance paranormal con mary sue incluida (HASTA SE LLAMABA COMO YO, GENTE, Y HABÍA VAMPIROS) tendría que haber aprendido y practicado con otros formatos (y estudiado más sobre la planificación y funcionamiento de la novela), tampoco habría hecho mucho caso.
Hablemos (por fin) de novela corta
Una de las desgracias de la novela corta es que a menudo olvidamos su existencia. Queremos saltar del cuento a la novela de 2000 páginas del tirón, sin acordarnos de que hay un campo de ejercicio mucho más interesante para cruzar ese puente y no ahogarse en un tenebroso Estigia de ridículo, autodesprecio y abandono.
Esa es solo una de las razones por las que la novela corta es muy muy útil. Sí, yo tengo algunas en el cajón. Sobre todo me invitaron a esa mesa redonda por Crónicas del fin, cuyas entregas tienen extensión de novela corta. Pero las novelitas del cajón son tal vez los documentos que más me han ayudado a progresar como escritora, por muchas razones. También están estas otras muchas ventajas que mencionaré a continuación, que sacamos en claro cuando hablamos de ello en el festival.
Si estuviste allí y ya nos oíste mencionar todo esto, quedas libre de obligaciones y puedes irte al patio a jugar.
Grandes ventajas de la novela corta
Es un campo de pruebas excelente
¿Tienes una gran idea, pero no quieres dedicar meses (o años) de tu vida para ver si merece la pena convertirla en novela? ¿Y sin embargo no es posible desarrollarla bien en un relato? La novela corta es tu amiga.
Experimenta todo lo que desee tu corazoncito vanguardista. Para nosotros, Crónicas del fin también responde a esta necesidad, y ahí están las novelitas de Horizonte rojo, de Rocío Vega, por poner otro ejemplo. Hacer una obra por entregas, con extensión de novela corta, es una manera rápida de valorar el seguimiento del público y ver si merece la pena la inversión de tiempo y esfuerzo.
Es un anzuelo útil
¿Quieres darte a conocer? ¿Quieres presentar tu mundo a otros mediante un cebo gratuito? ¿Quieres enganchar suscriptores a tu lista de correo a quienes les interese tu forma de contar las cosas?
Puedes crear una precuela, una obra ambientada en el universo de otros libros tuyos o simplemente ofrecer una obra a precio bajo para ganar visibilidad, sin necesitar el tiempo que requiere una novela larga (pero ofreciendo una experiencia de lectura de mayor inmersión que un relato corto).
Están felices porque les han regalado libros. También porque están borrachos y las páginas están impregnadas de crack.
Es una herramienta de marketing
Precisamente por lo que ya he comentado, tu novela corta (o novelas cortas) puede ser un modo ideal de atrapar público objetivo. En el mercado estadounidense, por ejemplo, es muy común que las obras autoeditadas que venden como churros sean más bien cortas. Algunos autores triunfan con lo que llaman short stories, pero que tienen 15000-30000 palabras. En algunos géneros de demanda alta (como la romántica o el thriller) es una manera de aumentar la producción al ritmo que exige el mercado.
Funciona bien para antologías
Si tienes dos o tres novelas cortas que no terminas de saber dónde colocar, puedes unirlas y crear un solo tomo (esto funciona mejor aún si se desarrollan en el mismo mundo o tienen algún tipo de vinculación entre sí). Algunos ejemplos son Mala racha, el compendio donde se publicaron tres novelas cortas que abrieron paso a mi coautor en el panorama nacional de ciencia ficción, o La mirada extraña, de Felicidad Martínez.
Está de moda
Como todos los géneros y formatos, la novela corta ha tenido sus momentos de auge y sus momentos de olvido. Pero con la reivindicación de editoriales como El Transbordador, Apache, Sportula, Cazador de Ratas o Cerbero (que además ha adoptado el formato práctico del bolsilibro), cada vez hay más sitios donde mandar tu manuscrito si buscas publicación tradicional. Hablo, sobre todo, de casas de género, pero seguro que en vuestro sector encontráis casos paralelos. Creo que todo esto responde a la revolución de las plataformas digitales y al acortamiento de las obras debido a ese auge del gratis y del 0,99 como posicionamiento en Amazon y similares.
La novela corta está tan de moda que la leen hasta señores atractivos con barba que solo beben cerveza si su nombre es impronunciable. El nombre de la cerveza, no el de los señores. Este señor se llama Juan.
puede formar parte de tu marca de autor
Como la novela corta no es tan común como la larga de toa la vía, es sencillo crear una imagen alrededor de la noción de «autor/a que escribe novelas cortas». Esto no significa que no puedas publicar otras cosas, pero sí que es una etiqueta que puede ayudar a otros a recordarte y para atraer a lectores que gustan especialmente de ese formato. La propia Nieves Delgado es un buen ejemplo de esto, ya que con 36 y sus libros de cuentos se ha colocado (probablemente de manera no intencionada) ante el público de narrativa más o menos breve. Autores como David Luna o Javier Castañeda han aprovechado el tirón de premios ganados (precisamente por narraciones de extensión menor) para darse a conocer al amparo editor de Apache.
Es una recompensa para tus lectores
¿Quieres agradecerle a tus lectores su fidelidad y entusiasmo? ¡Regálales más de lo que les gusta! Esto no es solo altruista y rebonico, sino que ayuda a convertirlos en lectores más fieles, lectores con valor a largo plazo, personas maravillosas que te ayudarán a mantenerte a flote en este barco que zozobra cada dos por tres (o 2,9 por 3).
Conviértelos a tu palabra: regala una novela corta. No es tanto esfuerzo como una novela larga, pero tiene mejor recepción que un relato. Y hablando de recompensas: también puede ser una opción extra para crowdfunding, Patreon, etc.
Aprendes más rápido
Llevo diciéndolo desde principio del artículo, allá por el año 345 a de C., pero no puedo dejar de insistir. Aprender proviene de una combinación de teoría y práctica, generalmente. Puedes leer libros de técnica narrativa y analizar mil libros de ficción para ver cómo funcionan (o cómo fracasan), pero también necesitas sentarte a escribir (o escribir de pie, quién soy yo para juzgarte y reírme mientras te señalo con el dedo) para entender cómo aplicar toda esa teoría. Y se progresa mucho más rápido terminando proyectos. Como he dicho ya unas ocho veces, una novela corta puede escribirse en mucho menos tiempo que una novela al uso, así que la sensación de terminar es poderosa y nos impulsa a seguir y a hacerlo cada vez mejor.
También nos permite probar muchas más cosas diferentes, porque…
permite mayor libertad
No me convenció el final de Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. ¡El resto del libro había estado tan bien! Me esperaba algo más, algo que me pareciera más coherente con la historia que contaba. Pero, como la novela era corta, la inversión de tiempo y atención había sido menor: el regusto agradable de la primera impresión todavía estaba fresco y por tanto la impresión general era favorable.
Si hubiera llegado a ese final tras una inversión de mil páginas de lectura… bueno, otro gallo habría cantado, y de forma muy ronca y desagradable.
En general, yo diría también que es menos probable que un lector abandone una novela corta en las primeras páginas. El lector va a darte más oportunidades, porque la sensación de que le estás robando energía y la posibilidad de leer otras obras mejores es muy inferior.
Mejor adaptación a formatos nuevos
Me temo que hay más de una voz inteligente que apunta a que en un futuro no muy lejano consumiremos la mayor parte de nuestro contenido en nuestros teléfonos móviles.
Sí, es posible que quieras leer Guerra y paz en el móvil, pero eso no es lo habitual. No obstante, un cuento se acaba taaan pronto.
Novela corta para los ratos sueltos de espera y entretenimiento, por favor.
Te permite desarrollar mundos
Si estás enamorado/a de tu universo fabuloso, pero no quieres matar de aburrimiento a tus lectores con una construcción de mundos tediosa y sobrecargada de información, una narrativa más corta puede ser tu solución: puedes seguir ampliando tu fabuloso planeta de bichos artrópodos adorables (se puede hacer, lo prometo. Si no me creéis, es que no conocéis a Angie) con otra historia.
Lo mismo ocurre con los personajes. Un spin-off de tu personaje secundario favorito podría ser demasiado en novela de extensión habitual (tampoco le pasan tantas cosas), pero 20000 palabritas le vienen que ni al pelo.
—¿El J. R. R. nos va a contar OTRA historia de un secundario petardo, María? —Me temo que sí, Lourdes. —¿Queda algo del crack ese que estabais pasando antes? —No, no queda. Y ahora callaíta, que quiero saber a quién se tira la Galadriel.
Un apunte para terminar
No me entiendas mal. No digo con todo esto que tengas que marcharte corriendo a escribir una novela corta. Por lo menos, ten la decencia de terminar de leer este artículo, que por largo que sea es más corto que muchos relatos.
¡Empero! (Empero hay que decirlo siempre entre exclamación, para que quede manifiestamente irónico y chachi): espero haberte convencido de que este formato es sexi, muy sexi.
Casi tanto como tú.
(Guiño, chasquido de lengua, ladeo leve de cabeza y apunte con el dedo).
(Suelta el micro).
(El micro cae al suelo y se rompe).
(Gabriella dedica diez años de su vida a trabajar en una mina de arulelio empobrecido de Júpiter para saldar la deuda del dichoso micro).
(Y dedica las noches oscuras, muy oscuras, de su encierro a toser de manera lúgubre, escribir novelas cortas y tal vez, solo tal vez, terminar este artículo).
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Me encanta escribir en corto. Confieso que tengo una trilogía faraónica in the making, pero también escribo relatos largos y novelettes en serie que tienen muy buena acogida y que me han descubierto un mundo nuevo de estructura y manejo de la tensión. ¡Gracias por la mención, sobre todo por ir tan bien acompañada!
Estoy segura de que esos relatos y novelettes harán que tu trilogía faraónica sea muuuucho mejor que si hubieras empezado directamente por ahí 😉
Un besazo.
Hemingway escribía de pie… Y Bukowski se reía de él 😂
Y Joyce escribía tumbado, creo recordar, pero como para meterse con él…
Por otra parte, Bukowski era un malaje, como decimos por estos lares 😛
He quedado decidido, es hora de publicar esa novela de 18,000 palabras sobre cabras espaciales con superpoderes del lejano oriente. No es que tenga una escrita o algo así, pero lo importante es publicarlo aunque no pase de las 20,000.
¿Cabras espaciales con superpoderes del lejano oriente? No sé, no sé, ¿eso no está ya muy visto? 😛
Me da risa como escribes tus articulos, siempre termino entrando por los titulos que les das. Creo que me terminaste convenciendo con lo de la novela corta, yo no le veia mucho el lado bueno, pero ahora creo que voy a por ello.
Me alegro un montón, Rosana, es un formato muuuy agradecido. No dejes de contarnos cómo te va 😉
Totalmente de acuerdo. Yo estuve años escribiendo lo que creía se convertiría en una novela de culto de esas que no eres nadie si no la has leído. Era una comedia de terror con zombies, enanos y una secta (entre otras lindezas). 700 páginas y varios años más tarde me di cuenta de que era una auténtica bazofia, lo que viene siendo una mierda pinchada en un palo.
Me llevé tal chasco al darme cuenta de lo mala que era que estuve tiempo sin escribir. Ahora lo he retomado, pero con otro género completamente distinto y huyendo de la longitud sin fin. Creo que mi nueva novela va a ser una novela corta (estoy escribiéndola a mano en libretas tamaño cuarto y me es difícil calcular la extensión), y espero realmente que así sea, porque, como tú misma señalas en este post, tiene un montón de posibilidades (que antes no había).
«Me llevé tal chasco al darme cuenta de lo mala que era que estuve tiempo sin escribir».
Ay, más o menos lo que me pasó a mí. En la mía no salían enanos, a lo mejor ese fue mi fallo 😀
Me alegra mucho leer tu post porque todos los relatos que voy escribiendo se rebelan contra su amo y señor exigiendo ser novela corta.
Tres de ellos ya lo han conseguido, y se han encadenado juntos para sumar un total de 30000 palabras. Fui a cortar las cadenas pero entonces vi que los tres se llamaban «introducción, nudo y desenlace», y que encajaban como piezas de puzzle para servir a una trama superior sin vacíos argumentales.
Gabriella ¿Qué opinas de una obra de relatos entrelazados que conforman una novela corta? Justamente eso es lo que me ha ocurrido sin pretenderlo al inicio. Sin embargo desconozco casos así en el mercado literario.
No me voy de aquí sin decirte que tienes un estilo al escribir artículos que resulta superatractivo. Me recuerda a esos grupos de música, que pueden o no gustar, pero que dejan un vacío cuando desparecen porque nadie tocará de la misma manera (Héroes del silencio, Mecano…). Tengo en el punto de mira tu libro de los 70 trucos, caerá más pronto que tarde.
«Gabriella ¿Qué opinas de una obra de relatos entrelazados que conforman una novela corta? Justamente eso es lo que me ha ocurrido sin pretenderlo al inicio. Sin embargo desconozco casos así en el mercado literario».
No estoy muy segura de haberte entendido bien, pero en realidad hay muchas novelas que están hechas de «libros» más cortos. Si las tres novelas cortas están entrelazadas (pertenecen a un mismo universo, se repiten personajes, las tramas se relacionan…) y al terminar el libro completo hay una sensación de conclusión, yo creo que puede quedar algo interesante.
Mil gracias por tu comentario sobre mi estilo. Mecano es uno de mis placeres culpables 😛
Me gustaría pensar que si desapareciera, no sería un blog menos en el universo de internet, sino que dejaría algún vacío palpable. Es ingenuo, tal vez, pero es bonito ver que hay gente que realmente disfruta con lo que creas.
¡Qué bien me viene esta moda de la novela corta! Tengo una capacidad de síntesis incontrolable y no soy capaz de pasar de 70.000 palabras con una historia 🙂
¿Te cuento algo curioso? Antes leía tus posts y en mi cabeza sonaba una voz neutra, pero ahora que te conozco en persona escucho tu voz real y hasta te imagino gesticulando 😀
¡Viva el Celsius! 😉
¡Qué bueno! Otra persona que fue al taller me lo comentó también, jaja. Yo creo que eso es bueno, ¿no? ¡Lectura con efectos imaginarios de sonido!
¡Hola! Como asidua escritora de novela corta me ha encantado que alguien reivindique por fin que más páginas no significa mejor calidad (sobre todo cuando hablamos de novela histórica porque la mitad de esas páginas extra suelen ser infodumping), y estoy completamente de acuerdo con que es una estupenda manera de aprender ¡y de terminar cosas! La única pega que le veo es que muchos concursos, que es por donde yo empecé a intentar publicar, piden número mínimo de páginas/palabras (aunque siempre puedes tirar a por concursos específicos de novela corta ^^). Articulazo, como siempre ♥
Sí, en cuanto a concursos puede ser un fastidio si tu género o sector tiende a pedir otros formatos, tienes razón.
No había pensado en el problema del infodumping en la histórica. Obviamente no ocurre en todas las obras de ese género, pero es un fallo bastante común. Yo soy muy de conocer los datos de un mundo pero mostrarlos de manera natural, sin explicaciones largas, pero es algo que he tardado muchos años en comenzar a aprender 😛
Hola Gabriella.
He visto que en el Celsius os lo habéis pasado pipa. Pero sabes que el We are the world te perseguirá de por vida XD
Qué alegría ver que no soy el único que está de guardia en agosto.
Mi último libro ha sido una novela corta, que de corta casi me sale relato largo, pero ya sabes que la tierra de nadie entre ambas es un poco difusa.
La verdad es que es menos desesperante que tratar de corregir y editar un mamotreto, que el borrador sale rápido si estás inspirado, pero el trabajo posterior puede llegar a ser muy cargante.
Buen artículo. Comparto.
Saludos.
Me alegra esta entrada porque llevo tiempo dándole vueltas al asunto. En su día pensé en un libro de relatos cortos de 25.000 palabras de media y he acabado con uno de esos… y 3 novelas cortas. Claro, el libro se me queda en 800 páginas y no sabía qué tal andaba el mercado como para separarlo, pero cada día estoy más convencido.
Por cierto, totalmente identificado con el momento novato, escribiendo novela épica de a kilo XD Aunque en mi caso, por suerte o por desgracia, ese mamotreto fue lo que me hizo seguir escribiendo. Coincido en que es mejor un formato menor, que bastantes quebraderos de cabeza dan 75.000 palabras.
Veo que la experiencia del tochaco épico aparece una vez más, jajaja. Me alegro de que por lo menos te sirviera para seguir practicando 😉
Me has convencido. Lo próximo que escriba será novela corta. Por cierto, me encanta Angie
¡Pues ya nos contarás qué tal con tu próxima novela corta! 😉
A mí también me encanta Angie. Es muy tierno, con sus patitas peludas.
Como escritor con algo de experiencia, si tengo algo que recomendarle a los novatos (aparte del «¡Siéntate y termina el puto manuscrito, maldita sea!»), es que intenten entrar al mundo editorial con una novela corta. Intentar entrar con una saga (ya no digamos trilogía, porque me parece que ahora todos quieren escribir historias de más de tres libros) es un balazo en el pie. No sólo no podrás seguirla porque es una tarea titánica con la que no podrás si no tienes algo de musculo de escritor, sino que si tu historia no pega no podrás terminarla porque nadie va a sacar la segunda parte de una historia que no vendió bien la primera.
Ok, concedo que hay escritores que logran hacerse archi requete contra millonarios con su primera saga (Rowling, Meyer, la tipa que escribió 50 sombras…), pero yo prefiero jugar a la segura e ir con la idea de que uno no es de esos elegidos por los dioses y que habrá que primero labrarse un nombre antes de arriesgarse con una saga.
Trabajar entre niños te hace acostumbrarte a la frase «Dame uno más flaquito, maestra» y terminas dándote cuenta que da igual que lean algo cortito, el caso es que lean. Me gusta escribirles mis propias historias, las encuaderno yo misma (a mano) y las coloco entre los libros de aula. Tengo que forrarlos porque acaban hechos polvos, pero eso significa que les gusta y leen. Así aprenden de todo un poco. Gracias Gabriella, por tu trabajo.
¡Qué bueno! Cuando yo era adolescente, ayudaba cuidando a niños de 7-8 años en el colegio, y no había nada que los fascinase tanto como que les contara una historia (que me inventaba sobre la marcha). Creo que es una de las cosas que más me ha motivado para escribir. Si consigues enganchar a niños al poder de la narrativa, puedes enganchar a quien sea 🙂
Para alguien que ama tanto la concisión como yo (me siento más poeta que narradora, al menos todavía) la novela corta es la mejor opción para comenzar. Gracias por un artículo tan brillante y divertido, Gabriela. Comparto sin dudar 😍.
¡Un grandísimo abrazo!
Yo estaba más convencido que Renée Zellweger en “Jerry Maguire” (epic quote: “…me tenías con el hola”) de que las novelas cortas lo partían, pero me he tenido que leer el post de cabo a… a… hasta el final, porque me mondo demasiado con tus artículos. ¡Un besazo!
¡Se hace lo que se puede! 😉
Muy buenas, Gabriella!
Estoy completamente de acuerdo con todo lo que dices. Yo, que llevo desde que empecé a escribir con los relatos cortos, ya noté diferencia con una novela corta que escribí hace un tiempo. Ir avanzando poco a poco motiva mucho más, ya que las cagadas son menores y se aprende a gestionar mejor el ritmo y la intensidad.
Eso sí, no creo que la novela corta tenga por que ser más inmersiva que un relato. La inmersión puede ser igual de profunda, aunque diferente.
¡Gran artículo que comparto!
¡Nos leemos!
Hola Gabriella:
Yo soy de los que decidió cortarse las alas cuando se dio cuenta de que el castillo se elevaba demasiado en el aire. Pero siempre hay personajes que permiten el desarrollo de novelas cortas, incluso dentro del mundo que estás inventando. En realidad, en el género de la fantasía el mejor ejemplo es Tolkien: primero hizo worldbuilding, luego una novelita ambientada en ese mundo, y después, ya, la gran obra épica.
En lo que disiento es en la idea que suelo ver extendida entre escritores de esa progresión cuento –> novela –> novelón. Yo considero que el cuento, el buen cuento literario a lo Cortázar, Poe, Borges o Aldecoa es un género más difícil que la novela: es un mecanismo de relojería tan exacto que no se permite ningún error (mientras en una novela puedes metar la pata y no llegar a destruirla). Es tan difícil que a alguien le salga a la primera un Señor de los Anillos como que le salga una Noche boca arriba al primer intento.
¡Un jovético saludo!
¡Muy buena entrada! La novela corta es la mejor escuela. Yo publiqué dos en la revista Futuroscopias y supusieron el mejor entrenamiento antes de lanzarme a la novela.
Además de experimentar, como dices, también permiten, con un poco más de esfuerzo que un relato, desarrollar personajes, estructurar historias más ambiciosas, jugar con diferentes escenarios… Y como se leen rápido, su impacto puede superar al de una novela larga.
Ya que mencionas a Tolkien, yo diría que su historia de Túrin Turambar del Silmarillion, tiene casi más fuerza emocional que sus «hermanos mayores», como también le pasa a un clásico, Hadji Murat, de Tolstoi, frente a Guerra y Paz.
La novela corta es mejor que ir al gimnasio 😉
Es interesante el tema de la novela, quisiera sugerir que en otro post, de repente nos hablaras de la diferencia entre el cuento y la novela corta.
¡Hola! ¿Qué tal? Ya se te echaba de menos 😉
Pues yo también cometí el error de «mi gran novela épica que va a romper los esquemas de la narrativa contemporánea porque la he escrito yo y soy muy guay», y además coescribiendo, que dices tú, ole sus ovarios.
La verdad, no me parece algo malo. De hecho, me parece una fase necesaria en el desarrollo de lxs escritorxs, porque te da una dosis de realismo que, no nos engañemos, hace falta. Así que, esa historia sobre una fiesta desenfrenada de hadas, hombres lobo y demás que parecía que no llevaba a ninguna parte después de unas diez sesiones de escritura, me sentí un poco miserable.
El problema, y creo que no soy la única que lo ha tenido, era que yo estaba muy enamorada de ese mundo que con tanto esmero había confeccionado. Estaba obsesionada. Mi remedio: escribir relatos sobre los distintos personajes. ¿Por qué empezar enfrentándote a resolver conflictos interraciales con guerras mágicas de por medio cuando puedes, sencillamente, escribir unas pocas páginas sobre cómo algunos de los protagonistas se conocieron?
Fue terapéutico. En serio, 100% recomendado. Más adelante, me decidí a empezar de nuevo la historia, sola, y cambiando prácticamente todo menos los personajes. A día de hoy tengo una historia todavía rocambolesca (de hadas narcotraficantes y hombres lobo obsesionados con hacerse las ingles brasileñas), pero tiene mucha mejor forma. Y cuando siento que me pierdo, vuelvo unos días a la historia corta. Es algo así como mi brújula, ayudándome a que todo cuadre, y me permite escribir sobre muchas cosas que, en una novela al uso, hubieran sobrado.
Desde luego, tienes tooooda la razón del mundo.
Gracias por tu artículo, tan divertido como siempre. A ver si el año que viene puedo ir al Celsius, que parece que este año os lo pasasteis de miedo.
«A día de hoy tengo una historia todavía rocambolesca (de hadas narcotraficantes y hombres lobo obsesionados con hacerse las ingles brasileñas), pero tiene mucha mejor forma».
Creo que en ese caso concreto la forma da igual, nada puede superar a unos hombres lobo acomplejados por sus ingles peludas.
Y vente al Celsius, sí, que merece la pena 😉
¡Estupendo artículo! Sin embargo tengo un par de dudas… ¿De cuántas palabras estás hablando cuando te refieres a novela corta?
Y para que me quede claro… ¿Recomiendas que el primer libro de un escritor sea una novela corta? Es que según leía tu artículo me daba a entender que lo recomendabas más para escritores que ya tenían una novela larga en plan sacar spin-off de ella.
Muchas gracias y perdona mi «aturullamiento»
MJ
Les contare mi triste historia…
He escrito por mas de 20 años (de forma mas seguida en mi epoca de estudiante) y hace algunos meses me dije: «Es hora de arriesgarse» y decidí que escribiría una historia de una trama simple y corta.
Cuando comence el esquema general me di cuenta que la trama daba para ¡33 capitulos! (Generalmente mis capitulos son de 5000 a 5500 palabras).
No me quedo de otra que separa la trama completa en tres partes
Snif snif
Recuerdo que cuando empecé a escribir, mi primera creación fue una trilogía con más de 300 páginas cada libraco. Escribía todos los días, estaba super motivada, no tenía Internet y todo fluía. Pero a lo largo del tiempo, a medida que me fue metiendo en el mundo literario e iba escribiendo, la cantidad menguó. Ahora mismo me sería imposible escribir algo tan extenso como una novela. Una buena amiga me sugirió que escribiese historias más cortas, tipo relato o novela corta. Y la verdad es que el nivel de frustración es menor y cuando termino una historia corta me siento satisfecha.
Creo que es una buena forma de empezar o de seguir porque en mi caso me lancé directamente a la piscina y una vez probé lo que era, no he sido capaz de volver a crear algo así. Pero sí escribiendo pequeñas cosas.
Disfruto escribiendo relatos. Me gusta.
Hola, muchas gracias por el aporte, pero tengo una duda. ¿Con novela corta te refieres a micro cuento? O son completamente diferentes? Tengo entendido que el micro cuento son 200 caracteres o menos, en la novela corta ¿cuál es el máximo de palabras? Gracias.
[…] el taller que di en el festival Celsius de este año hubo tal cachondeo con esto que todos los alumnos que me escribieron después […]
Todísima la razón del mundo. Acabo de terminar mi primera novela corta y me ha dejado tan buen regusto que voy a escribir todas las que puedas antes de que me estalle el cerebro.
Unamuno hablaba de la «novela en esqueleto», de prescindir de todo lo irrelevante, y me parece buena idea, ¿para qué extenderse con descripciones innecesarias, el clima…?
Javier
javierluisperal.com
Creo que la pregunta importante es: ¿qué aporta esto a mi historia? Una descripción puede aportar mucho… o puede ser una pérdida de tiempo. Imagino que a eso se refería Unamuno 😉
Muy interesante. Me gustan las novelas cortas. Y esto me anima a mover la que tengo escrita. Creo que es más difícil la novela corta que la larga. Yo tiendo a alargar y ser conciso no es fácil.
¡No es fácil, para nada! Suerte con tus textos cortos. No sé si la novela corta es más sencilla de escribir que la larga, porque en realidad son muuuy diferentes. Pero sí creo que ahora mismo tiene bastantes oportunidades 🙂
¡Hola!
He leído algunos artículos de tu blog, que por cierto me gustaron mucho, y llegué a este porque tengo una duda bastante grande. ¿Cómo distingues lo que es una novela, una novela corta y un cuento? He buscado varias definiciones, pero aún no me queda muy claro.
Hay cierta discusión al respecto y muchos matices, pero, para que te hagas una idea, por lo general se considera que una novela corta tiene entre 15000 y 30000 palabras. Por debajo de 15000 solemos hablar de relato. Una novela generalmente supera las 50000 palabras.
¡Hola Gabriella!
Hace tiempo que quiero escribir algo de este corte, pero no me sale. O me enrollo como las persianas y me sale una pentalogía (todavía por terminar, se suponía que iba a ser un solo libro y esto es lo que pasa) o me estructuro la historia y no paso de las 9000 palabras. En fin, será cosa de seguir practicando… 😀
Muy buen artículo, muchas gracias por hacernos ver que es posible.
¡Un abrazo!
La verdad es que controlar la extensión de una historia es algo complicado, y es de esas cosas que se aprenden con tiempo y experiencia (¡la planificación ayuda mucho!). Tengo pendiente escribir algún artículo con consejos al respecto, porque lo he sufrido en mis carnes 😉
¡Qué bueno! Leeré encantada ese artículo.
Me he dado cuenta de que cuando me planifico, empiezo a escribir y luego me voy por las ramas con las historias de personajes secundarios. Y así, voy retrasando siempre más y más el verdadero principio de la historia. La cuestión será escribirlo como me salga y luego cortarlo, porque si no, no sé muy bien qué hacer ya… 🙂