Ayer vino a visitarme el panda de la decepción e insistió en que os hablara de él.
El panda de la decepción me acobarda bastante, así que tuve que hacerle caso.
Este oso blanco y negro tan poco simpático no es una creación mía, sino del bloguero y autor Mark Manson, y lo descubrí en su libro El sutil arte de que (casi) todo te importe una mierda. Escuché el audiolibro en inglés y otro día ya hablaré de la obra en sí. Libertad Delgado tiene un vídeo sobre el tema que podéis meter en marcadores: no vayáis a verlo AHORA, que os estáis leyendo mi artículo.
NO LA MIRÉIS. QUE NO OS DISTRAIGA DE MI SAPIENCIA.
No os dejéis amedrentar por el subtítulo que le han puesto al libro de Manson en cristiano: «Un enfoque rompedor para alcanzar la felicidad y el éxito«. No es una buena traducción del subtítulo original (A Counterintuitive Approach to Living a Good Life), y de hecho parece proclamar justo lo contrario de lo que proclama el libro (que tanta búsqueda de felicidad y éxito nos está, de muchas maneras, destrozando). Cosas del Marketing del Lado Oscuro.
Pero hablaba del panda, no de traducciones ni de Mark.
El panda de la decepción es lo mejor que te puede pasar
El panda de la decepción es un superhéroe. No el superhéroe que queremos, sino el que necesitamos. La función de este osito adorable con capa y antifaz es ir de puerta en puerta diciéndole a cada persona esa gran verdad que lleva negando toda su vida. Por ejemplo, el panda podría decirte que tu novia está buscando algún modo de cortar contigo. Lo sabes, pero crees que si lo ignoras, ese problema desaparecerá. Podría decirte que diez minutos de vez en cuando en fin de semana no te van a servir para escribir una novela. Podría decirte que tu poesía es mala. O que otra copa más sí te va a hacer daño. Cualquier cosa tremendamente obvia que tú, sin embargo, eres incapaz de ver.
El panda de la decepción es brutal, pero tal vez es lo mejor que nos podría pasar. Porque el panda no busca humillarnos ni hacer que nos sintamos mal. Tampoco busca, como un trol de internet cualquiera, tocarse un poco pensando en como nos ha hecho llorar. El panda es sabio y verdadero; el panda conoce aquello que nos hará libres. Es difícil diferenciar al panda de la decepción de mentira del auténtico, porque todos llevan capas y antifaz.
A mí me ha visitado el panda alguna vez y el tipo es un cabroncete de cuidado. ¡Qué daño hace! Pero es daño del que sana, del que hace que a la larga todo sea mejor.
Yo también he intentado ser panda a veces, siempre con mucho cuidado.
De cómo Gabriella se convirtió en un panda
(con un 10% de chistes sobre su peso y orondez voluptuosidad)
Solo soy panda si estoy convencida de que tengo, aunque sea, parte de razón, basándome en experiencias que no solo he vivido, sino que he observado de manera constante en otros, con datos verificables al respecto. Busco ahorrar a la otra persona esa desgracia que veo venir hacia ella, como un camión a 250 por hora.
No me ha ido muy bien.
Parezco adorable, pero vengo a destruir tu realidad.
Nadie quiere oír que lleva haciendo algo de forma equivocada los últimos cinco/diez/veinte años de su vida (yo tampoco, por cierto). He perdido clientes por negarme a formar parte de su visión chiripitifláutica de la realidad. Si quieres que alguien te diga que vas a vender cien mil libros echándole un par de horas a la semana y solo llevando a cabo tareas que te gustan, mejor búscate a otra panda… digo asesora.
Por supuesto hay gente que sí escucha (y actúa en consecuencia). Hay algunos casos de éxito que me hacen sonreír. No son muchos. Como dijo Steve Scott, uno de los autores que más ha vendido como autopublicado en los últimos años: cualquiera puede hacer lo que él hizo, pero la mayoría de la gente no está dispuesta a trabajar tanto como él.
Tiene algo de razón: Scott analiza problemas cotidianos de la gente, se documenta a saco, y publica libritos cortos y baratos con soluciones. Tiene libros sobre todo tipo de cosas, desde cómo implementar el hábito del ejercicio a cómo utilizar Evernote de forma eficiente. Lleva haciendo eso desde hace más de diez años. No todos estamos dispuestos a invertir las horas diarias que invierte Scott durante más de diez años. Y es que, como él asegura:
Cosas como la ley de la atracción, El secreto y la idea de que «todo lo que tengo que hacer es pensar de forma positiva y todo será genial» están limitando nuestra capacidad para vivir mejor.
Todos asentimos, serios, y pensamos que a nosotros nos encantaría un panda de esos, que nos dijera la cruda realidad, porque es muy difícil reconocerla. Pero no somos conscientes de nuestro propio estado de negación.
Dicho esto, y con todos los disclaimers por delante de que en realidad no sé una patata, que solo suelto por aquí cosas que me habría gustado que me dijeran a mí en su momento (porque me habría ahorrado mucho tiempo y energía), me gustaría intentar ser panda de la decepción un ratito, si me dais permiso. No porque me guste (bueno, un poquito sí me gusta), ni porque tenga hechura moral para ello, sino porque es práctico para mí. Cada vez que alguien me mande un email lleno de «si lo visualizo mucho y sigo mis sueños, seré millonario», podré ponerle este enlace.
Confieso también que esta es una suerte de catársis. Porque estas ocho cosas me las vino a contar el panda. Con su lindura blanquinegra y su sonrisa afable e insufrible.
Y su imbecilidad, porque hay que ser tontico para alimentarse solo de bambú, por cierto.
Cómo odio a ese maldito panda.
Vamos allá.
1. No, tu libro no venderá por sí mismo
*Coge aire*
El boca a boca es un mito creado por la industria editorial para que creas que ese libro que está en todas las estanterías de todas las librerías en primera plana está ahí porque «se ha vendido por recomendaciones personales y por tanto es independiente y buenísimo».
*Suelta aire*
A las empresas de coedición y a muchos editores tradicionales (y me incluyo, que yo también lo fui) nos interesa que creáis en ese sueño, en el sueño del libro que se vende solo, porque seréis menos exigentes en vuestros contratos y no os pondréis pesados con el tema de la promoción. Para muchas grandes editoriales las ventas son una cuestión de estadística: se trata de publicar muchos libros porque hay una probabilidad X de que uno sea un superventas. Y muchos están todavía viviendo en una era donde los libros los vendían los periódicos y la radio.
Sí, periódicos y radio. ¿Sabéis cuántos libros vendí cuando salí en medios conocidísimos de alcance nacional?
Pista: bastantes menos que en el festival Celsius, que sí está orientado a mi público.
Eres una estrellita especial, pero el público y sus hábitos de compra no van a cambiar por ti. Necesitas aprender a promocionarte y necesitas entender qué quiere tu público. Y necesitas entender que tu público NO es el 100% de la población.
El daño de fenómenos como Harry Potter o Canción de hielo y fuego es que nos hacen creer que nosotros también podemos gustar a casi todo el mundo. Y eso es tremendamente engañoso, porque a) probablemente no cuentes con las habilidades narrativas que Martin ha desarrollado tras una vida entera creando historias y b) estos fenómenos son tan llamativos porque son, precisamente, el porcentaje mínimo, la gran excepción. Esto es como decir que vas a jugar todos los días al Euromillón porque está claro que en algún momento te va a tocar.
Robert Rankin definió en sus libros de ficción a la lotería nacional como el mayor timo llevado a cabo por el hombre. Y, sin embargo, seguimos creyendo en la probabilidad ínfima. Eso siempre me asusta un poco, porque si creo que me va a tocar el Euromillón o que voy a ser superventas internacional, también tendría que creer que me va a partir un rayo en cuanto salga a la calle o que no debería subirme a un avión, jamás.
Está claro que no sé de lo que hablo. Este caballero recibió un email de un banquero nigeriano diciéndole que había ganado la lotería irlandesa por ser el visitante un millón de una página de fans de Coehlo, y miradlo ahora.
No digo que el boca a boca no funcione. Pero es que no funciona de la manera que crees.
2. No hay una respuesta sencilla
No puedo explicarte en una sesión de una hora cómo hacerte millonario vendiendo tus libros. Tendría muchos más clientes si lo hiciera (y cobraría mis sesiones mucho más caras), pero a la larga me reventaría en la cara, porque habría montones de escritores aporreando mi puerta echándome la culpa de haber dejado su trabajo, hipotecado a sus niños y abandonado a sus marsopas.
No hay una cantidad de tiempo exacta que necesitarás para vivir de tu escritura ni un proceso infalible por el que te convertirás en un autor de prestigio. Conocemos mecanismos, estrategias a largo plazo que han funcionado a otras personas, pero ni siquiera eso es una garantía de que te funcione a ti. Si alguien te vende lo contrario… entiendo que la tentación es grande. Pero pregúntate por qué esa persona no está en su mansión echando la siesta en vez de estar creando libros o cursos que te aseguran una riqueza futura a cambio de un desembolso insignificante.
No busques mi nombre en Google, soy demasiado triunfador como para salir en ese motor de búsqueda para no iniciados.
Del mismo modo, no puedes ir a un taller de escritura durante una semana y esperar que tu escritura esté a nivel nobel de literatura, ni escribir tres cuentos y enfadarte porque nadie te los publica. Aprender a escribir debe de ser uno de los procesos más complicados que existen, ya que, tras un aprendizaje larguísimo a nivel técnico de forma y fondo, seguirás peleando por conseguir ese yo-no-sé-qué que hace que tus lectores secuestren a tu familia para tenerlos como rehenes hasta que escribas la continuación de tu serie más reciente de dinoporno yaoi BDSM con embarazo.
(Que, por cierto, Matilde, estaría bien que me devolvieras a mi hermano. Con todos sus dedos, preferiblemente).
3. Lo que a ti te gusta no le interesa, necesariamente, a los demás
Una cosa que nos cuesta mucho aceptar como escritores es que porque nosotros tengamos un estándar dorado de lo que es LITERATURA (así, todo en mayúsculas), millones de personas no tienen que estar de acuerdo con nosotros. Qué narices, es posible que ni cien personas estén de acuerdo con nosotros. No puedes molestarte porque a nadie le interese tu poemario dadá de flamenco-gore. Y entiendo que es muy cansino ver que otros autores que descuidan más su trabajo venden mucho más que nosotros, porque nos desconcierta que nuestra exigencia personal no sea la de los demás.
Esto nos lleva a otro punto importante:
4. Tu comportamiento como consumidor no es el mismo que el de tu lector ideal
Es crucial tener una idea de qué tipo de persona compra nuestros libros, no solo porque así podemos adecuar nuestra oferta, sino porque así sabemos dónde se mueven y cómo consumen, y podemos llegar a ellos.
Reconozco que esto a mí me tuvo atrapada bastante tiempo: pensaba que mis hábitos de lectura, compra y consumo eran iguales que los de los demás, y resulta que no es así. Que yo odie ver vídeos no significa que mi público ideal también lo odie. De aquí a que yo me haga booktuber sigue habiendo un tiempecico, pero sí que estoy intentando salir de mis costumbres anquilosadas y experimentar con otras formas más audiovisuales de llegar a mi gente, al igual que cada vez creo más contenidos para mi público (no escritor) de fantasía. El hecho de que leas, por ejemplo, Crónicas del fin, no implica que leas blogs para escritores, ni mucho menos.
Pero deberías leerlo, por Angie. ¿Habías visto alguna vez un chico araña tan adorable?
Es difícil partir de experiencias de compra ajenas para formular la estrategia de promoción de tu libro. Y por eso tanta gente no vende.
Otra gran verdad del panda de la decepción, que nos dicen una y otra vez, pero que no parece calarnos: nadie dijo que esto fuera fácil. Lo que nos lleva a…
5. El mundo es injusto
Ese autor de mierda que escribe fatal acaba de vender tres millones de libros en 18 idiomas y tú este mes le has vendido uno a tu prima. Sí, el mundo es injusto y también la terrible industria editorial y blablabla.
Por favor, ahórrate tu activismo de lamento en redes sociales y sal ahí fuera y haz algo para cambiar el mundo. Monta tu propia editorial, invierte tu propio dinero, cambia el sistema desde dentro o desde fuera. Si no, cállate y aguanta. Analiza qué hace ese autor para vender tantos libros y decide si tus principios te permiten hacer algo similar. Si no es así, volvemos a la frase anterior: ahórrate tu activismo de lamento en redes sociales y sal ahí fuera y haz algo para cambiar el mundo.
No hay un karma divino y ordenado con una justicia perfecta. De haber de eso, yo estaría ahora mismo en mi piscina en forma de dragón gigante rodeada de modelos de todos los sexos (¡todos!) bebiendo cava y zampando pizza sin engordar un gramo. Y la pizza tendría gluten.
En España nadie lee, porque hay más escritores que lectores y toda la industria editorial es una conspiración judeomasónica de Pérez Reverte. Y SÓLO VA CON TILDE CUANDO ES ADVERBIO.
Pero estoy aquí, en mi butaca maltrecha del Carrefour, con mi batita de flores y mi tripa adorable, escribiendo para vosotros.
6. Lo que estás haciendo no funciona
Esta tal vez sea una verdad muy complicada, porque hay un punto muy difícil de definir en el que debemos abandonar algo que no nos está funcionando (Seth Godin lo definía como «el abismo»). Por un lado, se nos dice que si perseveramos, alcanzaremos nuestros sueños, pero conozco autores que llevan treinta años escribiendo y no han alcanzado nada. Perseverar solo tiene sentido si lo hacemos de manera inteligente y deliberada. Escribir todos los días no es muy eficiente si no se acompaña de conocimientos teóricos; estudiar mil libros de escritura no sirve de nada si no escribes de forma periódica.
Y así se crean dos situaciones igualmente frustrantes:
a) Te acomodas en lo que sabes hacer, sin plantearte si está sirviendo de algo, si funciona.
b) Cambias de tácticas cada dos por tres, sin darle tiempo suficiente a cada una para aprender y progresar.
Creo que la virtud puede estar en el punto medio, como siempre. Prueba tácticas, dales unos meses y asegúrate de estar llevándolas a cabo de la mejor forma posible:
- Analiza la curva de aprendizaje de la táctica o método que vas a implementar (por ejemplo: ten en cuenta que no dominarás Facebook Ads en un par de semanas).
- Analiza cuánto tiempo suelen exigir para producir resultados. Por ejemplo, un blog muy bien llevado y enfocado a su público suele empezar a dar resultados al cabo de un año, aunque hay quien tarda menos. No pretendas ver un pico enorme de ventas si llevas dos semanas en la blogosfera.
- Decide cuál será la conversión que necesitas: ¿buscas más ventas, más suscriptores, más seguidores en redes sociales…?
- Es crucial hacer un seguimiento de cada resultado.
- Si no ves crecimiento (una mayor conversión), busca por qué. ¿Hay algo que podrías hacer mejor?
- Si realmente consideras que has hecho todo lo que tenías que hacer y la táctica no resulta, abandona con frialdad. No caigas en la falacia del costo hundido.
He invertido ya 10000 euros en mi escuela de vuelo para gallinas, no voy a detenerme ahora.
Ese punto 6 es muy, muy, muy complicado. Si has dedicado varios años de tu vida a un proyecto, es muy difícil decirle adiós, aun cuando no da resultados. Esto le ocurre a muchos autores con su primer libro. Les cuesta lidiar con el hecho de que un primer libro rara vez es bueno. Y cuando no obtiene ventas o si se lleva malas reseñas, se desesperan y se frustran, y siguen empeñados en promocionar ese libro, en invertir en él tiempo y esfuerzo, cuando les vendría mejor escribir otro y aprender de sus errores.
7. No puedes hacerlo todo tú
A lo mejor tú eras, como yo, esa persona que en los proyectos en grupo del cole acababa haciendo todo el trabajo. Los demás o bien no cumplían con su parte o entregaban textos realmente malos, con la confianza de que vendría la idiota de Gabriella a arreglarlo todo.
O tal vez has tenido malos compañeros de equipo en tu entorno laboral. Tal vez has contratado a un corrector para tu libro que era un desastre o un portadista que daba vergüenza ajena.
Son 1000 euros, gracias. Sé que parece algo caro, pero con algo tengo que alimentar a mis gallinas voladoras.
El problema de estas situaciones es que acabas desarrollando una fobia tremenda a delegar y quieres hacerlo todo tú.
Tampoco ayuda nuestra mentalidad de principiante, que nos lleva a pensar que invertir dinero en profesionales para que nuestro libro salga mejor es un desperdicio. Y a veces simplemente no puedes permitirte la ayuda de otros. Pero con el paso de los años he aprendido a apreciar la colaboración de gente estupenda que me ha hecho la vida mucho más fácil. A veces puedo pagarlo, otras veces recurro a mis propias habilidades para intercambiar servicios.
Sobre todo esto de delegar, vi este artículo de authority.pub y he adaptado sus listas a las mías propias:
He aquí algunas cosas de las que NO debería ocuparse un autor:
- Su cubierta (a no ser que sea ilustrador profesional, claro).
- La valoración de su propia obra (para eso están los lectores cero y los lectores profesionales).
- La corrección (a no ser que sea corrector profesional, y aun en ese caso aconsejo recurrir, por lo menos, a otros lectores avispados para pillar erratas).
Ahí van cosas que recomiendo muy mucho que se deleguen:
- La maquetación y el diseño del libro.
- La creación y diseño de una página web.
- Creación de materiales audiovisuales y gráficos (aquí incluyo booktrailers y audiolibros).
ahí van algunas cosas que podemos delegar si queremos, para hacernos la vida un poco más sencilla:
- Redes sociales (pero solo si tu marca no es muy personal o si tu community manager la entiende perfectamente).
- Investigación de palabras clave y categorías para Amazon.
- SEO en web.
- Creación y gestión de anuncios.
Y aquí van algunas cosas que creo que deben quedar en manos del autor:
- Tu estrategia de crecimiento.
- La creación y gestión de tu plataforma.
- La relación con tus seguidores.
- La relación con otros autores y profesionales del gremio (el famoso networking).
- Entrevistas.
- Conferencias, mesas redondas, convenciones… todo lo que sea hablar en público.
- ¡Publicar más libros!
- El desarrollo de productos asociados a ti, como cursos online o talleres presenciales.
8. Te vas a comer toda la mierda del mundo, así que elige qué mierda vas a comer más a gusto
Sí, sí, terminamos con esta, porque tal vez sea la más importante. En nuestro viaje como escritores empezamos siempre diciendo que lo que queremos es escribir, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que esto implica mucho más que soltar novelas.
No solo está nuestra plataforma y promoción: acabamos haciendo cosas que no nos gustan porque hay que comer y esto es así. Si creéis que la vida escritora es todo aviones privados y fiestas con directores de Hollywood y piscinas en forma de dragon, es posible que os equivoquéis. Vamos a tener que devorar porquería a paladas, a montañas. Habrá cosas que no te apetezca hacer y tendrás que hacerlas.
Pero sí tenemos el poder de decidir qué tipo de porquería queremos devorar. Prefiero corregir novelas (nota: ODIO CORREGIR) a triunfar en Amazon vendiendo libros sobre cómo triunfar en Amazon. Todos tomamos decisiones de ese tipo a diario. Cada día aprendo mejor a decir que no a las cosas que no se alinean con mis valores personales y que no me ayudan a salir adelante.
No creas que tú te librarás de tener que hacer cosas que no te gustan. Me temo que no tienes esa decisión si quieres alcanzar tus metas (a no ser que tus padres sean millonarios y tus metas sean quedarte en casa en el sofá viendo HBO y Netflix).
Pero sí puedes elegir el tipo de basura en el que te toca meter el morro.
Ya lo dijo un poco más arriba el panda de la decepción: nadie dijo que esto fuera fácil.
Antes de que entre todos nos arranquemos el pelo y nos convirtamos en nihilistas a lo feo, a lo Schopenhauer, os confesaré que hubo algunas verdades que el panda se olvidó de contarme. No me dijo que esta sería una experiencia de crecimiento personal increíble, que vería satisfechas gran parte de mis tendencias narcisistas, que descubriría a un montón de gente alucinante o que habría personas humanas ahí fuera que querrían leer mis libros.
Para eso está el Hada de los Floripondios y la Purpurina. Viste de morado, canta YMCA a pleno pulmón y cada vez que menea la pata izquierda caga moneditas de oro y tirillas de piedras preciosas.
Por desgracia, esa solo toca a mi puerta muy de vez en cuando.
Yo le tengo un altar siempre puesto: con un tótem de peluche, un librico colocado y una botella de champán del bueno.
Por si acaso.
- Este artículo existe gracias al dinerito de mis maravillosos mecenas, de gente maja como Pamela Rojas, Jorge del Oro, Carlos S. Baos, May Quilez, Eduardo Norte, Carla Campos, Adela Castañón, Anabel Rodríguez, Daniel Hernández Alcojor y Álvaro Aranda. Si tú también quieres ayudarme a crear publicaciones gratuitas como esta, ve a Patreon y dame amor del bueno.
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- ¿Cuál ha sido vuestro panda de la decepción particular? Me encantaría que me lo contarais en los comentarios.
Créditos de imágenes:
- Imagen de cabecera de un panda maligno, por Svetlana Tokarenko en Shutterstock.
- Imagen de panda destructor, por DiVNA en Shutterstock.
- Foto de ganador de lotería, por Tatiana Chekryzhova en Shutterstock.
- Imagen de millonario con barba, por Just dance en Shutterstock.
- Fanart de Angie de S. Pérez.
- Imagen de trol de internet, por Zabavna en Shutterstock.
- Imagen del gallo que quería volar, por ChaniDAP en Shutterstock.
- Sí, por supuesto que ese libro existe. Si tenéis unos minutos, recomiendo encarecidamente ver el booktrailer que sale en el perfil de la autora. No os arrepentiréis.
Hola, Gabriella:
Dices que odias corregir novelas, ¿trabajas de correctora? (Es curiosidad.)
Tu panda es insufrible pero tiene razón. El mío también y también tiene razón cuando me dice que empecé tarde a escribir y que no queda tiempo para conseguir nada más allá de entrenar mi cabeza aprendiendo a escribir como quien hace sopa de letras en un centro de día. Me gusta escribir y escribo. Ya no tengo expectativas y eso me resulta liberador. Ojalá me sirva en otra vida, si la hubiera, y si no que me quiten lo escrito.
Un abrazo, y adelante.
¡Hola, Laura!
Trabajaba. Hoy en día intento evitarlo todo lo que puedo. Hago análisis de estilo en mi consultoría: a la larga he descubierto que es más eficiente enseñarle a alguien cómo potenciar y arreglar su texto en un extracto corto que dárselo todo hecho y que no aprenda nada.
No sé si ese panda que dices es un panda de la decepción auténtico. Lo mejor de escribir es que es una habilidad que mejora con el tiempo (y que además se basa en gran medida en tu experiencia vital), así que la edad no influye tanto como cabría pensar.
Sigue disfrutando de tu escritura y que no te molesten demasiado los osos blanquinegros petardos 😉
Muy bueno, Gabriella. Doloroso, pero necesario. Lo releeré a menudo. Voy a poner un enlace en mi Facebook. Gracias.
Gracias por compartirlo, Teresa 🙂
Hacía falta que alguien lo dijera, porque me gusta mucho el ambiente que se está creando en twitter de apoyo mutuo y networking informal, pero también hay que recordarnos que seguimos en un mundo cruel y complicado.
Sobre todo, gracias por recomendar el libro de «El sutil arte de que (casi) todo te importe una mierda» porque creo que me voy a sentir muy identificada con algunas cosas y voy aprender otras. Apuntado queda en pendientes xD
¡Espero que te guste el libro! A mí me decepcionó un poco porque ya seguía su blog, y mucho del material viene directamente de allí (esperaba más contenido nuevo), pero si no conoces a Manson, creo que será todo un descubrimiento ^_^
El panda de la decepción más grotesco fue descubrir que, a pesar de soltar pasta en cursos, vivir de la literatura es casi ciencia ficción, y que para sacar ingresos significativos tienes que dar cursos, porque de los libros se saca bastante poco dinero, sobre todo si no escribes géneros con gran aceptación (aka literatura juvenil, thriller o romántica).
Al menos esa es la conclusión (que no digo yo que sea errónea) que he sacado yo.
Me llevó tiempo aceptarlo, porque durante un periodo le puse esfuerzo, dinero y ganas, y me veía en unos años dejando el trabajo y viviendo de esto, y el bofetón que me llevé (aparte de ver decrecer mi cuenta corriente con inversiones que difícilmente amortizaré) fue menudo.
Luego rebajé las expectativas a «al menos amortizar la inversión y sacara un sobresueldo», pero volvió a aparecer el panda y se sacó la chorra en mis narices para demostrarme por dónde iban los tiros.
Aunque el esfuerzo y las ganas siguen, el escepticismo crece, y últimamente me ronda la idea de darme un periodo X tras el que, si la cosa sigue evolucionando a un ritmo geológico, asumir eso del abismo que comentas.
La verdad es que el panda de la decepción es tío tela de chungo.
Pero la cabrita de peluche es muy mona.
¡Saludos!
Uuuff, este es un comentario de los de hablar largo y tendido, preferiblemente con unos vinos o tés o lo que se tercie en las manos.
Lo del abismo es complicadísimo; yo lo he tenido rondándome más de unas mil veces. Creo que lo importante es revisar lo que estamos haciendo de manera brutalmente honesta (y es que es impresionante lo fácil que nos resulta engañarnos) y decidir si hay algo que podamos cambiar o si realmente la cosa merece la pena.
Lamento que te llevaras ese bofetón, pero a lo mejor es como el panda: a lo mejor era necesario para encauzar las cosas en otras direcciones (o, como dices, modificar tus expectativas). El tema de vivir de la escritura es muy delicado, porque siempre se asume que eso es vivir de vender libros de ficción. Eso no es imposible (y conozco a gente que lo hace), pero sí que es… muy complicado. Para empezar, lleva mucho tiempo, una gran producción, y es mucho más difícil si tu género no es mayoritario. Es mucho más sencillo combinarlo con no ficción y otros productos y servicios (por lo menos hasta que la parte de ficción vaya acumulando resultados).
Puede que el problema gordo sea que nos dicen que esto es duro, pero no entendemos en realidad lo duro que es.
Hola, Gabriela:
Soy Patricia Sánchez-Cutillas, escritora y profesora de escritura creativa. Quería comentarte que acabo de publicar un libro en Amazon, titulado «Taller de escritura con Virginia Woolf». Como su nombre indica, está basado en las obras de esta autora. No es solo de escritura creativa, también es una guía de lectura. Estoy suscrita a tu blog desde hace mucho tiempo, me encanta y me ha ayudado muchísimo. Me gustaría regalarte mi libro en formato ebook. Está hasta el día 22 de octubre en esta página:
https://www.amazon.com/Taller-escritura-Virginia-Woolf-ejercicios-ebook/dp/B07JGC5Q5Z
Gracias,
Patricia Sánchez-Cutillas
Yo intento convivir con la mayoría de «consejos» del Panda, pero hay una que me hace hervir la sangre y me pone los pelos como alambre con concertinas: lo de que la vida es injusta, no solo como escritores sino en general. Es la única contra la que no se puede hacer nada, con las demás mucho depende de nosotros mismos. Pero ver que hay tanta basura literaria vendiendo miles y millones de ejemplares (y no me hagas decir nombres), mientras intento hacer las cosas con un mínimo de dignidad literaria… Es que es superior a mis fuerzas. Grrrrrrr!!!!
AY, SÍ. Pero hay muchos más factores en juego. Merece la pena analizar por qué algo que nos parece una «basura literaria» triunfa entre las masas (a veces eso proporciona conclusiones muy tristes sobre nuestra sociedad y cultura, pero esa es otra historia). Y a partir de ahí creo que podemos a) aceptar las cosas como son, b) luchar por cambiarlas o c) adaptar lo aprendido a nuestra propia obra intentando no cruzar nuestros propios límites morales.
Hola,
Os veo a todos un poco jodidos, y os digo sinceramente que, aunque sea una mierda reconocerlo, me anima un poco veros así. De joven flirteé con la posibilidad de escribir como forma de vida (y forma de ganarme la vida) pero pronto decidí vender mi alma al diablo y trabajar en un banco. Treinta años después de esa decisión el trabajo sigue siendo una mierda muy gorda, siento con frecuencia que estoy tirando mi tiempo por el desagüe pero… me paga las facturas holgadamente.
Por acabar con una nota alta deciros que acabo de leer «On Chesil Beach» de Ian McEwan y lo peor que tiene es que sólo dura tres tardes.