Hace tiempo que quería hablaros del culto a lo hecho. La secta de lo terminado. Se trata de un manifiesto que crearon Bre Pettis y Kio Stark un día en la cama. Lo escribieron en veinte minutos, porque solo tenían veinte minutos para escribirlo.
No abogo por hacer las cosas mal y a medias: esa mentalidad es la que lleva a libros desastrosos. Pero el perfeccionismo, el ansia por hacer nuestro mejor trabajo, es una fuerza paralizadora y maligna que nos afecta a muchos. Nos lleva a empezar miles de proyectos y abandonarlos en cuanto entran en juego el miedo y el aburrimiento. Y esa incapacidad para terminar nuestros proyectos provoca un derrotismo nefasto, un círculo vicioso de relatos y novelas sin terminar.
¿Cómo acabar con ese perfeccionismo?
Es fácil.
No, perdón. No es fácil. Pero la teoría es sencilla.
Solo hay que hacer caso de Pettis y Stark y seguir sus reglas:
Hay tres estados de ser: no saber, acción y terminado
Pasamos de no saber nada ni habernos puesto a ponernos y a terminar nuestra obra o proyecto. Por eso el manifiesto dice que no existe «la etapa de edición», en el sentido de que editar puede convertirse en una excusa para quedarse atrapado para siempre entre la nada, la acción y el ansiado final.
Acepta que todo es un borrador. eso te Ayudará a terminarlo
Sabemos que incluso en la decimonovena corrección seguimos trabajando en un borrador, en un proceso. Debemos elegir cuándo convertir ese borrador en un borrador en el que ya no seguiremos trabajando. Es decir: debemos decidir cuándo ese borrador se convertirá o bien en un libro presentado para publicación o bien en un proyecto definitivamente abandonado o destruido.
No existe la etapa de edición
No te obsesiones con la etapa de cambios. En la escritura, todo es cambio. Escribimos, reescribimos. Releemos lo escrito y reescribimos de nuevo. El texto está en evolución constante, desde el principio. Vamos de la escritura a la publicación. Corrige cuando toque corregir, establece un tiempo y número limitado de revisiones y tira millas. Escribí un libro que te ayudará con eso.
No vayas editando sobre la marcha. Concéntrate primero en terminar tu libro. Ya editarás después.
Fingir que sabes lo que estás haciendo es casi lo mismo que saber lo que estás haciendo, así que vas a tener que aceptar que sabes lo que estás haciendo (aunque no lo sepas) y hacerlo
En otras palabras: la documentación ha de terminar en algún momento. La reescritura ha de terminar en algún momento. Nunca escribirás tan bien como en tu cabeza. Es verdad, tal vez estás engañando al mundo y en realidad eres un sucio impostor. Eso no importa. Finge que sabes escribir hasta que sepas escribir.
Destierra la procrastinación. Si esperas más de una semana para llevar a cabo una idea, abandónala
Puede que tengas la idea perfecta para un relato o una novela, pero, seamos realistas, si no te has puesto con eso en el plazo de una semana, posiblemente no te pongas nunca. Manda esa idea a tu libreta de notas (física o virtual) y deja tu cabeza un poco más limpia de «cosas por hacer».
El objetivo de terminar no es terminar en sí, sino poder ponerte con otras cosas
Como ya he dicho muchas veces, terminar es, a mi juicio, el tercer consejo más importante para un escritor después de escribir mucho y leer demasiado.
Para escribir bien hay que practicar mucho, pero de nada sirve practicar con cosas a medias. Para poder escribir muchos libros necesitas terminar el primero.
Una vez hayas acabado, puedes tirarlo a la papelera
Increíble, pero cierto. Compartir tus textos es bueno (por aquello de las opiniones ajenas y la alimentación), pero tirarlos a la basura también está permitido.
¿No es maravilloso saber eso? Yo lo encuentro liberador.
También tienes derecho a abandonar un proyecto, sobre todo si llevas varios proyectos a la vez y no estás avanzando en ninguno. Pero abandónalo de forma definitiva, échalo de tu mente. Que no se acumule ahí con el resto de tareas que nunca terminaste.
Ríete de la perfección. Es aburrida y hace que no termines nunca
JAJAJAJA.
Apunta con el dedo a la cara de la perfección y descojónate/desorínate/desterníllate. Ríe conmigo.
la gente que no se ha ensuciado las manos no tiene razón. hacer algo es lo que te da la razón
¿Te acuerdas de toda esa gente que viene a decirte todo aquello en lo que te has equivocado?
¿Cuántos libros han escrito ellos?
La experiencia es un grado. Un grado gigante.
El fracaso cuenta como hecho. También cuentan los errores
¿Recuerdas esa novela que escribiste que ahora miras y te hace encogerte de la vergüenza?
La necesitabas para escribir esa otra que te produce tanto orgullo.
La destrucción es una variación de hecho
Aunque la tiraste a la basura, sí, esa novela estaba terminada. Cuenta.
Si tienes una idea y la publicas en internet, cuenta como el fantasma de algo hecho
Hablar de algo siempre es «el fantasma de», no es ese algo en sí. Comparte tus ideas, claro, pero desarróllalas. Y termínalas.
Hecho es el motor de más
Cuanto más termines, más te aficionarás a terminar. Y más terminarás y más libros tendrás ahí fuera, publicados y coleando.
Esta publicación no es perfecta. Pero está hecha y la estás leyendo, lo cual me parece un logro estupendo.
¿Qué es lo último que has terminado tú?
Primera imagen: Joshua Rothhaus / Segunda imagen: James Provost
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También tengo una lista que es solo para lectores de género fantástico.
Qué difícil es aceptar estas verdades y ponerlas a la práctica, pero apenas lo haces, la nube de dudas se disipa. ¿Existe algo así como ir aprendiendo mientras hacemos? ¿Dos pasos hacia adelante, tres hacia atrás? Pues en eso estoy, sigo investigando, a la par escribiendo, reorganizando escenas, eventos, con un final y un comienzo abiertos y borrosos pero llenando de a poco el rompecabezas con cada vez más y más piezas. ¿Hace sentido?
Me he dado cuenta que tener tantas herramientas o tiempo de sobra a disposición también es abrumador, por contraproducente que suene. Cambiar de lugar físico para escribir también ayuda. Me gusta ir a la biblioteca con mi notebook y audífonos/cascos, pillar una mesa y silla libres, si tiene acceso a un enchufe es ideal y si no tiene acceso a wifi, mejor. En casa estoy demasiado a mis anchas, en un café tengo que justificar mi presencia ahí ordenando más brebajes o comida.
Lo que funciona para mi es mirar a un solo evento o escena a la vez y terminarla, redondearla. Listo. Eso ya es asunto finiquitado. Así puedo moverme al siguiente punto que mueve la trama. Y entre medio de todo eso sigo cocinando en mi cabeza puntos de quiebre o giros de 180 grados en la trama, desarrollo de personajes más en profundidad o descripción del mundo en el que mueven, etc. La mayoría de las veces los escribo en mi cuadernito de notas o hago un archivo de audio en mi celular, pero tienes razón cuando dices que, si no llevas una idea al desarrollo en una semana, es que quizás sea mejor desecharla o empujarla a un lado para hacer espacio a nuevas ocurrencias. Para eso tengo dos cuadernos: uno grueso y grande donde desarrollo más en profundidad las ideas, y otro pequeño y compacto donde solo las describo en unas pocas líneas. Mucho de lo que he escrito en esos dos cuadernos han terminado en mi borrador oficial, y otras se han quedado ahí sin mayor gloria porque al final se me ocurrió una mejor solución para ese punto específico en cuestión.
¿Y si nos ponemos a nosotros mismos una fecha tope para el término de un borrador? ¿Funcionaría? Quizás si compartimos (en redes sociales, por ejemplo) esa fecha límite autoimpuesta, nos obligamos a nosotros mismos a trabajar bajo presión, cosa que nos empujaría a priorizar las tareas y a terminar de una vez por todas el borrador/manuscrito. En lo de compartir y ser tan abierta con mi proyecto hasta entrar en detalles soy super celosa y reticente, me cuesta mucho.
¡Gracias por tus artículos, Gabriella! Leerte siempre es un gran aporte y empujoncito hacia adelante.
Saludos desde Alemania 🙂
Teniendo problemas para terminar los proyectos de escritura, busque ayuda de personas más sabias que yo y me encontré con un consejo de Stephen King que decía «No des más de tres meses a un borrador». Lo probé y me funciono.
¡Muy buenas, Gabriella!
Me ha gustado mucho el artículo. Es otra dosis de realidad y refleja muy bien los miedos del escritor. O las excusas que nos ponemos para seguir procrastinando, mejor dicho.
En mi caso, me identifico mucho con el afán de perfección. He estado corrigiendo relatos más de un año. Es decir, los daba por acabados, pero así que volvía a leerlos siempre había partes que reescribir. Así que me quedo con el consejo: hecho es mejor que perfecto. Y ahora a escribir 😉
Muchas gracias por el artículo!!
Nos leemoos!
Hecho es mejor que perfecto, me parece fabuloso. Bravo.
¡Hola!
¿La perfección? Qué soberano aburrimiento. Que la perfecta imperfección me acompañe.
Aunque sí, reconozco que, al principio, me tentaba tal debilidad.
También la procrastinación me ha perjudicado durante algún tiempo con el género de novela. Por fortuna, he logrado vencerla. Estoy en ello.
Gracias por tan buenos y motivadores artículos, Gabriela. Me quedo por aquí.
Mari Carmen C.
En el fondo se trata de reconocer cuál es nuestra verdadera esencia (en este caso, ser escritor), asumirla y llevarla a cabo, no obstante qué. Negarlo, no hacerlo, es ser deshonesto con uno mismo y tirar a la basura el don con que llegamos a este planeta. Excelente artículo, Gabriela. Es un gusto haber dado contigo y tu blog, y leerte. Te dejo un cordial abrazobeso.
Hola, Gabriella. Interesante artículo, como siempre. Aunque no estoy muy de acuerdo en lo de terminar algo para poder publicarlo. Hay que terminarlo bien, y si no está bien, no lo publiques. Arrójalo a la papelera. O a los editores a la cara. Pero si al final autopublicas la novela, y hay mil o diez mi como tú que hace lo mismo, Amazon, que no tiene filtro, se llena de libros que no hay por donde cogerlos, como pasa desde hace unos años. Y las redes sociales se saturan de mensajes de escritores promocionando novelas que dan asquito verlas. Menos mal que hay páginas como esta que nos ayudan a afinar el estilo y, espero, a ejercer un primer filtro interno sobre lo que es publicable y lo que no 🙂
Of course. Justo lo digo en el artículo, que esto no excusa tampoco un trabajo chapucero o publicar un mero borrador. Más bien se trata de aceptar que tenemos que terminar algo (ya sea publicando o tirando a la basura, como bien dices) 😉
Este es un comentario perfecto!
JAJAJAJAJAJA. Lo es, lo es.
Hola, Gabriella. Tu artículo me recordó a lo que Borges dijo, que sólo publicaba para no tener que seguir revisando sus manuscritos. Y esto viene del autor con una de las prosas más acabadas y pulidas del español. ¿Por qué no ha de ser cierto con todos?
Bueno, yo ya terminé de revisar mi novela, pero se la mandé a mi abuela que me hará una crítica de su parte. Y por lo que conversé con ella después de leer sólo una página de mi trabajo, parece que se vendrá otra corrección inmensa, jajajaja. Pero está bien, si así deben ser las cosas.
Un saludo.
Ya nos gustaría a todos tener una abuela tan eficiente como lectora cero como la tuya 😀
Lo de Borges a su vez me recuerda a otra cosa que dijo Neil Gaiman, eso de que solo terminas de escribir un libro cuando se publica.
[…] Hecho es mejor que perfecto […]
[…] Hay veces que hay que decidirse a terminar las cosas y para ello hay que hacer concesiones —Gabriella lo explica mucho mejor—. […]
“Apunta con el dedo a la cara de la perfección y descojónate/desorínate/desterníllate. Ríe conmigo”
pero es que se es perfeccionista porque se es mediocre, y la única manera de escribir algo bueno es pulirlo hasta el límite máximo (al menos creo que es mi caso). hay gente (grandes genios) que les cuesta menos hacer algo bueno. otros jamás harán algo bueno. yo sí me veo capaz, pero preciso del esfuerzo y del perfeccionismo (al menos hasta acabar contento con el texto), aunque al final, como muy bien dices, te acabe lastrando ^^. y así con todo (tramas, personajes, etc). pero ojo, quien desprecia el perfeccionismo tiene la herramienta en su poder, sí, pero también puede ser un mediocre que se cree bueno, que es peor aún.
Creo que planteas algo diferente a lo que plantea este manifiesto (o yo no me he sabido explicar bien). No dice que no haya que pulir; solo que hay que dejar de pulir en algún momento si queremos terminar y seguir avanzando. El perfeccionismo es positivo como herramienta de autoexigencia que nos lleve a hacer cosas en condiciones, pero muy negativo si nace de la inseguridad, si nos paraliza y si se convierte en excusa para alargar un proyecto hasta el infinito y más allá. Y a mucha gente le paraliza, evitando que escriba siquiera un primer borrador mediocre (que es muy necesario para conseguir algo pulido y brillante después).
ok. aunque ahora me dejas con la duda de si mi perfeccionismo nace de la inseguridad o de la autoexigencia O_o ^^
Yo debo decir que no soy perfeccionista, si no todo lo contrario: una mediocre en rehabilitación. Siempre tuve el gran problema (y sigo lidiando con ello) de no poder terminar mis escritos o terminarlos con gran esfuerzo y te aseguró que no tiene nada que ver con el tema de la planificación (que la trato de hacer cada vez más, a conciencia), si no con un sentimiento de desanimo que aún estoy tratando de determinar de donde viene.
Cada vez que me doy cuenta que me queda uno o dos capítulos para terminar la trama en la que estoy enfrascada, me cuesta juntar fuerzas para sentarme a trabajar. A veces pareciera que me sumerjo en una depresión o en el síndrome del nido vacío.
Aaah!! esto de dejar que los hijos (literarios) salgan al mundo
Toda una cachetada muy eficaz para el boicot con el que uno maltrata su talento…
¡Eso espero! 🙂
Amé esto 😂 en serio, no tengo mucho qué decir aquí, toca ir a terminar mi terrible novela. Pero te amé, ok? Que quede claro ☺️