Cosas cansinas:

Niños de tres años berreando en los aviones. Teleoperadores de Jazztel. Los vendedores de pañuelos que se ponen en la salida para el agujero de gusano Neptuno-X777gT38/[[.

Escritores en las redes sociales.

Cualquiera que se mueva mínimamente por el septuagésimo círculo del infierno también conocido como mundo literario sabrá muy bien de lo que hablo: promoción para escritores. Compramilibrocompramilibrocompramilibro. Un mantra que se repite hasta la extenuación y muerte, agravado por la nueva oleada de publicación digital, autopublicación y la presencia del artista 2.0 que ahora tiene que buscarse la vida en todo lo que a publicidad se refiere. Y claro, ninguno de nosotros es cinturón negro en mercadotecnia. Porque todo el tiempo que otros han dedicado a estudiar mercadeo nosotros lo hemos dedicado a escribir.

Es inevitable que haya promoción mal hecha. Promoción que se carga una de las que considero las reglas básicas del sistema publicitario en general:

Una promoción efectiva es aquella donde alguien ofrece un producto o servicio a alguien que lo necesita.

Esto es muy bonito. ¿Pero cómo ofrecer un producto para el que hay poca demanda a un público que cada vez ofrece menos de su moneda más importante (atención) en un entorno saturado de oferta? Necesitamos libros, pero no necesitamos TODOS los libros. ¿Y cómo podemos saber, como consumidores, qué libros merecen esa moneda?

No hay una respuesta definitiva (si la hubiera, todos la usaríamos y habría de nuevo saturación del sistema y tendrían que encontrarse nuevos modos, en un ciclo interminable). Pero cada vez veo más claro lo que NO debemos hacer. Conceptos como el branding (convertir al autor en marca), mal entendidos, han hecho mucho daño. Hacen que olvidemos lo fundamental: que somos personas y estamos tratando con personas. Y como tales merecemos un respeto, tenemos una dignidad y debemos respetar la dignidad (¡y el tiempo!) de los demás.

En el último envío a mi lista de correo, les pregunté a mis suscriptores qué tácticas de promoción les resultaban más desagradables por parte de  escritores. También lo pregunté en Facebook (podréis imaginaros la de participación que tuvo ese hilo). Y alguien preguntó: ¿pero qué tácticas SÍ funcionan? Así que, en mi limitada experiencia, voy a intentar ofreceros una alternativa a cada una de estas tácticas horribilis. Ya he hablado en el blog de todo lo que estamos haciendo mal, en general, en las redes sociales, pero hoy me voy a centrar en técnicas muy concretas que despiertan el aborrecimiento de nuestros lectores potenciales.

1. El amor de nuestra familia

Por supuesto que nuestros amigos y familiares están orgullosos de nosotros (o les parecemos lo bastante raros como para hablar de nosotros de vez en cuando, como quien se compra un jarrón con una forma algo guarrilla para tener tema de conversación con las visitas). El otro día un tipo al que no había visto en mi vida me dijo «ah, sí, tú eres Gabriella, la escritora», porque tengo unos amigos que no me los merezco que me comparten en Facebook y que lo han puesto al día de mis peripecias e (in)fortunios. Normalmente respondo a este tipo de comentarios poniéndome roja y farfullando algo sin sentido. Esta vez el tipo además tenía pintas molonas, así que farfullé más incluso que de costumbre y empecé a contarle algún rollo inconsecuente sobre mi gato.

(Soy una casanova nata, lo sé. No sé cómo no tengo a todos los hombres y mujeres del mundo a mis pies, regalándome ramos de flores y chocolate. No me gustan ni los ramos de flores ni el chocolate, por cierto. Soy más de cosas sencillas, originales, regaladas con el corazón, como las esmeraldas y los rubíes. Por cierto, José Antonio, que hoy es nuestro aniversario. Ya sabes: cosas sencillas, originales, regaladas con el corazón. Y no, no me sirve que me traigas un corazón real, todo pringoso y sanguinolento, que nos conocemos).

A lo que iba. Cuando publicamos (¡sobre todo si autoeditamos!) necesitamos ese apoyo de amigo y familiares. De hecho, van a ser los que compren nuestros libros, por lo menos al principio. Pero cuidado con las recomendaciones, con pedirles que compartan a diestro y siniestro. Amazon, por ejemplo, tiene una política estricta de eliminar comentarios que sospeche que provengan de alguien a quien conoces (porque Amazon hace magia y sabe esas cosas). Pero eso es lo de menos: lo de más es que nos encontramos Facebook lleno de la portada de un libro que no nos interesa porque todos tus amigos y familiares lo están poniendo por todas partes; que se empeñen en gritarnos en nuestros muros, una y otra vez, que eres lo mejor que ha parido madre (y probablemente la que te lo grita lo sabe, porque te ha parido ella); y que Goodreads se llena de cinco estrellas brillantísimas de todos los que viven en el apartamento de tu tía Hermenegilda. Es que se nota. Los lectores no somos idiotas (bueno, no mucho). Las lecturas subjetivas, condicionadas, le restan credibilidad al autor y, por tanto, al libro.

Si yo, que tengo familia irlandesa (que sale a una media de 18 primos nuevos al mes), no hago uso de mis fabulantes poderes de nepotismo, tampoco debéis hacerlo vosotros. Más que nada porque llenarle los muros a la gente de cosas en otro idioma no sirve de mucho. Pero sobre todo es eso: pierdes credibilidad. Y no hablo ya de los que utilizan a amigos y familiares para darles malas puntuaciones a libros de la competencia, porque cualquier lector inteligente lo va a captar al vuelo.

Además de que si tengo que decirte que no hagas eso, no sé qué haces leyendo mi blog. Eres una mala persona y me das miedo, vete.

ALTERNATIVA: Consigue que te recomienden y hablen de ti lectores de verdad, lectores influyentes. Regala libros a todos los blogueros que puedas, establece relaciones con ellos a través de encuentros, emails de apreciación por su trabajo, comentarios en sus blogs, etc. Pero recuerda siempre que ellos también son personas, con tiempo limitado. Piensa en qué puedes ofrecerles a ellos, qué puedes aportarles. ¿Es mandarles caramelos con tu libro chantaje emocional? Por supuesto. Pero ya es más de lo que hace la mayoría.

2. Menciona que te menciona

Confieso que pocas cosas me irritan tanto como andar dando brinquitos felices por Twitter, ver una notificación (¡bien!) y ver que es alguien a quien no conozco de nada (¡que ni siquiera me sigue!) diciéndome que compre su libro, poniéndome un extracto de su obra o compartiendo conmigo un microrrelato (¿eh?). Y no son solo las menciones sin venir a cuento en Twitter. Vas pegando brinquitos felices por Facebook, ves una notificación (¡bien!) y ves que es alguien que te ha etiquetado en una foto de una puesta de sol preciosa con versos de su último poema (donde sale mucho la palabra alma, seguida de cerca por amor, labios y corazón).

BLOQUEAR. BLOQUEAR. BLOQUEAR.

promoción para escritores

Esta pobre chica, distraída por OTRA mención en Twitter de algo que nada tenía que ver con ella, murió a los tres segundos de tomarse esta foto, atropellada por un camión gigante cargado de likes, +1s, RT y #FF. True story.

Los timelines y muros de las redes sociales son nuestro espacio personal. Mencionar a alguien a quien no conoces para enseñarle algo que nada tiene que ver con él/ella, es como derribar la puerta de la casa de alguien y pegarle un folleto de tu pizzería en la cara.

Voy a revelarte un secreto: no va a pedirte una pizza. Nunca.

No vamos a llamar a la policía por allanamiento de morada. Pero la sensación de que has invadido nuestro espacio personal permanece.

(Otro consejo para autores: ciertas preguntas y comentarios es mejor hacerlos en privado. Cuestiones como las políticas de funcionamiento de un blog, tarifas para determinados servicios o qué le ha parecido a un lector tu libro es mejor preguntarlo de tú a tú, si es posible. Esa última pregunta, además, puede reventarte en la cara: «Me ha parecido que escribes con el culo. ¡Escuchadme todos, este tipo escribe con el culo!»).

En resumen: usad la sensatez, el sentido común y la educación. Tratad las redes sociales como si fueran comunicación real (¡es que lo son! ¿Por qué nos empeñamos en diferenciar?). ¿Le preguntarías a gritos a alguien por la calle cuánto cobraría por arreglarte el grifo? No, ¿verdad? ¿Te pondrías delante de esa persona, te abrirías la gabardina y le enseñarías, delante de sus niños y anciano padre, todo lo que tienes que ofrecer? Tampoco (o por lo menos no deberías). Esa es la alternativa: tratar a los lectores como personas reales, con educación y respeto. El «trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti» suele funcionar para estas cosas.

ALTERNATIVA: ¿Qué puedes hacer en vez de mencionar a la gente? Para empezar, buscar contenidos que realmente puedan interesar a tus contactos. No solo compartas lo tuyo: busca cosas que les puedan gustar, enséñales que en tu muro/timeline/página están a salvo de publicidad agresiva y que van a encontrar asuntos que les interesen. Crea una relación con las personas antes de andar enlazándoles libros por todas partes. Piensa en lo que quieren ellos, no en lo que solo quieres tú. Y aunque tú solo quieras hablar de tu libro, debes entender que te han aceptado en Twitter/Facebook/su blog/loquesea con el acuerdo tácito de que tienes algo más que ofrecer que mensajes continuos sobre un único y repetitivo tema.

Recuerda: como lectores, muchos tenemos una pila grande de libros por leer y muy poco tiempo para leerlos. Como dice mi amigo Juan: «Explíqueme qué me ofrece que yo pueda querer y, si no le importa, por qué tengo que darle prioridad a usted antes que a Palahniuk o Borges». Vas a necesitar algo más que ochenta menciones molestas para convencer a alguien de que mereces un hueco en esa pila. Lo cual nos lleva a…

3. No somos tan amigos

No le pidas amistad a alguien en Facebook si es solo para mandarle un mensaje privado vendiendo tu libro, para llenarle el muro de publicidad. No sigas a alguien en Twitter solo para que te siga de vuelta y poder también acribillarlo a privados. Y por favor, por lo que más quieras, no uses conmigo mensajes automatizados.

No soy un número. Soy una persona. No me gusta que se me envíe el mismo mensaje-plantilla programado que les has enviado a todos. De nuevo, antes de actuar, piensa en lo que me interesa a mí.

Intenta, además, tener un poco de tacto y buen gusto. No uses un evento trágico como excusa para promocionar tu libro; no estés pendiente de los avisos de Facebook de los cumpleaños de tus contactos para ponerles tu libro en el muro y sugerirlo como regalo perfecto. Podría mencionar muchos ejemplos más. No seas esa persona. Al igual que en cualquier encuentro social, debes saber cuándo viene a colación hablar de tu libro y cuándo no pinta absolutamente nada.

ALTERNATIVA: Convierte a tus contactos y seguidores en amigos de verdad. Habla con ellos, participa en sus conversaciones, contesta a las preguntas que lanzan. Comparte sus contenidos (si son relevantes, claro; no compartas por compartir). Durante toda esta «maniobra» no pienses en ellos como clientes potenciales, deja de ver a la gente como numeritos. Si no, qué sentido tiene. Crea relaciones sinceras. Unas cuantas ventas te llevarás, por no hablar de un buen puñado de gente interesante y genial.

Estas relaciones no se construyen en un día, ni en una semana. Pero me consta, por varios escritores a los que conozco, que cuando pasas meses y meses haciendo amistades, compartiendo, comentando, tienes derecho sobrado para, el día de la verdad, mandar un privado que diga «oye, acabo de sacar un libro y necesito ayuda para promocionarlo. ¿Sería mucho pedirte un RT?». Después de todo ese tiempo, de todo lo compartido, hay muchas posibilidades de que esa persona no solo te haga un retuit, o te comparta en Facebook. Hay muchas posibilidades de que también te compre el libro, aunque tú no se lo has pedido. Porque este no es el libro de un desconocido. Es el libro de alguien que te cae bien, alguien cuyas habilidades más o menos conoces, alguien que merece la pena.

Se habla mucho en blogs y webs para escritores y profesionales de todo tipo sobre la importancia de crear amistad con influencers Dicen que cuantos más seguidores e influencia tenga la persona con quien desarrollas esta relación, más beneficios puede traerte a largo plazo. Pero también es más difícil que te haga caso para empezar (cuanta más influencia tenga una persona, más se requiere de su atención y tiempo, y más exigente es con la información que procesa). Personalmente lo de perseguir a una persona solo por su poder de convocatoria me produce cierto repelús. Lo importante, como ya hemos dicho, es tratar a todo el mundo del mismo modo, como personas y no como meros medios para un fin. Y si realmente sientes que NECESITAS que alguien de peso te haga caso, vas a tener que estrujarte mucho los sesos para dar con algo que a esa persona podría interesarle o venirle bien.

Otra manera de crear una relación estrecha con posibles lectores es llevar una lista de correo. Ten en cuenta que estás mandando correo solicitado, de personas que tienen interés en conocer tus novedades. Tener una lista con actualizaciones exige también su trabajo: nadie va a permanecer mucho tiempo suscrito a una lista que se limite al «compra mi libro» de siempre, una y otra vez. Vas a tener que ofrecer bastante más.

La publicidad ética y respetuosa implica mucho más esfuerzo (y conocimiento del medio), tal vez por eso se ve tan poco. Pero a la larga creo que consigues algo que ni cien mil menciones en Twitter pueden conseguir: la confianza de tus lectores. Y no sentirte como una mierda ultracapitalista deshumanizada, que para algunos de nosotros resulta que es importante.

4. El mismo mensaje en todas partes

El sistema metralleta, os lo digo ya, no es nada eficiente. Repetir lo mismo, con los mismos enlaces, en todas partes, no sirve de nada. ¿Cuántas veces hemos visto al mismo tipo diciendo lo mismo, en Facebook, Pinterest, Twitter, LinkedIn, en el foro de cocina de tu abuela y en Sexoparadelfinófilos.com?

A los lectores nos pasa un poco como a las chicas monas de barra en las discotecas. ¿Cómo tienes más posibilidades de ligar: concentrándote en una chica y diciéndole lo interesante que parece, o diciéndole a todas las chicas de la barra que te parecen muy interesantes? No sé vosotras, demás chicas monísimas de barra, pero si yo ya he visto al mismo caballero entrarle a mis cuatro amigas con el mismo argumento, si me viene a mí no me voy a sentir nada especial. Ya puedo llevar tres años sin ver a nadie desnudo que no sea mi vecino el octogenario nudista, que se me van a quitar todas las ganas de juerga. Si les sueltas el mismo rollo a todas, ¿qué tengo yo que hace que te intereses? No soy más que el quinto plato de un gran banquete. Y si lo tuyo son las orgías a lo bacanal, con comida por todas partes, genial, pero si no, no es nada práctico.

ALTERNATIVA: Cada red social, cada medio, tiene sus propias necesidades y funcionamiento. Lo que funciona en G+ no tiene por qué funcionar en Twitter, lo que funciona en el foro de cocina de tu abuela no tiene por qué funcionar entre gente demasiado aficionada a toquetearse viendo vídeos de delfines. Trata de comprender las necesidades, intereses y etiqueta de cada sitio. Por ello recomiendo concentrarse poco a poco en una red social, entender (y estudiar) un poco cómo crecer en ella, antes de apuntarse a otra. En Twitter puedes seguir a mucha gente que tenga intereses afines a los tuyos, y hay muchas posibilidades de que te sigan de vuelta, sobre todo si les aportas contenidos dentro de sus campos de interés. Pero en Facebook la gente se lo va a pensar dos veces antes de aceptar una solicitud de amistad o una invitación a una página. Del mismo modo, en Facebook no tienes tanta obligación de contestar a comentarios, me gusta y etc., pero en un blog queda un poco feo no responder a tus lectores (¡respondo a los que tengo pendientes hoy mismo, lo prometo! ¡Decís demasiadas cosas interesantes y me hacéis pensar demasiado!).

5. muchas presentaciones de libros

Lo reconozco, no le veo mucho sentido a las presentaciones, lo he dicho muchas veces. Vas, hablas de tu libro, intentas decir cosas interesantes para que la gente los compre. La mayoría de las veces no hay nadie. Es muy deprimente todo y aburrido para los que asisten. Los de la librería te miran con asco: «otro libro del que no voy a vender ni un ejemplar». Empiezan de nuevo a preguntarse por qué no se dedicaron a la caza de elefantes lanudos, como querían sus padres y abuelos, y antes de que te des cuenta eres responsable de una migración masiva de libreros a la colonia esa que tenemos en la Luna de la que solo saben los científicos de NASA y las logias sagradas de empleados de Casa del Libro, sí, esa donde han revivido genéticamente a los elefantes lanudos. Y a ver qué hacemos sin libreros, que son el último baluarte entre nosotros y Amazon.

ALTERNATIVA: Intenta que tus presentaciones estén enmarcadas dentro de otras actividades (ferias, convenciones, etc.), y que no sean muy largas. Así, tendrás oportunidad de que a esas presentaciones vayan otros escritores y lectores que acuden al evento en general, y las posibilidades de hacer buenas amistades y contactos es mayor. Procura que tu presentación sea amena y original: no te tires hora y media hablando de cómo decidiste ponerle el nombre de tu gato a la moneda de tu mundo inventado (a quién se le ocurriría algo tan idiota). Dale numeritos a cada asistente y sortea un libro al final: menos posibilidades de que la gente se marche a media presentación (aunque si tienen ganas de marcharse, algo no estás haciendo bien). Ocúpate de que vaya gente, aunque tengas que llevar a tu familia de las orejas. Cuanto más movimiento se genere, cuantas más personas vayan, más curiosidad despertará en otras y más posibilidades tienes de un lleno total.

Asegúrate siempre de agradecerles a los de la librería su trabajo (incluso puedes llevarles algún detalle). Para ellos a veces es una tarea más de las muchas que tienen, y un «gracias» puede significar que esa noche vuelvan a sus casas y les digan a sus hijos: «vale, nos quedamos en la Tierra un mes más». Volvemos a lo de siempre: sé educado/a y trata a los que te ayudan y leen como a personas, no como a numeritos y porcentajes. Los marcapáginas también son buena idea; puedes dejarlos en la librería y así puede llegar promoción de tu libro a personas a las que de otra forma no conocerías. Recuerda que los marcapáginas siempre son mejores que dossieres de prensa, folletos y etc. No suelen tirarse a la basura.

Recuerda: tú tienes muchas ganas de hablar de tu libro, pero los asistentes pueden aburrirse con facilidad. Intenta crear un ambiente entretenido y participativo, donde se sientan a gusto y libres de hacer los comentarios y/o preguntas que quieran. Del mismo modo, plantéate otros tipos de presentación: una opción es el blog-tour, donde acuerdas con blogs especializados publicar contenidos de calidad en sus webs relacionados con tus libros.

En cualquier caso, ahí va el secreto definitivo: si en tu presentación hay comida, será un éxito. No tiene más.

Tal vez no un éxito de ventas. Pero llenar se llena, seguro.

Conclusión y algunas sugerencias

Muchos de vosotros andaréis asintiendo y diciendo: ya, yo nunca haría eso. Y lo malo es que también decís: es que yo no hago promoción de ningún tipo. Me corto. Me siento sucio.

Creedme que os entiendo. Es dificilísimo saber dónde está la línea que separa el spam, la publicidad no deseada, el cansinismo, de una publicidad discreta, tan discreta que no sirve de nada. Llevo tiempo experimentando, y ante todo he aprendido que no hay atajos ni caminos fáciles. Los mejores resultados los he obtenido con un crecimiento muy paulatino, y aun así no son resultados espectaculares, ni de lejos. En mi experiencia, funciona mejor ofrecer poco a poco contenidos trabajados, preocuparse por comentar y compartir a otros, que perder el tiempo automatizando mensajes de compracompracompra. Casi todas mis ventas las he realizado a personas que me conocían del blog y tenían interés en leerme fuera de él. No creo que haya obtenido ninguna venta de las veces que ha compartido sin más mi libro en Facebook o Twitter.

Está bien que nadie se olvide de ti, que nadie se olvide de que tienes un libro a la venta. Pero de ahí a pisar el farragoso terreno de lo peñazo hay un paso pequeño, muy pequeño. Si tienes que forzar a tu público a mirarte, tal vez no le estás vendiendo el producto adecuado al público adecuado. Ya hablé de qué hay detrás de un superventas, y es muy complicado conseguir buenas ventas simplemente haciéndolo todo uno mismo, corriendo de aquí para allá en las redes intentando captar lectores. No es solo complicado, sino incluso humillante (a veces tienes la sensación de que estás suplicando por una pequeña migaja de atención, por que alguien considere siquiera la opción de leerte). Aunque sea comprensible (somos muchísimos escritores y no tantos lectores, y el sistema está saturado) a veces es difícil evitar esa sensación de frustración, de injusticia (¡con lo que trabajo! ¡Con todo lo que hago, y mira de lo que me ha servido!). Pero en vez de dejarnos llevar por esa ira, por esa indignación, toca recalibrar, pensar en qué estamos haciendo mal, y reorganizar nuestras prioridades. Ser flexibles, como juncos al viento y etc. Verlo todo con mentalidad científica (si esto no funciona, ¿por qué?). Y, ante todo, huir de las promesas de lo fácil (¡diez mil seguidores en Twitter en 30 minutos! ¡Páganos y te convertiremos en un autor megafamoso! ¡Reúne las bolas de dragón y te concederá un deseo!).

Primero, porque la mayoría de esos métodos no son nada fiables (algunos ni siquiera son del todo… morales).

Y segundo, porque lo que realmente merece la pena, esa cima dorada de nuestros sueños, nunca se alcanza en un paseíllo en llano de cinco minutos al solecito primaveral del paraíso de un mundo perfecto.

Lo que realmente merece la pena duele, cansa, desespera. A veces. Porque si seguimos adelante con inteligencia y valentía, las recompensas pueden ser espectaculares.

Os lo digo yo, que hoy por fin he conseguido hacer la vela (sí, yoga, soy monotemática, lo sé) y he cumplido cuatro años con mi escritor favorito.

Algunos días son como para hacerse pasar por librero y largarse a la Luna.

Otros, a pesar de las agujetas, son una recompensa en sí mismos.

 


Nota: Os he colado como mínimo tres enlaces publicitarios en el artículo de hoy, así que seré buena, os daré un descanso y no pondré mensajito promocional de fin de post. De nada. Para que veáis que pienso en vuestro bienestar.