Imagina que te compras un coche, porque tienes dinero, sabes conducir y decides que tú también tienes derecho a moverte a velocidades inauditas mientras escuchas la lista de trap más reciente de Spotify y navegas entre pliegues no euclidianos de espacio-tiempo. Como persona que no tiene coche, asumo que estas son las razones por las que la gente se compra vehículos; corregidme por favor si me equivoco.
Y entonces ocurre. Es un fenómeno conocido: te has comprado un coche y de repente ves ese modelo de automóvil por todas partes, donde antes jamás lo habías visto. En el aparcamiento del supermercado, por la autovía, entre tus amigos y vecinos, en el cajón de la cocina…
¿Es que de repente el universo se ha confabulado para llenarse de un modelo de vehículo? ¿Es que Subrepticia, diosa de lo absurdo y de los fallos idiotas en Matrix, ha decidido reírse de ti? En absoluto. Lo que estás experimentando es el funcionamiento de tu SAR (sistema de activación reticular para los que ni sabíamos que esto existía). Además, Subrepticia solo se ríe de la gente de la Tierra en domingo, a las tres y cinco de la tarde hora peninsular.
¿Cómo funciona el SAR?
El SAR es un grupito de circuitos neuronales, una parte muy antigua de nuestro cerebro, que, básicamente, nos permite sobrevivir, aunque también puede ser un poquito malaje. Además de regular la transición entre sueño y vigilia, el SAR nos permite estar atentos a determinadas cosas por encima de otras. Es un maestro a la hora de enfocar en lo que es importante para nuestra supervivencia.
El pobre está un poco anticuado, eso sí, y en vez de fijarse en tigres diente de sable que acechan tras unos árboles, que de eso tenemos poco ahora, va y se fija en el trol purulento que viene a despotricar contra tu libro. Libro que, por supuesto, el trol ni siquiera se ha leído. Porque el trol está borracho (de poder y vino de mesa del Lidl), pero tú sientes crecer la ira, la desesperación, el síndrome del impostor y los siete males. En cierto modo, le debemos al SAR un montón de sesgos cognitivos.
Pensad en todos los estímulos que recibimos a lo largo de un día completo y entenderéis que necesitamos al SAR para filtrar la inmensa cantidad de información que nos rodea en cada momento. No podemos quedarnos con tantísimos datos, así que el SAR nos ayuda a procesar solo lo que es de interés para nosotros. Es la razón por la que puedes estar metido en una conversación en una fiesta ruidosa, pero reconoces tu nombre en boca de alguien en la otra punta de la habitación. Es la razón por la que una madre puede reconocer el llanto de su bebé desde lejos o por qué yo sé de inmediato cuándo Ebo se ha encontrado con otro gato en el jardín, por muy ocupada que esté trabajando, leyendo o viendo Legión.
Otras cositas interesantes que hace el SAR
También funciona para validar tu propia identidad y creencias. Esto es, prestarás más atención a un titular que encaja con tu visión del mundo; estarás dispuesto a creer un cumplido o un insulto si encajan con la visión que tienes de ti mismo. De nuevo, esto puede ser positivo (ahorra tiempo y energía, refuerza sistemas constructivos) o muy negativo (nos ciega a otros puntos de vista, refuerza sistemas destructivos).
El SAR alimenta nuestras creencias y nuestras creencias nos dan forma. Si crees que eres un gran conferenciante, probablemente lo serás: tu comportamiento se ajustará a ello, buscarás información sobre cómo dar buenas conferencias, tendrás confianza sobre el escenario. Si crees que eres una persona fea, no hay espejo bien iluminado de H&M ni premio de belleza internacional que te pueda convencer de lo contrario. El SAR no solo filtra la información, sino que acaba influyendo en nuestras acciones.
Es por esto por lo que hay muchísima información, más o menos rigurosa, destinada a intentar manipular este sistema. ¿Podemos usar el SAR en nuestro beneficio? Si le digo al espejo diez veces al día que soy hermosa, ¿acabaré influyendo en ese filtro? ¿Acabará el SAR dándome solo información sobre lo hermosa que soy?
Esto conduce, por desgracia, a una gran cantidad de pensamiento mágico. La famosa «ley de la atracción» es tal vez la representación más popular de un intento burdo de manipular el SAR. Si quieres algo con la suficiente fuerza, el universo conspirará para concedértelo y toda esa patraña.
Aun así, la ley de la atracción da con un punto importante: aquello donde enfocamos nuestra atención es crucial. Si nosotros “alimentamos” al SAR con datos claros y coherentes sobre lo que deseamos y necesitamos, este aplicará su filtro. Y este filtro nos permitirá acceso a información que en otras circunstancias se nos habría pasado por alto.
¿Puede ayudarnos el SAR a alcanzar nuestras metas?
Hay un problema con todo esto que no se suele tener en consideración, que es que a la hora de pedir al SAR que enfoque su atención en un solo elemento, estamos dejando de lado otros elementos. Nuestro poder de filtro y concentración es limitado. Por esto siempre digo que todo es cuestión de prioridades. Si te repites a ti mismo cien veces cada día que vas a perder peso, que haces ejercicio todos los días, que escribes 10000 palabras a diario, que quieres una relación apasionada con un señor alto y moreno, que quieres viajar a Venecia, Nepal y Groenlandia, y que serás un virtuoso del violín, lo que vas a tener es un cacao que no lleve a ninguna parte. En el caso concreto de la escritura, cada meta que tengas es un filtro de enfoque que estás retirando de otras metas e información.
Y, por supuesto, está el problema más obvio, la mayor crítica que se realiza a la ley de la atracción: puedes imaginarte durante una hora entera con un cuerpo esbelto, pero si sigues poniéndote hasta el culo de pasteles de chocolate mojados en Baileys, esto probablemente no pasará nunca. Nada es gratuito: el SAR nos da la información y además nos proporciona ideas y oportunidades que se nos habrían pasado por alto, pero no hace dieta por nosotros, ni se pone las zapatillas y sale a correr.
Puede ayudar a nuestra disciplina el pensar constantemente en algo, pero no es determinante. Para ello es necesario un sistema y hay muchas herramientas que podemos elegir: podemos implementar hábitos, crear un compromiso público, modificar el entorno en nuestro beneficio… todos esos medios de los que tanto he hablado en el blog.
A eso voy: poner tu meta de escritura en un papel, por ejemplo, no te hará alcanzarla automáticamente. Y además hay personas que no funcionan bien con la presión de una meta, sino que responden mejor a la creación de rutinas diarias. Pero la cuestión es que si informas al SAR de que quieres algo, le estás dando la oportunidad de filtrar información en tu beneficio. Hay muchas formas de enfocar esto, desde la simple escritura diaria de una meta a la visualización compleja que utilizaba Michael Phelps para preparar sus carreras olímpicas(1). Aquí hay un ejemplo de Tobias van Schneider, que tiene un buen artículo sobre todo este tema; su proceso recomendado sería el siguiente:
- Primero, piensa en la meta o en la situación en la que quieres influir.
- Ahora piensa en la experiencia o resultado que quieres alcanzar en relación con esa meta o situación.
- Crea una “película” mental de cómo te imaginas que esa meta/situación podría suceder en el futuro. Fíjate en los sonidos, conversaciones, imágenes y detalles de esta película mental. Reprodúcela a menudo en tu cabeza.
En el caso ya mencionado de Phelps, este reproducía esa película mental cada vez que entrenaba. Así, cuando competía, solo era cuestión de volver a meter esa “cinta de vídeo” en el reproductor de su cabeza. Esto tiene múltiples ventajas: reduce el impacto de nuestro enfoque consciente en un momento en que deberíamos estar usando las rutinas implementadas en otra parte más automática de nuestro cerebro, determinado por el hábito; nos tranquiliza y reduce las posibilidades de meter la pata por estrés y, por supuesto, aprovecha el filtro constante que el SAR ha estado aplicando en nuestra práctica: todos los recursos posibles se dedican a la consecución de esta meta tan conocida para nosotros.
Métodos más sencillos, para escritores
Insisto en que hay muchas formas de hacer esto, aunque sin duda la de la cinta de vídeo será ideal para rutinas complejas como nadar en las Olimpíadas. Para cuestiones más sencillas como, simplemente, vencer a la procrastinación y obligarse a escribir, pueden servir también otros métodos, como la Big List o lista grande de la que habla el propio Van Schneider: una lista con sus metas principales, que lleva en el bolsillo y que mira de forma periódica. Y esa lista funciona así:
- Ten una lista permanente de las metas o cosas que quieras conseguir. Si nunca has hecho una lista de este tipo, empieza escribiendo unos 10 ítems para la lista. Pueden ser metas grandes o pequeñas, no importa.
- Esta lista puede ser completamente aleatoria, no hay orden de preferencia ni prioridad. Que sea sencilla: escríbela en papel. La de Van Schneider está en un cuaderno viejo que siempre tiene a mano.
- Cada ítem de la lista puede ser muy diferente. Pueden ser serios o absurdos. Piensa y responde con sinceridad: si no hubiera factores de tiempo, dinero, familia y etc., ¿qué te gustaría conseguir o hacer?
- Mantén esta lista en privado. Puedes hablar de algunos de los elementos de la lista con tus amigos, pero en general esta lista es lo que Van Schneider llama “tu sucio secreto personal”. Esta es una decisión de Van Schneider; otros insisten en la importancia de compartir tus metas para sentir una presión extra por cumplirlas y no quedar mal con otras personas. Ambas posibilidades tienen sus pros y sus contras: piensa qué suele funcionar mejor para ti.
- Cada mes o dos, saca la lista. Léela y decide qué metas ya no te interesan, elimínalas. No te sientas mal por esto: el cambio es bueno.
- Mira los demás elementos de la lista y pregúntate: “¿Sirve lo que estoy haciendo ahora, todos los días, para alguna de las metas de esta lista?”. Si la respuesta es afirmativa, continúa. Si es negativa, tendrás que cambiar algo de inmediato.
Esta lista serviría como brújula para tu camino, es cierto, pero no sé si mirarla cada mes o dos sería suficiente para el SAR. Personalmente sospecho que este necesitaría de un recordatorio más frecuente, como mínimo semanal (o, aun mejor, diario).
Los límites del SAR
Todo esto de la nueva psicología de la productividad, el ámbito del desarrollo personal y tantas cuestiones en el margen de las ciencias del comportamiento siempre me producen cierta desconfianza, ya que hay mucho ahí fuera que es meramente intuitivo, basado en conocimientos poco probados o directamente seudocientíficos. Conceptos como la visualización o esa ya mencionada “ley de la atracción” pueden atraer mucha palabrería poco fiable que, al final, no es más que una pérdida de tiempo (y de dinero, en el peor de los casos). A veces es difícil distinguir entre lo que es útil y lo que no es más que charlatanería de autoayuda clásica.
Por ejemplo, he encontrado numerosas afirmaciones por internet de que hay investigación científica que muestra que el SAR es activado especialmente por la escritura a mano, pero no he conseguido dar con la investigación en sí. Sea o no cierto, desde luego parece lógico: el acto de escribir a mano implica también movimiento muscular, coordinación visual, etc., por lo que es un proceso más complejo y lento que teclear en un móvil y podría dar un indicio al SAR de que lo que estamos haciendo es información relevante.
Esto es lo que sí sabemos: que el SAR se queda con lo que designamos como importante (¡para bien o para mal!) y que eso afecta a la percepción que tenemos de nosotros mismos y de nuestras metas. Que posiblemente podamos manipular eso en nuestro favor, y que si lo hacemos escribiendo a mano ya sería ideal (aunque, como hemos visto, el uso de ciertas técnicas de visualización puede ser también muy efectivo).
En resumen: no te cuesta nada coger un cacho de papel ahora mismo y escribir que tendrás una novela terminada para el año que viene (y si pones fecha, mejor).
Pero (y esta es una pregunta sorprendentemente común): ¿qué ocurre si no sabes bien cuáles son tus objetivos?(2) Todo esto no sirve de nada si escribir no es, en realidad, una prioridad sincera para ti. Ya lo dice muy bien Isaac Belmar aquí, que parece que estamos sincronizados y le damos vueltas a las mismas cosas en los mismos momentos:
No importa lo mucho que se repita en voz alta el amor por la escritura, si no pones una palabra tras otra, estás mintiendo.
Puedes intentar engañar a tu SAR, a tu subconsciente y a las uñas de tus pies todo lo que quieras: si la escritura no es una prioridad para ti, encontrarás excusas a la vuelta de cada esquina. ¡Y muchas serán muy válidas, además!
Que lo digo siempre y me repito muchísimo me repito muchísimo me repito muchísimo.
Escribir por afición, porque te gusta, de vez en cuando, es maravilloso. Es ameno, bueno para el cerebro y para la creatividad, y hasta terapéutico.
Escribir para aprender a escribir, para escribir en serio, publicar… ah. Esa es una historia muy diferente.
¿Sabías dónde te estabas metiendo, verdad?
(1) Hay una explicación muy completa de cómo Phelps utilizaba esta técnica como hábito diario básico en el libro El poder de los hábitos, de Charles Duhigg
(2) Si estás en ese estado de confusión tan común de no saber si realmente escribir es una prioridad para ti y cuáles deberían ser tus metas al respecto, estoy preparando un pequeño artículo con un método que a mí me ha ayudado a ver las cosas mucho más claras. Pero solo será para la lista de correo, así que si te interesa leerlo en cuanto salga, tendrás que apuntarte aquí.
Notas personales:
- Gracias a mis queridos mecenas por hacer posible este artículo. Si quieres unirte a gente tan generosa y estupenda como Pamela Rojas, May Quilez, Eduardo Norte, Carla Campos, Adela Castañón, Anabel Rodríguez, Daniel Hernández Alcojor, Álvaro Aranda, Mireia de No Honrubia, Darío Díaz Anzalone y Darío M. Urdiales, ve a Patreon y dame amor del bueno.
- ESTARÉ EN VITORIA EL 5 Y 6 DE OCTUBRE, participando en el Gazte@book# Gasteiz, un encuentro de booktubers y bookstagrammers para jóvenes. Si tienes entre 16 y 25 años y te gustaría escribir más en serio, doy un taller a un precio simbólico (3 €). También moderaré una mesa sobre personajes LGTBI con David Lozano, Iria G. Parente y Selene M. Pascual. ¡Venid a vernos!
- Si te ha gustado el artículo, tengo un libro que recoge lo mejor de este blog sobre escribir, publicar y promocionar tus libros. Está en Amazon y lo tienes en papel y en digital. ¡Échale un ojo!:
Cómo sobrevivir a la escritura: Lo mejor de Gabriella Literaria sobre escribir, publicar y promocionar tus libros.
Créditos:
- Imagen de Subrepticia, una de las diosas menos populares del panteón absurdo gabriellino, por stockfour en Shutterstock.
- Imagen de reina malvada con técnicas avanzadas de SAR por Nicoleta Ionescu en Shutterstock.
- Foto de pareja que ha leído demasiado a Paulo Coelho por Prostock-studio en Shutterstock.
- Imagen de vendedor que ha leído demasiado a Deepak Chopra por Iakov Filimonov en Shutterstock.
- Imagen de cabecera por optimarc en Shutterstock.
Las visualizaciones funcionan. La técnica que cuentas de Phelps suelo recomendarla también sobre todo para enfrentarte a algo que temes, como hablar en público, o algo que haces por primera vez. Si lo «haces» primero en tu cabeza, la mente luego lo recuerda. Y puedes reajustar si observas al visualizar que algo no has tenido en cuenta, etc. También se puede entrenar. Y, como me decía una amiga cuando te enfoques en algo que deseas, no olvides los detalles. A ver si te imaginas la casa de tus sueños y cuando la encuentras no tiene instalación de luz. Poderosa es la mente si sabemos gestionarla bien, ¿verdad? Gracias por tus artículos.
Visualización, listas, rutinas o velitas a la Virgen de Guadalupe… Cualquier cosa que me sirva para enfocarme y conseguir objetivos me vale. ¡Qué dispersa estoy últimamente!
Ahora sé por qué, cuando estuve embarazada, todo eran barrigas, relatos espeluznantes de partos difíciles, bebés prematuros y pies hinchados: ¡la culpa, del SAR! (Gracias, Gabriella.)
El ejemplo del embarazo viene a cuento: 9 meses y medio (entre que lo planeas, si eso, y sales del hospital medio catatónica) enfocada en un «acto creativo». Visualizando ecografías mes a mes, oh, ¿tendrá los cinco dedos en cada mano?, ¡por dios, y dos manos! Tu lista de la semana: tomar el ácido fólico, no descuidar las vitaminas, dejar de fumar o fumar menos, pasear pasear, preparar el serón, pintar el cuarto. Ay apuntarse al curso de preparación…
Con la gestación el objetivo es bien claro: parir será ineludible (a menos que se malogre, vaya); es animal, las hormonas respaldan al instinto.
En otros asuntos creativos, intelectuales, o hasta mundanos, enfocar metas es todo un ejercicio de imaginación, constancia, paciencia y mucha voluntad. Concentrarse mucho, concentrarse todo, hasta acabar el proyecto, o ponerle el punto final y darle el visto bueno con la boca chica, si peligra nuestra integridad.
Darlo todo es la única manera. A medias no vale. El arte no admite mentiras ni flojeras, es así de exigente.
A veces, no se llega. Casi nunca. Pero mientras se aprende.
Creo haber leído además que con tras el embarazo el cerebro modifica ciertos filtros y modos de aprendizaje en la madre, para garantizar una mayor protección al bebé. No sé si es verdad, tendría que investigarlo, pero lo que es evidente es que ahí el SAR tiene los filtros puestos al máximo, jeje.
Un beso, Laura, y gracias por leer.
Hola, Gabriella, muy interesante esto del SAR, definitivamente donde ponemos nuestra atención ponemos nuestra energía.
A propósito, ¿te viste ya la tercera temporada de Legión? ¿Cómo te pareció?
Un abrazo
P.D. Estuve leyendo tu artículo acerca de las metas y las emociones, muy bueno también.
¡Sí, la vi! Cogimos unos meses de pago con Sky solo para verla (antes la teníamos en HBO). Tiene muchos fallos, agujeros de guion por todas partes, pero… ah, ¡qué bonita es de ver! He disfrutado muchísimo la serie. Creo que con ninguna más he tenido tantos momentos de puro sentido de la maravilla.
Sí, la dirección de arte y la música, hacen que valga la pena verla 🙂
Pues no tenía ni idea. Intentaré aplicarlo a mi escritura. Gracias!