Mi hermano, como muchos sabéis, es informático. O algo así. Solo sé que ha hecho casi de todo lo que se puede hacer relacionado con la informática y que es especialista en hardware. Hasta tiene un podcast sobre el tema. Como os imaginaréis, se le da extremadamente bien arreglar ordenadores.
Esta es su camiseta favorita:
El problema con el trabajo técnico informático es que es de esos trabajos en los que los ignorantes en el tema subestiman el valor y el esfuerzo invertido por el especialista. Algo parecido ocurre con los médicos, esas pobres almas agotadas que tienen que soportar que les enseñen lunares con mala pinta en las bodas, uñas amoratadas en los bautizos y mocos de colores raros en la frutería de su barrio*. Y cualquiera que domine más de un idioma sabe lo que es andar traduciendo e interpretando día sí y día también para familiares, amigos, vecinos y conductores de autobús.
Con algunas profesiones no solo se considera que al profesional no le importa en absoluto atenderte en cualquier momento de su vida privada, sino que además se espera que se haga gratis, porque «no le cuesta nada». Es más, seguro que ese profesional te ayudará con alegría, porque su trabajo es su pasión. Oh, sí. Al que se le ocurrió aquello de «elige un trabajo que ames y no trabajarás un solo día de tu vida» habría que azotarlo con paletas de Hello Kitty con tachuelas. Aunque creo que fue Confucio, así que igual llegamos tarde.
Sabéis muy bien por dónde voy. En las profesiones creativas esto puede tomar un cariz violento, porque no se aplica el mismo valor a las creaciones artísticas, por lo menos no de la manera en que puede aplicarse a profesiones como la informática, la medicina o la traducción. Si dibujas, coloreas o escribes, lo haces porque te gusta. Y si te gusta, está claro que estarás encantado/a de dedicar tu tiempo y esfuerzo a cualquiera, a cambio de nada.
Esta es una frustración con la que los autores lidiamos a diario. Ya de por sí, no es que se nos tome muy en serio («—¿A qué te dedicas? —Soy escritora. —¿Pero a qué te dedicas?»). Pero es que la balanza de oferta y demanda es tan horrible (hay un exceso de oferta y pocos filtros de calidad realmente fiables), que muchos editores pueden permitirse hasta cobrar por publicarte. Esto hace que haya mucha gente dispuesta a tomarte un poco el pelo.
¿Significa eso que nunca debes trabajar gratis? Al fin y al cabo, nadie entraría en un restaurante y esperaría que le sirvieran un filete a cambio de buenas recomendaciones, «visibilidad» y «cosas para el currículo». Lo lógico sería pensar que un escritor siempre debe cobrar por su trabajo.
Pues yo creo que no. Antes de que empiece la lluvia de botellas rotas, aclaro: yo creo que no siempre, que hay ocasiones en las que sí debemos trabajar gratis. Por desgracia, es difícil saber cuáles son esas ocasiones y con frecuencia acabamos haciendo el primo por miedo a perder esa «gran oportunidad» que nos han prometido.
¿Cómo saber cuándo debemos decir sí y cuándo no a esas numerosas ofertas que nos llueven para colaborar, aportar, ayudar y, en definitiva, trabajar, sin ver un céntimo a cambio?
Esto es algo con lo que llevo lidiando muchos años y aún meto la pata de vez en cuando. Suelo hacerme las siguientes preguntas, que son las que mejor me funcionan. Me sirven tanto para decidir si voy a regalar contenidos (artículos, libros) como para decidir si acepto proyectos no remunerados relacionados con servicios editoriales o de escritura:
1. ¿Cuánto tiempo llevas en esto?
Si acabas de empezar en un sector o profesión, lo normal es que no tengas experiencia ninguna y que tu trabajo no sea de muy buena calidad. Es muy probable que cometas errores, que tardes más que alguien que lleve años aprendiendo y que el acabado final no sea excelente. Por tanto, es razonable pensar que tus tarifas no pueden estar a la altura de personas con una amplia carrera a sus espaldas.
Con la escritura pasa algo similar: a no ser que tengas muchísima suerte, tus primeras publicaciones serán con pequeñas editoriales que te pagarán en cervezas, en libros o en porcentajes ínfimos. Generalmente se tratará de proyectos que para ti serán una práctica, una manera de avanzar y aprender. En nuestra primera etapa como escritores lo importante es practicar y experimentar: presentarse a montones de concursos a pequeña escala (más oportunidades de ganar y de darnos a conocer), participar en todas las antologías que podamos (esto te dará experiencia y es bueno para ir creando contactos) o publicar en plataformas gratuitas.
Si llevas diez años escribiendo y sabes que tienes una calidad más que digna, si ya te estás moviendo entre editoriales de un tamaño más o menos decente, tal vez convenga plantearse si realmente quieres publicar en una revista online que leen ocho personas. Puedes guiarte buscando a otros escritores que consideres que estén a un nivel similar al tuyo en cuanto a calidad y experiencia, y ver en qué tipo de proyectos participan ellos. Sobre todo, mira en qué tipo de proyectos participan los escritores a los que admiras, aquellos que te gustaría ser. Pronto verás que los que están más arriba en esa escala rara vez colaboran con algo que no les ofrezca un beneficio tangible.
Esto puede sonar un poco frío, pero míralo de esta manera: tienes que saber cuáles son tus prioridades y trabajar para ellas. Si colaborar con algo te quita tiempo para ese trabajo y no hay una remuneración que lo compense, tanto tú como las demás personas involucradas vais a acabar frustrados.
Esto no se aplica solo a la escritura pura y dura: si realizas cualquier otra actividad relacionada, ten en cuenta también el valor de tu experiencia. Alguien que nunca ha realizado una corrección no puede esperar cobrar lo mismo que alguien que conoce bien el sector, que acude a congresos especializados, que devora manuales y que tiene veinte años de experiencia a sus espaldas. Del mismo modo, tengo la opinión muy subjetiva y personal de que si alguien tiene mucho que ofrecer (experiencia, conocimiento), no es buena idea ofrecer tarifas bajas a la desesperada. A la larga no compensa: obtienes clientes peseteros que hacen que el proyecto se eternice, y además restas valor y dignidad al trabajo de tus compañeros de sector. Pero también entiendo que cuando uno tiene que comer, rebaja por donde sea (sí, todos lo hemos hecho), así que esta es una idea que lanzo al vuelo, basada en mi experiencia particular, sin ánimo de comenzar ningún debate.
Dicho todo esto, creo que las correcciones son un buen ejemplo de trabajos que sí se pueden realizar gratis, si nunca has hecho ninguna, como experiencia de aprendizaje. Creo que corregir significa un aprendizaje brutal para los que escriben y lo recomiendo. Corrige gratis obras de tus amigos: aprenderás a escribir mejor. Ellos no podrán exigirte una corrección a nivel profesional, claro, solo una «revisión de amigo».
Eso sí, si me entero de que a un corrector profesional le has pedido que te corrija el libro de gratis, mañana mismo estoy en tu casa con la paleta de Hello Kitty.
2. ¿Qué vas a aprender de esta experiencia?
Ya que hemos hablado de cosas que hacemos para aprender, vamos a ampliar un poco el tema.
Si ya has participado en dieciocho antologías steampunk, es posible que participar en otra más no te enseñe nada nuevo. Si vas a seguir haciendo cosas gratis, intenta que sea porque te compensa en otro sentido, porque te permita progresar de alguna manera.
Imagínate que te ofrecen a la vez dos trabajos para el verano. El primero es un puesto de corrección básica con una editorial muy pequeña, sin exigencias, pero que paga de forma digna. Imagínate que conoces bien la editorial y sabes que tu trabajo podría hacerlo un mono con los ojos vendados. El segundo es en una editorial grande, a nivel nacional, que te ofrece unas prácticas en un puesto de ayudante de edición.
La elección dependerá de cuánto necesites el dinero, claro. Pero muchos diréis de inmediato que lo primero: haces lo que sabes, lo que es fácil, y encima te pagan. Todo depende también, sí, del punto 1 (de cuánto tiempo lleves dedicándote a esto). Pero un puesto en mitad de faena del mundo editorial a gran escala es una oportunidad de aprendizaje a velocidad ultrasónica. Así que para algunas personas ese trabajo mal pagado (o sin pagar) durante tres meses de estrés sí podría merecer la pena.
El valor del aprendizaje es inmenso y puede que te interese hacer algo gratis en algún momento si eso te da la oportunidad de trabajar en un entorno nuevo o con profesionales a los que admiras y de quienes sabes que puedes aprender mucho. Lo cual nos lleva al punto 3:
3. ¿Cón quién vas a trabajar?
Charlie Hoehn revolucionó el mundo del blogging cuando admitió que el secreto de su éxito era trabajar gratis. Tanto fue así que hasta escribió un libro sobre el tema, donde lo recomienda activamente.
Pero hay que especificar que Hoehn se refería a trabajar gratis en un sentido muy concreto: trabajar gratis al principio de su carrera, para gente que merecía la pena.
Hoehn trabajó gratis para Tim Ferris y para Ramit Sethi, por ejemplo, dos de los blogueros más conocidos de EEUU. Nos gusten a nosotros más o menos de manera personal y mercadotécnica, Hoehn los identificó como líderes en su sector. Analizó el trabajo de estos blogueros y descubrió qué tipos de tareas podía realizar para ellos para hacerles la vida más fácil. Y sí, se ofreció a hacérselas gratis. ¿Cómo podían decir que no?
Os podéis imaginar que el valor de este tipo de trabajo es fenomenal. Hoehn aprendió a ritmo acelerado, consiguió una agenda de contactos que ya la querrían muchos burdeles y tuvo acceso a un público potencial que, básicamente, lo llevó de la invisibilidad a ser, él también, bloguero y escritor de éxito.
Así que la pregunta de «¿voy a trabajar gratis?» debe ser también «¿con quién voy a trabajar gratis?». ¿Qué pueden aportarte estas personas? En ciertas ocasiones lo gratis sí merece la pena, si los resultados son un pago no monetario que supera, con creces, el valor económico que no estás recibiendo.
Cuando aquella editora me dijo que me pagaría ese relato en especie, pensé que quería decir azafrán.
Por supuesto esto no significa que debas aceptar un trabajo o proyecto porque te dará «visibilidad». ¿O sí?
4. ¿Te va a traer visibilidad?
Todos conocemos la historia: llevas toda tu vida dedicándote a sexar pollos y de repente viene un granjero que te dice que a él se los sexas gratis, que te va a recomendar a todos los demás granjeros de la zona.
Y tú dices que no, porque sabes muy bien que a) será un cliente mucho más problemático, pesado y exigente que el cliente que paga y b) no te va a recomendar a nadie.
¿Pero y si acabas de empezar y viene un granjero muy conocido de la zona, un granjero cuya granja siempre está llena de otros granjeros pudientes, un granjero que sabes que recomienda y que habla de los sexadores de pollos que le gustan? Tal vez sí tengas que planteártelo.
Esta es la idea que hay detrás de los libros gratuitos, por ejemplo. Si tu libro es lo bastante atractivo como para que otros quieran leerlo, si haces que sea muy fácil obtenerlo y lo ofreces gratis, ese libro llegará a las manos de muchas más personas que si estuviera a la venta. Esta es una estrategia a largo plazo, claro (no resulta en un gran número de ventas inmediatas), y conviene tener otros libros publicados para que tus lectores «gratis» tengan donde comprar si les gusta tu estilo.
También es la idea de los blogs. Los que escribimos en blogs generalmente ofrecemos nuestros contenidos de forma gratuita porque es una forma de que nos conozca nuestro público objetivo y de que luego compre nuestros libros relacionados con nuestros contenidos gratuitos.
A veces la visibilidad sí merece la pena. Cuando empezamos a escribir y no nos conoce nadie, sí puede compensar participar en publicaciones no remuneradas. Tenemos que sacar nuestro nombre a la calle, y si todavía no hemos encontrado una editorial que nos avale, nos toca ir haciéndonos un hueco como podamos. Esa visibilidad se complementa con nuestra participación en redes sociales, nuestros textos gratuitos y todo lo que nos vaya haciendo falta para que otros nos lean.
Ahora, si llevas dieciocho años escribiendo y publicando y aparece un editor al que no conoces de nada que hace minitiradas de fanzines y te pide un relato de gratis, más vale que te encante la temática del fanzine para planteártelo siquiera. Cinco lectores nuevos igual no compensan el tiempo que podrías estar dedicando a escribir un relato para una publicación o plataforma 1) remunerada y 2) con un alcance muy superior.
Pero sí, igual llevas dieciocho años escribiendo y publicando y no te hace falta, pero piensas que ese fanzine es lo mejor que existe. Y eso nos lleva al punto 5.
5. ¿Cuánto te apetece hacerlo?
Leí por ahí, no recuerdo dónde, que la mejor manera de decidir si aceptar o no un proyecto es preguntarte cuánto te apetece. Y si la respuesta no es: ¡claro que sí, jopelines!**, no merece la pena.
Esto puede parecer calculador, pero es muy eficiente. Todos tenemos que hacer cosas que no nos apetecen por dinero, por aquello de que comemos, nos abrigamos y tenemos vicios caros e inconfesables. Pero aceptar hacer algo gratis porque nos sentimos obligados a ello, porque no queremos decir que no, siempre acaba trayendo problemas. Puedes acabar sintiendo que te deben un favor muy grande, incluso puedes acabar molesto/a con la persona que te lo ha pedido. También está el peligro de que acabes sin cumplir con tu parte al 100%, porque no te llegan ni el tiempo ni la voluntad para hacerlo en condiciones. Yo no sé vosotros, pero en mi caso, si no estoy totalmente satisfecha con lo que he entregado, ese es un peso que tengo sobre mi conciencia, que ataca a mi orgullo profesional.
No obstante, a veces he dicho que sí a proyectos en los que sentía que podía progresar y crecer como escritora. Creo que un proyecto al que digas que sí debe o bien entusiasmarte o bien presentar un desafío que estés ansioso/a por superar.
Los escritores debemos enfrentarnos a nuestros demonios, a verdaderos desafíos. Como, por ejemplo, escribir posts de blog de menos de 3000 palabras.
6. ¿Es para una empresa con ánimo de lucro?
Si no te apetece demasiado, si no vas a conseguir gran cosa, si no confías plenamente ni admiras a tus compañeros de trabajo y ENCIMA esto es para una empresa que va a hacer dinero con tu trabajo, no. No, no, no y mil veces no.
Una cosa es colaborar con un proyecto que te parezca chulo y donde nadie va a ver un duro. Sin iniciativas así no disfrutaríamos de algunas webs excelentes, con aportaciones de alta calidad por parte de personas que disfrutan realizando dichas aportaciones. Creo que La piedra de Sísifo es un buen ejemplo en este caso: deja muy claro que no ofrece remuneración, que su valor es cultural y que no hay ánimo de lucro en su trabajo.
Otra cosa es colaborar con un proyecto que está haciendo dinero y obteniendo reconocimiento por tu esfuerzo. Hay webs ahí fuera, algunas a gran escala, que ofrecen visibilidad y nada más. Eh, van a leerte miles y miles de personas. Si tienes forma de obtener rendimiento a esa visibilidad, entonces perfecto; estoy segura de que muchos están conformes con el intercambio. Pero personalmente me irrita que un medio potente pueda lucrarse de las aportaciones de sus redactores si estos no obtienen renumeración a cambio. Este tipo de actitudes es, a mi juicio, el que conduce a que el trabajo de creación de contenidos tenga una valoración tan baja.
Mención aparte merecen las antologías, revistas o cualquier otro tipo de proyecto colaborativo. Aunque las editoriales normalmente ofrecerán a sus autores los pagos o porcentajes que cabría esperar de cualquier publicación, hay empresas que no pagan por estas colaboraciones. Por lo general suele tratarse de editoriales pequeñas que pueden cubrir los gastos de edición gracias a las compras que hacen los propios autores, ilusionados por salir publicados. Esto, en teoría, no tiene nada de malo, pero sigue tratándose de un trabajo que realizan los autores sin recibir remuneración. De nuevo, toca medir si te compensa en otros aspectos; y recuerda, antes de participar, preguntar a la editorial qué tipo de regalías se ofrecen a los colaboradores.
7. ¿Es por una buena causa?
Y hablando de antologías, revistas y etc., puedes encontrarte con muchas publicaciones de este tipo con fines benéficos. Si deseas colaborar, está claro que estás llevando a cabo una tarea noble y te felicito. Pero también asegúrate de enterarte de qué porcentajes de lo recaudado se destinarán a la causa benéfica; y no dejes, en ningún caso, que alguien pretenda hacerte chantaje emocional con este tema. Cuando llevaba un servicio de autoedición, hubo varias asociaciones y ONG que nos exigían (sí, exigían) que les hiciéramos los libros gratis. Gratis para nosotros no era gratis: ¿quién iba a pagar los gastos de impresión, por ejemplo?, y como cualquiera que haya intentado sobrevivir en la industria editorial sabe bien, llegar a fin de mes ya es una hazaña heroica: como para ponernos a ceder a exigencias de gente y causas que ni conocíamos.
No me puedo creer que no quieras corregirme mi libro de gratis. ¿Cómo voy a pagarte? ¡No tendría para pagarme la manicura de hoy!
Ayuda siempre que puedas, pero no hasta el punto en que te estés quitando de la boca tu propia comida. Esta es una lección que he tardado mucho en aprender. Colaborar está muy bien, pero no sirve de nada si estás deprimido/a, hambriento/a y tiritando en la calle.
Tenemos miedo, mucho miedo de parecer egoístas (e igual alguno de vosotros lo está pensando: «qué egoísta que es Gabriella»), pero OJALÁ ME HUBIERAN GRABADO ESE CONSEJO EN EL CULO CON UN HIERRO CANDENTE.
Bueno, mejor en la frente, que el culo solo me lo veo cuando me quedo en hoteles de esos que tienen más de un espejo.
8. ¿Tienes tiempo?
Yo antes era una chica «sí». Qué queréis, soy medio inglesa, me educaron para ser muy cortés.
No es que ahora sea una chica «no». No digo siempre que no, eso sería absurdo. Dedico mucho tiempo a echar una mano a otros escritores y a aportar contenidos gratuitos de un tipo u otro. Eso también me beneficia de muchas maneras, pero también lo hago porque quiero, porque me apetece, del mismo modo que hubo gente que me echó una mano a mí cuando me hizo falta; del mismo modo que hay gente que me ayuda todos los días sin esperar nada a cambio.
Pero lo que no puedo hacer, por mucho que quiera, es sacar tiempo de donde no lo tengo. Y cuando digo tiempo no me refiero al rato que uno pasa viendo realities televisivos o mirando las notificaciones de Whatsapp: ese tiempo sí que podríamos dedicarlo a salvar al mundo, ¿por qué no? Hablo de tiempo para cosas importantes.
Tendemos a subestimar el tiempo que tenemos; somos demasiado optimistas con nuestra capacidad energética. Se produce un efecto curioso: es muy fácil decir que sí sobre la marcha, porque no pensamos en cómo nos vamos a sentir cuando estemos realizando un trabajo (sí, como lo de ponerse a dieta estricta sin ser conscientes de todos los momentos de debilidad en los que mataríamos por una onza de chocolate o, en mi caso, una lonchita de queso. La de gente que moriría por mis ganas de camembert). Si alguien me pide algo, intento primero visualizarme realizando ese trabajo a medio proyecto; imagino cómo me sentiría y en qué estaría pensando.
Cuando digo que sí sin pensar, sin realizar ese ejercicio de visualización, la cosa acaba en estrés, ansiedad y trabajo mal hecho. Por cada libro que leo por hacer un favor hay un libro que debería estar leyendo y que no estoy leyendo. Por cada artículo que escribo gratis para tu página, hay un artículo que no estoy escribiendo en la mía. Si corrijo tu novela, no podré corregir la mía. Entiende que tengo un cupo de favores, y casi siempre lo llenan las personas a las que conozco muy bien y a las que quiero. Lo cual me lleva al siguiente punto.
9. ¿Es para un amigo?
Y aquí llega otra pregunta: ¿cuánto quieres a tu amigo? ¿Cuántos favores le debes? Solo porque te una cierto grado de amistad con alguien no es razón para entregar tiempo que no tienes y un esfuerzo que no te puedes permitir.
Además, los amigos pueden tomarse ciertas confianzas que un extraño no se tomaría. Pueden ponerse exigentes. Por suerte, no tengo un exceso de amigos amigos. Amigos de esos íntimos, ya sabéis. Amigos por los que trabajaría gratis semanas enteras si hiciera falta.
Sí, para esos amigos sí debes trabajar gratis.
Si la pregunta en realidad es: ¿es para tu pareja?, a no ser que tu pareja sea un/a aprovechado/a de cuidado (en cuyo caso igual deberías plantearte por qué es tu pareja), sí, para tu pareja creo que también debes trabajar gratis. Recuerda que sois un equipo: lo que beneficia a tu pareja también te acaba beneficiando a ti (o así debería ser en una relación equivalente). Doy por sentado que tu pareja también hace muchas cosas por ti.
Todo esto conduce a una última pregunta. La he incluido porque la vi en este infográfico y me hizo gracia, porque en realidad ni debería estar en esta lista.
10. ¿Es para tu madre?
Que te ha parido, hombre/mujer, por favor.
¿Quieres seguir comiendo lentejas/paella/cocido/cordero con bizcocho de algas reducido al Pedro Ximénez?***.
Pues ya sabes lo que hay.
Es evidente que hay más preguntas que podríamos hacernos. Y en ocasiones hay una respuesta muy clara (que suele ser: «¿por qué no te va un poquito a la mierda?»****). En el fondo creo que se reduce a algo más básico y, lamentablemente, egoísta: ¿qué obtengo yo a cambio si no me van a pagar?
Ojo, ese algo a cambio podría ser la sensación satisfactoria de hacer algo por alguien a quien quieres o de contribuir a que el mundo sea un lugar un poco mejor. Lo importante es que nuestra respuesta no venga desde la obligación, desde un quid pro quo injusto (tú me has hecho un favor que ni te he pedido y ahora esperas que te lo devuelva), desde el miedo a quedar mal ni desde el temor infundado de que si no decimos que sí a todo nos estamos perdiendo oportunidades importantes. Creedme que las oportunidades importantes vienen de donde menos te lo esperas, no de ese tipo que te asegura que si le mandas cinco copias en papel de tu libro te pondrá muy bien en su blog leído por tres personas.
Hay ocasiones en las que sí podemos trabajar gratis. Puede haber razones altruistas o interesadas detrás (COMPRA MI LIBRO, QUE SIRVE PARA CORREGIR NOVELAS Y TE VA A MOLAR Y HARÁ QUE PAREZCAS MÁS GUAPO/A EN LA FOTO DE AUTOR).
Pero «no» también es una respuesta válida.
A la larga, creo que podría venirnos bien usarla de vez en cuando.
*Esta va por ti, María M. Como si no tuvieras bastante con las preguntas gore que te hacemos los escritores…
**La exclamación original era FUCK YEAH! Mis traducciones pueden ser muy family friendly.
***Esta justificación también sirve para tu padre, si es él el que le da a la cocina. Pero él no te ha parío, desgraciao/a.
****Léase con el acento gaditano de Jesús Cañadas, a quien se lo he robado vilmente.
Nota: La imagen de la camiseta proviene de aquí. Mi hermano es un hombre muy ocupado y preferí no pedirle una foto de la suya. Me reservo mis peticiones de ayuda gratis a mi hermano para cosas importantes, como arreglarme el ordenador.
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70 trucos para sacarle brillo a tu novela: Corrección básica para escritores. ¿Has escrito una novela o un relato y no sabes cómo enfrentarte a la revisión? ¡Yo te ayudo! Disponible en Amazon.
- Puedes ver reseñas del libro en la propia Amazon y en Goodreads.
Lectores aéreos (relatos con toques de fantasía tenebrosa): Disponible en Amazon y Lektu (¡solo 2,99 €!).
- Puedes leer un avance gratuito aquí.
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- Si tienes un blog o web de reseñas y te apetece leer y reseñar este libro, puedes pedirme un ejemplar de cortesía en gabriella(arroba)gabriellaliteraria.com.
Y hay más libros míos aquí.
Estoy tentado de pedirte una correción gratis, solo para verte aparecer con la paleta de Hello Kitty 🙂
Muy buen artículo, como siempre!
Para ti, solo para ti, me reservo la de Darth Vader. Con todo mi cariño y respeto 😛
Madre me ha rogado en numerosas ocasiones que deje la escritura… 🙁
Gracias por el Post, muy bueno.
A mí creo que me animaron demasiado. ¡Si hubiera sabido lo pobre que sería…! 😀
Gran artículo, para variar 😉
A mí hace años me costaba mucho decir que no. Creo que aprender a distinguir cuándo hay que aceptar hacer algo y cuándo no es de lo más importante, ¡para todo! Tanto como leer las cosas que se firman. Parece que no viene al caso, pero eso siempre viene al caso.
Desconozco el caso de otras asociaciones, pero en la de escritores/as en lengua gallega se propusieron unas tarifas mínimas para animar a los/as autores/as a exigir unos honorarios mínimos. Seguro que hay otros documentos por ahí, pero, por si sirven de algo, aquí están:
http://www.aelg.org/resources/informations/honorarios2011.pdf
(la página de recursos de la asociación es esta: http://www.aelg.org/servizos-a-socios-as).
:*
Sin duda es difícil establecer una tarifa para la escritura en general, debido a los diferentes tipos de escritura y publicaciones que existen (y a que la producción editorial es una aventura de riesgo donde el autor funciona a comisión), pero lo de la AELG es interesante ya que puede servir de orientación en relación a trabajos relacionados con el oficio de escribir. Gracias por el enlace 🙂
Llevo demasiado tiempo intentando sacarme las castañas del fuego como para regalar mi trabajo. Escribo guiones, dibujo, maqueto, imparto talleres… Hace poco decidí que se acabó, que sólo trabajaría gratis para amigos y familiares (porque ya se sabe, a veces con la gente más cercana cuesta tener una sana relación comercial). Alguna vez he colaborado gratis en algún proyecto gestionado por una ONG o una asociación cultural, pero yo me tomo eso como un donativo para apoyar su causa. También he dado conferencias sin cobrar un duro, aunque no lo he hecho por una cuestión de visibilidad (que es más bien poca), sino porque consideraba que tenía mucho que decir sobre el tema tratado. Además, me encanta el sonido de mi propia voz.
Un amén muy grande a todo lo que has dicho.
» También he dado conferencias sin cobrar un duro, aunque no lo he hecho por una cuestión de visibilidad (que es más bien poca), sino porque consideraba que tenía mucho que decir sobre el tema tratado. Además, me encanta el sonido de mi propia voz».
Sobre todo a esto 😛
Jo, hoy estoy de bajoncete y encima tu artículo me ha hecho recordar todas y cada una de las imbecilidades que hago al cabo del día…
Y el artículo es bueno, ¡eh! Buenísimo 🙂
Si haces cosas que no atienden a las razones aquí planteadas y te sientes mal por ello, sugiero volver a valorarlas. Puede ser muy difícil dejarlas si ya te has comprometido con otros (personalmente creo que es importante intentar cumplir con la palabra de uno), pero a veces es necesario soltar algo de lastre, por nuestra salud mental 🙁
Un beso grande.
Ya decía yo que la foto de la camiseta no podría ser real puesto que está en demasiado buen estado teniendo en cuenta la de veces y años que llevo poniéndome la mía (que nuestra santísima madre ruega que tire por el estado en el que está).
Ojalá hubieras escrito esto hacía unos meses cuando me hallaba en la diatriba de si aceptar reseñar libros para Penguin Random House de gañote.
De todas formas, al final la cosa se decantó sola por sí misma, y al menos me dio para divertirme escribiendo un artículo del blog al respecto sobre mi breve y fulgurante carrera como reseñador.
Y pude ponerle a la persona que contactó conmigo el sobrenombre de Spaidermana, para salvaguardar su intimidad y, de paso, echarme unas risas, que yo es que me lo paso pipa con mis tontunas.
Creo que el asunto se resume a «no hay que pagar para trabajar», y nada es gratis, es decir, siempre te cuesta, como mínimo, tiempo, así que, como bien dices, hay que evaluar las posibles ventajas que podría reportarte.
¿Qué opinión te merece, a este respecto, Wattpad?
Bueno, un saludo y gracias como siempre por compartir tu experiencia.
Lo de las reseñas es un mundo aparte, sí. Cierto es que lo mínimo que puede hacer una editorial para que te des el trabajo de hacer una reseña en condiciones es regalarte el ejemplar, ¿pero quién paga el trabajo del reseñador? Para ser un trabajo altruista, es impresionante lo condicionado que está. Otro día hablo de la crítica y las reseñas, que tela.
Respecto a Wattpad, tengo una opinión doble y encontrada. Creo que es un sitio preocupante, porque un sitio de donde salga After como superventas me parece preocupante, pero también me parece un sitio genial para gente que empieza, ya que permite una interacción directa con los lectores. Mucha gente está aprendiendo ahí muy rápido qué es lo que le gusta a su público, sin tener que pasar por el chantaje a lectores cero y la terrible matanza de las reseñas en Goodreads. Lo que me preocupa es que por aquella inmediatez de escritura-lectura, los que quieren escribir olvidan un mandamiento fundamental de calidad: también hay que editar y corregir.
Con respecto a las reseñas: si una editorial no es capaz de enviarte un ejemplar del libro que has de reseñar, huye. Por otra parte, no conozco a mucha gente que se gane la vida reseñando (de hecho, solo conozco a una persona que lo haga, y sospecho que es porque a sus casi 50 años todavía vive con sus padres y su único vicio es una cuenta en el WoW). Hacer reseñas es un plus que 1) te da visibilidad; 2) te da la oportunidad de hablar de los libros que te gustan; 3) te da la oportunidad de hablar de los libros que NO te gustan (el punto 3 es mucho más importante que el 2); y 4) aumenta tu biblioteca, si no de forma gratuita, pues estás perdiendo tiempo al leer y comentar, al menos no de forma idiota, como cuando lo haces de motu proprio simplemente porque te apetece. El plus del plus es que encima puedes ganarte amigos y enemigos gracias a tus opiniones. Y ¿a quién no le gusta eso?
He de reconocer que lo de las reseñas siempre me ha extrañado un poco: ¿tanto trabajo solo a cambio de un libro gratis? También es cierto que por trabajo he recibido siempre ejemplares de cortesía de aquí y allá, así que el que un libro me llegara gratis no era aliciente suficiente para reseñarlo. Cuando he reseñado ha sido porque me ha apetecido, como notas a mí misma en Goodreads, para afilar mis herramientas de lectora o porque me han pagado por ello (la web o publicación anfitriona, se entiende, no la editorial a reseñar). También entiendo que puede dar visibilidad si esa es tu ocupación principal como bloguero, booktuber o lo que sea.
Como autora, ofrezco los libros gratis cuando puedo, pero no lo entiendo tanto como «recompensa» por una reseña, sino como cortesía a alguien que tiene, de todos modos, interés por leer mi libro.
No conozco a nadie que se gane la vida reseñando, pero sí a autores que han conseguido contactos importantes y seguimiento a través de sus reseñas, hasta el punto de hacer despegar su carrera como escritores. Lo importante, supongo, es lo que pretendes conseguir, el objetivo. Reseñar por reseñar, por protestar o crear polémica (que haberlos haylos) es algo que nunca me ha llamado la atención. Será por deformación profesional, pero me parece más útil hablar de un buen libro, por todo aquello que tiene para analizar y desentrañar, que de un libro malo. Pero ahí asumo que formo parte de una minoría 🙂
¡Qué buen artículo, Gabriella!
Mmm. Da mucho que pensar, la verdad. Yo he trabajado de gratis – y con mi programa de radio, lo sigo haciendo, en cierto sentido. Coincido contigob en que cuando estás empezando es lo normal, y la verdad que se aprende mucho sin tener la presión de ‘a ver qué pasa si cometo un error garrafal…’ Además, el voluntariado está muy bien visto aquí en Inglaterra – no sé en España – con lo cual a ver hecho varios proyectos por nada me han dado oportunidad de conseguir ciertos trabajillos sí remunerados, lo cual, considerando que solo llevo dos años escribiendo en inglés y ‘labrándome’ el nombre no está tan mal.
Pero claro, una también necesita comer, y reciéntemente he empezado a restringir mis horas de voluntariado y a centrarme más en como monetizar mis habilidades, por eso de que pasar hambre y frío en invierno no hace gracia. Los escritores – como cualquier otro profesional – nos hemos formado durante años y no me parece incorrecto pedir dinero por nuestro tiempo y habilidades. Las utopías son muy bonitas, pero vivimos en una sociedad donde el dinero es importante – nos guste o no. De hecho, aquí en Inglaterra hace poco surgió el tema de si los escritores deberían cobrar por asistir a eventos literarios… Y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿No cobran los músicos cuando tocan, o los cocineros que preparan el catering, o los camareros que lo sirven? ¿Pues por qué no el escritor que ameniza la velada leyendo partes de su obra/respondiendo preguntas? Que cuando vendemos libros nos llevamos – y si eso – un triste diez por ciento!
Finalmente, yo creo que también es importante tener en mente quién te pide que trabajes de gratis. Si es un amigo/profesional que te inspira puedes aprender muchísimo de la colaboración (me ha pasado). Pero si es una gran empresa (de las que tienen mucha pasta y alcance) me parece fatal que ni siquiera se molesten en pagarte, especialmente si ya eres un profesional con varios años/libros a tus espaldas, en cuyo caso diría NO.
Por cierto, me he reído un montón con el infográgfico… ¡brillante!
Mil gracias por tus artículos, como siempre!
Hola, guapísima,
también hay que tener en cuenta que el concepto de voluntariado y el concepto de work experience en el ámbito anglosajón son muy diferentes que aquí. Aquí un becario o alguien de prácticas es alguien a quien explotar gratis, allí es realmente una oportunidad para conocer el mundo laboral en que te quieres mover (y sé que, además, en tu caso, te ha traído oportunidades positivas).
Respecto a los eventos literarios, personalmente creo que depende. Si se trata de un congreso, conferencia, mesa redonda (panel), etc., por supuesto que debería cobrarse (o por lo menos que la organización cubra algunos de tus gastos). Gracias a tu aportación y a la de otros como tú puede desarrollarse el evento. Pero una lectura de tu libro es promoción directa de tu obra… ahí no estoy tan segura, es casi como una presentación. Supongo que habría que valorar cada caso a nivel particular (Neil Gaiman, por ejemplo, podría cobrar, ya que no necesita promocionar su libro, y allí donde lea dará promoción y ventas bestiales al local anfitrión). Un cocinero que pretende promocionar su restaurante puede hacer menús degustación más baratos o incluso ofrecer muestras gratis en ferias y similares. Ahí está la balanza delicada entre qué es trabajar, ofreciendo un servicio a otros, y qué es vender algo que en teoría te aportará remuneración por sí mismo. Es un debate amplio, sin duda.
«Finalmente, yo creo que también es importante tener en mente quién te pide que trabajes de gratis. Si es un amigo/profesional que te inspira puedes aprender muchísimo de la colaboración (me ha pasado)».
Exacto. Creo que se trata de valorar qué te aporta más: si la experiencia o el dinero. Cada caso tendrá una respuesta distinta.
Mil gracias por leer y comentar, ya sabes que siempre es un placer.
me encanta tu forma de escribir, a veces no estoy muy de acuerdo con lo que comentas, pero la forma en que lo dices cambia todo, tengo que leer tu novela, este fin de mes la compro porque la compro, pero por dios, espero que este escrita en el mismo estilo en que escribes, un abrazo maja.
¡Hola, Marcelo! Si todo el mundo estuviera de acuerdo con tooodo lo que digo me preocuparía bastante 😉
Si por novela te refieres a El fin de los sueños, ten en cuenta que el estilo no es cómico (y además está escrito con otra persona), pero yo sí creo que es una obra entretenida de aventuras y delirio. Si buscas algo que sea solamente mío, tienes el libro de relatos Lectores aéreos (disponible aquí: http://www.amazon.es/Lectores-a%C3%A9reos-relato-catorce-fantas%C3%ADa-ebook/dp/B00Y777W62/ref=pd_ecc_rvi_1). ¡Espero que te guste alguno de los dos!
Y son artículos como éste los que me enamoraron de tu blog. Tantas preguntas respondidas, ahora que lo pienso, trabajaría gratis para ti, jajaja. Buenazo el texto, saludos desde Tijuana, México.
Perfecto, te apunto para la fábrica esclavista de iPads que estoy montando <3
Besos y gracias por pasarte y comentar.
«Analizó el trabajo de estos blogueros y descubrió que tipos de tareas podía realizar para ellos para hacerles la vida más fácil.»
Falta una tilde en el «qué». Sigo leyendo, que está interesante.
Editado, gracias.
Hacía tiempo que no pasaba por aquí y veo que no has perdido calidad y cantidad :p
«Se espera que se haga gratis, porque no le cuesta nada».
la que más me gusta es la de «soy dibujante. ah, qué bien, a ver cuándo haces un retrato de mis hijos pequeños». a ver cómo se le explicas: «señora, sólo dibujo sangre y calaveras y lo hago bastante regular».
«muchos editores pueden permitirse hasta cobrar por publicarte. Esto hace que haya mucha gente dispuesta a tomarte un poco el pelo»
el problema es que imprimir ejemplares y distribuirlos, etc sale muy caro. si eso lo unes a que hay más escritores que lectores hace que ser escritor sea una mierda.
«Y sí, se ofreció a hacérselas gratis. ¿Cómo podían decir que no?»
bueno, cuidado, ni imaginas la de gente (mínimamente importante) que te ignoraría aunque le ofrecieras trabajo gratis (que de hecho, raro será que no tengan varias ofertas de este tipo cada semana). y aunque aceptaran, ya puedes ser muy bueno en el tema para que no te manden a la mierda a posteriori. es decir, tienes que ser muy bueno (talento) y estar dispuesto a trabajar duro y gratis (juventud). son consejos de gente con excelencia para otra gente con excelencia (excelencia en general, no sólo talento para escribir).
«Este tipo de actitudes es, a mi juicio, el que conduce a que el trabajo de creación de contenidos tenga una valoración tan baja».
es que es muy duro. porque quieres estar en el negocio pero ves cómo gente que es muy buena (sino no estarían ahí) encima trabaja gratis. y dices, joder. a mí, en realidad no me importaría colaborar gratis si el proyecto me gusta (o por la visibilidad) y por supuesto si el esfuerzo no es demasdiado quitándoste de otras cosas más pragmáticas y gratificantes.
«Bueno, mejor en la frente, que el culo solo me lo veo cuando me quedo en hoteles de esos que tienen más de un espejo.»
te he visionado ^^ :p
PD: hostia, muy chulos los PCs de tu hermano ^^
«bueno, cuidado, ni imaginas la de gente (mínimamente importante) que te ignoraría aunque le ofrecieras trabajo gratis (que de hecho, raro será que no tengan varias ofertas de este tipo cada semana). y aunque aceptaran, ya puedes ser muy bueno en el tema para que no te manden a la mierda a posteriori. es decir, tienes que ser muy bueno (talento) y estar dispuesto a trabajar duro y gratis (juventud). son consejos de gente con excelencia para otra gente con excelencia (excelencia en general, no sólo talento para escribir).»
Creo que se entiende que tienes que trabajar gratis ofreciendo un trabajo de valor para la persona a la que se lo ofreces. Puedo ofrecerme a escribirte sonetos clásicos, gratis, pero dudo que te sirviera de nada 😀 Y muchas veces el mayor reto es entender qué necesita la gente, qué puedes ofrecerle tú para hacerle la vida más fácil.
[…] que no puedo seguir ofreciendo todos los servicios que estoy ofreciendo sin cobrar por ello. He aprendido muchísimo de esa experiencia y la agradezco, pero creo que ha llegado el momento de ir un poco más allá. Creo de verdad que con este grupo […]
Muy interesante este artículo. Aplicable aun montón de ámbitos. Escritores, pintores, modistas, masajistas, sanitario, informático, peluqueros. Aquí hay pa’ todos.
Es increíble como la gente puede llegar a ser tan pedichona y caradura, a veces incluso sin vergüenza; y encima se enfadan llenos de razón, obviamente.
«Pero si disfrutas con lo que haces…» Es que si no trabajas amargado no vale.
«Como no va a haber lista de espera si el personal está de vacaciones…» Claro que me guste lo que hago significa que no tengo vida más allá del trabajo. La culpa es del que deja su trabajo para irse de vacaciones, no del que no contrata para cubrir ese puesto.
¡Cuántas perlas como éstas!
PD: Me gusta mi trabajo. Y también mi familia y tener para comer, gracias.
[…] a la primera convocatoria que veáis: analizad qué remuneración tiene. Hay momentos en los que trabajar gratis compensa, pero la pregunta que siempre ayuda es: ¿cuál es la intención de quien organiza esto… y […]
[…] consideras que se puede trabajar gratis? (Yo ya escribí sobre esto, pero me gustaría ver más artículos ahí fuera que tratasen este […]
[…] Cualquier aportación por la que, básicamente, esa persona suela cobrar. Hablo de “aportaciones” a artículos colaborativos que parecen artículos por sí mismos, invitaciones a convocatorias no remuneradas, peticiones de asistencia a congresos o convenciones sin ningún tipo de dieta o pago, etc. etc., etc. Trabajar gratis es recomendable a veces, pero solo en ciertas circunstancias. […]