Sabes que los propósitos de año nuevo no sirven de nada, ¿verdad? (Dices mientras me clavas tu pupila azul y te llenas la boca de roscón de Reyes).
De esa afirmación tal vez polémica hablaré bastante más en el email que mandaré la semana que viene a la lista de correo. Por ahora, vamos a dejarlo en que un porcentaje elevadísimo de personas no consiguen mantener esos buenos propósitos más de unas semanas, por muchas razones. Y en que lo que realmente funcionan son los hábitos y los sistemas.
¿Y qué tiene esto que ver con la escritura?
Hay muchos métodos y sistemas para la escritura, pero si todavía no tienes alguno te recomiendo que reflexiones sobre ello. Si eres un autor prolífico y publicado y feliz con su vida, me callo. ¿Quién soy yo para criticar tu caos eficiente?
Tú, felizmente ignorante de que existe mi blog, montando en bici con la pareja perfecta que conseguiste gracias a tus increíbles dotes literarias, intelectuales, amatorias y ciclistas.
Pero si eres un autor prolífico y publicado y feliz con su vida, es muy posible que no me estés leyendo. Si estás en esta web, leyendo este artículo, es por una de las siguientes tres razones:
a) No puedes vivir sin mi delicioso sentido del humor, mis reflexiones elevadas y mi adorable pelazo.
b) Te gusta leer sobre problemas que tú ya no tienes y reírte de todos nosotros, apuntando con el dedo a la pantalla.
c) No alcanzas todas tus metas como escritor y eso te frustra un pelín.
d) Eres de otro planeta y esto es lo único que pillas por tu wifi intradimensional con condensador de fluzo.
Espero que hayas elegido la c), porque las otras tres opciones me parecen preocupantes (aunque, sí, mi pelazo es una maravilla, eso no lo voy a negar).
Mi intención en este humilde (y modesto, siempre modesto) blog no es llenarte la cabeza de mil métodos diferentes. Eso puede llevar a otra forma de procrastinación: aprender y anotar cosas sobre diferentes métodos, sin llevar luego nada a cabo. Pero sí me gusta enseñarte lo que hay ahí fuera, para que luego pruebes lo que te apetezca. Y creo que este método sencillo de Jeff Goins del que vengo a hablarte es uno de los sistemas más lógicos y básicos que he encontrado para la productividad escritora.
Algunos ya sabéis que no soy superhipermegafan de Goins en principio, ya que gran parte de su enfoque está en la mentalidad del escritor y a mí también me gusta que me den enseñanzas más prácticas. Pero de vez en cuando sí que las da y creo que esta es excelente.
Tanto, que muchos de vosotros me diréis: «Ah, si esto que me estás contando yo ya lo hago. Eres una inútil, Gabriella: espabila y mejora tus habilidades telepáticas para contarme lo que YO necesito».
Para otros podría ser bastante revelador, espero.
Goins y el sistema de los tres cubos
Goins habla de tres cubos (y con esto me refiero a buckets, no a cubos cuadraditos y geométricos), pero también podríamos llamarlas carpetas, grandes cajas plásticas de IKEA o cualquier tipo de recipiente que os guste usar.
Una de las cosas que más me ha costado entender en estos años es que la escritura no es una sola tarea. De hecho, son tres tareas principales. Antes, me preocupaba por escribir todos los días, entendiendo escribir solo como el acto de poner palabras sobre papel (o en pantalla). Acabé, como os podéis imaginar, con un gran efecto cuello de botella: tanta producción no servía de nada si me faltaban ideas e inspiración para mis proyectos, y trabajo posterior de edición y reescritura. Así he acabado con dos novelas, un par de novelas cortas y varios cuentos metidos en el ordenador, sin tener tiempo ni posibilidad de hacer nada con ellos.
También me ha costado entender cómo funciona un partido de béisbol, por qué hay personas a las que no les gustan los gatos ni el queso y por qué 0,9 periódico es igual a 1. Pero, eh, cada cosa a su tiempo.
No me entendáis mal: sigo abogando por el hábito de la escritura diaria. Creo que es lo más importante que debe aprender alguien que quiera convertirse en escritor (escritor es, en su sentido más literal, quien escribe). Pero con el paso del tiempo me di cuenta de que algunos días no podían ser solo para poder poner palabras en la hoja en blanco. Me faltaba tiempo para las otras dos tareas.
¿Cómo coordinar de manera eficiente esas tres tareas: ideas/inspiración, escritura y edición? Creo que el sistema de Goins es el más eficiente que he visto por ahora. Llevo aplicándolo desde hace tiempo a mi escritura para el blog, pero ha sido de forma más reciente cuando lo he integrado en mi escritura de ficción. Lo de los tres cubos no es invención suya, pero su aplicación a la escritura es espléndida.
Cómo usar el sistema de los tres cubos
Primero, tengamos claro a qué corresponde cada cubo:
El primer cubo es el de las ideas
Es el cubo de las notas y necesitas un lugar donde poner todas esas notas.
Yo uso Evernote cuando estoy en algún dispositivo digital (móvil, tableta, ordenador) y una libreta diminuta que llevo siempre en el bolso para cuando algo me pilla fuera de casa y me resulta más rápido y cómodo anotarlo a mano. Vosotros podréis probar otras herramientas y ver cuáles os funcionan mejor. Lo importante es tenerlo todo en el menor número de sitios diferentes. Con el tiempo, ya uso Evernote para casi todo y reservo la libreta para listas de tareas.
I love you so much
Los pósits (sí, se escribe así, qué horror) también son mis grandes amigos. Cuando estoy leyendo un libro en papel, tengo siempre pósits a mano para marcar pasajes o ideas que me llaman la atención. Estoy relativamente indignada con TIGER porque ya no hace unas libretitas de anillas que me encantan llenas de posits de diferentes colores y tamaños.
(Entiéndase relativamente porque soy consciente de que hay problemas más importantes en el mundo que la falta de una libreta de posits. Pero para ese tipo de indignación tenéis blogs mucho mejores que este).
Otra forma de hacerlo es sacar fotos con el móvil y subirlas a Evernote, pero esto puede ser más difícil de lo que parece cuando estás sentada en el banco de un parque y el libro se niega a permanecer abierto mientras sacas la foto. Ir con ayudante para que te pase las páginas y te sujete el libro sale muy caro. Que los escritores no somos conocidos generalmente por nuestro poder adquisitivo.
El segundo cubo es el de la escritura
Este es el sitio donde va lo que escribes, sea lo que sea. Goins propone tirones de escritura de 500 palabras, a mí me gustan los pomodoros (sesiones de 25 minutos. Hay muchas maneras de hacerlo; a mí me gusta Moosti) o las maratones de varias horas cuando me lo puedo permitir, pero cada uno utilizará el bloque de tiempo que necesite y se pueda permitir.
Lo importante es crear ese bloque de tiempo y que forme parte de nuestra agenda. Es fundamental en este sistema la planificación: nada de «escribiré cuando tenga un hueco». Si esperas a tener un hueco, ese hueco lo llenarán Facebook, Twitter y Netflix.
Recuerda que esas 500 palabras o media hora o lo que sea forman parte de un borrador. En ese momento es crucial no pensar en si lo que estás haciendo está bien o mal: solo escribe. Recurre al freewriting si quieres. Evita volver atrás y hacer correcciones. Tú coge carrerilla y dispara.
Escribe esas palabras y guarda, guarda, guarda. Que no se rompa el disco duro, que no se vaya la luz, que no se pasee tu gato por el teclado esos tres minutos que estás en el servicio. Que no se escapen.
El tercer cubo es el de la edición
Este es el temido momento en que miras en tu cubo (o carpeta o whatever) y sacas un borrador y te dedicas a convertirlo en el mejor texto que ha parío mare. La idea es transformarlo en algo digno de que el mundo lo vea: revisar el ritmo y la estructura, buscar errores y erratas, y sacarle brillo (por ejemplo, con un libro que he escrito con un montón de preguntas justo para eso).
Recuerda que entre revisión y revisión necesitas algo de tiempo, así que planifica tus bloques de edición de manera que incluyan revisiones posteriores a textos ya editados (¿sabías que una gran parte de las erratas que puedes encontrar en un libro provienen de las propias revisiones?).
Y aquí Goins dice algo interesante, que es que él siempre escribe textos para que sean leídos. Yo también insisto en la necesidad de compartir lo creado. No te digo que publiques la primera novela o relato que escribas, porque probablemente serán horrores dignos de Cthulhu. Pero dale una función: ponlo en tu blog, compártelo en Wattpad, mándalo a un concurso o a una convocatoria, lo que sea. Si eres como yo, necesitarás sentir que todo lo que escribes tiene una salida.
No digo que esto sea así para todo el mundo. Es así para Goins y es así para mí, ya que somos conscientes de que nuestro trabajo lleva tiempo y buscamos algún tipo de «recompensa» por ese tiempo (ya sea económico, en forma de aprendizaje mediante el feedback, etc.). También es una forma de darle más peso a la meta, de darle más emoción al asunto de escribir. También entiendo que para algunas personas es el mero acto de escribir el que los emociona y no necesitan nada más.
No obstante, asegúrate de que esa es tu verdadera razón para no enseñar lo que haces: que no sea el perfeccionismo, el miedo a tu público o cualquier otra excusa. Yo tengo muchas cosas que nunca se han publicado (por ese cuello de botella antes mencionado), pero todas se escribieron con la intención de enseñarse en algún momento.
¿Todo claro? Ahí quedan explicados los tres cubos.
Obviamente se trata de cubos metafóricos: no es necesario que salgáis corriendo a esa tienda del paseo marítimo que todavía queda abierta en invierno a comprar cubitos y palas de plástico de colores, ni tenéis que ir a molestar a los empleados de ciertos grandes comercios a la búsqueda del cubo de escritor perfecto.
Hola, ¿es aquí donde vendéis recipientes de inspiración, magia, sueños, habilidad, talento e ilusiones?
A efectos prácticos hablaríamos de carpetas, ya sean físicas (si sois de tomar notas, o incluso escribir, en papel) o digitales (para todo lo demás).
Ahora que hemos aclarado qué es cada cubo y cómo se usa, procedo a explicar el sistema en sí.
Cómo utilizar los tres cubos
Como bien apunta Goins, al principio tendrás que tener un par de días de margen para que todo encaje, enseguida entenderás por qué. Vamos allá. Lo primero es…
1. Recolecta ideas
Hemos hablado de qué herramientas podemos usar para anotar ideas e inspiración. Pero, como dice Joanna Penn, el pozo de la inspiración no es inagotable. Hay que llenarlo para poder extraer nuestro mejor material. Si no te sientes muy inspirado/a, es muy posible que no estés llenando tu pozo (o que lo estés llenando de material pobre). Recuerda la regla de GIGO: Garbage in, garbage out. Si consumes basura, producirás basura.
Dedica un tiempo específico a inspirarte. Lee buenos libros. Escucha buenos podcasts o busca charlas TED. Ve buenas series y películas. Y toma notas de todo. Todo eso llena la mente.
¿Sabes lo que también ayuda? Paradójicamente, vaciar la mente. Hacer ejercicio, por ejemplo (pero recomiendo ejercicios en solitario para que otros no te distraigan cuando se te ocurran las buenas ideas: pasear, nadar, correr… cualquier cosa que permita que la mente se vacíe). También ayuda mucho la meditación (es curioso la de cosas que aparecen cuando no estás pensando en nada en concreto) o cualquier actividad en que estés relajado y sin agarrarte a ningún pensamiento (¿qué tal un largo baño de espuma?):
Os presento a Claudia. Escribió ocho novelas, tres series y veinticinco guiones sin salir de aquí. En los raros momentos en que Claudia no escribe, se dedica a sus otras aficiones: maquillarse, hacer dieta y mandar a su madre a por ropa impermeable.
¡Ojo, este tiempo de inspiración es diferente a tu tiempo de ocio! Con el ocio, el objetivo es desconectar y esto es muy importante. Muchos hemos caído en la trampa de volvernos tan analíticos que dejamos de disfrutar de un buen libro o una buena peli. ¡NO! Es fundamental recuperar el placer de disfrutar porque sí.
Hace poco vi en el cine La llegada, que está basada en uno de mis relatos favoritos de siempre: La historia de tu vida, de Ted Chiang. ¿Tiene fallos la película? Sí. ¿Es mejor el relato? Oh, sí. Pero me alegro de haber desconectado y dejado el aparato crítico en segundo plano, porque me lo pasé como una enana, emocionada, moqueando e hipando toda la película (no hay NADA como ir al cine con síndrome premenstrual… esos pobres hombres cisgénero no saben lo que se están perdiendo).
2. Escribe
Una vez tienes llenito tu pozo, porque has apartado un tiempo para meter ahí todas las ideas, buenas, malas y malísimas, que se te han ocurrido (y créeme cuando te digo que, por cada idea buena que haya, vas a tener por lo menos veinte malas) llega el momento de la Verdad. Abre tu Evernote, tu carpeta de ideas, tu libreta de apuntes o tu sistema distributivo por matriz hexadecimal y elige en lo que vas a trabajar.
Bueno, eso es lo que dice Goins. Ahí no estamos de acuerdo. Debes saber ya de antemano en qué vas a trabajar. Inclúyelo en tu plan de esa mañana, o de la noche anterior, o de cualquier momento diario y necesario en que te dediques a planificar el día. Si prefieres guiarte por el consejo de Goins y elegir aquello que te atraiga más, estarás para siempre evitando esos proyectos que ya no te entusiasman, y ya hemos hablado muchas veces de que en el camino medio está la maestría.
¿Cuánto tiempo has apartado? ¿Dos horas, media hora, diez minutos? No importa: lo importante es que empieces y que no pares (ni mires cualquier otra cosa) en ese tiempo. Puedes bloquear ciertas páginas web que suelen distraerte, puedes apagar el router o incluso escribir a mano. Lo que sea, pero elimina toda distracción. ¡Silencia ese móvil!
Cuando termines, mete tu documento en la carpeta correspondiente (yo suelo usar una llamada En proceso, pero también puedes llamarla Borradores o Terminar o Maravillas que escribo y que van a cambiar el mundo. La decisión es tuya).
3. Edita
No recomiendo que te pongas a editar un texto en el que acabas de escribir, ya que implica un gran cambio de mentalidad (y siempre vemos de manera más objetiva un texto cuando ha pasado algún tiempo). Es recomendable que edites o bien otro texto diferente, o que programes la edición para el día siguiente a la escritura. Muchos autores recomiendan hacer cosas por bloques de tipo de actividad, o incluso tener días específicos de creación y otros de edición (incluso usan lugares diferentes para cada tarea).
Hago una excepción para el tema de ensayo (no ficción), particularmente en lo que se refiere a blogs. Lo genial de un post de blog es que puedes documentarte, escribirlo y publicarlo en un margen de tiempo relativamente rápido (¡ey, este solo me ha llevado cuatro cinco seis horas!), y eso se agradece porque escribes con el entusiasmo de saber que recibirás feedback enseguida (o por lo menos esa es mi experiencia). Así que edito mis artículos en cuanto los escribo (pero también vuelvo a ellos al cabo de un tiempo, para meterles mano de nuevo y eliminar posibles erratas o información que haya quedado obsoleta). De nuevo: esto dependerá del gusto y necesidades de cada cual.
La idea, como ves, es llenar esos tres cubos hasta producir la cantidad de agua necesaria para alcanzar algo publicable.
Es así de sencillo. Parece básico, pero demasiadas veces mezclamos estos tres cubos y nos sale un agua de lo más turbia, ya que sus colores son muy distintos.
Un ejemplo de planificación con este sistema podría ser el siguiente:
Ejemplo de un sistema de tres cubos
Este ejemplo parte de la base de que dedicas una cantidad diaria más o menos grande a tus actividades como escritor. Obviamente, si tienes un trabajo de diez horas diarias dedicado a otras cosas o si tienes obligaciones periódicas que también te quitan grandes cantidades de tiempo (labores domésticas, cuidado de niños y/o ancianos, etc.), tendrás que adaptarte de otra manera. Pero recuerda que solo veinte minutos diarios dedicados a tus labores de escritura se van acumulando y acaban por producir resultados.
Soy flexible y modifico mi horario con relativa frecuencia, optimizándolo conforme veo qué funciona mejor y cómo encaja con mis niveles de energía y otros aspectos vitales. Pero voy a compartir con vosotros cómo estoy aplicando a mi propia escritura lo de los tres cubos.
6:00-7:30-Levantarme, hacer té y leer (podría incluir tareas como «dar de comer al gato», pero no me es necesario apuntarlas en la agenda. Ya se asegura el gato de que no se me olvide) –> PRIMER CUBO.
(También me aseguro de hacer la cama, que para mí es un hábito detonante, que hace que me sienta bien conmigo misma y quiera hacer más tareas. Teniendo en cuenta el estado zombi que suelo tener hasta las 11 o 12 del mediodía, esa no es poca cosa).
Alterno días en los que leo artículos o libros de ensayo y días en los que leo ficción (dependerá de si voy a escribir artículos o ficción durante ese día). Los artículos que me interesan los leo en Instapaper. Los consigo de los boletines que sigo por email o simplemente por recomendaciones en redes sociales. También tengo una carpeta de marcadores en el explorador del PC, donde voy metiendo webs que producen contenido interesante de manera periódica. Esto es útil también para mi estrategia de contenidos en redes sociales). Si te interesa saber qué leo en ficción, puedes seguirme en Goodreads.
7:30-9:00-Escribir. Este es el tiempo que dedico a escribir, ya sea para el blog o para la lista de correo, o ficción. Suelo dividirlo en tres pomodoros –> SEGUNDO CUBO.
De 9:00 a 10:00 hago todas esas cosas que hacen los mortales comunes: aseo, desayuno, limpieza, etc.
10:00-11:30-Edito. Ahora mismo estoy dedicando otros tres pomodoros a las últimas revisiones de las dos primeras novelas cortas de Crónicas del fin. Y no, un libro NUNCA termina de editarse, ay. Queríamos sacar esos libros a finales de 2016, pero no ha sido posible. Por suerte, ya estamos en la recta final y esperamos poder sacarlos en unas semanas. Pero eso, estamos hablando de edición, revisión, corrección… –> TERCER CUBO.
Para mí, estos tres cubos son lo más importante del día. A partir de las once y media ya me puedo dedicar a otras tareas también importantes, pero no fundamentales (estrategia de contenidos en redes sociales, promoción, responder a emails, etc.). Obviamente el resto de mi vida está lleno de otras obligaciones y hay por lo menos un día a la semana en que no realizo ninguno de los cubos, ya que está dedicado plenamente a trabajo realizado para otras personas.
Repito que este es solo un ejemplo práctico de las muchas formas en que puede usarse este sistema. Podrías tener un solo día para cada cubo, o dedicar un día a leer y escribir, y el siguiente a editar. Dependerá, repito, del tiempo del que dispongas. Atrévete a probar diferentes variaciones y a decidirte por lo que más te convenga.
Tampoco es necesario levantarse a las seis de la mañana. Es lo que me funciona a mí, tal vez tú prefieras hacer esas tareas de noche. Una de las ventajas fundamentales que veo a madrugar es que te quitas de encima lo más importante a primera hora y hay menos posibilidades de que las demás actividades y urgencias del día te impidan llevar a cabo esas tareas indispensables. También me ocurre que suelo hacer las cosas que menos me apetecen al principio del día (corregiiir, puaaaaaj, matadme yaaa), porque luego me voy quedando poquito a poquito sin fuerza de voluntad.
Si crees, como yo creía, que eres un ave nocturna y que para ti madrugar es imposible, echa un vistazo a este artículo que escribí al respecto.
Y, para terminar (y ya saliendo del artículo y las recomendaciones de Goins) no olvides que estos tres cubos pertenecen a la parte del creador/hacedor. Tendrás que marcar un tiempo aparte para la parte del administrador.
Maker vs. Manager
En productividad se habla mucho de las necesidades diferentes que tienen personas que son creadoras (makers) de las que son gerentes o administradoras (managers). La gracia de la profesión de escritor es que necesitamos combinar ambas formas, ya que tenemos que crear y editar lo creado (make), pero también gestionar lo que hemos creado, mediante promoción, publicación, tareas administrativas, etc. (manage).
Conozco a personas que dicen querer publicar y mejorar su escritura, pero que se quejan de esa parte gestora de su mundo y se niegan a llevarla a cabo, argumentando que el arte no conoce de administración, o que es más productivo dedicar ese tiempo a la escritura pura y dura. Eso está genial si solo escribes para ti. Pero sospecho que cuanto antes aceptemos que esa administración es parte de nuestro mundo y que es lo que nos puede ayudar a darnos a conocer, comunicarnos mejor con otros y sortear los obstáculos de nuestro sector, mejor que mejor.
¡Mira, mamá! ¡Jaime ha hecho él solo la declaración de la renta! ¡Viva!
También pueden separarse esas funciones administrativas en bloques de tiempo en un solo día, o pueden dedicarse días concretos a cada cosa. Asegúrate de separar tu parte productora/hacedora (inspiración, creación y edición: los tres cubos) de tu parte gestora/administrativa. Basándonos en el ejemplo que he puesto de mi propia agenda, yo dedico el resto de mi tiempo (aparte de los tres cubos) a la parte gestora: a responder correos, promocionar mis obras, arreglar cosas del blog, cumplir con mis obligaciones fiscales, etc. Todas son actividades relacionadas con mi oficio como escritora, pero necesito mantenerlas bien separadas (y, a la vez, darles también importancia).
Todo no es crear. ¿De qué sirve crear algo si luego no haces nada con ello?
Si te gustan los mandalas y el arte efímero, maravilloso. Al fin y al cabo, disfrutar del proceso es importante. Pero si tienes metas de reconocimiento, de autosuperación, incluso de remuneración por tu trabajo, esa parte gestora es fundamental.
Si escribes, ¿por qué no compartirlo? Si tú lo disfrutas, es posible que también lo disfruten otros.
Y si quieres contarme cómo dividirías tu tiempo entre esos tres cubos, seguro que a todos nos interesa. Sabes dónde están los comentarios.
Allí, al fondo de la derecha, junto a los baños de señora.
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También tengo una lista que es solo para lectores de género fantástico. ¡Y un libro que te soluciona la vida si odias corregir tus textos!
Me encantan tus artículos. Siempre que hay uno nuevo nos ponemos mi hermana (Una lectora del tipo a) a leerlo juntas por lo interesantes y divertidísimos que son. Curiosamente, hace un par de meses he empezado a usar este método de manera instintiva. ¡A ver si aplicándolo mejor consigo resultados!
La verdad es que tienes razón, sabemos de esas tareas pero en el fondo no sabemos tan bien separarlas. Y ya me he dado cuenta que dedicarle un tiempo determinado a cada cosa es mejor.
Mi propósito ahora es precisamente intentar levantarme más temprano de lo que lo hago ahora, por lo menos a las 9 o las 10 para empezar. Ya he conseguido fijar unas horas por las tardes en las que me cunde mucho pero me haría falta más tiempo. Porque sí, yo soy muy nocturna pero no siempre son horas buenas para escribir (más allá de estar más tranquila en casa), ya sea porque estoy cansada y prefiero leer si acaso, ya sea que muchas veces lo que escribo… pues es para reirse xD. Lo mismo no estás demasiado cansada pero concentrada como a primera hora de la tarde o más pronto, pues como que no.
Lo del Evernote me recuerda que debería de terminar de mudarme a OneNote porque tengo todo repartido entre una y otra como que no es plan xD
Un articulo genial, como siempre. Creo que una mejora o evolución natural del tema sería explicar la conexión entre los cubos, es decir, cómo enlazar o enganchar de la forma más óptima posible un cubo con otro.
Disculpándome si esta técnica ya ha sido tratada en alguno de tus artículos previos, mi sugerencia es hacer uso de un tablero kanban donde cada cubo sea una columna (inspirar, escribir, editar) y cada tarjeta sea un proyecto (p.e. blog, novela, relato).
De esta forma, el sistema de los cubos tiene mucha más potencia porque se consigue visión de flujo y visión global. Puedes ir regulando qué tipo de cubo necesitas trabajar en cada momento para cada tarjeta/proyecto en función de su estado; puedes priorizar tarjetas/proyectos dentro del mismo cubo; puedes medir tu velocidad y tu eficiencia; puedes identificar dónde están tus puntos de bloqueo en el flujo y tomar las acciones para corregirlos; hasta puedes descubrir alguna que otra sorpresa que solo se hace evidente con la visualización del flujo. Y si trabajas en grupo en alguno de los proyectos, puedes compartir el tablero kanban con tus compañeros.
Evidentemente, si manejas un solo proyecto un sistema como éste es innecesario, pero si manejas varios a la vez, resulta muy útil. Hay muchas herramientas online gratuitas para llevar un tablero kanban, aunque mi favorita es Trello.
Podría decir que excelente artículo, pero eso ya lo sabes.
Un pequeño apunte y es que, efectivamente, escribir es reescribir también, ceñirse a creer que lo de escribir todos los días significa crear algo nuevo todos los días, en vez de trabajar en tu escritura todos los días, me parece muy limitado.
Pero bueno, es una creencia que yo también tenía al principio y de la que me costó liberarme un poco. Si reescribo diez capítulos de algo y los dejo niquelados aunque sea tocando veinte o cincuenta frases (niquelados hoy, mañana, por supuesto, los odiaré de nuevo) eso es escribir tanto como crear 1000 palabras nuevas de la nada.
Las buenas historias no salen a la primera ni los buenos libros son los primeros borradores.
Llevo tiempo revisando y reescribiendo la misma novela, aunque en el fondo sé que de vez en cuando me viene bien darme un respiro y ponerme con otra cosa. Así que mientras leía este artículo mi cerebro no hacía más que decirme «¿lo ves?». Voy a probar este método un tiempo, a ver qué tal me funciona
Por cierto: cuando los gatos terminen de convertirse en dueños del universo y en nuestros amos y señores, alguien les preguntará por qué nos odian tanto. Ellos responderán mostrándonos la foto que encabeza este artículo, y no tendremos más remedio que darles la razón.
(Argh, el punto que me he dejado al final del primer párrafo me perseguirá hasta el fin de mis días).
Que bárbaro.
Cuanto más leo esta página más me convenzo de que va a terminar entre mis favoritas. Me gusta mucho el tono con el que escribes tus entradas, Gabriella, y lo mejor de todo son la cantidad de datos útiles con los que me he estado topando en estos días.
En definitiva, aprendo más leyéndote que dejando todo al clásico método de «prueba y error».
¡Para eso estoy aquí! Para que no tengáis que pasar por los mismos años de prueba y error en los que yo perdí tanto tiempo 😛
Gracias por pasarte y comentar, Jess.
Te leo por lo divertida que eres (o ¿sois?) y porque me aportas ideas para darle cauce a mis 10 minutos de escritura. Gracias.
Soy, soy. Por lo menos hasta que desarrolle personalidades múltiples, que no es algo que descarte.
Gracias a ti por leer 🙂
Hola, Gabriella. ¡Por fin, un sistema de productividad para escritores que tiene sentido! Últimamente, he leído muchas recomendaciones basadas en la cantidad y no en la calidad. “Si escribes mil palabras por día, tendrás una novela de 50 000 palabras en menos de dos meses, pero si logras escribir 10 000 por día, terminarás una novela cada semana”. Este tipo de consejo parece concebir la escritura como producción en masa y omite por completo la fase de corrección, que toma su tiempo, debe hacerse con cuidado y marca la diferencia entre un libro mediocre y un gran libro.
Por eso, me alivia hallar un método que tome en cuenta la fase de generación de ideas y la de edición de los textos corregidos.
Con el ejemplo de tu horario, se entiende por completo de dónde proviene tu productividad. ¡Solo en la mañana ya le has dedicado 4 horas y media a los tres cubos! Desde que soy madre estoy batallando con el tiempo de escritura. Casi diría que mis tres cubos son la cesta de la ropa, el balde para limpiar y la caja con los juguetes de mi hijo.
Creo que es un problema recurrente, sí. Por supuesto que la cantidad es importante, pero con frecuencia se omite otro punto importante: si escribes 10000 palabras en un día, más te vale tener otro gran bloque de tiempo apartado para editarlas. Y yo personalmente dedico más tiempo a la edición que a la escritura en sí.
Lo del tiempo es terrible, sí. Yo no tengo hijos y aun así parece que me falta tiempo para todo, así que no quiero ni pensar cómo será esto para alguien con el triple de obligaciones domésticas.
Yo era más de la c), con un poco de la a), pero ahora sé lo de tu pelazo y mira… ya no estoy muy segura de a qué grupo pertenezco… esta noche ya no duermo 😀
El artículo me ha parecido tan interesante que me ha tocado tomar notas (en una libreta de papel que uso solamente para inspiraciones varias y consejos de gente que sabe cosas). Siempre me dejas con ganas de más, guapa, que tengo faenaaaa (sí, he de organizarme un poco, lo sé).
Me ha surgido una duda:
¿Por qué tienes que leer las cosas en instapaper? ¿no te sirve el evernote que ya usas? supongo que habrás llegado a la conclusión de que soy una novata del copón en esto de las aplicaciones informáticas. No hace falta que respondas si te parece una pregunta absurda, pero bueno, yo pregunto, el «no» ya lo tengo…
Saludos, feliz año y gracias por estar ahí. Muchas gracias.
Entiendo que es una decisión muy difícil. Alégrate de que por lo menos no seas de la d).
Lo de Instapaper es por comodidad de lectura, sobre todo. No sé si lo has probado, pero si lo haces verás que cambia todo a su propia fuente igualada (muy agradable y limpia) y elimina gran parte de las imágenes (Evernote, sin embargo, no adapta demasiado bien los formatos de artículos completos en web). Así que para lo que es lectura de texto pura y dura lo prefiero. Además, antes Evernote no tenía la opción de compartir directamente un post o enlace desde el explorador (o yo no la encontraba), así que me acostumbré al botón de Instapaper para eso. Y la versión gratuita de Evernote tiene un espacio limitado de archivo… si metiera ahí todos los artículos que marco para leer lo habría superado ya hace mucho tiempo. Vamos, que hay unas cuantas razones, pero si prefieres enviar lecturas directamente a Evernote para meterles mano luego, también es una opción.
Un besazo, gracias por leer y comentar, y un muy feliz 2017.
Se parece mucho a la forma en la que me organizo 😊. Así que voy a tener que volver a leer a Goins (últimamente lo había abandonado, la verdad)
Estoy en este blog por la opción a. Me parto de risa con tus artículos y, por supuesto, me parece increíble el pelazo que tienes.
Bueno, es que por rachas entra en modo promoción-a-tope o se concentra en cuestiones filosóficas ya muy trilladas y me resulta algo cansino. Pero lo bueno es que tiene joyitas de cuando en cuando 🙂
Interesante artículo, al parecer aplicaba el metodo de forma inconsciente.
Me gusta escribir antes del trabajo y editar después del trabajo. Lo de la inspiración no tengo hora, pero tengo Evernote activo las 24 horas 😉
¡Adoremos todos al gran dios Evernote! 😀
Me han encantado tus recomendaciones Gabriella,
Creo que más o menos se podría decir que aunque sin ser consciente, ya lo hacia. Ya que suelo leer en los trayectos del metro y antes de dormir, ese seria mi cubo de inspiración, bueno y aprendizaje, escribo normalmente cuando me levanto de 7 a 8, y al mediodía después de comer también un ratito, y a la noche suelo dedicar el tiempo a parte de para leer justo antes de dormir, para editar, mi primera novela que también espero acabar en breves.
Y a mi me gustan tus artículos porque con ellos aprendo mucho y la verdad es que me divierten también.
¡Mil besos!
¡Está claro que tienes una buena rutina! Yo es que por la noche no puedo hacer nada, a partir de las 18-19 ya no me funciona el cerebro. Será por lo de levantarse tan temprano, porque hace años todo mi trabajo creativo lo hacía de noche.
Muy buen artículo. Vengo haciendo algo parecido desde que comencé a escribir (madrugar, café, escribir-editar), pero creo que esto es más concreto.
Puede que te ayude separar esa parte de escritura de la de edición. O tal vez no, tal vez tu sistema ya es perfecto. Prueba y me cuentas cuál te va mejor 😉
Me parece un sistema genial.
Yo lo traslado para mi a la noche. También me gusta usar diferentes días para editar que para escribir. Para las ideas, intento tener la mente abierta siempre; al leer un relato, al ver una serie, al estornudar o al ducharme. Creo que la ducha me ha dado más ideas que nada.
Meditando se me han ocurrido relatos geniales.
¡Que beneficiosos son tus artículos! ¡Y tus libros!
Empecé a leerte de forma analítica, pero me estás diviertiendo tanto que lo he mandado a la porra y simplemente me dedico a ser entretenida.
¡Ah, sí, la ducha! Para mí es el baño, un lujo que me permito una vez a la semana y que siempre me ayuda a aclararme la cabeza (en el sentido literal y metafórico, ¡ja!). Con la ducha solo estoy pensando en el frío que tengo (odio las duchas, ¡las odio!).
Siempre es un gusto entretenerte 😉
Aquí una fan de los pomodoros. Suelo contabilizarlo todo con pomodoros (hasta ahora usaba pomello, que funciona con trello, pero ahora estoy probando harvest de asana y me encanta), de modo que puedo analizar a qué he dedicado demasiado tiempo y qué debería potenciar. Como el tiempo es lo que más escasea, suelo aplicar la ley del 80-20 para decidir qué puedo/debo hacer y qué no.
Tu pelazo mola un montón, pero lo que me trae siempre hasta aquí es tu sentido común y tu fantástico sentido del humor.
No conseguí engancharme a Trello ni a Asana, pero conozco gente a quienes les va estupendamente. Yo también intento aplicar la ley del 80-20 (aunque a veces es difícil: algunas de las cosas que me producen menos resultados las hago porque me encanta hacerlas, jeje).
Gracias por tus amabilísimas palabras, Clara 🙂
¿El pelazo? Ummm, sí creo que esa es la opción de que ande vagando por aquí entre estas líneas.
Es evidente por otro lado que la vida terrenal me ha mantenido demasiado apartado del mundo de las letras desde el verano, so…here i’am again 🙂
Con respecto a los tres cubos está claro que pasamos por fases. Fases en las que es complicado sacar ideas que nos parezcan frescas o suficientemente interesantes sobre las que escribir. O simplemente que te atraigan. Pero lo que peor llevo de los tres con mucha diferencia es el tercero de los cubos y la pu…edición.
Pero bueno, hay que hacerlo, ¿no?
Hay que hacerlo, sí, y es igual de importante que las otras dos fases. Es la más dura (por lo menos para mí), pero es lo que acaba diferenciando al buen profesional de la gran masa de escritos sin pulir ni terminar que hay ahí fuera 🙂
Aquí uno que pensaba que un pomodoro en un tomate y nada más ;). Sin embargo, sí que me organizo las fases de trabajo en bloques de una hora (las alarmas de mi móvil han llegado a ser incomprensibles entre mis allegados). En mi caso intercalo en una misma jornada el segundo cubo, el tercero y la parte de gestión de redes, blog, etc…
Después de leerte creo que voy a probar intervalos de 25 minutos con Moosty y puede que me organice los cubos un poco mejor para no mezclar tanto en la misma jornada. Es cierto que de cada hora hay tiempo que se desaprovecha: cuando se va acercando el final de la hora y llegas cansado/despistado por ese led del móvil que quiere descubrirte un mundo de fantasía y diversión a raudales, cuando te quedas en blanco a la media hora de haber agarrado el segundo cubo, o cuando estás tan on fire que te comes parte del siguiente ciclo para quedarte a gusto con el trabajo de la fase anterior, de otro cubo totalmente diferente.
Ya te contaré qué tal en otro momento que se me agota este pomodoro y me queda mucha tarea ;P. Un abrazo y gracias por el artículo.
Pues ya me cuentas cómo te va. El cerebro de cada uno funciona de modo distinto, pero yo encuentro que 25 minutos es un tiempo perfecto (sobre todo para tareas que no me apetecen). Para cosas en las que entro en flow (escribir para el blog, por ejemplo), tiendo a ignorar la alarma del pomodoro, eso sí 🙂
Como de costumbre, es un artículo lleno de matices y de mucha, muchísima información. Yo soy también de los que cazan musas a golpe de Evernote y algunas de las cosas que cuentas ya las aplicaba sin saberlo (por ejemplo, los pomodoros, que ni siquiera sabía que existía un término a lo que yo llamo «sprint»). Por otro lado (parece que estoy de peloteo, pero lo cierto es que no es mi intención), me ha gustado eso de que «si consumes basura, serás basura», ya que es algo de lo que me estoy dando cuenta con el tiempo: si lees a un autor malo acabas incorporando de modo inconsciente muchos de sus errores como no te andes con ojo al escribir, y lo peor es que ni te das cuenta. Esto es especialmente insidioso con los errores gramaticales «sutiles», como los gerundios de continuación o la mala puntuación.
Un saludo, Francisco Tapia-Fuentes
Yo utilizo el método GTD (Organízate con eficacia en español) de David Allen https://www.amazon.es/Organ%C3%ADzate-eficacia-edici%C3%B3n-revisada-conocimiento/dp/8492921307/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1484388318&sr=8-1&keywords=David+Allen
Este método consiste en recopilar todas las tareas pendientes que tienes y ponerlas en una bandeja de entrada (en una lista de Evernote, en mi caso). Para tareas más complejas, haces un proyecto y pones la primera tarea del proyecto en tu lista de tareas, cuando la completas, pones la siguiente tarea de ese proyecto, etc). De manera periódica, repasas tus listas de tareas, y tus listas de proyectos (que además se pueden ir englobando en areas más grandes para que establezcas tus objetivos vitales y tu vida no consista en ir de factura en factura hasta el día que te mueras). Yo uso Evernote para las listas de tareas y recopilar el material de apoyo, Workfloy para los proyectos, y el calendario de Google para las tareas que hay que hacer en un momento concreto (por ejemplo, ir al médico). Luego eliges lo que tienes que hacer en función de dónde estés, lo que sea imposible hacer más tarde, tus niveles de energía…
Creo que es compatible con los tres cubos, y a lo mejor el sistema de los tres cubos ayuda a elegir cual es la próxima tarea a realizar (quizá el punto más débil de GTD). A mí GTD literalmente me ha cambiado la vida.
Gabriella, recién hoy di con tu blog y me ha gustado mucho esta y otras entradas, todo muy provechoso!
¡Gracias, me alegro de que te sirva! 😀
Excelente post como siempre Gabriella, muy provechoso principalmente para personas como yo… que jamás hemos escuchado nada sobre métodos pomodoros, moosty… e incluso freewright????… verdaderamente quede como una ignorante… gracias a ti, cuando los vea más adelante, me sentiré una experta :)… bueno, en cuanto a mi manera de escribir, yo me siento frente a la computadora y escribo sin ningún plan, ni estrategia, claro estoy empezando en este mundo, poco a poco implementare todos estos consejos tuyos… que son una belleza… se le agradece nuevamente… que pases un lindo día
Estoy trabajando con el método de los tres cubos sin saberlo… bueno en como divido las tareas diría que son como 7, porque como tu has dicho cometí el error de mezclar lo creador con lo gestor.
¡Madre mia!
Voy a ver como arreglo el entuerto
[…] de reescritura y revisión. Aparte quedan los bloques de blogging, marketing y correo electrónico. Todos esos cubos en los que vamos almacenando y soltando. Como mis artículos son tan largos,tienen su tiempo de planificación, reescritura, edición y […]
[…] Cómo escribir más y mejor con el sistema de los tres cubos (2017). Esta forma tan sencilla de entender el proceso creativo nos llegó de la mano de Jeff Goins y ha debido de ser esclarecedor, viendo lo que os gusta. […]
[…] viajar, de conversar. Ingiere contenidos excepcionales y toma todas las notas que puedas. Recuerda el sistema de los tres cubos: necesitas llenar el de la inspiración para poder llenar los otros dos también. Si no tienes […]
Gabriella…me ha encantado tu artículo, tu manera de escribir me fascina y me has dado muchas ideas para comenzar en la aventura de la escritura.
MUCHAS GRACIAS!!!!!
Hola, Fátima,
al final de cada artículo verás los créditos de las imágenes utilizadas, que te enlazarán a su web.
Así más o menos lo hago yo, nada más levantarme dedico un tiempo a una lectura de valores: relatos cortos que encierran mensajes positivos. Después dedico un rato a lectura de formación, como por ejemplo ahora, tu blog. Despues desayuno y me aseo. Una hora dedico después a redes sociales y las siguientes dos horas a corregir. Como y, después dedico hora y media a la lectura, alterno un libro de ficción con otro de no ficción. Y después dedico un par de horas a escribir. Los fines de semana hago otras cosas